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España: ¿Cómo puede el sector privado contribuir a reducir la desigualdad?

El IV informe del Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo (OEPCI) propone ser una herramienta útil en la búsqueda de soluciones sostenibles para los retos de desigualdad y pobreza. En este sentido, la publicación ilustra cómo las empresas pueden contribuir a un crecimiento inclusivo y así ayudar a disminuir la pobreza y la desigualdad que no han hecho más que aumentar tras la pandemia.

La mejor forma de corregir un problema es comprenderlo, así comienza el IV informe del El Observatorio empresarial para el crecimiento inclusivo (OEPCI) en el cual aborda los problemas de la pobreza y la desigualdad. A las consecuencias todavía visibles de la crisis económica de 2008, se suma ahora el golpe de la COVID-19 y la pobreza y la desigualdad en nuestro país y el mundo entero es uno de los problemas más urgentes a resolver.

Las preguntas son muchas y difíciles de responder: ¿Qué entendemos por pobreza? ¿Cómo se mide? Y, sobre todo: ¿cómo puede contribuir a reducirla el sector privado? , estas son algunas de las cuestiones que aborda la publicación “Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida”, el cual profundiza en el concepto de “crecimiento inclusivo”, facilitando la adhesión a esta forma de hacer empresa. También visibiliza la situación de pobreza y desigualdad en España, agravada por la COVID-19. Por último, trata de guiar a las empresas en su compromiso con el crecimiento inclusivo a través de sus negocios, más allá de la filantropía y la acción social.

El informe sostiene que lograr reducir la pobreza es responsabilidad de todos los sectores. Y solo lo lograremos con un esfuerzo conjunto de toda la sociedad, empresas e instituciones. En medio de un escenario adverso, el liderazgo del sector empresarial es clave en este esfuerzo para que, junto a la necesaria y rápida reactivación económica, se logre que ese crecimiento beneficie a toda la sociedad y contribuya a una prosperidad más amplia y compartida.

La desigualdad es tratada en la publicación del OEPCI desde las perspectivas sociológica, políticas y económicas. Asimismo, según el informe, la desigualdad es, junto al cambio climático, uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta la humanidad en un mundo globalizado e interconectado. El documento asevera que aquello que no se mide, no se conoce, y lo que no se conoce, no se cambia. Pese al acuerdo en cuestiones como la crisis climática y la importancia del sector privado en su solución, los avances en materia social parecen ir un paso por detrás. En este sentido, la investigación afirma que uno de los motivos por los cuales esto ocurre es la indefinición de cómo contribuir, de qué significa lo social o cómo ser inclusivo desde el propio negocio. Ya no es cuestión de proyectos puntuales, sino de un modelo nuevo. O, en otras palabras, una empresa comprometida con el crecimiento inclusivo busca cómo lograrlo a través de cualquier área de negocio y hacia todos sus grupos de interés.

El documento explica que en relación con la desigualdad económica, uno de los baremos más utilizados es el índice de Gini, que no considera nuevas formas de pobreza presentes en nuestro país, como la pobreza laboral, infantil o energética. Para mejorar la medición de la desigualdad, nació el Índice de Desarrollo Inclusivo (IDI), promovido por el Foro Económico Mundial. Esta herramienta añade al análisis otras variables, como la esperanza de vida, los índices de pobreza y la ratio de dependencia. En comparación con el resto de países europeos, España no sale bien parada, concretamente, ocupa la posición 26 de 29. El informe también menciona el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El IPM considera dimensiones como la educación, la asistencia sanitaria y el grado de bienestar social. Por su parte, el Indicador AROPE de la Red Europea de Lucha contra la pobreza y la Exclusión social (EAPN) ofrece una radiografía del impacto de la pobreza y la exclusión social en España. Según los registros, en nuestro país, el porcentaje de españoles en situación de pobreza relativa es del 26%.

Con la COVID-19, han surgido nuevos indicadores que reflejan la pobreza o la desigualdad. Por ejemplo, tener o no tener ordenador puede ser un indicador para acceder a la educación. En definitiva, esta pandemia ha hecho más visible la pobreza y la vulnerabilidad de grandes sectores de la población. Para contribuir a hacerle frente a esta grave situación, el informe propone que el crecimiento inclusivo es una gran alternativa en tiempos de pobre y desigualdad, siguiendo esa línea argumental, la publicación esboza una serie de consejos que puede tomar le sector privado para aportar su granito de arena:

  • Buscar alianzas que se puedan sostener a largo plazo. Compartir propósitos y estrategias.
  • Identificar los objetivos de forma clara.
  • Cambiar el modelo de empresa. El compromiso comienza en el interior de las organizaciones.
  • Adaptar el impacto social a la capacidad de la organización.
  • Responder a demandas reales con capacidades reales. Vincular negocio y compromiso social.
  • Garantizar la diversidad en los órganos de dirección y equipos de trabajo.
  • Apoyarse en dinámicas y procesos ya asentados: retribuciones variables, obligaciones de reporting.
  • Contribuir también es innovar. Apostar por soluciones de crecimiento inclusivo que puedan suponer un ingreso, no solo un coste.

Fuente: https://diarioresponsable.com/noticias/30606-como-puede-el-sector-privado-contribuir-a-reducir-la-pobreza

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El mundo con catarro y sin pañuelo

Por: Rose Mary Hernández Román

Uno de los problemas a los cuales se enfrentan gobernantes de países del mundo ante la pandemia del covid 19 es el tema de la resistencia social para acatar llamados y medidas preventivas que puedan evitar la propagación con consecuencias nefastas.

Algunas personas refieren este comportamiento no como una desobediencia, sino como la situación de resignación a la que solo responden desde sus únicas posibilidades, seguir en las calles, en el filo de la vida y la muerte a la cual han sido expuestos mucho antes de la aparición del coronavirus, bien sea por la discriminación, pobreza, exclusión, los bajos salarios, conformando grupos sociales altamente vulnerables, sin la posibilidad de prosperidad sostenible en su contextos y en el mundo.

Si bien las tasas de pobreza mundial han disminuido en regiones, los avances no han sido uniformes, e incluso, según el Banco Mundial (2019): “nuevos datos cuestionan los conceptos tradicionales de ricos y pobres». La pobreza ahora tiene rostro multidimensional que minimiza el nivel de vida en general, sufren carencias en educación, salud, trabajo, seguridad social, vivienda, económicas, sanitarias, entre otras.

Muchos son los lugares pobres  no reconocidos por los gobiernos,  donde las privaciones son peores que en un campo de refugiados. La mala distribución de las riquezas, ingresos y la desigualdad de oportunidades al nacer, son algunas de las connotaciones  presentes. Las políticas económicas de los gobiernos neoliberales benefician a los más pudientes, que son estratos menores , mientras,  grupos menos favorecidos han de pugnar, entre otras cosas, con la escasez, pocos o ningún recurso, servicios o bienes públicos debilitados por los serios recortes que no permiten recuperar sus funciones.

En Latinoamérica,  los profesionales de carrera y dependientes del sector público,  ven mermadas sus posibilidades adquisitivas al ser víctimas  constantes de abusos y reformas económicas que les  desmejoran, e incluso, colocan en una situación de neoesclavitud laboral, trabajador@s con paupérrimas pagas salariales, lo que conduce a otras realidades no abordadas como: la migración, ausentismo, desprendimiento al patrono, justas revelaciones sociales en pro de la defensa derechos establecidos constitucionalmente y contraídos en contrataciones colectivas.  A esto se le debe añadir las elevadas cifras de precariedad en la que se encuentran los servicios,  lo que agrava la crisis sanitaria que hoy está desalentándonos.

Existe entonces una orden de irresponsabilidad en los gobiernos que han dirigido al mundo, donde la lucha por dominio y control, con políticas con principios no éticos socialmente, puesto que no responden al bien supremo de la felicidad de la existencia humana, convirtiendo este último como una utopía prácticamente inalcanzable, han dejado desprovistos a miles de personas en quienes los efectos de la pandemia será devastador por no poder cumplir las restricciones.

La paradoja de los pobres ha sido sobrevivir a epidemias sin provocarlas. Lo han venido haciendo desde la aparición del Imperio español,  que trajo consigo la esclavitud y colonización de las civilizaciones indígenas, además de las pestes de la viruela, gripe y el sarampión. Hoy, virus sociales como la globalización, el capitalismo, el neoliberalismo, el racismo, son sistemas que destruye a la humanidad y al ambiente, donde se suprimen los derechos humanos, sistemas que  producen monstruos que no puede enfrentar.

Epidemias como la fiebre amarilla, malaria, cólera, coronavirus, guerras, mutilaciones, desigualdades, e ideologías dominantes de la ganancia como propósito de la vida, siempre han tenido al mundo pobre en catarro sin pañuelo.

Revisiones documentales

https://news.un.org/es/story/2019/07/1459131

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Educación, pobreza y desigualdad

Por: Jorge Ramírez.

Insumos básicos requeridos para lograr que los planes de desarrollo municipal y departamental tengan impacto en la reducción de la pobreza y de las desigualdades.

Hace poco fui invitado a desarrollar una conferencia sobre la pobreza en Cúcuta y en Norte de Santander; el evento fue organizado por la Secretaria Departamental de Fronteras y de Cooperación Internacional y contó con el apoyo de la Red de Investigación de Asuntos de Frontera. Debo decir que la conferencia fue realizada en coautoría con el Profesor Mario Zambrano con quien desarrollo actualmente una investigación sobre la materia.

Al analizar el estado de la pobreza en Cúcuta y en Norte de Santander se evidenció que:

Primero, la falta de articulación institucional, la duplicidad de funciones y el uso no eficiente de los recursos públicos, en conjunto, se convierten en los principales obstáculos para superar la pobreza multidimensional en el territorio. Segundo, los hacedores de política y los planeadores del desarrollo territorial no cuentan con una política social de carácter local (o regional) que en complemento a la política nacional contribuya a la reducción paulatina de la pobreza. Tercero, los planes de desarrollo municipal y departamental a punto de terminar son dos grandes documentos de política pública útiles para estos fines. No obstante, su contenido está lleno de un marco aspiracional deseable y de buenas intenciones, ergo, ambos documentos de política territorial carecen de acciones articuladoras  que transversalmente y de modo diferencial conecten e integren la agenda social y la agenda económica para generar oportunidades sociales y con éstas lograr el cierre de brechas urbano-rurales. Cuarto, la alta dependencia de los recursos de transferencias de la nación ha generado una especie de heteronomía e inercia institucional que se resumen en desesperadas epístolas que exigen del gobierno central: soluciones externas a los problemas estructurales de nuestro territorio – problemas – que se hacen más visibles con el cierre de la frontera, los desplazamientos internos y las migraciones.

En tal sentido, la educación como derecho y como bien público puede ser el factor (no único) pero relevante que en el marco de las políticas públicas locales y con el buen uso de los recursos nacionales, territoriales y de cooperación internacional pueden contribuir a la generación de oportunidades sociales como apuesta para la superación de la pobreza multidimensional, lo cual hace necesario enfocarse en los canales de transmisión intergeneracional que son: el analfabetismo, el rezago escolar, el bajo logro educativo y en mayor medida el empleo informal (DANE, 2018).

Con respecto al empleo informal hace unos años realicé en coautoría dos investigaciones que evidencian que la baja presencia institucional en el territorio, el modesto desarrollo industrial y la pobreza son variables que se convierten en un ancla a la hora de generar un círculo vicioso del desarrollo en los departamentos colombianos que están localizados en zona de frontera.

Abordados estos problemas como soluciones por la vía de la educación y en clave de política pública es la base para lograr procesos de desarrollo integral en Cúcuta y en Norte de Santander; esto requiere de una planeada articulación institucional, la utilización de información con base en la evidencia, la cuantificación de las inversiones, el uso eficiente y transparente de los recursos públicos.

En síntesis, estos son insumos básicos requeridos para lograr que los planes de desarrollo municipal y departamental tengan impacto en la reducción de la pobreza y de las desigualdades territoriales que se constatan usando el índice de pobreza multidimensional de Cúcuta y de Norte de Santander; que pese a los avances las brechas son persistentes entre género y muy amplias en las áreas urbanas y rurales de nuestro territorio (DANE, 2005 y 2018).

Adenda: agradezco al Ing. Jairo Yáñez (Alcalde electo) y a su equipo asesor, permitirme hacer parte del empalme en la Secretaría de Educación Municipal y en el Centro Tecnológico de Cúcuta.

Fuente del artículo: https://www.laopinion.com.co/columna-de-opinion/educacion-pobreza-y-desigualdad-187944#OP

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Combatir la desigualdad: más educación, menos balines

Por: La Tercera. 

Por cada peso invertido en educación inicial, se obtienen hasta siete pesos de retorno a la sociedad, según constató James Heckman, Premio Nobel de Economía, una teoría que el laureado economista acaba de refrendar: “Invertir en la educación infantil es la mejor estrategia contra el crimen”, aseguró en una entrevista con BBC de mayo de este año. Al contrario, cuando esa inversión está ausente, no solo se restringen los retornos para la sociedad, sino que la desigualdad se vive desde la cuna y se mantiene a lo largo de la vida.

¿Qué pasa en Chile? El 25,6% de los menores de cero a 3 años vive en situación de pobreza multidimensional, lo que sitúa a nuestro país entre los ocho con mayor pobreza infantil entre los 36 miembros de la OCDE. Esta cifra -de la encuesta Casen 2017-, alcanza niveles del 32% en La Araucanía, un 31,2% en Tarapacá y un 29,9% en Los Lagos, generando efectos no solo cognitivos, sino también emocionales y conductuales que los acompañarán de por vida.

Estudios de la neurocientífica de la Universidad de Columbia, Kimberly Noble, han comprobado que la pobreza genera efectos cerebrales en los niños, que inciden directamente en las áreas que procesan el lenguaje y gobiernan los controles de impulsos. Al otro lado, los trabajos de campo realizados por Heckman constatan que los niños que asisten a programas de educación en primera infancia de alta calidad, “en el futuro tienen más posibilidades de estar empleados y muchas menos de haber cometido crímenes”, añadiendo que el retorno social de esta inversión es del 13% anual compuesto considerando no solo el aumento de la escolaridad o el desempeño escolar, sino también la reducción de costos en áreas como refuerzo escolar, salud y los gastos del sistema penal.

¿Qué está haciendo el Estado al respecto? En 2018, el presupuesto total en educación parvularia del Ministerio de Educación fue de US$ 1.311 millones, esto es menos de la mitad de los US$ 3.032 millones de aporte fiscal a la educación superior, según cifras de la Dipres para ese año. ¿Por qué invertimos menos de la mitad en educación parvularia si sabemos científicamente que es donde por lejos está la mayor rentabilidad social? Probablemente sea porque su rentabilidad política de corto plazo no es muy alta.

Si bien el último tiempo el Estado ha buscado incrementar la cobertura y financiamiento de las salas cunas y jardines infantiles, otro grave problema que enfrentamos es que apenas tres de cada diez niños en etapa preescolar asisten a estas entidades y el 72% de quienes no van, lo hacen porque sus padres creen que “los cuidan mejor en casa”, según la misma encuesta Casen. Por ello, si queremos cambiar el futuro de Chile invirtiendo en primera infancia debemos ampliar la oferta a las familias, por ejemplo estando en sus casas y trabajando con sus padres como principales educadores para sumarlos a la formación integral de sus hijos.

La realidad actual ha demostrado que niños sin educación ni vínculos emocionales sólidos en los primeros años de vida, propenden a tener una mayor tasa de deserción escolar y se transforman en jóvenes más vulnerables y propensos a delinquir.

Del estallido social reciente no hay cifras públicas respecto del nivel de vulnerabilidad de los detenidos ni menos de su escolaridad. Lo que sí sabemos es que el 78% de los 13.300 arrestados por desórdenes o saqueos tiene detenciones previas -según cifras al 15 de noviembre-, un 11% son menores de edad y en Valparaíso desde el inicio del estallido social al 7 de noviembre se registraban 46 detenciones, donde la mitad era de jóvenes que habían pasado o se encontraban siendo intervenidos por el Sename.

Todo esto refleja la existencia de un grupo importante de personas a las que les ha faltado -al menos- amor, educación, contención, red de apoyo y que hoy están en las calles.

¿Qué hacer? Más allá de las medidas que esperamos puedan tomar las autoridades, como incorporar programas de primera infancia en la llamada Agenda Social e instalarla como un tema prioritario y decisivo para el Estado, quienes participamos en el mundo económico y empresarial también debemos asumir un rol protagónico en cambiar esta realidad.

Así como una parte creciente del empresariado ha tomado el liderazgo en disminuir las brechas salariales y derechamente incrementar los sueldos mínimos de las empresas, es necesario que también no olvidemos a los niños, porque es en esta etapa cuando realmente podemos combatir la raíz de las desigualdades y de cuyo futuro depende la paz social de nuestro país en las décadas venideras.

En concreto, es necesario poner en la discusión gremial estas ideas de inversiones sociales de largo plazo, como por ejemplo, impulsar programas de educación en la primera infancia, para que así -en el futuro- las necesarias discusiones y discrepancias que tengamos en torno a la sociedad chilena se den con mayor educación y menos balines.

Fuente del artículo: https://www.latercera.com/pulso/noticia/combatir-la-desigualdad-mas-educacion-menos-balines/912796/

 

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La pobreza se extiende por todas partes, pero de forma muy desigual

NACIONES UNIDAS, 11 jul 2019 (IPS) – El Índice de Pobreza Multidimensional de 2019 revela la profunda desigualdad que existe en el reparto de ese flagelo en el mundo, tanto entre los distintos países y regiones del mundo, como en el interior de los países.

El informe, dado a conocer este jueves 11, mira más allá del ingreso monetario y muestra cómo la pobreza es la experiencia de enfrentar carencias múltiples y simultáneas, tales como la falta de acceso a los servicios de salud, a un trabajo digno o la exposición a la violencia, destaca que el concepto tradicional de pobreza resulta obsoleto.

Los nuevos datos demuestran con mayor claridad que nunca que etiquetar a los países, incluso a los hogares, como ricos y pobres conlleva una simplificación excesiva.

“Para combatir la pobreza necesitamos saber dónde viven las personas pobres. No están distribuidas uniformemente en cada país, ni siquiera dentro los hogares”, explica el administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Achim Steiner.

A su juicio, el Índice “ofrece la información detallada que necesitan los responsables políticos para elaborar políticas mejor dirigidas y más efectivas”.

El documento confirma los datos del año pasado acerca de que, en 101 países estudiados, 1.300 millones de personas viven en la pobreza multidimensional, un 23,1% de su población. Unos 886 millones lo hacen en países de renta media y 440 en los de renta baja.

“Esto muestra que el desafío de reducir la pobreza multidimensional no se limita a los países de bajos ingresos ”, asegura el informe, que afirma que “la pobreza está en todas partes”.

África subsahariana y Asia del sur, las regiones con más pobres

No obstante, el África subsahariana y el sur de Asia albergan la mayor proporción de pobres , alrededor de 84,5%.

Dentro de estas regiones, el nivel de desigualdad se describe como “enorme” ya que, en África, la pobreza varía entre 6,3% en Sudáfrica y 91,9% en Sudán del Sur, mientras que en el sur de Asia es de 0,8% en Maldivas frente a 55,9% de Afganistán.

Además, muchos de los países estudiados en el informe muestran “grandes” niveles de desigualdad interna : en Uganda, por ejemplo, la incidencia de la pobreza multidimensional en las diferentes provincias varía desde 6,0% en Kampala hasta 96,3 por ciento en Karamoja.

La desigualdad en el reparto de la pobreza multidimensional también alcanza a la edad ya que la mitad de los 1.300 millones de pobres en esta categoría s on menores de 18 años y un tercio, son niños menores de 10 años .

La gran mayoría de estos niños, alrededor de 85 % , vive en el sur de Asia y en el África subsahariana, divididos a partes iguales entre las dos regiones. El panorama es particularmente grave en Burkina Faso, Chad, Etiopía, Níger y Sudán del Sur, donde 90% o más de los niños menores de 10 años, se consideran pobres multidimensionalmente.

El caso de Perú

Pero los nuevos datos también muestran una tendencia positiva: los más rezagados son los que más rápido están progresando.

El estudio examina cada año el caso 10 países para observar los patrones de las políticas de reducción de la pobreza, el Objetivo número 1 de los 17 que componen la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible .

“Estudiamos los datos de un grupo de 10 países de renta media y baja y obtuvimos resultados esperanzadores, ya que el 40 % más pobre de la población ha avanzado más rápido que el resto”, señala Sabina Alkire, quien dirige la preparación del Índice.

“Una tendencia en favor de los pobres que reduce las desigualdades en varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, añade.

Los datos de estos 10 países señalan que 270 millones de personas salieron de la pobreza multidimensional en el tiempo transcurrido entre las dos encuestas comparadas.

De la región de América Latina, el informe de este año observa la situación de Perú, país en la categoría de ingresos medios altos y destaca que, junto con India y Etiopía, ha logrado reducir significativamente los niveles de privación en los diez indicadores que componen el Índice.

Perú ha hecho avances especialmente en el acceso a la energía limpia , la electricidad y la vivienda, menciona el informe. Además, la reducción de la pobreza en las zonas rurales del Perú superó a la de las zonas urbanas contrario a la tendencia en el continente .

500 millones más de pobres

El Índice también muestra cada año la incidencia de la pobreza multidimensional en el mundo.

El experto del PNUD, Pedro Conceição, explica que cuando la pobreza se mide en todas sus dimensiones “encontramos que unos 500 millones de personas más se añaden a la lista de pobreza extrema” frente a la medición más clásica que solo tienen en cuenta el nivel de ingresos .

“Esto nos da una imagen mucho más completa, así como indicaciones para saber hacia dónde apuntar las políticas públicas para abordar las privaciones de la gente: ¿es más en salud?, ¿en educación? o en otros aspectos que pueden permitir a las personas salir de la pobreza si se hacen inversiones en esos apartados”, comenta.

Este artículo fue publicado originalmente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). IPS-Inter Press Service lo reproduce por un acuerdo general con la ONU para el uso de sus contenidos.

Fuente de la Información: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=258282&titular=la-pobreza-se-extiende-por-todas-partes-pero-de-forma-muy-desigual-

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Panamá: Ser un niño pobre en tres dimensiones

Redacción: El País

Los menores más pequeños son los que presentan las mayores carencias, tanto en lo relativo a pobreza multidimensional como a la pobreza por ingresos

En la carrera de la vida no todas las pistas son iguales. Mientras unos disfrutan de condiciones que les permiten alcanzar su máximo potencial desde la infancia, otros se enfrentan a auténticas carreras de obstáculos. Estas desigualdades acaban de ser puestas de manifiesto en Panamá, donde uno de cada tres niños ve reducidas sus opciones desde la propia línea de salida. Así lo ha revelado el Índice de Pobreza Multidimensional Infantil (IPM), una métrica innovadora cuyos resultados acaba de sacar a la luz este Estado centroamericano, el primer país de América Latina y el Caribe en aplicar esta metodología.

Según este índice, el 32,8% de los menores de 17 años de Panamá se encuentra en condiciones de pobreza multidimensional, es decir, más de 450.000 niños y adolescentes se ven privados de tres o más aspectos que son vitales para su desarrollo: educación e información, salud y alimentación, agua y saneamiento, protección y recreación o vivienda. Esta situación es más aguda entre los niños de las comarcas indígenas y de las áreas rurales de difícil acceso; de hecho, la pobreza multidimensional sobrepasa el 50% en provincias como Bocas del Toro o Darién y es superior al 90% en las comarcas de Guna Yala o Ngäbe Buglé.

Los niños más pequeños son los que presentan las mayores carencias, tanto en lo relativo a pobreza multidimensional como a la pobreza por ingresos. El 35,5% de los menores de 10 años sufre pobreza multidimensional, lo que representa más del 58% de todos los niños y adolescentes en situación de pobreza. Según datos de la Encuesta de Hogares del año 2017, el 37% de los menores de cinco años vive en situación de pobreza y el 20% padece pobreza extrema.

La primera infancia ve limitado, además, el acceso a servicios básicos, alimentación adecuada y oportunidades de aprendizaje y desarrollo, elementos cruciales en esta etapa de la vida. Durante los primeros cinco años de la vida de un niño se produce un desarrollo exponencial de sus funciones cognitivas y los efectos perduran hasta la vida adulta. Los niños que reciben desde el nacimiento el afecto, nutrición, cuidados y estímulos necesarios tienen mayor probabilidad de permanecer y tener éxito en la escuela, dependen en menor medida de la asistencia social y se insertan de una manera más productiva en el mundo laboral. Los primeros años constituyen, pues, una ventana de oportunidad única en la que se debe actuar con mayor intensidad para cerrar las brechas en el desarrollo.

Sin embargo, según datos del Ministerio de Educación Panameño, en el año 2013 solo el 6% de los menores de 3 años en Panamá estaba inscrito en algún programa de educación inicial, mientras que un tercio de los niños en edad preescolar no formaba parte de esta oferta educativa. La situación se agrava según el grado de pobreza de la familia. La última Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados (Encuesta MICS, por sus siglas en inglés) realizada por UNICEF en el año 2013, reveló que cuanto menor es el nivel educativo de la madre, o cuanto mayor sea la pobreza en el hogar, menor es el acceso de los niños pequeños a la estimulación temprana o a programas de cuidado o educación inicial. A modo de ejemplo, sólo 6% del total de la los matriculados en el Centro de Atención Integral de la Primera Infancia (CAIPI), que brinda atención y educación a los niños de 0 a 4 años de Panamá, corresponde a niños en áreas indígenas.

Panamá ha hecho ingentes esfuerzos para cerrar las brechas que impiden el desarrollo de la primera infancia. Desde el gobierno y con el apoyo de organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, se han impulsado políticas nacionales para la atención integral que han contribuido a aumentar progresivamente la cobertura de preescolar con aulas y nombramiento de docentes; se ha expandido la matrícula y los estándares de calidad de los CAIPI con capacitación docente, se han mejorado infraestructuras o se ha ampliado la cobertura de programas de salud infantil. Más recientemente, se han puesto en marcha programas de apoyo parental y de estimulación temprana en el hogar mediante visitas domiciliarias. Con todo, en un país donde el crecimiento económico de la última década ha permitido una reducción progresiva y sostenida de la pobreza general y extrema, revertir la situación de pobreza de la niñez sigue siendo una tarea urgente.

Los niños son más vulnerables ante la pobreza. Es una situación que no depende de ellos y carecen de los instrumentos para combatirla. Además, padecen de forma más duradera sus consecuencias puesto que se genera un ciclo nocivo de crecimiento intergeneracional de la pobreza y de la desigualdad. Los resultados del Índice de Pobreza Multidimensional Infantil, son una invitación a que otros países consideren esta metodología y marcan un camino hacia el cual continuar dirigiendo esfuerzos: vencer la carrera de obstáculos que impide a los niños panameños alcanzar su potencial y hacerlo desde muy temprano en la vida.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/10/03/mamas_papas/1538551878_626706.html

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Colombia: ¿Por qué el Índice de Pobreza Multidimensional se desaceleró?

Colombia/14 de Abril de 2018/Dinero

El Dane reveló que la población en pobreza monetaria y multidimensional se siguió reduciendo durante el 2018 y el país tuvo avances significativos en áreas como la educación. Sin embargo, en el caso del segundo índice, la reducción fue inferior a la usual.

Hace unas semanas el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) reveló que la pobreza multidimensional en el país se había reducido a 17%, mientras que la pobreza extrema había alcanzado el 7,4%. El primer indicador se redujo en 80 puntos básicos y el segundo evidencia que quedan cerca de 8 millones de colombianos en pobreza extrema.

Las cifras demuestran que el país ha avanzado, que durante los últimos años más colombianos pudieron mejorar su calidad de vida y con seguridad las futuras generaciones de esas mismas familias tendrán un mejor futuro. Pero falta avanzar y recuperar el ritmo de crecimiento de estos indicadores, pues en 2017 el índice de pobreza multidimensional, por ejemplo, se redujo en una tercera parte de lo que lo había hecho los años anteriores.

Según el director del Departamento de Prosperidad Social, la menor reducción en el índice es consecuencia de las amplias mejoras que se presentaron al principio pues entre más se cierre la brecha y se reduzca la pobreza, más difícil se hace que el indicador muestre crecimientos importantes y sus avances empiezan a parecer «marginales», lo que en realidad sería una señal más del buen efecto que han tenido las políticas de entidades como la suya que encontraron la forma de apoyar a las familias económicamente y enseñarles a pescar, en lugar de entregarles el pescado como dice el conocido refrán popular.

Recomendado: El 1% de los más ricos acumulan el 82% de la riqueza mundial en 2017

El economista Roberto Angulo, quien se encargó de implementar este método de medición en Colombia, le explicó a Dinero que si bien se vieron mejoras significativas en hacinamiento educación, calidad del piso de las viviendas, analfabetismo y desempleo de larga duración, todavía son altas las privaciones de la población vulnerable.

Esto plantea, según Angulo, que la agenda del próximo gobierno tiene que enfatizar en el acceso a la educación y el trabajo. «La agenda social debe ser una de generación de ingresos y capital humano», aseguró el experto.

En el caso de la educación, el Dane reveló que el indicador mejoró en 3% y advirtió que el nivel de pobreza de los hogares está directamente asociado al nivel de educación que tiene su jefe. Por ejemplo, «en centros poblados y rural disperso el 18% de personas que hacen parte de un hogar cuyo jefe está entre los 26 años y 35 años sufren de pobreza extrema, en este mismo dominio el 17,2% son pobres extremos si el jefe de hogar ha cursado como máximo la primaria».

Pero el dato quizás más interesante allí, es que los niños de cinco años tuvieron un promedio de lectura de 5,1 libros por año. Se está haciendo la tarea.

Según la Anif, se requiere seguir avanzando en la evaluación de la educación superior en Colombia. La Asociación llamó la atención recientemente sobre el nivel educativo del país y destacó que «la oferta de calidad educativa a nivel vocacional en Colombia es pobre y prácticamente está en cabeza pública del Sena».

Anif señaló que «aunque se ha hablado mucho de su mayor cobertura, en realidad se refiere más al incremento de cursos, pero no de programas focalizados en aprendizajes estructurados por áreas».

Si queremos que el país siga reduciendo sus indicadores de pobreza, el próximo gobierno tendrá retos importantes en educación y formalización laboral.

Fuente: http://www.dinero.com/pais/articulo/indice-de-pobreza-multidimensional-se-desacelero-en-2018/257134

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