Page 2 of 2
1 2

Reconstruir también la educación superior

México / 19 de noviembre de 2017 / Autor: Hugo Aboites / Fuente: La Jornada

Una evaluación realizada hace poco por un grupo de especialistas del INIDE-UIA muestra que 76% de los estudiantes de educación superior en México pertenece a los dos deciles más altos de ingreso familiar. Nuestro sistema de educación superior es, entonces, un territorio ocupado por quienes más tienen y sólo marginalmente ofrece oportunidad de educación a las mayorías empobrecidas del país. Al mismo tiempo, el estudio hace ver que, pese a que las instituciones reflejan un contexto social por sí mismo profundamente inequitativo, sociedad no es destino, y si se toman ciertas decisiones es posible revertir completamente la situación. En efecto, en esa evaluación a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (www.uacm.edu.mx) 65.6% de sus estudiantes de nuevo ingreso provienen de familias con sólo 5 mil pesos o, menos, de ingreso familiar mensual.

Esto no deja de ser inusual porque las políticas privatizadoras han acentuado en la educación pública los rasgos de inequidad. Y esto es peligroso para las instituciones porque van perdiendo una de sus funciones esenciales y la responsabilidad frente a una sociedad desigual: denunciar la inequidad y combatirla. A pesar de críticas y reducciones presupuestales, las universidades autónomas y públicas, sí pueden contribuir a un clima de mínima equidad para la población joven del país. Y es un tema capital porque en un momento en que se han cerrado cientos de escuelas públicas y, además, siete universidades estatales y autónomas están a punto de ir a la quiebra financiera, las repercusiones se harán sentir inmediatamente como agravio en las poblaciones de zonas que ya están más que castigadas por el sismo, inseguridad, inflación y la falta de recursos para la educación.

Por esa razón, la bandera y argumento de los universitarios no puede ser sólo la falta de dinero para pagar la nómina, sino también reivindicar y fortalecer el papel fundamental que tienen de construir conocimiento ahí precisamente en las clases sociales donde es un patrimonio indispensable. ¿Qué decisiones son las que toma una institución que definitivamente quiere ser más incluyente? Para empezar, opta por ser gratuita. Porque para una familia con ingresos de menos de cinco mil pesos una colegiatura de cualquier monto representa un obstáculo definitivo para acudir a la educación superior. Peor aún si se combina con el costo del examen de selección y del registro como aspirante, las credenciales, el pago por exámenes, por servicios. Porque con 5 mil pesos para cuatro o cinco miembros de una familia, el añadir el precio del transporte público, fotocopias, la torta a mediodía, los cuadernos y libros del que estudia, se llega a una cantidad prohibitiva de un ingreso familiar que por necesidad está ya comprometido con lo más elemental de la sobrevivencia. Por eso, además, las becas son tan importantes.

Al mismo tiempo ayuda que sea una universidad que no tiene exámenes de selección porque estos comprobadamente son un filtro basado en la clase social. En el caso del examen del Ceneval, por ejemplo, en la Ciudad de México el número de aciertos favorece a quienes son de la colonia del Valle y no de Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco, Iztacalco, Gustavo A. Madero, Magdalena Contreras. Por eso es importante, además, que sus planteles estén precisamente en las zonas donde viven esas familias, aunque estén alejadas de las áreas de confort urbano

Es importante, además, que no exista un insensible plazo fijo para concluir los estudios porque cerca de 50% de la población escolar trabaja y muchos de la otra mitad tienen compromisos de apoyo a la familia, son madres solteras, indígenas o pobres. Ayuda también que la institución tenga cursos remediales que enseñen a apropiarse de la escritura, la lectura y el lenguaje de las matemáticas, y a usarlo para cambiar su manera de ver el mundo. También ayuda que todos los profesores sean tutores y asesores, además de docentes e investigadores, es decir, de tiempo completo. Esto es clave en una estructura curricular flexible que permite que el estudiante avance en su carrera en el horizonte de muchos otros conocimientos optativos. También es útil el plantear carreras, investigaciones y difusión cultural que retomen la vida y problemas de la Ciudad. Con insuficiente transporte público, la carrera de Ingeniería en Sistemas de Transporte Urbano. Para el riesgo que significa vivir en una zona sísmica, Protección Civil y Gestión del Riesgo. En la lucha por una alimentación saludable, Nutrición y Salud, y para una ciudad sana, Promoción de la Salud. Hacer uso de la ciencia que permite anticipar fenómenos caóticos en una urbe de lo inesperado (Modelación Matemática) y ampliar los horizontes de la salvadora vocación humanista tan fuerte en los jóvenes (Creación Literaria, Comunicación y Cultura, Arte y Patrimonio Cultural, Filosofía e Historia de las Ideas, Historia y Sociedad). Es decir, impulsar una educación, donde adultos y jóvenes se construyan como sujetos con sabiduría en la lucha por transformar su ciudad. Y todo esto es perfectamente posible, basta la intención de los políticos de proteger la educación pública y la de los universitarios por hacer más equitativas e incluyentes sus casas de estudio.

Fuente del Artículo:

http://www.jornada.unam.mx/2017/11/11/opinion/016a1pol

Fuente de la Imagen:

http://www.opinionpublicauvm.mx/projects/la-educaci%C3%B3n-superior-en-m%C3%A9xico

Comparte este contenido:

Colombia: A través de la educación virtual, indígenas arhuacos obtienen títulos universitarios

Colombia / 1 de octubre de 2017 / Autor: Lina Robles / Fuente: Publimetro

Tres integrantes de esta comunidad recibieron sus diplomas como administrador de empresas, psicólogo y licenciado en Ciencias Sociales en Fundación, Magdalena, cerca a sus poblados.

En las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta se encuentra ubicada, entre nubes de rocío, la vereda Betania, un asentamiento indígena reconocido por sus montículos funerarios y por ser considerado como territorio sagrado de las tribus de los hermanos mayores.

Allí vive el indígena arahuaco, Jesús Álvarez Contreras, quien tiene que bajar cada fin semana a través de varios pisos térmicos, entre cafetales, quebradas, helechos y plantas de cacao para llegar a Fundación, Magdalena, donde obtuvo su título como licenciado en ciencias sociales.  «Es una experiencia maravillosa ver hoy que valió la pena nuestro esfuerzo, cuando teníamos que recorrer en moto tres horas para venir desde la vereda donde vivimos allá en la Sierra hasta Fundación, donde está el punto de servicio para acceder a los computadores y recibir tutoría”, dijo Contreras a PUBLIMETRO.

El profesional en Ciencias Sociales aseguró que para lograr recibir su educación completa, a él y a sus tres compañeros de travesía, quienes se graduaron el pasado 23 de septiembre de otras carreras profesionales, hasta les tocaba bajar a pie debido a que no contaban con medios para movilizarse para recibir sus clases. “Recuerdo que a veces no teníamos para el transporte, o cuando llovía mucho el camino se hace imposible, nos tocaba a pie, pero valió la pena».

El sábado pasado en la sede del colegio oficial Francisco de Paula Santander de Fundación, Magdalena fue el escenario para la graduación de la primera entrega de títulos profesionales de la institución para los jóvenes de la región, acto que contó con la presencia de la viceministra de Educación Natalia Ruíz, el presidente del ICETEX Andrés Eduardo Vásquez y el rector del Politécnico Grancolombiano, Fernando Dávila.  “La experiencia ha sido maravillosa con esta comunidad indígena que es muy abierta a pensar y a convivir. Siempre nos han recibido con mucho amor, poseen un gran espíritu transformador que siempre los impulsa a estar en armonía con la naturaleza”, comentó la viceministra Ruíz en diálogo con este medio.

Para un miembro de la comunidad arahuaca antes de la llegada de esta modalidad virtual a la educación era toda una odisea acceder a las clases. Muchos jóvenes debían partir del seno de su comunidad y viajar a Santa Marta, Valledupar o Barranquilla con la finalidad de graduarse y obtener títulos de educación superior. “Al irse de su comunidad uno pierde su arraigo y su pertenencia y luego cuando regresa de la ciudad no quiere volver a seguir aportándole a su gente”, advirtió Contreras.

Para obtener sus títulos profesionales los estudiantes debían asistir a clases los fines de semana o entre semana, conectarse en computadores y acceder a unas plataformas virtuales a través de las cuáles les dictaban los distintos módulos.

Así mediante el computador conectado a una red telemática, el correo electrónico, los grupos de discusión y otras herramientas que ofrecen estas redes, el profesor interactúa personalmente con los estudiantes para orientar los procesos de aprendizaje y resolver, en cualquier momento y de forma más rápida, las inquietudes de los aprendices. A esta última generación de la educación a distancia se la denomina «educación virtual» o «educación en línea».

Graciliano Rodríguez Torres, indígena líder de la comunidad Arhuaca, a sus 26 años le falta sólo un año para graduarse como psicólogo, una carrera que eligió como una opción de conocer lo que él llama «mundo occidental» y para ayudar a los suyos.

«Desde mi primaria soñaba con hacer más que cultivar cacao, estudiar era mi sueño para tener una mejor vida y combinar lo nuestro con lo que hay fuera de nuestra vida más allá de la Sierra. Encontramos facilidad para estudiar,  solo tenemos que salir de nuestro resguardo Kankawaruwa, para estar más cerca de Fundación donde recibimos ayuda de la universidad, porque de lo contrario tendríamos que caminar hasta un día para poder llegar», detalló el líder indígena.

La viceministra de Educación Natalia Ruíz aseguró que desde el ministerio hacen esfuerzos para respaldar este tipo de iniciativas, que ayudan a acortar la brecha que hay en materia de acceso a la educación superior para las comunidades indígenas, afroscendientes y en condiciones de vulnerabilidad. “Esta invitación requiere de un gran compromiso de nuestra parte y lo que ellos nos han pedido que a través de este programa y con el ICETEX es que más jóvenes puedan educarse manera virtual”, indicó Ruíz.

También el Ministerio de Educación manifestó que el precio para el acceso a este tipo de educación virtual sea muy cómodo y progresivo a lo largo de los años. “Al graduarse se puede pagar con cuotas muy cómodas dependiendo del sueldo del profesional”, explicó Ruíz.

El rector del Politécnico Grancolombiano, Fernando Dávila durante la visita a la Sierra, se comprometió con entregar tres becas para los mejores bachilleres de la comunidad indígena al final de 2017, grupo de los cuales 11 aspiran ingresar a la Universidad, pero además selló el compromiso de gestionar con el Ministerio de las Tics, un punto de conectividad más cercano a ellos con cinco computadores para que otros miembros de estas comunidades puedan graduarse.

Actualmente los jóvenes indígenas que estudian su bachillerato o primaria, sueñan en grande, la mayoría desea que la oferta en carreras para estudiar de forma virtual aumente para poder acceder a estudiar licenciaturas como Ingeniería Industrial y civil, arquitectura, odontología y hasta hay algunos que aspiran a estudiar para aprender a diseñar softwares para computadores. “En mi comunidad hay muchas ganas y hambre de conocimiento para poder aplicarlos y transmitirlos a nuestra gente”, resaltó Torres.

La educación virtual permitirá que otras minorías del país como la afrodescendendiente, los desplazados, las víctimas, los excombatientes puedan a acceder a educación de calidad en lugares de difícil acceso en el país.

Fuente de la Noticia:

https://www.publimetro.co/co/noticias/2017/09/27/arhuacos-se-graduan-carreras-profesionales-comunidades-traves-la-educacion-virtual.html

Comparte este contenido:

De vuelta a la tutoría

Por: Pedro Flores Crespo

En mi entrega de la semana pasada sostuve que a los programas universitarios de tutoría los circunscribe una problemática institucional compleja. Invitaba, por lo tanto, a reflexionar en dos direcciones: En primer lugar, si las estrategias para apoyar académica y personalmente a los estudiantes podían dar resultados cuando hacemos poco en nuestras instituciones para combatir dos vicios como el abuso de poder y el hostigamiento sexual.

En segundo lugar, sugerí que muchas de las prácticas regresivas de las Instituciones de Educación Superior (IES) son en parte creadas y recreadas por los propios agentes universitarios y esto se debe tomar en cuenta al evaluar los programas de tutoría. La medición de los efectos producidos por estas estrategias es tan importante como conocer la manera en que operan realmente nuestras instituciones.

Ante esta postura, varios colegas y lectores me hicieron llegar comentarios, críticas y diversos puntos de vista. Como un agradecimiento a su atención, quisiera ahondar sobre el tema de las tutorías en contextos sociales adversos y reafirmar la pregunta: ¿podrán ser útiles estos programas?

Dos problemas adicionales que rodean al esfuerzo universitario de la tutoría son; por un lado, el clima de inseguridad y violencia desatado a partir de la guerra contra el narcotráfico y por otro, la deficiente formación académica de los jóvenes que supuestamente se produce en los niveles previos al universitario.

Inseguridad y violencia
En 2011, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) dio a conocer el Manual de Seguridad en las IES. Lo que motivó la aparición de este documento fue que “[l]a inseguridad ha tocado las fibras más sensibles de nuestra sociedad y ha mostrado la fragilidad y vulnerabilidad de los espacios educativos a nivel básico, medio superior y superior”. Con indignación vimos que en un fuego cruzado murieron estudiantes universitarios en Monterrey, Nuevo León. Además, los “levantones” dentro del campus se hicieron desgraciadamente comunes hasta que llegamos a un terrible momento: en septiembre de 2014, 43 jóvenes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa fueron desaparecidos y lamentablemente, seguimos sin saber la verdad.

Como la violencia ya desbordó “los límites de los recintos académicos”, la ANUIES asume que tales incidentes ya no dependen solamente de las fuerzas del orden, sino que ahora la atención de esta problemática debe darse con “la concurrencia y la participación de alumnos, profesores, personal administrativo y operativo, así como de las autoridades académicas de la IES”.

Ante esta ominosa realidad, ¿cómo tendrán que reconfigurarse los programas de tutorías? Durante el VII Encuentro Nacional de Tutorías de Guanajuato, varios participantes reaccionaron a este punto diciendo que quizás a los tutores no les toca lidiar con la problemática de la violencia y creo que tienen razón, pero agregaría algo más: son las universidades públicas de México las que deben exigirle abiertamente a los gobiernos en turno cumplir con su responsabilidad constitucional de salvaguardar la integridad física de los ciudadanos. La universidad pública tiene que asumir su postura crítica ante este problema nacional y no solo hacer manuales para explicar cómo manejar “incidentes” de manera “exitosa”.

Saber leer y escribir en la universidad
¿Qué hace un tutor para compensar las debilidades académicas que supuestamente arrastra el joven de los niveles previos al superior? ¿Quejarse o comprometerse con la formación actual del joven?

En 2013, la Revista Mexicana de Investigación Educativa (#57, Vol.18) publicó un número especial sobre las habilidades de lecto-escritura académica que poseen los jóvenes que cursan los niveles medio superior y superior. Gracias a la compilación realizada por Alma Carrasco y colaboradores, fuimos advertidos que es un error dar por sentado que los jóvenes universitarios poseen invariablemente competencias lectoras para desempeñarse eficazmente en el ámbito académico. Por ello, Paula Carlino, sugiere “alfabetizar académicamente” a los jóvenes.

¿Deberían los programas de tutoría universitaria incluir la “alfabetización académica” dentro de sus acciones específicas? ¿O será que esto tampoco “les toca”? Contrario al tema de la inseguridad, aquí sí creo que debe haber una responsabilidad directa del tutor para nivelar los conocimientos de los jóvenes estudiantes. En la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), por ejemplo, decimos que los programas de tutoría buscan fortalecer la “formación integral del estudiante” y queremos acompañarlo para que desarrolle sus “capacidades académicas”. Claramente, comprender textos científicos y escribir en este tono es una capacidad académica valiosa que tendríamos que cultivar en la universidad.

Pero ante este argumento, surge otro problema práctico. Para alfabetizar académicamente a los jóvenes universitarios se requiere preparación y tiempo. En el caso de la UAQ, las tutorías cuentan muy poco en términos de carga horaria. Una hora por estudiante al semestre es nada para nivelar los aprendizajes previos de los estudiantes. Eso si, la demanda burocrática-administrativa por brindar tutorías a los jóvenes es grande. Cuidado si no registras en el sistema las actividades de tutoría, no habrá constancia y por lo tanto, tampoco puntos para los estímulos.

El justo reconocimiento institucional para desarrollar eficientes programas institucionales ha tardado en llegar, de ahí que varios asistentes al VII Encuentro Nacional de Tutorías expresaran una reiterada queja a éstos. La tutoría entonces nos recuerda un problema constante de la universidad pública mexicana: programas que pueden ser relevantes, se desvirtúan cuando entran en la lógica del control burocrático-administrativo, el cual, poco tiene que ver con lo esencial de la formación universitaria: cultivar y ampliar las habilidades y facultades de los jóvenes para que puedan desempeñarse libre y responsablemente en la sociedades contemporáneas.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=5295:de-vuelta-a-la-tutoria&Itemid=152

Comparte este contenido:
Page 2 of 2
1 2