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VI CELAC ¿Latinoamericanismo en recuperación?

Por: Juan J. Paz-y-Miño Cepeda

Después de concluidos los procesos de independencia, empezó la construcción de los nuevos Estados latinoamericanos bajo un doble signo: la idea de unidad, para constituir grandes países e incluso lograr una sola Hispanoamérica, cuyo mayor representante fue Simón Bolívar; y la presencia de las fuerzas desintegradoras de las oligarquías regionales, que pretendieron construir republiquitas bajo su dominio.

El aislamiento entre países caracterizó la vida latinoamericana hasta bien entrado el siglo XX. Los esfuerzos efectivos para la integración regional arrancaron recién en 1960 con la ALALC y la primera oleada (Pacto Andino, 1969 y CARIFTA, 1968), a la que siguió la segunda (MERCOSUR, 1994/1995; Comunidad Andina, 1996; SICA, SIECA, AEC y entidades como SELA, OLADE, etc. y una amplia red de acuerdos pluri y binacionales).

Las integraciones económicas, pensadas exclusivamente como mercados que se abren y empresarios que los aprovechan, siempre fueron un fracaso, a pesar de los éxitos iniciales. La globalización en las décadas finales del siglo XX, acompañada por la implantación del modelo neoliberal en América Latina, arruinaron los ideales de integración entre Estados, precisamente por privilegiar tratados de libre comercio o acuerdos bilaterales. En plena globalización, los EEUU lograron impulsar la creación del ALCA (acordada en 1994 y constituida en 1998), que reunió a los países del hemisferio, excluyendo a Cuba. La resistencia a esa creación, encabezada por Hugo Chávez como presidente de Venezuela (1999-2013), llevó a crear el ALBA (2004) y a un nuevo esquema de integración que no privilegió simplemente intereses empresariales, sino de amplia repercusión social, bajo Estados soberanos. Además, nacieron dos instituciones: UNASUR (2008) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, 2010), que integró a 33 países, incluyendo a Cuba, pero excluyendo a los EEUU.

UNASUR y CELAC crecieron y se potenciaron durante el primer ciclo de gobiernos progresistas de América Latina. Pero las circunstancias cambiaron con el “retorno” de gobiernos conservadores, empresariales y neoliberales. En 2017 se realizó la V Cumbre de CELAC, que no volvió a convocarse, hasta la reciente VI Cumbre convocada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, realizada el 18 de septiembre (2021) en México. En el intermedio, el expresidente Lenín Moreno se convirtió en artífice de la desintegración latinoamericanista, al punto de cerrar el edificio de UNASUR en Quito (septiembre 2019) y retirar la estatua de Néstor Kirchner que estuvo en su entrada.

Sin la potencialidad que en otro momento ofrecieron los gobiernos progresistas, la VI Cumbre de CELAC no alcanzó la misma dimensión del pasado. El latinoamericanismo ha sido golpeado por la posición del Canciller de Colombia, lanzado contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, pero también por el presidente del Paraguay, Marco Abdo Benítez, quien coincidió contra Venezuela, además del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, cuestionando a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Al mismo tiempo, Nicaragua se lanzó contra el gobierno de Alberto Fernández (Argentina), quien no asistió a la Cumbre, al que acusó de ser un “instrumento del imperialismo norteamericano” (https://bit.ly/3zlvTrl); y, finalmente, cuenta la ausencia del Jair Bolsonaro, presidente del Brasil, quien se retiró de la entidad en 2020. Sin embargo, el panorama del pasado se ve alterado con la presencia virtual del presidente de China, Xi Jinping, quien habló del esfuerzo de América Latina “por la independencia y el autofortalecimiento mediante la unidad”, además de enfatizar en el buen futuro del Foro China-CELAC, un asunto que indudablemente debe comprenderse como el proyecto de nuevos caminos en la geopolítica continental, que seguramente inquieta a diversos sectores de la región.

Aunque desde tiempo atrás el presidente López Obrador sostuvo la necesidad de reemplazar a la OEA por otra institución independiente, la Declaración (https://bit.ly/3Ew9cVo) final del cónclave no se refiere a esta entidad que, desde su creación, representó directamente el americanismo impulsado por los EEUU. De todos modos, en esa Declaración sí se logró rechazar las medidas unilaterales y el intervencionismo contra la soberanía de cada pueblo, en clara alusión al bloqueo a Cuba y a las sanciones contra Venezuela o Nicaragua, que son incompatibles con el Derecho Internacional.

Es relevante para la América Latina contemporánea, que la Declaración vuelva a proclamar la unidad y la integración; reclame un orden internacional más justo, equitativo y armónico; idealice la democracia y el respeto a los derechos humanos; destaque la educación como “elemento vertebral” para el desarrollo sostenible; se pronuncie contra la corrupción; formule la erradicación de la pobreza; reconozca la igualdad de género y condene toda práctica discriminatoria; sea sensible con el problema ambiental, el cambio climático y los desastres naturales; formule posiciones en torno al tema migratorio, el problema mundial de las drogas; rechace todo terrorismo; haga referencia a la inteligencia artificial, así como las tecnologías de información y comunicación; salude la creación de la “Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio” (ALCE).

Sin duda, tiene enorme importancia el reconocimiento de América Latina como zona de paz, libre de armas nucleares y “libre de colonialismo y colonias”, por lo cual trasciende que la Declaraciónreconozca la soberanía de Argentina sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Igualmente es significativo que se declare el respeto a los derechos de los pueblos indígenas y la acogida al “Decenio Internacional 2022-2032 de las Lenguas Indígenas”, así como la felicitación al “Foro Permanente de Afrodescendientes”. Desde la perspectiva de la historia, se considera que “la trata transatlántica de esclavos y el genocidio indígena en la región fueron crímenes atroces contra la humanidad”. Indudablemente se ha considerado la Carta que en 2019 envió AMLO al Rey de España, para que reconozca el hecho de la conquista y ofrezca las disculpas o resarcimientos políticos que convengan (https://bit.ly/2XFgvcH).

De otra parte, el discurso del presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, tomó como ejemplo la integración de la Comunidad Europea para imaginar que igual rumbo podría tomar la región. Desde su tradicional perspectiva empresarial expresó que el mundo nos escuchará “cuando tengamos grandes mercados comunes, donde crezca nuestra riqueza. Cuando un ciudadano de Guayaquil pueda venderle libremente cacao a otro ciudadano de El Salvador o cuando un floricultor de Quito pueda hacer fortuna vendiendo flores aquí en México y viceversa” (https://bit.ly/3zlvTrl).

La VI CELAC puede entenderse como un momento de recuperación del latinoamericanismo afectado por los gobiernos conservadores. En este sentido es un avance frente al pasado inmediato. Pero la correlación política internacional entre quienes marcan el ritmo de las economías sociales y quienes pretenden simplemente el fortalecimiento de las economías neoliberales todavía no es favorable al progresismo latinoamericano. Por tanto, la Declaraciónfinal de la Cumbre corre el riesgo de ser una inspiración teórica, sin avanzar sobre los planteamientos formulados y concretarlos, de manera efectiva, para el beneficio de las sociedades de la región.

Blog del autor: http://www.historiaypresente.com/

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Runasur: Un proyecto de cohesión en un mundo fragmentado

Por: Javier Tolcachorritos

Como expresión del signo de los tiempos, parece haber llegado el momento de un proyecto refundacional y revolucionario: el de la América Plurinacional.

«Vivamos como hermanos y congregados en un solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles, criollos, mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de un mismo origen»Túpac Amaru

“No existe en el mundo nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo» Víctor Hugo

La idea de la unidad latinoamericana se enarboló reiteradamente en el transcurso de las primeras independencias americanas.

Denominaciones como la Nación Sudamericana de Artigas,  la sanmartiniana Unión de los tres estados independientes,  la Gran Confederación de la América Meridional de O´Higgins, el nuestroamericanismo de Martí, la Confederación desde Tierra del Fuego hasta el Missisipi soñada por Miranda, la Dieta soberana de Sud América del chileno Juan Egaña, la Federación general entre Estados Hispanoaméricanos de Monteagudo, la Confederación colombiana del portorriqueño Eugenio María de Hostos o el proyecto anfictiónico bolivariano de una liga confederada de naciones soberanas, nutrieron el ideario de los patriotas desde los albores de la lucha emancipadora y posterior construcción poscolonial.

Sin embargo, los sectores sometidos, esclavos, indios o mulatos, nunca fueron considerados en paridad de condiciones como parte de esos proyectos, con la excepción de la revolución haitiana, precursora de la liberación de la colonia y su esclavismo connatural.

“La oligarquía americana satisfecha de sí misma, libresca y orgullosa, ociosa y voluble, deseaba una revolución a la girondina, como Miranda, y mientras leía a los hombres de la Enciclopedia y declamaba los Derechos del Hombre, sus esclavos trabajaban en las ricas plantaciones pues «el sudor del esclavo daba para todo», describe Joaquín Posada Gutiérrez en sus “Memorias histórico-políticas con precisión aquella contradicción fundacional de NuestrAmérica” [1]

Jorge Abelardo Ramos relata en su Historia de la Nación Latinoamericana que el mismo Bolívar, durante la Segunda República de Venezuela, sufriría la derrota a manos de las fuerzas llaneras favorables al régimen realista, que estaban mayoritariamente constituidas por los desposeídos, mientras las tropas de la Independencia eran conformadas por criollos y mantuanos blancos.

Recién en 1816, el Libertador engrosaría el Ejército Patriota con negros, pardos e indios mediante un Decreto de Abolición de la Esclavitud, promesa hecha al general haitiano Alexander Petion en virtud del apoyo dado por aquel a la causa independentista. Aún así, la esclavitud y las distintas formas de servidumbre todavía trazarían los destinos de miles de hombres y mujeres en las nacientes naciones americanas durante varias décadas más, cementando la condición de inequidad y la inexistencia de fraternidad en las nacientes repúblicas.

Muy poco cambio hubo para las mayorías durante las plutocracias que luego asentaron su dominio continental, situación que mejoraría recién con el triunfo de gobiernos revolucionarios o nacionalistas. Sin embargo, las contrarrevoluciones capitalistas manejadas por la nueva potencia imperial, los Estados Unidos, se esforzarían una y otra vez en derrumbar los incipientes brotes de ascenso social y lazos de soberanía tejidos al sur del río Bravo.

Para disciplinar la política exterior de la región y dirigir todo intento de integración al alero de sus intereses, surgió en 1948 la Organización de Estados Americanos como brazo diplomático tutelado y financiado por el Águila norteamericana, la que además desde 1963 patrulla y vigila militarmente con su Comando Sur la región, en una política por completo reñida con la retórica de libertad y autodeterminación.

Este imperialismo, por algunas décadas en la cima de su poder, lograría frenar el impulso de liberación de los sectores populares y su influencia efectiva en los acontecimientos mediante múltiples operaciones de intrusión social, política, económica, mediática y judicial.

Ni siquiera en el nuevo milenio, en las más recientes construcciones de integración soberana como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) o la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de  Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), animadas sin duda por un carácter progresista, emancipador, cooperativo y solidario, encontraría la base social un espacio de protagonismo decisivo.

Imbuidas del esquema estatocéntrico de relaciones internacionales aun vigente, las orgánicas integradoras continuaron atribuyendo el espacio central a los poderes establecidos del Estado, poniendo el acento en cumbres presidenciales, consejos de ministros o parlamentos interestatales. El impulso militante de la Patria Grande – algo menos “patricia” y un poco más plebeya – permaneció vivo en las organizaciones sociales, haciéndose sentir en cumbres paralelas o en algunos foros de participación ciudadana, aunque desconectado en la práctica del sentir y la vivencia cotidiana de amplias capas de la población.

Aunque creció la calidad popular de los representantes, emergiendo liderazgos hasta entonces excluidos de origen indígena, obrero y de género femenino, el tema de la real inclusión social y política de los sectores subalternos se fue abriendo paso con mucha lentitud y la unidad latinoamericana como horizonte de una nueva y definitiva independencia no llegó sino a permear al conjunto social de manera superficial.

Ahora, como expresión del signo de los tiempos, parece haber llegado el momento de un proyecto refundacional y revolucionario: el de la América Plurinacional, de la unidad incluyente y convergente de las múltiples identidades, con justicia social, sin discriminación, y sobre todo, con la participación protagónica de los sectores sociales, único fundamento posible de una integración trascendente. Su nombre es Runasur.

Runasur

Runasur, conjugación del vocablo quechua runa, ser humano / pueblo con UNASUR o UNASUR de los Pueblos, ha sido definida como un mecanismo de integración plurinacional entre los pueblos indígenas, afrodescendientes, movimientos sociales, territoriales y sindicales, para resolver la deuda histórica con los pueblos de la región.

El naciente conglomerado constituye una construcción eminentemente política de emancipación para reparar la ignominia de la explotación, discriminación y exclusión de siglos con el objetivo de construir una América Plurinacional con igualdad en la diversidad.

Si bien RUNASUR es en esencia un proyecto autoconvocado, éste toma impulso a partir de la decidida iniciativa de Evo Morales Ayma y las organizaciones de pueblos indígena-campesino-originarios de Bolivia, centrales sindicales como la CTA Autónoma y otras organizaciones populares de Argentina, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y movimientos territoriales de Venezuela.

El primer hito fue el “Encuentro de los Pueblos y Organizaciones del Abya Yala hacia la construcción de una América Plurinacional”, que tuvo lugar el 18 y 19 de Diciembre de 2020 en San Benito, Cochabamba, en la sede entonces proyectada para albergar el parlamento de la UNASUR.

A partir de entonces, se mandató a una Comisión Técnica cuya misión fue elaborar una primera propuesta de lineamientos orgánicos a través de sucesivas reuniones virtuales y una primera reunión presencial en Abril de este año.

Posteriormente, el lunes 2 de Agosto, el mismo Evo dio a conocer el Decálogo de RUNASUR, documento que contiene los principios orientadores de la articulación.

El Decálogo de Runasur 

Entre los principales puntos del flamante decálogo se encuentra la lucha contra toda forma de dominación, contra la injerencia y el racismo para defender la autodeterminación de los pueblos, con la proa puesta hacia la descolonización y despatriarcalización.

El fortalecimiento de la democracia en sus diversas formas, el respeto a los Derechos Humanos individuales pero también los colectivos y la refundación constituyente de los Estados republicanos colocando como primario al Ser Humano y la Naturaleza son definiciones de un profundo calado contenidas en el documento.

La integración para la liberación y una libertad de expresión que exprese la voluntad emancipadora de los pueblos constituyen otros principios del texto difundido, que reafirma con fuerza la plurinacionalidad, la pluriculturalidad y el plurilinguismo como bases de la unidad en la diversidad y del reencuentro de originarios milenarios y contemporáneos. “Somos pueblos diversos; los conocimientos, la sabiduría ancestral y la identidad de nuestros pueblos son nuestra riqueza”, expresa.

Garantizar la Paz, rechazar el intervencionismo y el capitalismo como modelo consumista y depredador de la Madre Tierra, desarrollar un nuevo modelo Económico Social y Plural desde el paradigma del Buen Vivir, constituyen referencias claras del profundo carácter transformador y revolucionario de la propuesta.

Ante la desunión y fragmentación, unidad y cohesión en la diversidad

En un entorno de acelerados cambios, han crecido la inestabilidad y la incertidumbre. Los lazos sociales que encontraban asidero en un modo de producción y organización se han tornado volátiles, tendencia acentuada por el creciente desplazamiento de la ruralidad a las urbes con el correlato de fragmentación familiar sumado al azote despiadado de la ideología individualista, que terminó de desgarrar el tejido social.

En este contexto de fragmentación y creciente faccionalismo, la evidente necesidad de unidad de las fuerzas progresistas para dejar atrás la barbarie capitalista se predicó, pero tuvo enormes dificultades para ser practicada.

Ante el fracaso del futuro, resurgieron con fuerza antiguas identidades como signo de comunidad, una suerte de madero de vinculación al cual aferrarse en el naufragio de la soledad y la atomización. Afloraron entonces con toda su potencia hábitos y visiones del mundo que fueron objeto de la opresión de colonizadores violentos e inquisidores del espíritu, que saquearon y pretendieron prolongar el Medioevo y la tiranía absolutista en estas tierras, ante su evidente decadencia en la Europa natal.

Sin embargo, la reafirmación identitaria trajo en muchos lugares también la diferenciación acérrima, la distancia, la ruptura, el secesionimo, la discriminación y el odio al diferente.

De este modo, en un planeta totalmente conectado, en el que todas las culturas de la tierra están ya en contacto, pero en el que priman las corrientes de disgregación, en donde las fuerzas centrífugas y el separatismo dividen, RUNASUR aparece como un claro esfuerzo de articulación y ligazón de la diversidad, como proyecto de nueva comunidad pluricultural e intercultural.

Frente a las absurdas pretensiones neocolonialistas de instalar una cultura imperial única pregonando, una vez más, su supuesta supremacía, se levantan con RUNASUR las culturas oprimidas reclamando su justo lugar en la historia.

En camino hacia una América y un mundo Plurinacional, de iguales derechos y oportunidades para todas y todos, con rumbo hacia una Nación Humana Universal, Runasur representa una clara y novedosa propuesta de cohesión de lo diverso, de participación real, un salto al futuro, una oportunidad de dejar atrás la desigualdad, la destrucción del hogar común y de construir un horizonte humanista.

(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en la agencia internacional de noticias Pressenza.


[1] Joaquin Posada Gutierrez, Memorias historico-politicas, T. I, Imprenta Nacional, Bogota, 1929, p. 196. Citado por Jorge Abelardo Ramos en Historia de la Nación Latinoamericana, pág. 151 Attachments area

Runasur: Un proyecto de cohesión en un mundo fragmentado

 

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Ecuador: ¿Unasur, un edificio destinado al olvido?

América del Sur/Ecuador/21-08-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Grupos indígenas, que aspiraban a tener un gran edificio para instalar una universidad sobre su realidad, han expresado su disconformidad por el reciente anuncio del Gobierno de ubicar el Museo Nacional en la sede de la agónica Unasur, en el extremo norte de Quito.

Lo paradójico es que sectores vinculados a la cultura y patrimonio tampoco están de acuerdo con la nueva perspectiva del Gobierno, ya que el Museo Nacional (MuNa) ya tiene una sede central y adecuada recientemente tras una fuerte inversión.

«El MuNa no está en emergencia y fue inaugurado hace dos años por el presidente (Lenín Moreno), luego de haber invertido un millón y medio de dólares», aseguró Guillermo Bustos, miembro de la Coalición por la Defensa del Patrimonio, para quien es «un absurdo» la idea de trasladar el patrimonio a Unasur.

El grupo conformado por profesores, estudiantes, bibliotecarios e investigadores propone que la reserva patrimonial se ubique junto al museo en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en el centro-norte de Quito, donde actualmente atiende al público el MuNa.

Colecciones bibliográficas y fondos documentales han propuesto que las piezas del patrimonio cultural del país sean ubicadas en un gran recinto que tiene la Fiscalía en el centro-norte de la ciudad y no al norte de Quito, porque «son registros de consulta diaria» y el edificio de la Unasur está en un lugar alejado con «carencias de transporte público».

‘Venganza’

La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) sospecha que ese giro obedece a una especie de venganza del Gobierno de Lenín Moreno por las duras protestas del colectivo en octubre de 2019, con las que logró frenar unas impopulares medidas económicas.

El destino del imponente edificio de la Unasur, desocupado desde mayo de 2019, genera controversias desde que Ecuador, Colombia, Argentina, Paraguay, Brasil, Chile y Perú abandonaran el foro integrado tras la llegada de Gobiernos en esos países de gobernantes de derechas u opuestos al intento integrador de izquierdas que supuso en su momento su creación.

En julio de 2018, el presidente, Lenín Moreno, anunció que el edificio sería destinado para un centro de estudios superiores indígenas, pero el pasado 9 reorientó su decisión para, según dijo, «darle un lugar propio al Museo Nacional, en un edificio que pagamos los ecuatorianos y que ahora vuelve a nuestras manos».

La dirigente de la Conaie, Luisa Lozano, coincidió con su correligionario en que «Moreno nunca ha tenido ni tendrá voluntad política para cumplir la palabra que anuncia» y que su promesa de dejar la sede de Unasur para la universidad indígena se precipitó con la ruptura entre la organización social y el Gobierno por las protestas. EFE

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102325596/unasur-un-edificio-destinado-al-olvido

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Libro: Mujeres del Siglo XX

Por: Kintto Lucas.

AL ADENTRARME EN LAS PÁGINAS de Kintto Lucas tituladas apenas con un nombre, fueron más las emociones que los pensamientos. Varias veces sentí la piel como de gallina, y solo atiné a pensar, aun antes de terminar, cuánto se parecen entre sí las vidas de estas mujeres… Sí, la emotividad es lo que provoca el encuentro entre el narrador y las mujeres narradas al apelar mas al sentir que a la razón; estos textos biográficos de Kintto trascienden el dato histórico que pasa a ser un dato secundario para detenerse en el sentido de esas vidas y esos transcursos y haciéndonoslos saborear y valorar más, y al mismo tiempo sentir ganas de conocer más. (Alexandra Ayala Marín. Fragmento del texto leído durante la presentación del libro. Quito, abril de 1997)

LA DIVERSIDAD DE SUS PERSONALIDADES, intereses y situaciones se funde en la unidad de su actitud esencial, la presencia de la dignidad de la mujer en el contexto de la dignificación de nuestros pueblos. Este es un mérito indudable del libro: la sensibilidad a las distintas voces del continente. (Iván Carvajal. Fragmento de un texto leído durante la presentación del libro. Quito, abril de 1997).

ESTE LIBRO SE MUEVE A DOS VOCES: la versión poética del autor, que ofrece su particular lectura del mundo de estas mujeres, que se aproxima a ellas desde sus propias obsesiones y amores, que tiene un carácter más lírico que narrativo, y un relato breve, informativo de la historia vital de cada una. A pesar de la significativa cantidad de fuentes consultadas, estas páginas no tienen el sabor de una investigación académica y, en cambio, conservan la fragancia de la leyenda y el sabor popular que se transmiten generacionalmente. El autor reivindica a los personajes que ha elegido. Los ama. Se pone absolutamente de su lado. Se trata entonces de un legítimo ejercicio de libertad del yo. Desde allí, la intimidad, se canta a Frida Kahlo, Alicia Alonso, Juana de Ibarbourou, Toni Morrison, Luz Elena Arismendi, Eva Perón, Elis Regina, Alfonsina Storni, Isadora Duncan… (Cecilia Velasco, Diario Hoy. Quito, abril de 1997)

KINTTO LUCAS. Escritor, periodista y político uruguayo-ecuatoriano. Vicecanciller de Ecuador, 2010-2012. Coordinador del Consejo de Estrategia Política de Ecuador, 2009. Embajador Itinerante de Uruguay para UNASUR, CELAC y ALBA, 2013. Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí 1990.
En 2004 recibió la Pluma de la Dignidad de la Unión Nacional de Periodistas del Ecuador en reconocimiento a su trayectoria. Ha sido docente de periodismo y de actualidad política y geopolítica en las universidades Católica, Andina Simón Bolívar y de las Américas; además de conferencista de diversas universidades, ONG, instituciones estatales y organismos internacionales.
Algunos de sus libros son: Rebeliones indígenas y negras en América Latina (Abya-Yala, 1992); Mujeres del siglo XX (Abya-Yala, 1997); Apuntes sobre fútbol (Abya-Yala, 1998); La rebelión de los indios (Abya-Yala, 2000), traducido al inglés con el título We Will Not Dance on Our Grandparent’s Tombs. Indigenous uprisings in Ecuador (IICR, Londres 2000); Plan Colombia. La paz armada (Planeta, 2000); El movimiento indígena y las acrobacias del coronel (Tintají, 2003); Con sabor a gol -fútbol y periodismo- (Biblioteca del Fútbol Ecuatoriano. FLACSO, 2006); Rafael Correa: Un extraño en Carondelet (Planeta, 2006); Una historia dentro de la historia (FLACSO, 2007); La guerra en casa –De Reyes a la Base de Manta- (Planeta, 2008); Tal Cual Es el camino de José Mujica a la presidencia (Tintají, 2012) y El arca de la realidad –de la cultura del silencio a wikileaks- (Ciespal, 2013).

 

Fuente del libro: http://www.rebelion.org/docs/263744.pdf

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Venezuela define el futuro de toda la región

Por: Claudio Katz

La autoproclamación de Guaidó es la apuesta golpista más ridícula y peligrosa de los últimos años. Con el descarado sostén de Washington, la derecha pretende colocar a un desconocido en la primera magistratura.

Esta vez la señal de largada no fue un acto terrorista, ni otro intento de asesinato de Maduro. Trump puso al frente de la escalada a varios expertos en conspiraciones (Abrams, Pence, Bolton, Rubio) y decidió capturar la empresa venezolana que opera en Estados Unidos (CITGO). Sepultó todos los principios de la seguridad jurídica, para comenzar la apropiación del petróleo de un país que concentra la principal reserva mundial de crudo.

Los gobiernos derechistas de Sudamérica propician el golpe por otras razones. Duque pretende enterrar los Acuerdos de Paz con la guerrilla, luego de encabezar el desmantelamiento de UNASUR. Ya alberga en Colombia al contingente de marines requerido para acompañar cualquier provocación.

Bolsonaro continúa identificando a Venezuela con todas las desgracias del «populismo». Con esa retórica encubre su improvisado debut en la presidencia y pospone la inevitable decepción de sus votantes.

Macri es un cruzado de la primera hora, que compite con otros servidores del imperio. Por eso redobla los actos de sumisión, designando a una funcionaria de su propio equipo como embajadora de Guaidó. Exime a los inmigrantes venezolanos del hostigamiento a los extranjeros, para que no se hable de la inflación, el desempleo o las tarifas. Fractura además a la oposición, compartiendo la denigración de Venezuela con los líderes del peronismo federal (Urtubey, Massa, Pichetto).

Sin el sostén del mandante norteamericano, Duque, Bolsonaro y Macri son totalmente inefectivos. Su «Grupo de Lima» no logró siquiera boicotear la asunción de Maduro. A esa ceremonia concurrieron más delegaciones extranjeras que a la investidura del delirante capitán brasileño.

La atomizada derecha venezolana actúa bajo las faldas de un presidente de fantasía. Nunca pudo ganar la elección presidencial y fracasó en todos los intentos de impugnación de esos comicios. Aceptó sin chistar el veto yanqui a las negociaciones con el chavismo y periódicamente se desbarranca con brutales acciones de violencia. Por el momento actúa como simple marioneta del Departamento de Estado y ha quedado sujeta a los humores tuiteros de Trump.

La doble vara

Los golpistas caribeños han reaparecido como grandes estrellas de los medios de comunicación. Cuentan con la complicidad de los periodistas, que atribuyen a Maduro una variedad de pecados visibles en otras administraciones de la región. El simple registro de esa similitud tornaría injustificable el complot o exigiría el mismo cambio de régimen en numerosos países.

Se resalta especialmente el carácter ilegítimo del gobierno venezolano, como si hubiera surgido de un fraude electoral. Pero en realidad fue ungido con la participación del 67% de la población, es decir con un porcentual superior a los últimos comicios de Chile o Colombia. Esta baja concurrencia de electores no induce a ningún comunicador a proponer el derrocamiento de Piñera o Duque.

Es cierto que un sector de la oposición convocó a la abstención, pero otro participó y los resultados finales no fueron impugnados. Tampoco se presentaron evidencias de fraude, en un sistema electoral que ha sido elogiado por varios organismos (Carter) y figuras (Zapatero) internacionales. Con la misma modalidad de votación fueron electas en el 2015 las autoridades de la Asamblea Nacional que lidera la oposición. Compartiendo un mismo cimiento electoral, Maduro es objetado y Guaidó es reconocido.

En las últimas dos décadas el régimen chavista ha celebrado 24 elecciones, que incluyen una significativa modalidad de revocatoria presidencial. Ese derecho no rige en ningún otro país de la región. La participación de los votantes no es obligatoria, pero ha sido habitualmente superior al promedio latinoamericano. La oposición nunca reconoce las derrotas y siempre justifica los resultados adversos con denuncias de fraude.

Con su habitual duplicidad, los comunicadores que critican esos comicios consideran totalmente normales las elecciones brasileñas, que se desarrollaron con Lula en prisión. Impugnan el sistema judicial venezolano, enalteciendo al magistrado que persiguió al líder brasileño (Moro). Ni siquiera objetan el premio ministerial que le otorgó Bolsonaro.

Los medios también denuncian la detención de líderes opositores (Carmona, Ledesma, López), pero omiten precisar las causas de ese encierro. No fueron a prisión por emitir opiniones críticas, sino por incentivar golpes de estado o por su complicidad con las sangrientas guarimbas callejeras. Al chavismo se le exige una conducta tolerante que no impera en ningún rincón de Latinoamérica. Se supone que debería ser comprensivo con los intentos de magnicidio.

Los comunicadores tampoco mencionan la brutal violación de los derechos humanos que practican los gobiernos más enemistados con Venezuela. Desde la suscripción de los Acuerdos de Paz, los paramilitares colombianos (amparados por el oficialismo) han asesinado centenares de líderes sociales. En Argentina se multiplican los presos políticos y rige la impunidad para los responsables de los crímenes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. En Brasil aumentaron los atentados contra los cooperativistas del MST y se destaparon los vínculos de los asesinos de la luchadora Marielle Franco con el hijo de Bolsanaro.

El chavismo es también denunciado por imaginarias conexiones con el narcotráfico. Pero los acusadores ocultan el comprobado financiamiento que brinda esa mafia a la derecha de Colombia. Ningún organismo internacional penaliza tampoco a ese país por el continuado cultivo ilegal de drogas. Lo ocurrido en México es mucho más grave. Todo su territorio quedó desgarrado por una masacre de 200.000 muertos, sin que la OEA promoviera alguna intervención regional.

Ciertamente Venezuela padece una emigración masiva como consecuencia del drama económico que afronta. Pero en coyunturas semejantes, estos mismos desplazamientos se han verificado en otros países. La miseria siempre empuja a buscar refugio en algún vecindario.

Si esas desgracias constituyen «crisis humanitarias», la misma caracterización correspondería aplicar a las migraciones equivalentes. Pero nadie presenta en esos términos la terrible huida de las familias centroamericanas hacia el Norte. Ese tormento no incentiva ninguna recolección piadosa de socorros. Sólo induce a construir un terrible muro fronterizo. Durante la guerra interna que vivió Colombia se registraron también masivos traslados humanos, que tampoco suscitaron convocatorias a la intervención extranjera.

Los grandes medios siempre coronan sus coberturas de Venezuela con alguna imagen de violación de la libertad de prensa. Pero los trastornos que retratan son irrelevantes, en comparación al sistemático asesinato de periodistas que han padecido México y otros países centroamericanos. Los fabricantes de mentiras aplican la doble vara a su propia actividad.

Contradicciones bajo la superficie

Basta recordar lo ocurrido en Irak y Libia para notar la gravedad de la amenaza actual. El imperialismo puede provocar destrucciones inimaginables. Si consuma una intervención de gran porte, América Latina perderá el resguardo que mantuvo frente a las catástrofes bélicas de África o Medio Oriente.

La derecha descarta ese peligro y supone que obtendrá un rápido triunfo, sin ningún costo. Ya anuncia la retirada del chavismo, el aislamiento de Maduro y la próxima deserción de la cúpula militar. También remarca la cohesión de su propio campo y el respaldo internacional unánime a su causa. Pero esas fábulas no resisten el menor análisis.

El propio comando de Washington está afectado por severas disidencias, en el difícil contexto político-judicial que afronta Trump. Los fiascos de Medio Oriente han multiplicado las prevenciones frente a cualquier incursión externa. Los militares yanquis están desconcertados y fueron obligados a retirar sus tropas de Siria y Afganistán. Las propuestas de repetir la ocupación de Granada o Panamá han sido desechadas y se pospone el típico ultimátum que precedió el ataque contra Hussein o Gadafi. Por ahora el Pentágono sólo evalúa operaciones acotadas, que comenzarían con el burdo pretexto de ingresar ayuda humanitaria.

Tampoco los socios europeos están dispuestos a participar en aventuras bélicas. Intervienen en el complot contra Venezuela sin emitir amenazas contundentes. Hay divergencias en el mando occidental, que han impedido consensuar la aplicación de sanciones en la OEA y en la ONU, mientras persiste la neutralidad del Vaticano.

Los conspiradores han tomado nota también del creciente protagonismo de Rusia en el aprovisionamiento del ejército venezolano. Esa presencia puede complicar la jugada petrolera de Trump, si se confirma la tenencia de acciones rusas en CITGO. No se sabe, además, quién será el principal perjudicado por esa expropiación. Algunos expertos estiman que Estados Unidos logró autonomizar su provisión del combustible venezolano. Pero esas compras aún representan el 13% de las importaciones y su cancelación podría impactar sobre el precio de la energía.

Todas las dificultades que enfrentan los golpistas son rigurosamente ocultadas por los medios. Despliegan una cobertura triunfalista, silenciando la ausencia de logros significativos de la derecha en la primera quincena del complot. Mientras los sobornos, las amenazas y las promesas yanquis no erosionen a las fuerzas armadas, Guaidó seguirá ejerciendo un mandato fantasmal.

Batallas en dos frentes

Es cierto que la derecha recuperó capacidad de movilización, pero el chavismo ha respondido con manifestaciones igualmente masivas. En el pico de la crisis social el gobierno mantiene una llamativa capacidad de convocatoria. Todos saben que el gobierno no entregará el poder por la simple repetición de marchas callejeras. La indefinición actual puede resultar muy problemática para la oposición.

Sus líderes afrontarán nuevamente el dilema de retomar la violencia (que los aisló en el 2017) o aceptar un status quo (que los desgasta). Por ahora evitan la repetición de las guarimbas en los barrios ricos, mientras ensayan algunas provocaciones en las zonas populares.

También el gobierno aprendió de las confrontaciones anteriores y se maneja con cautela. Tolera las fotogénicas apariciones de Guaidó, apostando a su paulatina desmoralización. Pero el derrumbe de la economía crea serios interrogantes sobre el acompañamiento popular en la batalla contra la derecha. Toda la sociedad venezolana está desgarrada por un colapso mayúsculo del ingreso.

La contracción del producto registrada en el último quinquenio ya destruyó el 30% del PBI. Esa regresión tiene el mismo alcance que la Gran Depresión sufrida por Estados Unidos en 1929-1932. La debacle golpea a todos los sectores.

La estratégica extracción de petróleo se ha reducido a la mitad y el financiamiento monetario del déficit fiscal ha provocado la mayor hiperinflación del siglo XXI. El índice de precios saltó del 300% (2016), al 2.000% (2017) y actualmente promedia una cifra incuantificable.

Esa escala demuele el salario, recrea el trueque y provoca una aguda escasez de alimentos y medicinas. Los padecimientos cotidianos son terribles y la supervivencia depende de las redes oficiales de abastecimiento (CLAPS).

Los medios de comunicación presentan este desmoronamiento como una inexorable consecuencia del «populismo chavista». Pero omiten la responsabilidad directa de los artífices de la guerra económica. El cerco exterior y el sabotaje interno desplomaron la extracción de petróleo, achicaron las reservas internacionales y encarecieron las importaciones básicas. Los capitalistas extranjeros y locales han provocado ese desmoronamiento, para facilitar el advenimiento de un régimen político afín a sus negocios.

Esta indescriptible adversidad de la economía ha sido agravada por la improvisación, la impotencia y la complicidad del gobierno. Maduro ha tolerado pasivamente el derrumbe de la producción. Rechazó todas las propuestas del chavismo crítico para penalizar a los burócratas corruptos y a sus socios millonarios.

Estas iniciativas constituyen el punto de partida para frenar el desmoronamiento del nivel de actividad. Incluyen un control efectivo sobre los bancos para impedir la fuga de capital, cambios radicales en la asignación de divisas al sector privado, gravámenes progresivos al patrimonio, incentivos a la producción local de alimentos y numerosas medidas para involucrar a la población en el control de los precios.

Este programa requiere además un replanteo de la deuda, para lograr un anclaje de la moneda que permita contener la hiperinflación. Ningún «petro» o «bolívar soberano» podrá funcionar, mientras subsista el amparo oficial a la boliburguesía. Esa franja de privilegiados sobrefactura importaciones, transfiere fondos al exterior y se enriquece con la especulación cambiaria y el desabastecimiento. La derecha no sólo está embarcada en tumbar el chavismo. También opera al interior de un gobierno que no frena la demolición de la economía.

Compromiso o neutralismo

Frente al agravamiento del conflicto, muchas voces proponen generar nuevas condiciones para que los venezolanos puedan resolver democráticamente su futuro. La legitimidad de ese principio es indiscutible. Pero el gran problema radica en precisar cómo implementarlo, puesto que si triunfa el golpe esa aspiración quedará definitivamente enterrada. La vigencia de la soberanía del país y la defensa de los derechos populares requieren ante todo la derrota de los escuálidos.

El conflicto en curso ya perdió su condición de «asunto interno» de Venezuela. La confrontación desbordó ese punto de partida territorial y actualmente involucra a toda la región. Los dos principales fogoneros de la crisis tienen objetivos muy precisos. Estados Unidos pretende recuperar el dominio pleno de su patio trasero y las clases dominantes locales intentan sepultar todas las demandas populares, que emergieron durante la década pasada.

Si los golpistas logran derrocar al chavismo, avanzarán inmediatamente sobre Bolivia y Cuba, para extender el autoritarismo neoliberal a todo el continente. En Venezuela se disputa el freno o la extensión de esa oleada reaccionaria.

Esta disyuntiva ha sido correctamente percibida por los partidos, organizaciones e intelectuales que rechazan el golpe en forma categórica. Esa contundencia se verifica en su impulso de movilizaciones antiimperialistas. Las vacilaciones que se observaron durante las guarimbas del 2017 han decrecido significativamente. Los propósitos de la derecha están a la vista y son evidentes los daños irreparables que causaría un Bolsonaro en la presidencia de Venezuela.

El dramatismo de esa perspectiva no atempera ninguna de las objeciones al rumbo que ha seguido el gobierno chavista. Pero resulta indispensable situar esos cuestionamientos en un campo común de batalla contra los golpistas.

Esta lucha exige superar también las posturas de ambigua neutralidad que transmiten ciertos pronunciamientos. Esas declaraciones toman distancia de los protagonistas del conflicto situándolos en un mismo plano. Cuestionan con la misma vara a Maduro y a Guadió sugiriendo una ilegitimidad compartida. Critican simultáneamente el autoritarismo del régimen y las aventuras de la oposición. Objetan tanto la amenaza militar de Estados Unidos como la presencia geopolítica de Rusia.

¿Pero esa condena conjunta de Maduro y Guaidó supone el desconocimiento de ambos? ¿Implica la abstención frente a las marchas que convoca el gobierno y la oposición? ¿Entraña una indiscriminada condena de los marines y del ejército bolivariano?

Los neutralistas elogian la actitud de los gobiernos de México y Uruguay, que promueven la inmediata reanudación de las negociaciones entre ambas partes. Esa iniciativa abre un canal de conversaciones que Maduro ya aceptó y Guaidó rechaza.

Es evidente que la concreción de esas tratativas dependerá del desenlace de la lucha. La derecha no aceptará negociar mientras vislumbre alguna posibilidad de capturar el gobierno. Derrotar esa pretensión es la condición para recomponer las tratativas. Los resultados de esas conversaciones reflejarían, además, el balance de fuerzas. Derrotar a la derecha es la categórica prioridad del momento. En esa batalla se juega el destino de América Latina.

Fuente: https://www.aporrea.org/venezuelaexterior/a275505.html

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Ecuador: Unasur, el edificio inteligente que servirá para la educación

América del Sur/Ecuador/10.07.18/Fuente: www.eltelegrafo.com.ec.

El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, anunció que el edificio de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) tendrá un nuevo uso.

Este viernes 6 de julio, en Cotopaxi, manifestó que el edificio servirá para que funcione la Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas Amawtay Wasi.

Esta declaración la dio durante un encuentro con comunidades indígenas de Cotopaxi para impulsar su educación, respetando su cultura. “Vamos a tener el centro de las universidades indígenas en un edificio que ya no sirve. Carísimo. $ 45 millones para quienes conformaban la Unasur”.

El Jefe de Estado anunció los siguientes pasos que dará para recuperar la propiedad del inmueble. “Sí, debemos hacer un trámite porque el Gobierno anterior cedió la Unasur, entonces necesitamos hacer un trámite para solicitar que nos devuelvan el edificio”.

El anuncio complica la frágil situación que vive el organismo regional, pues el próximo 30 de julio es el plazo para que Unasur reciba recursos de los países miembros y si los desembolsos no llegan no podrán mantener la estructura administrativa.

Hasta el momento solo Bolivia continúa con el financiamiento del bloque regional y coincidentemente tiene la presidencia pro tempore.

El péndulo político fue clave para definir el futuro de la Unasur, organismo creado en el punto más alto de popularidad de los exmandatarios Hugo Chávez (Venezuela); Evo Morales (Bolivia); Rafael Correa (Ecuador); Inácio Lula da Silva (Brasil); Michelle Bachelet (Chile) y Néstor Kirchner (Argentina).

Ahora sus sucesores cuestionan a la Unasur al argumentar que no representa una auténtica integración continental. En abril pasado Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú anunciaron que no volverán a participar en las distintas instancias del organismo regional. Ecuador intentó frenar ese primer golpe. La entonces ministra de Relaciones Exteriores, María Fernanda Espinosa, trató de consolidar un acuerdo con el resto de naciones para coincidir en temas institucionales.

Otro punto fue la elección del nuevo Secretario General, cargo que está vacante desde enero del año pasado, cuando se despidió el colombiano Ernesto Samper.

Esos intentos no se consolidaron porque la tendencia que busca terminar con la Unasur es más fuerte.

En la víspera de su decisión de exigir la devolución de la sede de la Unasur, el presidente Lenín Moreno reflexionó sobre la salida de la mayoría de países que integraban el bloque.

“Verdaderamente debemos defender la integración. Unasur fue una buena idea, una buena idea que lastimosamente, por fallas humanas, no se ha cristalizado, por fallas ideológicas. Por fantasmas ideológicos no se ha cristalizado”, manifestó.

Las palabras del Jefe de Estado ecuatoriano se dispersaron rápidamente en el continente, sobre todo porque anunció que en el futuro pedirá que se devuelva el edificio que donó el Estado a la organización regional.

“En algún momento habrá que considerar buscarle otro destino (al edificio), sin que pensemos en la posibilidad de que se cierre la Unasur. Habrá que asignarle otro edificio”, recalcó Moreno.

La sede de la Unasur está ubicada en la Mitad del Mundo, en las afueras de Quito. El edificio costó $ 43,5 millones ($ 38 millones en estructura interior y lo restante en la exterior), financiados por el Estado ecuatoriano. El inmueble tiene cinco plantas y dos subsuelos; un salón del plenario, oficinas para los países miembros, un auditorio y espacios para muestras y actividades culturales.

Además de una plaza pública y espejos de agua. Este viernes 6 de julio las visitas a las instalaciones de la Unasur fueron suspendidas. Los policías a cargo de la seguridad informaron que no había acceso a la biblioteca Gabriel García Márquez porque sus funcionarios se encontraban en una reunión.

Los visitantes solo podían recorrer los exteriores del edificio, mientras que los niños jugaban en los espejos de agua y los mayores se tomaban una fotografía en el monumento del exmandatario argentino, Néstor Kirchner. (I)

La estructura Área física

El edificio tiene 20.000 metros de construcción y 17.000 de exteriores.

Además de 5 pisos distribuidos en forma escalonada. En el exterior se encuentra el monumento a Néstor Kirchner (primer secretario de Unasur).

38 millones de dólares fue el costo de la obra, sin contar los trabajos en los exteriores.

Edificio inteligente

Todos los sistemas tecnológicos están integrados con sistemas de audio, video y conectividad, así como con sistemas de microfonía. Hay sistemas de seguridad para equipos y traducción instantánea. (I)

Fuente de la noticia: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/politica/3/sede-unasur-universidad-indigena-moreno-quito

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Primer Encuentro de Maestras y Maestros de Latinoamérica. Declaración de La Paz, Bolivia.

Chile / 27 de mayo de 2018 / Autor: Comunicaciones SNTE-Chile / Fuente: Snte.cl

Declaración de La Paz, Bolivia.

Declaración y acuerdos de las organizaciones latinoamericanas participantes del primer Encuentro de Maestros y Maestras de Latinoamérica, realizado en Mayo en La Paz, Bolivia.

El capitalismo ha llevado a la humanidad a una profunda crisis. La escases de agua y alimentos, producto de la sobreexplotación de los recursos de la madre tierra, las hambrunas producto de la falta de empleos o precarización extrema de estos, la deshumanización de las relaciones sociales y los permanentes asedios militares imperialistas en distintas regiones del planeta han puesto a la humanidad al borde de la barbarie.

Latinoamérica no está ajena a la agenda neoliberal, sufriendo los embates de una ofensiva imperialista liderada por las derechas conservadoras (las mismas oligarquías terratenientes que apoyaron las dictaduras de corte fascista entre las décadas del 60, 70 y 80 en nuestra américa). Esa vieja derecha que no escatimará en esfuerzos para recuperar la administración de los gobiernos nacionales, sean por la vía del fraude, la corrupción, los golpes blandos o las intervenciones militares extranjeras.

La ofensiva del capitalismo neoliberal lleva como bandera de lucha el desmantelamiento del aparato productivo de nuestros países, la precarización del empleo y la privatización de los derechos fundamentales como la educación, la salud y los servicios básicos, para apropiarse de ellos y transformarlos en bienes de consumo disponibles en el mercado de capitales.

Los pueblos de nuestra américa somos testigos de los ataques permanentes de estas mismas oligarquías, la CIA y el departamento de estado norteamericano, a los gobiernos progresistas y revolucionarios que han puesto en primera línea los derechos del pueblo trabajador.

Cambiar el sentido histórico del capitalismo es más una necesidad de sobrevivencia de la propia humanidad que una opción política, para ello entendemos que se precisa de romper con sus pilares coloniales, enraizados por la modernidad eurocéntrica como totalidad de una cultura de sometimiento, que, si bien ha prevalecido hasta nuestros tiempos, también ha producido sus propias resistencias y contradicciones.

Los movimientos anticoloniales, antipatriarcales, ecologistas, campesinos, de las comunidades eclesiales de la teología de la liberación, de migrantes, sindicales, por la democratización de los medios de información, por el respeto a la diversidad de género, de luchas por el territorio y el agua, estudiantiles y magisteriales, conforman el mosaico de oposiciones a un capitalismo que ha complejizado sus formas de explotación y dominación, pero que finalmente tiene una matriz colonial he imperialista que lo convierte en el enemigo común a vencer

En este contexto internacional, los maestros democráticos del continente nos hemos reunido en el marco del Primer Encuentro de Maestros y Maestras de Latinoamérica, realizado los días 11 y 12 de mayo en la ciudad de La Paz, Bolivia, para unificar criterios y buscar las estrategias de alianza que nos permita enfrentar la crisis del modelo educativo capitalista, que apuesta por la desaparición de la escuela pública y la eliminación del rol del maestro y la maestra en el proceso educativo.

Para enfrentar las consecuencias del desastre neoliberal hemos decidido pasar desde las dignas resistencias a la ofensiva continental, para lo cual asumimos los siguientes compromisos como tareas de construcción orgánica del nuevo Magisterio de Nuestra América.

–          La crisis del capitalismo neoliberal y su modelo educativo solo podrá ser enfrentada por la organización continental de las y los trabajadores.

–          Nos organizamos por la Descolonización de Nuestra América para la emancipación definitiva de nuestros pueblos.

–          Sumarnos de manera activa a los procesos de internacionalización de las luchas de las y los trabajadores y de integración de los polos contrahegemónicos al imperialismo norteamericano como ALBA, UNASUR y CELAC.

–          Defenderemos la Soberanía y Autodeterminación de los pueblos rechazando cualquier agresión que atente contra la soberanía y la democracia de los pueblos hermanos asediados por el imperialismo como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia.

–          Entendemos la Educación como un proceso inherentemente político que tiene por objeto la transformación de la realidad para la humanización y democratización de la sociedad.

–          Mientras el modelo educativo neoliberal apuesta por crear mano de obra barata al servicio de las grandes transnacionales, los maestros y maestras del continente tenemos el desafío de construir un nuevo Proyecto Educativo para la emancipación y descolonización de Nuestra América.

–          Este Proyecto educativo de carácter indoafrolatinoamericano y caribeño se construirá desde las necesidades de las comunidades y desde los saberes de nuestros pueblos, siendo la Universidad de los Pueblos el espacio que permita la articulación de estos saberes para la lucha por la emancipación continental.

–          Para cumplir con estas tareas necesitamos de una coordinación orgánica del magisterio continental y de una dirección política que pueda encabezar este proceso de coordinación por toda nuestra América.

–          Esta coordinación continental del magisterio deberá asumir la defensa irrestricta de la educación pública como un derecho humano que tenga como fin último el Buen Vivir.

–          Para avanzar en la constitución de una Coordinación Continental del Magisterio se aprueba la creación de una Dirección Política compuesta por las representaciones sindicales de Bolivia, Venezuela, Chile y Perú.

–          Esta Dirección Política tendrá como tarea organizar el Segundo Encuentro Latinoamericano de Maestras y Maestros para el año 2019, con sede en el estado plurinacional de Bolivia.

–          La Solidaridad activa será el arma con la que hermanaremos cada una de nuestras luchas, cada huelga magisterial, cada lucha de nuestros pueblos estará acompañada de todo un continente solidario. Nunca más solos.

–          Finalmente, el Primer Encuentro de Maestras y Maestros de Latinoamérica aprueba apoyar y solidarizar con la demanda de Mar para la Bolivia y de Mar para los Pueblos con soberanía, junto con respetar y defender la decisión soberana del pueblo venezolano en el próximo proceso electoral.

¡Avanza y camina el nuevo Magisterio de América Latina!

 

 

Unidos y Organizados

¡¡¡Hasta que la Dignidad se Haga Costumbre!!!

“No somos uno, no somos dos, ahora somos todos a una sola voz”.

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Fuente:

DECLARACIÓN DE LA PAZ.

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