Entrevista a José Antonio Marina: «Hacer una ley de educación con la que está cayendo es estar en la luna»

El filósofo y pedagogo se muestra «cabreado» con la ‘Ley Celaá’, diagnostica un «síndrome de inmunodeficiencia social» a nuestra ciudadanía y no cree que vayamos a salir mejores de la pandemia

Filósofo, escritor, pedagogo y humanista son solo cuatro de las palabras que definen a José Antonio Marina. El toledano es una de las voces más acreditadas del pensamiento en nuestro país, dedicando su vida a investigar la inteligencia y el poder de la educación.

 

A sus 81 años, el filósofo sigue más activo que nunca y este jueves participará en el Encuentro de Centros de Enseñanza que organiza ESIC, como conferenciante de Thinking Heads.

 

Marina se muestra “cabreado” con la ‘Ley Celaá’, diagnostica un “síndrome de inmunodeficiencia social” a nuestra ciudadanía y no cree que vayamos a salir mejores de la pandemia. En El Confidencial charlamos con el pedagogo sobre el miedo, las falsas promesas de los políticos, la nueva ley de educación, el futuro de la enseñanza, los efectos negativos del covid-19 en el aprendizaje y el efecto de la pandemia en el desarrollo social de los más pequeños.

 

PREGUNTA. Decían que de esta íbamos a salir mejores y valorando las pequeñas cosas que teníamos, pero varios meses después del comienzo de la pandemia la crispación y el hartazgo se han adueñado de la sociedad. ¿Cómo cree usted que saldremos de ésta?

 

RESPUESTA. Igual que hemos entrado, las sociedades cambian con mucha lentitud. Lo que va a salir es una sociedad económicamente empobrecida y deprimida, algo que espero que dure poco.

 

Siempre he sido muy escéptico sobre la idea de que la pandemia nos iba a hacer mejores personas y valorar más las cosas que antes no nos parecían importantes.

 

P. Mucha gente lleva sintiendo todos estos meses vulnerabilidad y miedo. ¿Puede tener algo bueno este miedo?

 

R. Hay gente que tiene muchísimo miedo, no solo de la enfermedad, también al futuro económico, que está en el aire.

 

Cuando uno se acostumbra demasiado a ciertos miedos se relajan los sistemas de protección

 

El gran problema es que cuando uno se acostumbra demasiado a ciertos miedos se relajan los sistemas de protección, algo que está pasando con conductas como la falta de preocupación respecto al peligro de la pandemia. Mantener una postura equilibrada, ni ser temerario ni hipocondríaco, es clave. Debemos hacer un esfuerzo para darnos cuenta de los peligros reales, ni minusvalorados ni obsesionarnos con ellos.

 

P. La llamada al civismo y la responsabilidad individual ha sido una constante en los últimos meses, pero en algunos casos ha fracasado: botellones, gente sin mascarilla por la calle, sin respetar la distancia social en bares… ¿podríamos decir que ha fallado la educación social que recibimos?

 

R. Sí, ha fallado. El problema es que no tenemos una educación cívica muy arraigada como, por ejemplo, la que hay en los países del norte de europa que tienen una formación ciudadana mucho más estable que la nuestra.

 

Nosotros no hemos cuidado la educación cívica por una razón, durante muchos años hemos insistido en que la moral cívica era una bobada, que la moral o era religiosa o no había moral. Cuando la religión pierde vigencia nos quedamos en una situación de anomia.

Foto de Archivo. (Enrique Villarino)
Foto de Archivo. (Enrique Villarino)

Tenemos que fomentar los hábitos ciudadanos. Se intentó hacer con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, pero el debate sobre esta materia fue sumamente torpe, sectario y absurdo. Daba la sensación de que estábamos muy poco maduros para conservar una ética social.

 

Llevo mucho tiempo diagnosticando una enfermedad social al que he llamado ‘síndrome de inmunodeficiencia social’. La inmunodeficiencia fisiología hace que un organismo no produzca anticuerpos para defenderse de las infecciones, pues con la sociedad española sucede igual, tampoco produce anticuerpos sociales para defenderse de las enfermedades sociales como la corrupción de alta o baja intensidad. No algo delictivo como tal, sino de la gente que no cumple bien sus deberes, de una especie de dejadez y descuido; y sobre todo que soportamos a mucho sinvergüenza. Todas estas cosas producen una sociedad que tiene muy pocos sistemas de defensa.

 

P. Aunque en aquel momento el debate sobre Educación para la Ciudadanía fuese “torpe, sectario y absurdo”, ¿considera que ahora estamos suficientemente maduros como sociedad para formular nuevos planteamientos educativos sobre educación cívica?

 

R. Sin duda alguna. Pero no de una manera tan precipitada como se está haciendo con la nueva ley de educación, que no se ha hablado con nadie, por lo tanto va a tener una vigencia muy corta como el resto de leyes educativas.

 

Hemos vuelto otra vez a pensar que todo Gobierno tiene que hacer su ley de educación, y a la vista está que nunca ha servido para nada. Todos los gobiernos han caído en la ingenuidad de pensar de que si se cambia una ley, se cambiaba la educación y eso no es verdad. La educación se cambia cuando cambia lo que sucede dentro de las aulas y una ley muchas veces ni llega a las aulas. Hay que acercarse a las aulas, formar a los docentes, a los equipos directivos, estar en contacto con los padres y formar un ambiente de apoyo a la escuela, cosas que no se hacen por ley.

 

El efecto escuela en el éxito o fracaso no llega al 40%. El éxito viene de la procedencia económica y social de los alumnos. Tenemos que ayudar a las familias, porque las escuelas no lo pueden hacer todo. Y eso no se consigue con una ley, sino con un trabajo mejor organizado de movilización de los profesores y de la sociedad; pero sobre todo no perdernos en debates del siglo XIX y que son los que han estado impidiendo siempre que se pueda hacer un pacto educativo.

 

Otra vez estamos debatiendo si la educación debe ser concertada o no concertada, si la religión debería estar en la escuela, si tenemos que tener un currículo igual en toda la nación. Esto son cosas que las naciones avanzadas lo tienen ya superado y nosotros estamos todavía pataleando en el mismo pantano ideológico.

 

P. ¿Qué otros fallos tiene la ‘Ley Celaá’?

 

R. Principalmente el que ya hemos hablado, como no se ha acordado con nadie, no va a tener recorrido. Cuando cambie el Gobierno, cambiará la ley otra vez.

 

Durante mucho tiempo he trabajado por un pacto educativo, pero ahora no es el momento del pacto educativo. Ahora tenemos que ir mucho más allá, tenemos que hacer un pacto por una sociedad del aprendizaje en la que todos los agentes sociales se den cuenta que, o todos nos ponemos a aprender y no solo en la escuela, o toda España se va a quedar muy atrasada.

Se está poniendo de manifiesto que estamos sometidos a la ley universal del aprendizaje, que dice que toda persona, institución o empresa para sobrevivir necesita aprender, al menos, a la misma velocidad a la que cambia el entorno; y si quiere progresar debe ir a más velocidad. Esto tienen que hacerlo empresas, políticos y las administraciones públicas porque el mundo cambia con mucha rapidez, algo que estamos viviendo especialmente ahora con la pandemia.

 

Ahora, únicamente en el terreno escolar necesitamos organizar los currículos de otra manera, introducir las nuevas tecnologías en los procesos de aprendizaje, saber cómo se puede organizar lo que el alumno tiene que aprender y lo que puede encontrar en un ordenador.

 

Tenemos que hacer un aprendizaje rápido de lo que está funcionando en otros países. Todos los países están en estado de emergencia educativa y tenemos que ver quién lo ha hecho bien, quién lo está haciendo mejor y no quedarnos ahora en enseñanza concertada o pública. Debemos observar las buenas escuelas gestionadas por un sistema público o privado, pero que estén dentro de la enseñanza pública, que sigan las indicaciones de una buena política educativa donde seguimos teniendo mucho fracaso escolar.

 

P. Dicen que los meses de telecolegio y las clases anómalas que se están viviendo ahora mismo en las escuelas están provocando un nivel de asimilación de conocimientos menor. ¿Cómo atacamos esas faltas de conocimiento en el futuro?

 

R. La pandemia ha traído consigo efectos negativos en los conocimientos adquiridos por los chicos, pero se pueden recuperar con mucha facilidad. Lo que me preocupa realmente es que se han perdido los hábitos de estudio, de trabajo, de comunicación y de sociabilidad, que son prácticas difíciles de recuperar.

 

Desde junio venimos alertando a las autoridades de la necesidad de diseñar de manera distinta este curso 2020/2021 porque veníamos de tres meses de confinamientos. Lo primero que teníamos que hacer en este primer trimestre del curso era ver cuál era la situación de nuestros alumnos, porque había muchos que se nos han perdido y no sabemos donde están; por eso el primer trimestre debería haber sido de recuperación para que cada uno pudiera recuperar lo perdido. Esto no se hizo y los alumnos cuya familia no valorarse el aprendizaje, sin hábitos de trabajo en casa, ni los medios tecnológicos necesarios o un espacio en casa donde trabajar telemáticamente, y que además están en colegios que no han trabajado el colegio telemático bien, esos sí que van a tener realmente unos prejuicios muy serios.

 

En estos meses hemos tenido que mandar alimentos a algunas familias de nuestros alumnos

 

Por ejemplo, pertenezco a Trilema, una fundación que gestiona seis colegios. En estos meses no solo nos hemos tenido que encargar de la adaptación, en algunos casos también hemos tenido que mandar alimentos a las familias de nuestros alumnos. Asique imagínate hasta qué punto las dificultades económicas están influyendo en el resultado de nuestros alumnos.

 

En este momento, con la que está cayendo, que el Ministerio se dedique a hacer una ley de educación… es que están en la luna. Ahora tendrían que estar mañana, tarde y noche yendo a las escuelas, viendo lo que se está haciendo en las escuelas, ayudando a los profesores, a los padres, colaborando con el resto de administraciones públicas y haciendo que los servicios de bienestar social estén coordinados con las escuelas. Y en lugar de estar haciendo todo esto lo dejan y se van a lo fácil que es ‘vamos a hacer una ley de educación’, como comprenderás yo estoy muy cabreado con esto.

 

P. La enseñanza se ha adaptado a toda prisa con la escuela telemática, clases semipresenciales… ¿Cuál cree que es el futuro de la educación?

 

R. Acabo de publicar un libro que es el resultado de un programa de investigación que se llama ‘El proyecto centauro’. Los niños que están en las escuelas van a tener la experiencia de un cambio realmente brutal en ciertas cosas, sobre todo, por el desembarco de un sistema potentísimo de inteligencia artificial que nos van a obligar a cambiar una parte importante del desarrollo de la inteligencia de nuestros alumnos. Van a estar trabajando con una tecnología muy sofisticada, donde lo que se va a defender no es lo que se sabe, porque eso va a estar con un acceso muy fácil, sino lo que comprenden.

Fotografía de archivo. (Héctor G. Barnés)
Fotografía de archivo. (Héctor G. Barnés)

Toda la escuela tiene que estar muy centrada en formar a personas que sean capaces de comprender toda la información que tiene alrededor y de tomar decisiones; y ese es un modo distinto de educar la inteligencia. Lo que tenemos que prever es cómo se puede llevar a los currículos educativos.

 

El 60% de los puestos en los que van a trabajar los alumnos que ya están aquí no se han inventados, pues las herramientas que van a utilizar no se han inventado, ni los conceptos, ni cuáles van a ser sus problemas. La educación va a ir por delante y tendremos que enseñar a los alumnos una serie de cosas muy bien diseñadas para que tengan capacidad de aprender con rapidez, capacidad de aprender y que tengan fuerza de carácter para tomar decisiones en un mundo en que mucha gente va a querer tomar decisiones por ellas. Ese es un reto de educación que no se está tomando enserio.

 

En este momento la investigación más puntera sobre educación no la hacen las universidades, ni los sistemas educativos, lo están haciendo las grandes tecnológicas. Están investigando muchísimo porque quieren ser los grandes educadores del universo, pero no porque haya una conspiración, es que es un gran negocio.

 

Por ejemplo Microsoft está trabajando en los asistentes personalizados automáticos, vamos que los alumnos van a tener un profesor que va a ir aprendiendo con ellos. Cuando eso empiece a llegar a las escuelas no vamos a tener más remedio que comprarlo y da la sensación de que nadie se está tomando enserio el asunto.

 

La educación se debería elegir desde el mundo educativo, no el empresarial y eso lo estamos dejando a parte. Y no nos tomamos en serio el asunto, el problema que tenemos es que a nadie le interesa la educación. En las encuestas del CIS no aparece como prioritario para la ciudadanía la educación y a los políticos tampoco les interesa.

 

P. ¿Perjudicará al desarrollo social de los más pequeños esta forma de socializar con menos contacto físico o la relación con menos niños?

 

R. Eso puede depender de lo que dure esto. Si se prolonga es posible que sí, en ese caso, deberíamos pensar cómo enfrentar este problema que se puede presentar; y ahí tiene que entrar la cooperación entre las familias y la escuela.

Fotografía de archivo. (EFE / Marcial Guillén)
Fotografía de archivo. (EFE / Marcial Guillén)

Hace 10 años lancé la Universidad de Padres para llamar la atención de lo importante que es que la comunicación entre escuela y familia sea más intensa, sobre todo en determinadas edades. Las edades de los estudiantes de Infantil, Primaria y el primer curso de Secundaria son fundamentales para resolver los problemas de sociabilidad y los emocionales. En estas edades se están configurando los hábitos del miedo, la timidez, la agresividad, la tenacidad y la relación con los demás, que se van configurando para bien o para mal dentro de los primeros años de la escuela. Haber resuelto algunos problemas antes de pasar a Secundaria como la timidez, la agresividad o los miedos es muy importante.

 

En la pandemia, por esta situación de aislamiento, estos problemas se están agravando y debemos tenerlo previsto e intentar hacer planes en el campo educativo al respecto.

 

P. La generación ‘millennial’ lo ha tenido todo, han viajado cuando han querido, han salido de fiesta como han querido… Pero los niños de la generación actual viven bajo un ‘régimen’ en el que hay que respetar muchas normas, ¿será una generación más disciplinada?

 

R. No lo creo, porque son hábitos muy concretos que solo vivirán en una parte concreta de la vida. El auténtico problema de las generaciones jóvenes no viene por ahí, viene por la relación con las redes sociales, ese es el problema serio que tenemos por varias razones.

 

Primero, el interés por las redes sociales está dando demasiado interés al yo público de los chicos. Ahora lo importante es estar en las redes, tener muchos ‘likes’ y hay mucha influencia de la estructura de la personalidad, que a mi juicio no es buena. Las redes sociales están tomando demasiada preponderancia dentro del comportamiento individual.

 

Estamos creando una especie de servidumbre de la red que limita muchísimo la capacidad de toma de decisiones y de libertad de nuestros chicos

 

En segundo lugar, las formas de contacto, con mensajes muy cortos, están endureciendo y simplificando la comunicación. En mensajes muy cortos puedes decir muy poco, insultos, consignas o chistes, pero no puedes decir argumentos. Asimismo tener como contacto una pantalla, que te puedes salir como quieras, sin tener un punto de cortesía, hace que las relaciones estén muy brutalizadas.

 

En ‘El proyecto centauro’ una de las cosas importantes que hacemos es llamar la atención sobre las redes sociales. Estamos creando una especie de servidumbre de la red que limita muchísimo la capacidad de toma de decisiones y de libertad de nuestros chicos, ahí es donde está el problema. Tenemos que fortalecer la personalidad de nuestros alumnos para que no quede difuminada su influencia por las redes.

 

P. Los españoles estamos acostumbrados a las falsas promesas de los políticos, una de las últimas que hemos escuchado es que la vacuna del covid-19 llegaría en Navidad. ¿Pueden afectar especialmente las mentiras a la sociedad en esta época?

 

R. Un problema muy serio, que no es solo de España, es la absoluta falta de confianza de la ciudadanía en los políticos y eso es gravísimo. Yo creo que los políticos se deberían tomar en serio que tiene que recuperar la credibilidad, porque sino hay un desfase entre los políticos que van por un lado y los ciudadanos que van por otro.

Foto: La bancada socialista y la de UP arropa a José Luis Ábalos durante la sesión de control al Ejecutivo de este 26 de febrero. (EFE)

La sociedad actualmente está completamente desconectada, en parte, afortunadamente. Por ejemplo, la agresividad que hay en el Parlamento es completamente política, los ciudadanos somos más tranquilos, pero si esa gresca continua en el Congreso acabará contagiandonos.

 

Hay que hacer una llamada de responsabilidad a los políticos para que no se comporten así. El Parlamento se hizo para que se puedan pelear los argumentos y no tengan que pelear las personas. Ahora da la impresión de que es continuamente una pelea personal con insultos, descalificaciones y falta de clase.

 

Que entre las tres primeras preocupaciones de los españoles estén los políticos es una cosa detestable, deberían hacérselo mirar

 

El hecho de que entre las tres primeras preocupaciones de los españoles estén los políticos es una cosa detestable, que demuestra que deberían hacérselo mirar. Los políticos están para solucionar problemas, no para convertirse en un problema. La clase política está defraudando a la ciudadanía y la ciudadanía no se fía de ella.

 

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2020-11-16/entrevista-jose-antonio-marina_2833880/

Comparte este contenido:

Ratios, semipresencialidad y derecho a la educación

Por: Guadalupe Jover 

Además de espacios de custodia y de espacios seguros, las escuelas deben ser espacios educativos. La enseñanza semipresencial mutila este derecho

Ni siquiera una pandemia ha podido garantizar una bajada de ratios. Esperábamos que la emergencia sanitaria impusiera, siquiera por criterios de salud, la disminución del número de estudiantes por aula. Mas ni por esas. En lugar de reducir las ratios y aumentar las plantillas, en lugar de limitar el número de estudiantes por grupo y dignificar los espacios, se ha optado por cercenar el derecho a la educación de los adolescentes.

La semipresencialidad impuesta al alumnado de 3º y 4º de Secundaria y de bachillerato no es (solo) consecuencia de una pandemia. Es consecuencia de años y años de ratios inasumibles, masificación consentida, espacios saturados, recortes de plantillas.

Niñas y niños de 14 y 15 años asisten ahora a la escuela la mitad de los días, la mitad de su horario, con la pretensión de que asuman a solas la responsabilidad que a la escuela corresponde. Y ello, además, sin tocar una línea en los currículos. ¿No era esto también algo urgente?

¿Qué chicas, qué chicos podrán hacerse cargo de todos aquellos aprendizajes que antes se propiciaban en clase? ¿Quiénes cuentan con las condiciones necesarias para hacerlo? ¿Con qué dispositivos, además, si los 500.000 que hacen falta no llegarán hasta navidades? El entorno socioeconómico duplicará un peso ya insoportable en el mal llamado éxito o fracaso escolar. También en el acceso a la Universidad.

Con pandemia o sin pandemia necesitábamos una bajada de ratios. No hay manera de atender de manera personalizada a 30 estudiantes por clase. No hay manera de hacerlo a razón de 200 o 300 por docente. Pero pretenderlo a distancia es sencillamente imposible. Ahora, los profesores tenemos las mismas horas de clase de siempre, pero entrevemos a nuestros estudiantes la mitad de su jornada escolar. A otros ni eso. Mantener los grupos burbuja en espacios sobresaturados confina al alumnado de las optativas a clases online aunque no estemos formalmente confinados.

Da igual que no contemos con una buena red wifi en los centros, plataformas seguras para las videoconferencias o dispositivos móviles en muchos hogares. Por esta y por otras muchas razones el streaming no es la solución. ¿A qué tipo de clases, además, nos aboca? La semipresencialidad ―cualquiera que sea la fórmula explorada― está marcando a fuego la desigualdad entre los más afortunados y los más vulnerables.

Si a todo ello sumamos los muchos docentes que faltan ―hasta ocho en mi centro de los prometidos por Ayuso y Ossorio, además de las bajas covid que quedan también sin cubrir―, la sensación de abandono es sangrante. Pero las escuelas están formalmente abiertas y eso es al parecer lo único que importa.

El mensaje de los responsables políticos sigue siendo el de normalidad absoluta: las escuelas son espacios seguros, afirman, y el derecho a la educación está plenamente garantizado. Cuando las familias constatan que esto no es así, lo atribuyen a alguna disfunción específica del centro en que tienen escolarizados a sus hijos o hijas. ¿Cómo explicarles que la responsabilidad no es nuestra, como no es responsabilidad del personal sanitario la saturación de los Centros de Salud?

Quienes estamos a pie de aula ya estamos viendo cómo el barco hace aguas. Y quienes están en el puente de mando algo han debido también de vislumbrar, puesto que han decretado flexibilización de criterios en junio de cara a la evaluación, promoción y titulación del alumnado. Medidas necesarias sin duda, pero que en nada inciden en la mejora de las condiciones de educación de niñas y niños ni en sus procesos de aprendizaje, y más bien se nos antojan un lavado de conciencia anticipado. Porque es cierto que España tiene unas tasas de repetición inasumibles, pero su reducción exige ir a la raíz de los problemas: ratios, currículos, formación docente e inversión. Lo demás son juegos malabares.

Y todavía hay quien sostiene que la mejora educativa tiene poco que ver con una mayor inversión. Siempre podrán aducir como ejemplo la Comunidad de Madrid: docentes y familias nos preguntamos en qué diablos se están gastando los fondos covid.

Fuente e imagen: https://elpais.com/educacion/2020-10-14/ratios-semipresencialidad-y-derecho-a-la-educacion.html

Comparte este contenido:

Semipresencialidad en Madrid: jaque a la igualdad de oportunidades

Europa/España/eldiariolaeducacion.com

  • El formato semipresencial está asestando un duro golpe a la equidad educativa. La atención online al alumno varía enormemente según sea su hogar y el centro al que acude. Miles de estudiantes siguen sin poder sacar provecho alguno del aprendizaje remoto, que en condiciones ideales ya ofrece numerosas dudas. El alejamiento del aula podría suponer para muchos chavales su condena definitiva al fracaso. Analizamos el caso de Madrid.

Pensemos, por ejemplo, en Julián. Demos nombre ficticio a un alumno prototípico en la cuerda floja del abandono. Julián lleva sobre sí el peso de la adversidad. Recibe escaso apoyo familiar y en su barrio no abundan los referentes de éxito en los estudios. Con casi 18 años, no tiene aún la ESO y está matriculado en FP Básica. El último trimestre sin clase del pasado curso frenó en seco su creciente implicación escolar. Antes del cerrojazo le gustaba, por primera vez en su vida, ir a clase.

Este curso ha vuelto a su instituto con ganas. Pero pasa la mitad de su tiempo lectivo en casa, sin wifi ni dispositivos con que realizar el sucedáneo práctico que le envía el centro. Una idea ronda su cabeza: buscarse la vida con lo puesto.

Son muchas las caras de la semipresencialidad, modelo que impera a partir de 3º de ESO en Madrid. Para la mayoría de chavales supone un intermitente alto en el camino. Tienen clase cuando acuden al centro y se limitan a hacer tareas a mansalva desde casa. Algunos afortunados notan menos sus efectos: desde sus habitaciones se conectan —manteniendos horarios— a lecciones virtuales que retransmite en streaming el colegio o instituto. Para otros, sin embargo, podría representar el punto de inflexión que marcó su futuro con el estigma del fracaso.

Centros, sindicatos y asociaciones de familias no se cansan de alertar sobre el tremendo retroceso para la igualdad de oportunidades que conlleva este formato. La experiencia híbrida, denuncian, varía enormemente según el contexto socioeconómico del alumno. Y un mantra emerge diáfano: a menor tiempo de escuela, mayor relevancia de la variable hogar.

El factor suerte también se extiende al centro. “Dependiendo de dónde esté el alumno matriculado, de la dedicación de profesores y equipo directivo, así será la atención educativa que reciba”, subraya Carmen Morillas, presidenta de la FAPA Giner de los Ríos. Máxima eterna que la distancia y su consiguiente necesidad de soluciones creativas acrecientan.

Al sesgo de partida y las dudas pedagógicas de base (menor concentración y motivación), se une un rosario de escollos técnicos y logísticos. Algunos inevitables. Otros, al parecer, derivados de la falta de previsión de la Consejería. “Estamos agotados. Han sido unas semanas de locura. Si todo esto se hubiera empezado a preparar en julio, el comienzo de curso hubiera sido mucho más fácil”, lamenta Marian González Martín, directora del IES Juan de Mairena, en San Sebastián de los Reyes.

Mundo feliz en la concertada

Las diferencias en el impacto educativo del modelo mixto dependen también de la titularidad del centro. Muchos privados se las están apañando para sortear la semipresencialidad y aun así garantizar los estrictos protocolos sanitarios. En principio, la exigencia de alternancia para los centros financiados con fondos públicos no les atañe. Con claustros abudantes y amplias instalaciones, están en condiciones de conjugar presencialidad plena y distancia social.

Aunque no es un todo homogéneo, la concertada procura transmitir a las familias una sensación de armonía y control. “Asegura que todo les funciona genial. Te hablan de un mundo feliz en el que ningún estudiante tiene problemas de conexión”, afirma Esteban Álvarez León, presidente de ADIMAD, la asociación de directores de la pública en la Región. Al frente del IES Sierra de Guadarrma, en Soto del Real, Álvarez León ve en este mensaje una cierta operación cosmética. Pero ante todo la constatación de un hecho: la pública escolariza en Madrid a la inmensa mayoría del alumnado más vulnerable.

Los directores del Juan de Mairena y el Sierra de Guadarrama admiten que, dentro de la red pública, parten con ventaja. Sus institutos se ubican en zonas de clase media, con madres y padres por lo general comprometidos y tecnología decente en los hogares. La semipresencialidad, aseguran, supone un trastorno sobrellevable para sus comunidades educativas. La directora González Martín cifra en un 10% su población estudiantil vulnerable. “Ya durante el confinamiento conseguimos salvar la brecha digital. Colaborando con el AMPA y las administraciones, hicimos llegar portátiles a todos los alumnos. La brecha social es más difícil de abordar, aunque también procuramos llevar a cabo un seguimiento y prestar ayuda personalizada”.

Ambos IES cuentan además con un parque tecnológico adecuado para seguir enseñando a distancia. Tras un gran esfuerzo, mezcla de planificación y ensayo-error, están simultaneando sus sesiones presenciales con la retransmisión en directo para los chicos y chicas a los que ese día o franja les toca casa. El Sierra de Guadarrama apostó fuerte por las TIC hace años, incluida una potente red wifi. De forma que ha logrado una transición suave hacia los nuevos formatos impuestos por la pandemia y su gestión educativa desde arriba. “Somos la excepción”, destaca el presidente de ADIMAD, “pocos institutos cuentan con infraestructura para soportar 20 clases en streaming al mismo tiempo”. Así que recurren a la fórmula habitual: presencialidad + deberes.

González León cuenta que su centro vive semanas gloriosas de colaboración docente. Mediante la formación en cascada, los profesores más tecnófilos comparten conocimiento con sus compañeros menos duchos en competencias digitales. Intercambian soluciones imaginativas y de aplicación directa. “La oferta de la Consejería es escasa y excesivamente teórica”, afirma. Tampoco ayuda, en su opinión, “el empeño de la Administración por centralizar la actividad online desde el portal EducaMadrid, que ha mejorado pero sigue mostrando importantes deficiencias”. Otras comunidades (Canarias, Extremadura, Cantabria…) sí han alcanzado acuerdos con gigantes como Google o Microsoft, que canjean afán promocional por libre acceso a sus productos y servicios educativos. Estos funcionan soportados por servidores “con los que la Consejería no puede competir”, añade el director del Sierra de Guadarrama.

Por su parte, el Juan de Mairena sí ha precisado de una reconversión de urgencia, un poco a matacaballo. Ha adquirido portátiles y cámaras en tiempo récord, rebuscando en un mercado al borde del agotamiento. Las conexiones empiezan a fluir sin contratiempos, pero siguen cogidas con alfileres. “Este fin de semana [la entrevista se produjo el pasado viernes] vienen unos padres a revisar el wifi”, destaca su directora.

Redes de solidaridad

El panorama se antoja muy distinto en amplias zonas del sur de la capital y la región. Allí se concentra la mayoría de familias madrileñas con recursos escasos. Los institutos gueto, con carencias socioeducativas de toda índole, son moneda común.

Desde que empezó la crisis en marzo, el imperativo tecnológico se eleva sobre el resto. Y es condición sine qua non para los alumnos con mayor desventaja. Sin equipamiento TIC, el tiempo lectivo que el chaval pasa en casa es tiempo perdido. “Durante el confinamiento se repartieron unos 3.000 portátiles a cuenta del MEC, un número totalmente insuficiente. Para el resto, solo quedó la opción de recurrir a las redes de solidaridad, muchas veces promovidas por las AMPA, que han hecho un trabajo excelente”, explica Isabel Galvín, secretaria de Enseñanza en CCOO.

Cuando se decantó a última hora por la semipresencialidad, con el inicio de curso a tiro de piedra, la Consejería prometió 70.000 dispositivos. “Nos comunicó el consejero [Enrique Ossorio] que empezarían a repartirse gradualmente en octubre, pero aún no ha llegado ninguno”, destaca Álvarez León. Galvín se sorprende de la contradicción surgida tras la reciente prohibición de usar el móvil en las aulas madrileñas: “No permites utilizarlo en clase pero a miles de chavales no les dejas otra alternativa que hacerlo para aprovechar algo el tiempo que se quedan en casa”.

Con la semipresencialidad en Madrid, llueve doblemente sobre mojado. Los formatos a distancia ensanchan, como en cualquier otro lugar, el inmenso tajo que abrieron los tres meses de confinamiento el pasado curso. Y lo hace en una región especialmente golpeada por la desigualdad, “tal y como atestiguan recientes informes de Save the Children o el mismo PISA”, dice Galvín. Según Morillas, el propio consejero Ossorio sabe que la presencialidad es la única opción para un sistema que aspira a la igualdad de oportunidades: “Lo dijo en la última Comisión de Educación en la Asamblea de Madrid del 15 de septiembre”.

Galvín y Morillas enfatizan su preocupación por el alumnado de FP Básica. “Son el eslabón más débil, más de la mitad no promocionan. Necesitan enfoques integrales que solo puede garantizar la escuela presencial”, sostiene Morillas. Como Julián, nuestro alumno ficticio, unos 12.000 estudiantes madrileños caminan sobre el alambre, aferrándose al estudio en este programa salvavidas esencialmente práctico. Si la semipresencialidad se prolonga durante meses, quizá vean pasar —víctimas de la desidia y la indiferencia— al último tren.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/13/semipresencialidad-en-madrid-jaque-a-la-igualdad-de-oportunidades/

Comparte este contenido:

España: Transporte, contagios de covid y catarros complican las primeras semanas de curso

Europa/España/11-10-2020/Autoras (es): Olga Esteban y E. Rodríguez/Fuente: www.elcomercio.es

Continúa el goteo de casos confirmados, mientras centros y alumnos de Secundaria tratan de habituarse a la semipresencialidad.

Estaba claro que iba a ser un curso complicado. Y las primeras semanas de clase no hacen más que demostrarlo. Al esperado goteo de casos positivos en las aulas, que obligan a poner en cuarentena grupos enteros o a cambiar la enseñanza presencial por telemática, se suman los problemas en el transporte escolar, algún desajuste en los comedores, las incidencias en entradas y salidas y, ahora también, los catarros. Algún director ya explicaba ayer que llevaba «toda la mañana» llamando a familias para que pasaran a recoger a sus hijos. Mocos y toses propios del otoño y del inicio del curso, normales curso tras curso, este año dejan de ser normales para convertirse en sospechosos. Y nadie quiere correr el más mínimo riesgo. En algunos centros, los síntomas con los que el niño debe quedarse en casa incluyen «congestión nasal». Las direcciones están recomendando que con esos síntomas no acudan al colegio. «Este curso va a ser así, hay que tener paciencia», dice una maestra de Infantil.

Como paciencia habrá que tener con las cuarentenas. La semana pasada eran ya aproximadamente medio millar los niños que estaban o habían estado aislados por casos confirmados en sus aulas. Y la suma no cesa. En estos últimos tres días se han confirmado nuevos positivos en Gijón, Oviedo y Candás.

En cuanto al transporte escolar, la mayor parte de los casos se han ido solucionando. Centros como el IES de Llanera, el Mata Jove de Gijón, el IES de Trubia o el colegio gijonés Noega han ido encontrando soluciones o están a la espera de ellas. Pero continúa el malestar en las familias del IES Peñamayor, de Nava, y en la del niño Arturo Muñiz Petrov, de Tene, Quirós. Su madre ha logrado la ayuda de un taxista para que vaya a buscarlo a casa y lo baje hasta la carretera general para poder coger el autobús que lo lleva hasta el instituto, a 30 kilómetros. Pero es temporal, hasta que le concedan una ayuda que, de momento, desconoce si va a recibir para afrontar ese gasto -de 6.000 euros- todo el curso y no puede pagar. En similar situación está otra escolar de Teverga.

Como tampoco acaban de ver soluciones las familias a algunas situaciones complicadas en los accesos y salidas de los colegios. Las jornadas del jueves y el viernes, con una intensa lluvia, dificultaron aún más las cosas. El hecho de tener que esperar en fila, fuera del recinto, a distancia, sin lugares donde atecharse, provocó el enfado de más de uno.

Fuente e Imagen: https://www.elcomercio.es/asturias/transporte-contagios-covid-20201006000623-ntvo.html

Comparte este contenido:

Minedu: universidades iniciarían clases semipresenciales en primer trimestre del 2021. Perú

El Ministerio de Educación informó que viene trabajando en medidas sanitarias para que las universidades puedan dictar clases semipresenciales.

El Ministerio de Educación continúa trabajando en medidas sanitarias para que las universidades puedan dictar clases semipresenciales en el primer trimestre del 2021, indicó Jorge Mori, funcionario de la Dirección General de la Educación Superior del Minedu.

“El ministro Benavides ha informado que el reinicio de clases semipresenciales (en colegios) será en marzo del 2021. Ante ello, también estamos trabajando en esa ruta con las universidades”, dijo a RPP. Añadió que el objetivo será que los estudiantes afectados por la pandemia se reintegren a sus estudios universitarios.

Estas cuatro líneas son la conectividad de los estudiantes y universidades, capacitación a docentes, la entrega de becas económicas a los estudiantes y el desarrollo de políticas de bienestar. Ante ello, se ha financiado la adquisición de 90,000 chips para estudiantes de bajos recursos. Esta cifra se incrementará a 240,000 en los próximos meses.

Fuente: https://gestion.pe/economia/minedu-universidades-iniciarian-clases-semipresenciales-en-primer-trimestre-del-2021-noticia/

Comparte este contenido: