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¿ESTÀ DEMODÈ LA ONU?

Franklin González*

 

«Un orden internacional basado en la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, que ha evolucionado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, es una receta más sólida para la paz que el orden internacional basado en las normas amorfas y discriminatorias” (John Dugard, profesor de derecho internacional en la Universidad de Leiden, Holanda).

 

 

Cada una de los períodos anuales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se convierten en un escenario para realizar un balance de lo que ha significado esa organización internacional desde su fundación hasta el presente, pero, sobre todo, para realizar conjeturas sobre su futuro.

Ahora, con motivo de la celebración del 78.º período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, se plantean las mismas preguntas de todos los años. ¿Sigue teniendo vigencia? ¿Cuál es la utilidad actual de las Naciones Unidas? ¿Es una organización obsoleta, que no tiene poder? ¿Por qué a pesar de todos sus intentos no obtiene resultados? ¿Está demodé la ONU?

A continuación, realizaremos algunas reflexiones sobre la máxima expresión institucional e internacional del mundo.

Origen

El nacimiento de la ONU se firmó el 26 de junio de 1945, en San Francisco, al terminar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, pero se sostiene que nació oficialmente el 24 de octubre de 1945, después de que la mayoría de los 51 Estados miembros signatarios del documento fundacional de la Organización, la Carta de la ONU, la ratificaron.

Como una forma de conmemorar y celebrar el aniversario de la Carta de las Naciones Unidas, se acordó, en una Asamblea llevada a cabo por el Consejo de Seguridad, en el año 1947, celebrar el Día de las Naciones Unidas. Dicha resolución fue firmada por unanimidad por todos los países miembros. Posteriormente, en el año 1971, la Asamblea General recomendó a sus miembros a tener presente esta fecha como un día festivo.

Debido a su singular carácter internacional, y las competencias de su Carta fundacional, la ONU puede adoptar decisiones sobre la amplia variedad de problemas que enfrenta la humanidad. En este siglo XXI, se encuentran entonces los relacionados con la paz y la seguridad, el cambio climático, el desarrollo sostenible, los derechos humanos, el desarme, el terrorismo, las emergencias humanitarias y de salud, la igualdad de género, la gobernanza, la producción de alimentos y mucho más.

Las Naciones Unidas, que han pasado de 50 a 193 miembros, tenían, por objeto, en sus inicios, proporcionar un foro en el que todos los países, independientemente de su tamaño (grandes o pequeños) e importancia geográfica, sintieran tener una voz con la misma importancia de los otros. Pero, como dice el refrán popular: “del dicho al hecho hay mucho trecho”.

Como se sabe, su estructura básica da poco poder real al órgano principal, -la Asamblea General-, y más a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial -Gran Bretaña, China, Francia, Rusia y Estados Unidos- y, como miembros permanentes, cada uno de ellos ejerce un veto sobre los 15 puestos del Consejo de Seguridad. El Consejo está facultado para imponer sanciones económicas y es la única entidad de las Naciones Unidas a la que se le permite desplegar fuerza militar.

El resultado es un estancamiento crónico del Consejo de Seguridad en muchos temas, a menudo enfrentando a Estados Unidos no sólo contra China y Rusia sino también contra aliados que siempre han estado de su lado.

Esa estructura de poder está en crisis, pero sigue incólume

La ONU ante los problemas del mundo de hoy

Mientras tanto la realidad es terca y habla más que las palabras y especulaciones.

Las Naciones Unidas no han podido poner fin a las prolongadas guerras en Afganistán, Siria, Yemen o Libia. El conflicto israelí-palestino es casi tan antiguo como la propia organización y sigue “vivito y coleando”.

En materia del cambio climático el fracaso es total. En esta última asamblea, por ejemplo, varios mandatarios del «sur global» pidieron a los países ricos pagar su «deuda climática» por haber hecho históricamente mayores contribuciones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, causa principal del calentamiento global.

Y la paz brilla, pero por su ausencia.

Según las estadísticas de la misma ONU, el número de personas desplazadas a la fuerza en todo el mundo se ha duplicado en la última década hasta alcanzar los 80 millones. Son los “Mensajeros de la globalización, en palabras del sociólogo polaco Zygmunt Bauman.

Se espera que el número de personas que sufren hambre severa casi se duplique a finales de este año, hasta alcanzar más de 250 millones.

La misma ONU advierte que millones de personas en África están al borde de la hambruna y el conflicto en torno a Ucrania hace más crítica la situación.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 17 metas de la ONU para 2030 destinadas, según se dice, a eliminar desigualdades que incluyen la pobreza, la discriminación de género y el analfabetismo, están en peligro.

La necesidad de su reforma

Mientras tanto son muchos los jefes de Estados y gobiernos que se han pronunciado sobre la necesidad de reforma a la ONU.

Aquí destacaremos algunos.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sostenido que «La ONU de 2023 está lejos de tener la misma credibilidad que la ONU de 1945″ y “el Consejo de Seguridad, que debería garantizar la paz y la tranquilidad, es el que hace la guerra sin hablar con nadie. Rusia entra en Ucrania sin discutirlo en el Consejo de Seguridad. Estados Unidos entra en Irak sin discutirlo en el Consejo de Seguridad. Francia y Reino Unido invaden Libia sin pasar por el Consejo de Seguridad. En otras palabras, los países del Consejo de Seguridad son los que hacen la guerra, producen armas y venden armas».

«En 1948, la ONU consiguió crear el Estado de Israel. En 2023, no puede imponer la zona reservada a los palestinos. Se ha debilitado. Y en la cuestión climática es aún peor. En todas las COP decidimos muchas cosas, pero ninguna se aplica. ¿Por qué no se cumplen? Porque no hay un Estado soberano. La ONU no tiene poder para decir: Tenemos que cumplir esto, de lo contrario habrá que tomar ciertas medidas'».

Lula ha defendido que más países sean incorporados al Consejo de Seguridad para que éste tenga una representación más acorde con la realidad.” ¿Qué representación tiene África en el Consejo de Seguridad? ¿Cuál es la representación de Asia, de América Latina? Hemos dejado claro que estamos a favor de que Brasil entre en el Consejo de Seguridad, junto con India, Alemania y Japón. Hay diferencias, pero no son nuestras».

El mandatario brasileño, ha dicho que naciones como Argentina o México debían estar incluidos en el máximo órgano de la ONU.

De la zona del Mar Negro, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha dicho: «Una condición indispensable es la reforma de la ONU, que permitirá a la organización producir soluciones para garantizar un orden mundial más justo y reflejar la voluntad de toda la humanidad»

El mandatario turco ha criticado en más de una ocasión a la ONU, declarando que «el mundo es más grande que cinco», refiriéndose a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la organización.

Y aunque las mentiras pululan en el mundo de hoy, en esta última asamblea de la ONU, el mismísimo presidente de EEUU, Joe Biden, a quien todo se le olvida, informó que EE.UU. impulsará una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, porque hacen falta «nuevas voces» y «nuevas opiniones». En este sentido, dijo que propondrá reformar el Consejo de Seguridad de la ONU en la Asamblea General en función de que se incluyan cinco o seis nuevos miembros permanentes al organismo encargado de la seguridad internacional, entre ellos la India, Alemania, Brasil y Japón. Ante ello, de los distintos rincones del mundo, retumba la expresión: aleluya.

Su actual secretario general, António Guterres, ha pedido una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU acorde con el mundo, por cuanto la alternativa a dicha reforma es la fragmentación.

¿Hacia dónde va?

Descubriendo el “agua tibia”, en el marco del 78.º período de sesiones de la AGNU, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, ha asegurado que esta institución “no tiene ningún poder y no tiene dinero”, sólo tiene una voz, representada en su persona.

Guterres, aunque destacó el poder de los Estados miembros, reconoció, no obstante, que el ejercicio de este poder está bloqueado debido a la división entre las superpotencias desde la Segunda Guerra Mundial.

También se insiste en lo mismo de todos los años: los ritornelos sobre su ampliación, se mencionan nombre de países, pero nada que eso se concreta. En ese sentido y mirando en el horizonte, la ONU necesita ciertamente una reforma institucional, pero, sobre todo, requiere de un cambio de fondo, estructural, para reconfigurar las prioridades de ese ente mundial, en un mundo en conflicto permanente y donde las divisiones entre los países y las instituciones de gobernanza están desfasadas para enfrentar la nueva realidad.

Ese “cambio estructural en las Naciones Unidas” debe hacerse en función de dar preferencia a otros temas clave, como el combate al hambre mundial y las desigualdades.

Por eso, hay gobiernos que, hablando en nombre de sus pueblos, insisten en que, hoy por hoy, la ONU no “da pie con bolas”, que organiza en su beneficio la “gobernanza” mundial y que en nombre de una “responsabilidad compartida”, invitan a los Estados a limitar su soberanía, pero sobre todo a los que no tienen el poder de veto que son la aplastante mayoría, porque, como se sabe, sólo 5 forman parte del Consejo de Seguridad.

Ahora bien, y lo real y concreto es que, desde hace mucho tiempo, la ONU está demodé, porque dejó de ser la instancia mundial donde se supone deberían dirimirse los conflictos sin violar la soberanía de los Estados-Nación. Más bien, se presenta cada vez más como un superestado mundial, dirigida por los EE.UU., las grandes corporaciones y las élites dominantes, que buscan imponerse al resto de los países y pueblos del mundo, sobre la base de un “mundo basado en reglas”.

Po eso, la consigna que retumba con mucha fuerza, por todos los rincones de los continentes del mundo es: basta ya de tantas mentiras, de tanta hipocresía.

*Sociólogo, Profesor Titular, Jubilado. Ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Doctor en Ciencias Sociales. Con dos Postdoctorados. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, en el Instituto de Altos Estudios “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, en el Instituto de Investigación y Postgrado de la Escuela Nacional de la Magistratura y en el Doctorado de las Organizaciones de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia y Decano de Postgrado de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (UNERG). Ha publicado 12 libros y es analista nacional e internacional.

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

 

 

 

 

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El papel de la filosofía en la revolución democrática de la educación

Por Christian Laval

Traducción de Richard Saint Jean. Revisión de Sara Oportus

De la escuela neoliberal a la educación democrática

Introducción

Partiré con una reflexión bastante fundamental de Kant sobre la educación:

“He aquí un principio del arte de la educación que los hombres, especialmente los que planean la educación, deben tener ante sus ojos: no debemos solamente educar a los niños según el estado presente de la especie humana, sino según su estado futuro, posible y mejor” (Kinder sollen nicht dem gegenwärtigen, sondern dem zukünftig möglich bessern Zustand des menschlichen Geschlechts), es decir, conforme a la Idea de humanidad y a su destino total. Este principio es de gran importancia. De ordinario, los padres educan a sus hijos sólo en vista de adaptarlos al mundo actual, aunque sea corrupto. Más bien, ellos deberían darles una mejor educación, para que un mejor estado pueda salir en el futuro»1.

Vivimos tiempos particularmente oscuros para la democracia. No solamente en países totalitarios o sometidos a regímenes o gobiernos autoritarios. Incluso en las antiguas democracias liberales y representativas las libertades públicas se ponen en cuestión. La causa más profunda de esta crisis bastante general de la democracia contiene a todas las formas de miseria social, al despojo político, al crecimiento de las desigualdades en la fase neoliberal de la organización política y económica.

Para los educadores, los tiempos son, entonces, particularmente difíciles. No solamente por su situación económica, sino también a causa de las presiones políticas que ellos sufren, las denuncias injustificadas, a veces de la violencia o de la represión del Estado.

Estos tiempos oscuros exigen una fuerte reacción de todos los que creen en la democracia, la verdadera democracia, aquella que John Dewey nos ha enseñado a comprender cómo la democracia radical. A él le importó rehacer por todos los medios el vínculo entre educación y democracia y entre filosofía, educación y democracia.

Podemos pensar quizás que reflexionar en una educación democrática en estos tiempos tan oscuros para la democracia es una curiosa paradoja, o una tentativa a contratiempo.

La crítica de lo que existe o la crítica de las reformas de inspiración neoliberal son necesarias pero insuficientes, porque ellas son reactivas, defensivas. Sin embargo, es conveniente mantener el rumbo del futuro, mantenerse en una lógica de transformación y de revolución. Nada es más importante que hacer las proposiciones ofensivas a fin de no soportar la agenda de los enemigos de la democracia. Y porque se trata de preparar el futuro de las nuevas generaciones, como lo pensaba Kant.

Propuestas ofensivas, ¿en qué dirección? Para repensar y refundar la educación sobre las bases realmente democráticas. Y para eso debemos rehacer colectivamente, pero de una forma nueva, lo que hizo John Dewey hace un poco más de un siglo cuando escribió este monumento del pensamiento, que continúa siendo su obra maestra, Democracia y Educación de 1916.

Revolución escolar

La revolución escolar que debemos pensar ahora es un componente de una revolución democrática más general. Necesitamos una revolución democrática y no solamente una defensa de las instituciones existentes. Y esta revolución, sabemos hoy en día que ella debe ser democrática, social y ecológica. La magnitud de las desigualdades comparables a aquella de finales del siglo XIX, la irracionalidad total del gobierno, de las sociedades por el lucro y la competencia, el colapso del clima y de la biodiversidad, todos estos fenómenos están ligados. Ante las amenazas que pesan sobre los ecosistemas de los que los seres humanos forman parte, no son solamente los modos de consumo o de trabajo que deben cambiar, sino los valores colectivos, la forma de las relaciones sociales, las instituciones políticas.

Es, por tanto, en la perspectiva de esta ruptura que debemos considerar el contenido de la indispensable revolución escolar. Yo diría incluso que es en el posneoliberalismo, en el poscapitalismo que debemos imaginar la educación democrática.

Es tiempo de preguntarnos cómo la escuela y la universidad van a formar individuos que serán mañana capaces de asegurar el control de su destino y la responsabilidad del mundo, una educación para abrir un futuro deseable y devolver una tierra habitable.

Podemos enunciar el sentido general de la transformación deseable: avanzar hacia una sociedad que, en todos los ámbitos, ampliará las capacidades políticas de sus miembros, asegurará su igualdad social y garantizará el respeto de los entornos de vida. Imaginar lo que debería ser la institución de la educación en una democracia social y ecológica del siglo XXI, tal es la tarea colectiva a la que aquí se trata de contribuir.

Criticar los objetivos de la educación neoliberal

El primer gran problema para nosotros hoy es la finalidad social y política de la educación. Hoy la finalidad es la economía. Esta es la razón última de la educación neoliberal. Y todos los cálculos en términos de inversión y de beneficio están ahí para sostener este significado central de la educación hoy en día: la finalidad neoliberal de la educación es la adaptación de los sistemas educativos a los imperativos económicos, y más precisamente, a la lógica de la economía de mercado.

El neoliberalismo escolar es el primado de la economía, según un discurso falsamente democrático, en realidad a la vez utilitario y malthusiano. Los saberes serían demasiado abstractos y muy alejados de la “vida real” (es decir, de la vida profesional), sería apropiado centrar los aprendizajes sobre la adquisición de las competencias útiles para la sociedad, en relación lo más que posible con las empresas. Dicho de otro modo, la concepción utilitarista de los estudios y el objetivo de la empleabilidad sería la vía democrática por excelencia. Un nuevo maltusianismo escolar vergonzoso se ha impuesto poco a poco, el de las “competencias” y los “fundamentos básicos”, lo cual está vinculado al productivismo dominante.

De hecho, en el discurso oficial sobre la educación, es cada vez menos cuestión de “espíritu crítico” o de la “educación del ciudadano” y de cada vez más de “capital humano” y la “cultura de la empresa”, de las “competencias”, de “skills”. La educación es cada vez más considerada como un bien mayormente privado, supeditado a un discurso económico estandarizado; el alumno y el estudiante son vistos como “recursos humanos”, de la pura y simple fuerza de trabajo. El objetivo de la eficacia económica triunfa sobre el de la emancipación humana. En suma, la escuela, como el hospital y como la mayoría de los servicios públicos, está sometida a la lógica invasora de la rentabilidad y la competitividad a la que se han dedicado los responsables políticos de derecha como de izquierda.

Desde finales del último tercio del siglo XX, la problemática neoliberal se ha ido imponiendo poco a poco en el campo escolar a nivel mundial, según “un nuevo orden educativo mundial”. Esto ha representado un viraje muy importante. Por supuesto, las finalidades económicas nunca estuvieron completamente ausentes de los períodos anteriores, pero durante mucho tiempo la educación tenía por finalidad la construcción del Estado nación. La finalidad era política, y más o menos democrática, según los casos. Hemos fabricado la nación por la escuela, reproduciendo para una buena parte de la sociedad, según un dualismo social muy firme, con la escuela de las élites y la escuela de las masas.

El giro neoliberal a finales del siglo XX corresponde, por tanto, a un momento muy particular: el Estado está él mismo comprometido en la competencia económica generalizada que caracteriza la mundialización económica. Y es por eso que la finalidad de la educación cambia al beneficio de la economía. En una palabra, la producción de capital humano se vuelve más importante que la formación del ciudadano nacional. De ahí el carácter central de las “competencias”.

En realidad, en la mayoría de los casos, estamos ante una fórmula de compromiso, donde las dimensiones económicas (como la primacía de las «competencias») y las dimensiones patrimoniales y nacionales, incluso las dimensiones nacionalistas y autoritarias, en casos cada vez más numerosos, en la medida en que el neoliberalismo ofrece una cara cada vez más estatista, autoritaria y brutal.

La transformación de esta escuela, ampliamente sujeta a los imperativos económicos es acompañada de una cierta despolitización de la cuestión escolar, de una tecnificación de los problemas y de las “soluciones”.

Necesitamos, por lo tanto, repolitizar la cuestión de los fines de la escuela y, por eso, ir en a contracorriente de todos los discursos que quieren abstraer la escuela de la sociedad y quieren ver en las crisis de la institución una cuestión de métodos y contenidos pedagógicos, incluso de gestión burocrática. Pero es conveniente igualmente de oponerse a la repolitización reaccionaria a la que estamos asistiendo hoy. Un discurso conservador quisiera obstruir la crisis de la escuela con métodos autoritarios, referencias patrióticas, una disciplina “a la antigua” combinada a veces con un cientificismo “neuronal” como lo hemos visto un poco en todas partes en el mundo.

Democracia social, ecológica, cosmopolita

La gran pregunta, y que no es nueva, es aquella que ha inspirado a numerosos pensadores de la educación, notablemente a numerosos socialistas desde el siglo XIX, es la de saber lo que es la educación para la democracia.

Pero, ¿qué es una democracia radical hoy día y qué reclama ella de la educación? La democracia designa para nosotros la característica de una sociedad en la que el principio del autogobierno es extendido a todas las instituciones territoriales y productivas, a todas las actividades colectivas, ya sean económicas, culturales, asociativas, educativas. La democracia así entendida supone la capacidad de los ciudadanos para reflexionar sobre las instituciones deseables, su poder colectivo para cambiarlas si no les convienen más. En una palabra, la democracia es para nosotros el sinónimo del poder instituyente de los ciudadanos y de los productores, lo que no va sin la auto- reflexividad en el seno de todas las instituciones de la sociedad, ya sean políticas o económicas.

Comprendemos entonces el rol central de la educación en una sociedad que hace del autogobierno su principio general. Ella no debe solamente «socializar» los jóvenes, como lo dice la sociología, debería, además, darles el deseo y los medios para participar en el desarrollo de reglas colectivas, de comprometerse en la discusión y la toma de decisión en común. Una sociedad realmente democrática es específica en que la institución social y política se refleja conscientemente como resultado de un colectivo instituyente. La tarea de la educación democrática es, por lo tanto, no solamente hacer sentir a cada individuo que es miembro de un grupo hacia el que tiene obligaciones, sino también enseñarle a convertirse en un participante activo a la determinación colectiva de las reglas de la vida en común y más generalmente, un participante activo en la vida social y cultural, en su renovación, en su creatividad. Y podemos añadir: un ser plenamente responsable del mundo en el que va a vivir.

La gran pregunta práctica es saber lo que debe ser “la experiencia democrática” en la escuela. Hacer la experiencia de la democracia en la escuela es hacer la experiencia de la inteligencia colectiva con relación al actuar en común, es aprender a cuestionar los saberes y el mundo en conjunto y abrir las vías a sus transformaciones. En una palabra, ella debe ayudar en la formación de “mentalidades democráticas”, según la fórmula de Paulo Freire.

La originalidad de una educación democrática, por consiguiente, es permitir a los alumnos y estudiantes hacer la experiencia de la autonomía individual y del autogobierno colectivo. Esto no es una cuestión de doctrina, sino de práctica pedagógica y de organización institucional: “todo proceso de educación que no visualiza desarrollar al máximo la actividad propia de los alumnos es malo”, señala a justo título, Castoriadis2.

La educación como bien común

Ha llegado el momento de pasar de movilizaciones defensivas a proposiciones ofensivas. Los movimientos de resistencia a las reformas neoliberales en el campo escolar y universitario, y ellos han sido numerosos en todo el mundo desde al menos dos décadas, ellos mismos han sentado, además, el principio básico de una alternativa a la privatización y la sumisión a los imperativos capitalistas: el conocimiento es común, él no debe estar reservado ni a una élite, ni ser objeto de ninguna forma de “cerco” por dinero o lugar de residencia.

Más allá de los motivos iniciales de las movilizaciones, el sentido de todos estos movimientos descansa sobre “el principio de los principios” según el cual “la educación es un bien común, no una mercancía”.

La pregunta es precisamente saber qué implica tal exigencia. ¿Cuáles son sus condiciones y sus implicaciones concretas, sobre los contenidos escolares, sobre la pedagogía, sobre la arquitectura institucional?

Antes cómo debemos entender este tipo de proposición que hemos escuchado en todo el mundo: la educación como “bien común”. Hacer de la educación, de la cultura o de la salud, y de otras áreas de la vida humana y social, un «bien común» remite a una visión política directamente contraria a la concepción propietaria dominante de estas áreas y de estas actividades, dimensión que no se entiende jamás cuando hablamos de “capital humano” o de “capital de salud”. Decir que la educación es un “bien común”, es decir, que ella es inapropiable, que ningún individuo, ningún grupo, ningún Estado no se puede decir ni hacerse el propietario. Ella pertenece a todos por principio. Pero este “bien común” educativo puede encontrar consistencia únicamente en una institución con características muy particulares. Para que la educación sea verdaderamente un “bien común”, hace falta que la institución educativa ella misma sea concebida como un común, es decir, como un espacio institucional a la vez autogobernado por los co-participantes a la actividad educativa, y regido por el derecho de uso ejercido por una colectividad sobre los recursos educativos producidos, mantenidos y puestos a disposición por esta institución.

El primer tema se refiere a la condición primordial de la educación democrática: defender la libertad del pensamiento, cuya traducción institucional se llama las libertades académicas. La escuela debe estar enteramente emancipada de los poderes que hasta ahora han buscado subyugarla e instrumentalizarla, ya sean las religiones, los gobiernos, las empresas capitalistas. En este sentido, toda la educación, desde el jardín de infancia hasta la universidad, debe regirse por la regla absoluta de la libertad de la mente, condición de todo conocimiento racional, y para ello, ella debe ser integrada en una institución independiente de los poderes que hemos llamado la Universidad Democrática.

La educación democrática exige la más completa libertad de pensamiento con respecto a los poderes organizados en la sociedad, sean estos religiosos, partidistas, económicos, ideológicos y estatales. La educación democrática es ante todo una educación libre. Esta es la condición absoluta. Su primera máxima es heredera de la Ilustración: «Sapere aude», Atrévete a usar tu entendimiento, como pide Kant en el opúsculo ¿Qué es la Ilustración?, en 1784. La prohibición de usar la razón equivale a la privación de libertad por sumisión a las mentiras, supersticiones y, más generalmente, a la «dirección de otros».

La educación libre debe ser con respecto a la religión, pero también a los gobiernos y a las empresas.

La “economía del conocimiento” no introdujo más libertad, sino más control en nombre de la finalización productiva de las actividades del conocimiento. Cuanto más se ha integrado la educación en la lógica económica, menos libertad han tenido los profesores e investigadores para elegir sus temas de investigación y el contenido de su enseñanza. Las condiciones de trabajo en el ámbito docente y sus libertades se han deteriorado poco a poco al imponerse una “gestión” de tipo empresarial, que ha burocratizado considerablemente su profesión. El alargamiento del tiempo de trabajo, el aumento y multiplicación de tareas, la presión recurrente de la evaluación y la competencia entre establecimientos y, en la educación superior, los laboratorios para la obtención de créditos han reducido lo que debería ser la condición fundamental de una profesión del conocimiento, la verdadera autonomía.

Se debe extraer una lección para una escuela verdaderamente libre: los contenidos de la enseñanza supone siempre una distancia justa con la realidad económica y social y nunca debe responder a los imperativos de eficacia inmediata. Condorcet dio el principio: “el objetivo de la educación ya no puede ser consagrar las opiniones establecidas, sino, por el contrario, someterlas al libre examen de las sucesivas generaciones, cada vez más ilustradas”3. Asimismo, la escuela debe ser concebida como una institución de contrapoder frente a todos los poderes sociales, económicos, religiosos o políticos dominantes que buscan en la sociedad imponer sus intereses y sus ficciones.

El rol de la filosofía en la enseñanza

Dos roles: promover la libertad de pensamiento y redefinir una nueva coherencia antropológica.

El primer papel de la filosofía es de preservar la independencia de la institución escolar de las intrusiones de los poderes. Se hace un contrasentido sobre la idea republicana en materia de educación al identificarla a su control por el Estado. Condorcet creía en la legitimidad de las sociedades cultas, las únicas, a su juicio, capaces de adecuar la educación a las “verdades más probables” de una época: “Es la única manera de asegurar que la educación se regulará sobre el progreso sucesivo de las ilustraciones, y no en interés de las clases poderosas de la sociedad y privarlas de la esperanza de obtener del prejuicio, lo que la ley les niega”4. Kant se hacía una idea republicana de la universidad. En la introducción de la primera sección del Conflicto de las facultades (1794), Kant define la Universidad como “una especie de república culta” (das gemeine Wesen) compuesta por todos los “profesores públicos” nombrados en los diferentes sectores científicos. Esta república debería poseer su autonomía porque “sólo los eruditos pueden juzgar a los eruditos como tales”. La Universidad formaría así un «cuerpo de eruditos» junto al cual podrían existir «eruditos libres» que no pertenecen a este cuerpo, pero que constituyen ciertas corporaciones libres, llamadas academias o sociedades científicas, o bien que viven en «el estado de naturaleza del conocimiento» y se ocupan como aficionados de la ampliación o difusión del conocimiento.

Recordemos, más allá de los rasgos de una época pasada, esta idea tan importante: la educación es parte de un espacio institucional que le es propio, que tiene sus reglas, sus valores, su ética. Es, en mi opinión, Jacques Derrida quien dio plena dimensión a esta afirmación de libertad de pensamiento que ya hemos encontrado de manera limitada en Kant o Condorcet.

Para Derrida, todo maestro releva en su profesión un espacio de libertad donde todo puede ser interrogado y discutido incondicionalmente. Es lo que él llama «la universidad incondicional»: «esta universidad exige y debería verse reconocida en principio, además de lo que se llama libertad académica, una libertad incondicional de cuestionamiento y de proposición, incluso, más aún, el derecho a decir públicamente todo que exige una búsqueda, un saber y un pensamiento de la verdad5. Para Derrida, esta universidad debería ser, a partir de ahora, por las prácticas propias de sus miembros, el indispensable “lugar de resistencia crítica – y más que crítica – a todos los dogmáticos e injustos poderes de apropiación”6. Esta resistencia incondicional es suficiente para definir el espíritu de la Universidad democrática si le sumamos dos dimensiones: la universalidad de su acceso, no solamente a las generaciones más jóvenes, sino a todos los ciudadanos que deseen dedicarse al aprendizaje y a la investigación; y su carácter cosmopolita, es decir, su apertura a la cooperación de todas las naciones y a la libre circulación global del conocimiento. La Universidad así concebida es un lugar de oposición, en el sentido que la entendió Derrida: “incondicional, tal resistencia podría oponer la universidad a un gran número de poderes: a los poderes del Estado (y, por tanto, a los poderes políticos del Estado-nación y su fantasía de soberanía indivisible: en que la universidad sería de antemano no solamente cosmopolita sino universal, extendiéndose así más allá de la ciudadanía global y del estado-nación en general), a los poderes económicos (a las concentraciones de capital nacional e internacional) , a los poderes mediáticos, ideológicos, religiosos y culturales, etc., en definitiva a todos los poderes que limitan la democracia por venir”7.

El derecho a los conocimientos y el derecho político de controlar los gobernantes, a deliberar, a decidir, a actuar en común están vinculados. Esta Universidad democrática, que debe ser a la vez protegida como institución, pero extendida en principio a toda la sociedad, debe en definitiva hacer causa común con democracia directa y real, dando a todos los medios para juzgar, deliberar, proponer, decidir. No hay razón para limitar el principio de libertad incondicional solo a la educación superior, o a la enseñanza de la filosofía en la última clase de la escuela secundaria. Es toda la escuela la que debe disfrutar de esta libertad de cuestionamiento.

El segundo rol de la filosofía es contribuir a dar una nueva coherencia antropológica a la educación.

La escuela hoy en día está ordenada por dos lógicas más complementarias que contradictorias: el neoliberalismo y el viejo nacionalismo autoritario. ¿Cómo podría la democracia dar una nueva coherencia a los saberes enseñados? ¿Qué “principio educativo” para retomar la fórmula de Gramsci debe gobernar la educación? Los modelos religiosos, positivistas, productivistas del hombre, todas estas figuras antropológicas, ya no tendrán ninguna pertinencia en una sociedad democrática y ecológica. El desafío de la democracia futura es vincular el conocimiento de los hombres en sociedad y el de los procesos naturales. Para decirlo en una palabra, lo que se denomina “Antropoceno” y que algunos denominan más acertadamente “Capitaloceno”, requiere una nueva coherencia de saberes en la era de las catástrofes climáticas engendradas por el capitalismo neoliberal.

La transformación deberá llevar sobre el “espíritu” de la educación: modificar la imaginación industrialista y productivista que hacía creer que los hombres podían ser sin consecuencias sobre los ecosistemas, los “dueños y poseedores de la naturaleza”. La situación actual invita a una nueva «antropología» que subyacería la articulación razonada de la filosofía, de la historia-geografía, las ciencias sociales y de las ciencias de la vida y de la tierra. La gran novedad de tal antropología sería la importancia que ella acordaría al estudio objetivo de los diferentes sistemas sociales, culturales y económicos que componían la historia humana hasta el presente, haciendo espacio para las diversas relaciones, según las culturas y las creencias, de las sociedades con los entornos naturales. Ella haría incluso de estas relaciones de sociedades y sus entornos naturales el nuevo hilo conductor de la educación, en ruptura con las tradicionales concepciones occidentales basadas en el dominio tecnocientífico de la naturaleza concebida como reservorio de recursos disponibles, visión hoy en día por lo menos inadecuada a las cuestiones que surgirá para las nuevas generaciones. No estamos proponiendo aquí de agregar «un componente ecológico» a las enseñanzas existentes, sino que reconocer y cuestionar la especificidad de la «ontología» occidental, para retomar el concepto de Philippe Descola, en su vínculo con la organización económica capitalista, para comprender las consecuencias de su expansión en el planeta durante cinco siglos.

Toda la conciencia histórica está afectada por el capitaloceno porque la finitud es a partir de ahora la marca en lugar y en espacio de la eliminación del desarrollo de las fuerzas productivas y de la extensión de los mercados, y son todos los saberes que se han trastornado paso a paso. Ahora bien, desde este punto de vista, ya no es posible considerar la “naturaleza” exterior, como si estuviera compuesta únicamente por procesos totalmente independientes de la historia humana. Es en este espíritu que se podría reconsiderar el enlace entre las partes divididas de la cultura, entre las ciencias naturales y las ciencias del hombre, y es a esta recomposición de los saberes que se podría dedicar la filosofía en la enseñanza.

Esta conferencia fue presentada el 23 de mayo de 2023 en un Conversatorio, transmitido virtualmente, sobre «La eliminación de la filosofía y el enfoque por competencias. Experiencias en el mundo». Fue organizado por el Grupo de Investigación Filosófica de la UNMSM de Perú. Título original: «De l’école néolibérale à l’éducation démocratique: le rôle de la philosophie dans la révolution démocratique de l’éducation». Se han conservado las citas a pie de página en su idioma original.

Christian Laval es profesor emérito de Sociología, Laboratorio Sophiapol de la Universidad Paris Nanterre.

El traductor, Richard Saint Jean, es estudiante de Economía, Universidad de Buenos Aires. La correctora, Sara Oportus, es estudiante de Filosofía, Universidad de Buenos Aires.

Notas:

1 Kant, Réflexions sur l’éducation, Paris, Vrin, 1980 (1803), p. 77.

2 Cornelius Castoriadis, « Psychanalyse et politique», Le Monde morcelé, Les Carrefours du labyrinthe III, Seuil, Paris, 1990, p. 146.

3  Condorcet, Cinq mémoires sur l’instruction publique, Garnier-Flammarion, Paris, 1994, p. 86- 87.

4 Op.cit., p.170

5 Jacques Derrida, L’Université sans condition, Galilée, Paris, 2001, p. 11-12.

6 J.Derrida, ibid., p. 14.

7 J.Derrida, ibid., p. 16.

Fuente: https://rebelion.org/de-la-escuela-neoliberal-a-la-educacion-democratica-el-papel-de-la-filosofia-en-la-revolucion-democratica-de-la-educacion/

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Venezuela: La crisis en la educación pública profundizará el «círculo vicioso de la pobreza», alerta Olivero

El analista económico Asdrúbal Oliveros alertó que la crisis de la educación pública en Venezuela, donde cientos de maestros han desertado y los estudiantes apenas si asisten a clases, profundizará el «circulo vicioso de la pobreza» en el país caribeño.

«La crisis en la educación pública de Venezuela es una alarma silenciosa. Muchos niños no asisten a clases, lo que profundiza la brecha social y la incapacidad para superar la pobreza», dijo Oliveros en su cuenta en la red social X, antes Twitter

«Una minoría en colegios privados se prepara para el futuro, mientras la mayoría queda atrás. No podemos subestimar el impacto a largo plazo que esto tendrá en el país, profundizando el círculo vicioso de la pobreza», agregó el analista.

El Gobierno del presidente chavista Nicolás Maduro informó la semana pasada que las clases en el sistema de escuelas públicas se iniciarán el venidero 2 de octubre.

Pero ante esto, un dato resalta: la mayoría de los niños en edad escolar que el pasado curso estuvieron en escuelas públicas apenas si vieron clases.

Fuente: https://alnavio.es/la-crisis-en-la-educacion-publica-profundizara-el-circulo-vicioso-de-la-pobreza-alerta-oliveros/
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Chile. Estudiantes son duramente reprimidos por protestar en sede pinochetista: «Lucharemos hasta borrar su legado de miseria e impunidad»

El lunes 4 de septiembre, en el contexto de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, un grupo de jóvenes de la Coordinadora de Estudiantes Secundarixs-ACES, junto a otras organizaciones sociales, se encadenaron en el enrejado de la sede principal de Santiago del partido político pinochetista Unión Demócrata Independiente, UDI, ubicada en la comuna de Providencia, enarbolando un lema impreso sobre fuego, memoria y porvenir: «Lucharemos hasta borrar su legado de miseria e impunidad».

Refiriéndose a los miembros directivos de la formación de extrema derecha, las y los muchachos expresaron que, «Quienes están aquí no sólo han impedido los cambios para cuidar los negocios de los empresarios, sino que también fueron impulsores y defensores de la dictadura. Son los mismos que han hecho todo lo posible para impedir que encontremos a nuestros familiares detenidos desaparecidos, para que no exista justicia contra los responsables de la masacre, manteniéndolos en total impunidad», y añadieron que, «han defendido el modelo instalado en dictadura que precariza nuestras vidas, negándose a la gratuidad en la educación, a terminar con el lucro, la implementación de la educación sexual integral y a todo avance que hemos exigido durante años por nuestra vida y educación. Aquí están los negacionistas del golpe de Estado, quienes protegen con uñas y dientes el legado de Pinochet».

La protesta pacífica fue rápidamente reprimida por Fuerzas Especiales de Carabineros, como ya es práctica habitual en un país policializado donde la administración de turno de La Moneda, independientemente de sus matices, opera aplicando la violencia estatal contra todo tipo de disidencia respecto del orden autoritario, antidemocrático y conservador establecido. Se trata de un nuevo incidente que expresa la alarmante derechización de la institucionalidad imperante. De hecho, mientras por arriba el gobierno del Frente Amplio cede en todos los planos a los intereses y agenda del gran capital y del Estado corporativo estadounidense, e intenta alcanzar un «consenso civilizatorio» o relato común sobre los 50 años del golpe de 1973 con la derecha pinochetista antes del próximo 11 de septiembre; por abajo, los costos de la recesión económica en curso son facturados a las clases trabajadoras y populares mediante el desempleo, el aumento de la informalidad laboral, el precio disparado de los alimentos básicos y las energías, y un ajuste estructural antipopular en toda regla.

8 mujeres y 4 hombres fueron detenidos brutalmente por agentes uniformados en las afueras de las instalaciones de la UDI, y trasladados a la comisaría N° 19 de la comuna de Providencia. Sin embargo, la represión no acabó allí. Por la noche del 4 de septiembre, a vista y presencia de sus familiares, amigos, abogados y organismos de derechos humanos, fueron llevados a la comisaría N° 1 de Santiago, en la que los ficharon para luego tener que pernoctar en dependencias policiales. Por la mañana del 5 de septiembre, las y los jóvenes detenidos fueron transportados a los juzgados correspondientes donde, debido a que ninguno contaba con antecedentes previos, por fin obtuvieron su libertad, sin antes ser castigados con una orden de alejamiento del local de la UDI y 100 días de investigación por la pintura roja que lanzaron, considerados daños y desórdenes por el tribunal.

Sólo las conmemoraciones avaladas por el gobierno de Gabriel Boric, como proyectar imágenes de los rostros de detenidos desaparecidos sobre el frontis de La Moneda, están permitidas. Autorización que no necesariamente garantiza evitar el despliegue de la violencia represiva de Carabineros sobre la comunidad que recuerda y vuelve promesa de sentido los únicos 3 años de la historia de Chile donde el pueblo trabajador y los oprimidos, como relámpago y tiempo revelado y rebelde, tocaron el futuro con los dedos.

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2023/09/chile-estudiantes-son-duramente-reprimidos-por-protestar-en-sede-pinochetista-lucharemos-hasta-borrar-su-legado-de-miseria-e-impunidad/

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México: Más horas de trabajo en el hogar significan mayor posibilidad de pobreza

Por: Ana Karen García

Los quehaceres del hogar y cuidados a terceros son poco valorados, mal distribuidos. También dificultan a las mujeres su desarrollo educativo, laboral y socioeconómico. En México, 4 de cada 10 mujeres que destinan cuatro horas o más al trabajo del hogar y cuidados están en algún grado de pobreza.

Las mujeres que más horas dedican al trabajo del hogar son más vulnerables a la pobreza. Las mujeres.

3 de cada 10 mujeres (34.4%) que destinan menos de cuatro horas diarias al trabajo del hogar se encuentran en situación de pobreza; para las que destinan de cuatro a más horas, la prevalencia de pobreza escala a 4 de cada 10 mujeres (41.3%), de acuerdo con cifras del Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social).

En contraparte, si se considera a las mujeres que menos tiempo destinan a estas tareas, la prevalencia de pobreza se reduce significativamente a 1 de cada 10 (12.17 por ciento).

¿Pero por qué realizar trabajo del hogar crea vulnerabilidades?

Los quehaceres del hogar y cuidados a terceros son poco valorados, mal distribuidos y, en muchas ocasiones, alejan a las mujeres del desarrollo educativo, laboral y socioeconómico.

Estas tareas han estado recargadas en las mujeres históricamente, mientras que las actividades económicas remuneradas las protagonizan los hombres. Aunque, cada vez más mujeres se integran al mercado laboral, las cosas en los hogares no han cambiado.

En México, las mujeres destinan tres veces más tiempo a limpiar la casa, cocinar, hacer las compras o cuidar a los niños y abuelos, de acuerdo con cifras de la Cuenta Satélite de Trabajo No Remunerado en los Hogares del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

Si todas las horas que invierten en estas actividades se juntaran, en un año, cada mujer habría destinado 86 días completos a estas tareas. Para los hombres la cifra sería de apenas 34 días completos.

Además de la profunda desigualdad en la repartición del trabajo de los hogares, existe una importante desvalorización de estas actividades: quienes lo hacen en la vivienda propia no reciben retribución ni reconocimiento y quienes lo hacen como ocupación remunerada, trabajan en condiciones precarias.

Adicionalmente, la llegada de la pandemia y el confinamiento representaron un incremento importante en el tiempo que la mayoría de las mujeres destinan a sus hogares. Durante el 2020 y 2021 se observó la salida de miles de mujeres del mercado laboral por la necesidad de cuidar y guiar a los niños y adolescentes en la educación a distancia.

La ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) ha mostrado que la mayor parte de estas mujeres se ha reincorporado al mercado laboral, pero esto no se ha traducido en menos trabajo en las casas, y se ha producido el fenómeno de las “dobles jornadas”.

En México, una jornada laboral promedio alineada a la Ley Federal del Trabajo dura ocho horas diarias más la jornada promedio de siete horas que las mujeres dedican a limpiar, cocinar y cuidar a otros da igual trabajar doble. Todos los días. Sin tiempo libre para leer, hacer ejercicio o tomar una clase de francés.

Hogar e independencia económica
Las “dobles jornadas” que enfrentan las mujeres golpean de manera directa su desempeño en el trabajo y, como consecuencia, sus ingresos.

Muchas de las mujeres que, además de tener un trabajo remunerado, trabajan en sus casas, se ven en la necesidad de pedir empleos de menor rango, empleos de medio tiempo o dejar sus empleos definitivamente.

Tener trabajos de menor calidad o dejarlos genera que las mujeres pierdan los ingresos laborales y permanezcan sólo dependientes de los ingresos de otros integrantes del hogar o de las transferencias monetarias (remesas, apoyos del gobierno o depósitos de familiares o conocidos). Que tu dinero no dependa de ti mismo te pone en la primera línea de vulnerabilidad.

Para las mujeres que hacen trabajo del hogar como su ocupación remunerada la vulnerabilidad empieza precisamente en las condiciones en las que laboran: 9 de cada 10 no tienen acceso a la seguridad social, no tienen contratos, no tienen prestaciones ni cobertura de servicios de salud.

La informalidad que impera en este sector del trabajo produce que sean uno de los grupos con más vulnerabilidad laboral y económica. De acuerdo con cifras de la ENOE, el salario promedio de las trabajadoras del hogar es incluso menor al salario mínimo (3,900 pesos al mes). Un ingreso que, en zonas urbanas, no alcanza para pagar la canasta básica alimentaria.

Para la subsistencia de los hogares en los que vive una trabajadora del hogar son necesarios los ingresos de otros integrantes y las transferencias para superar las líneas de pobreza. Urgente repensar, redistribuir y revalorizar el trabajo del hogar.

Pensar en una sociedad y economía más igualitaria requiere repensar el trabajo del hogar y el trabajo de cuidados, darles valor y reconocimiento, repartirlas equitativamente y garantizar que todas las personas —en su mayoría mujeres— que hacen estas tareas, lo hagan en condiciones dignas.

El Inmujeres (Instituto Nacional de las Mujeres) de la mano de ONU Mujeres están trabajando en la creación de un sistema nacional de cuidados, una política pública que se presenta como el impulso más fuerte para equilibrar el tiempo que destinan mujeres y hombres a estas tareas, mejorar las condiciones de las personas que cuidan y garantizar que el cuidado sea un derecho para todos los que lo necesitan.

La implementación de este sistema podría ser la primera gran revolución que erradique la sobrecarga de trabajo que enfrentan las mujeres e impulse su integración al mercado laboral y la independencia económica.

Fuente: https://www.eleconomista.com.mx/economia/Mas-horas-de-trabajo-en-el-hogar-significan-mayor-posibilidad-de-pobreza-20230818-0108.html

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José Miguel Briceño: Magisterio de Venezuela seguirá en las calles este año 2023-2024

La represión laboral, las ilegales desincorporaciones, los pagos chucutos de las prestaciones sociales, y las pensiones con salarios de hambre y miseria, caracterizaron el año escolar.

El dirigente del sindicato Suma- Trujillo Filial Fetramagisterio José Miguel Briceño, indicó que para los maestros, este año escolar 2022-2023, fue el más catastrófico del socialismo del siglo XXI y el peor de la historia revolucionaria que hayan vivido.

Alegando las razones de  que  los ingresos mensuales se depreciaron en más del 1068,40 %, el bono vacacional constituyó la burla y la estafa más cruel de esta historia bolivariana, desaparecieron el salario mínimo, reinó a cielo abierto la represión laboral, las ilegales desincorporaciones, los pagos de las prestaciones sociales y las pensiones con salarios de hambre y miseria.

Además, precisó Briceño,  más el 85% de los planteles escolares están en pésimas y deplorables condiciones, en pleno socialismo los estudiantes reciben clases en ambientes hacinados en su mayoría, están sin recursos tecnológicos y materiales didácticos.

 

Cláusulas violadas

En relación la cláusulas  contractuales  explicó que  más del 95% fueron violadas, las primas contractuales reducidas y suspendidas, la seguridad social: H.C.M y servicios funerarios los eliminaron  y a duras penas funciona un servicio funerario autogestionado que cumple con unos irrisorios pagos, que lo realizan cuando “florecen las amapolas”.

Acotó  que el Estado-patrono presidencial de Nicolás Maduro y la ministra de Educación Yelitze Santaella, abandonaron la negociación   de la III Contratación Colectiva en  noviembre de 2022. “Lo que coloca en evidencia y abiertamente la inexistencia de la voluntad política el desinterés patronal y oficialista para resolver la crisis social, económica, laboral y constitucional propia de este socialismo humanista y obrerista confabulados en la triada patronal, presidencial, más el partido oficialista PSUV, para timar este primero de mayo de este año a los trabajadores de la administración publica, condenándolos a la esclavitud laboral y salarial, ya que este trío revolucionario obvió los beneficios contractuales firmados y suscritos entre la partes, a sabiendas que estos derechos son irrenunciables, inalienables de los trabajadores”.

Miguel Briceño: No nos doblegaremos ante  la arremetida patronal

 

Resistir en pobreza

Siguió Briceño  explicado que el mes de julio se cumplieron  480 días que los educadores activos, jubilados, pensionados, interinos, sobrevivientes y demás trabajadores de la administración pública  continúan sin ningún incremento salarial  como consecuencia de  la indolencia y la ineficacia inmisericorde del estado-patronal presidencial y la conspiración bolivariana de la elite de los servidores públicos psuvistas.

“El gobierno  ha esgrimido las sanciones  y bloqueos como excusa, cuando la realidad es que  existiendo  miles de millones de dólares, los cuales han  sido usurpados por las nuevas élites del PSUV, condenando al glorioso magisterio y demás trabajadores de la administración pública a resistir en pobreza extrema por la atrocidad hiperinflacionaria, la devaluación monetaria y el alza del dólar que ronda el 566,40 %, que sumado al 150% de la sustracción de las primas contractuales, 280% incremento salarial, equivalente  al 1068,40 % de pérdida salarial mensual, lo que evidencia claramente la destrucción del poder adquisitivo de los educadores activos, jubilados, pensionados, interinos, sobrevivientes y demás trabajadores de la administración pública”.

Otro dato sobre las condiciones  deplorables de los maestros lo grafica Briceño de la siguiente manera:”el profesional de la docencia con la máxima categoría: Magister, Doctorado,  con 21 años de servicio al mes de julio de este año alcanza: 0.67 dólar diario (D.D),  un docente IV, Especialista, Magister, teniendo 15 años de servicio laborando cobra 0.56 D.D. El Docente I, percibe 0.49 D.D, aunado a ello la canasta alimentaria básica  familiar equivalente aproximadamente  511,20 dólares”

De tal manera –dijo  el dirigente del Suma-  culmina este año escolar con la aniquilación de los derechos humanos y fundamentales del magisterio, donde no apareció las respectivas soluciones laborales que el estado-patrono presidencial y educativo conocen desde el año 2018,  como son: 60 meses de retroactividad salarial producto del incremento salarial del 280%, 16 meses de retroactividad por el arrebato de las primas contractuales, pago selectivo presidencial de las prestaciones sociales al mes de julio 2023: 75,47 dolar, seguridad social: H.C.M, funerario, IPASME.  Pero  a pesar de esta ignomia  gubernamental, este nuevo año 2023-2024 seguiremos en  la calle constitucionalmente organizados y plenamente unidos,  en la defensa de los derechos  consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Fuente: https://diariodelosandes.com/jose-miguel-briceno-magisterio-seguira-en-las-calles-este-ano-2023-2024/

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Ruido neoliberal

Por: José Blanco

 

A partir de julio de 2018, debido a la acción de Morena y su dirigente histórico –que alcanzó la cabeza del Poder Ejecutivo–, se inició la configuración de una franja social políticamente favorable al programa de la cuarta transformación de la vida económica y política de México (4T). En los hechos, el proceso de esa conformación social había empezado antes, pero su realidad político-electoral se hizo visible entonces. Esa franja social comprende hoy a la mayoría de la población mexicana. Dentro de esa franja está la gran mayoría de los históricamente excluidos.

Los partidos derrotados y su ejército de intelectuales y voceros no admitieron su derrota; menos aún admiten que el programa de la 4T, bajo sus propios criterios e ideas políticas, haya iniciado su implantación social, política y económica, y esté en pleno desarrollo. Ese programa y sus criterios e ideas políticas son vistos como un absurdo sin pies ni cabeza. Ven a cada paso decisiones autoritarias y resoluciones inconsultas. Genera exasperación que el programa de la 4T esté respaldado por una mayoría que probablemente va a crecer en 2024: la revolución de las conciencias avanza y no pierde de vista que el bloque político de la oposición incluye no sólo a la casi totalidad del poder mediático, sino del modo más militante y arbitrario que nunca al Poder Judicial con la Suprema Corte a la cabeza.

Son los nuevos liberales de hoy, contra la 4T. Unos que son, en su realidad efectiva, neo-liberales. Decenas de filósofos, economistas y juristas, desde la Ilustración, han pensado el liberalismo. De Hobbes y Locke a Rawls, o de Montesquieu y Jefferson a Hayek, la libertad ha sido pensada de mil modos. De esa vasta diversidad acabó triunfando el pensamiento de Friedrich von Hayek, la sociedad Mont Pèlerin, y Milton Friedman y los Chicago Boys. Cada gobierno y los partidos dominantes por el mundo harían su propia adaptación de los principios bárbaramente individualistas de la doctrina neoliberal. El individuo y los derechos individuales fueron llevados a los extremos sanguinarios que en todas partes dan lugar a la inmensa desigualdad y la exclusión perversa presentes en la actualidad. Las olas de gobiernos progresistas en América Latina han estado a la búsqueda de las condiciones para remontar los brutales destrozos de los gobiernos neoliberales. Eso busca el programa de la 4T.

De la primacía absoluta del individuo nació la primacía de la iniciativa privada, la vía libre a los empresarios y la exaltación de éstos como dioses soberbios. De ahí nació la privatización de los bienes públicos y, también como derecho del más fuerte, la más rapaz corrupción. Eliminar de México toda esa basura, es tarea que se ha propuesto la 4T.

No es tan difícil comprender que no puede haber entendimiento entre las ideas, criterios y principios de la 4T, y los actores que en el pasado neoliberal predominaron. Las decisiones políticas y de gobierno les resultan inconsultas a los actores del pasado porque efectivamente no son consultadas con ellos, sino con quienes estén dispuestos a eliminar el pasado neoliberal de todos los campos: la educación, la salud, los modos de enfrentar la pobreza y la desigualdad.

De otra parte, es indispensable evaluar los programas de la 4T y mejorarlos para volver más eficientes las vías de alcanzar sus objetivos. La pobreza ha disminuido, pero tenemos aún un mar de pobreza: 37.7 millones. La igualdad frente a le ley, principio liberal a toda costa, debe ser confrontada con la marcha efectiva de la realidad social y económica de todos. En materia de justicia social, la igualdad socioeconómica como propósito debe suplir al criterio de igualdad frente a la ley. El trato igual a desiguales es desigual. Es el caso de los programas sociales universales como la Pensión para el bienestar de los adultos mayores: su punto de partida es la igualdad de todos frente a la ley: todos tienen el mismo derecho. Pero ocurre que el mayor número de adultos mayores está en los deciles nueve y 10 (altos ingresos); este sector recibe su pensión, sin necesitarla. Los recursos destinados a la pensión de ese sector podrían haber sido dedicados a bajar no la proporción, sino el número de pobres. Cada programa social debe ser revisado con esa lupa.

Hoy existe el derecho universal a la salud que comprende todas las enfermedades, pero su organización aún está construyéndose; los del pasado crearon un seguro popular para un grupo reducido de enfermedades. Todos los que quisieran podían tener una credencial y eso ahora es contado como acceso universal. Los libros de texto gratuitos evitan el criterio neoliberal de poner en el centro de la educación el desarrollo y la competencia laboral, tal como dice la gobernadora de Aguascalientes. El ruido neoliberal actual proviene del cambio de enfoque: de la enseñanza por disciplinas, a un método centrado en problemas. Está vigente en muchos países y se ha probado también en México. Pero hay que golpear, no tiene más la oposición.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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