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Invadidos, explotados y desinformados… pero entretenidos

Por: Fernando Buen Abad

Hay una versión Cultural y Mass Media de la Organización del Tratado Atlántico Norte compuesta por alianzas estratégicas, entre monopolios diversos, bajo un plan bélico orientado -también- a la manipulación de las cabezas, las emociones y los imaginarios. Y salen por la “tele”. Se trata de implantar división y odio, conflictos religiosos, lingüísticos, exclusión y racismo en todas modalidades, es su receta añeja para explotar a los pueblos y anestesiarlos. El negocio consiste en mantener una fuerza dúctil, especializada en respuesta rápida y ubicua para destruir o criminalizar todo aquello que se le antoje. Alienación del Atlántico Norte desparramada por todo el orbe. Nos cuesta muy cara.

Si, por ejemplo, se trata de acusar a Rusia, los ocho estados miembros de la OTAN (EEUU, Francia, Alemania, Italia, Polonia, España y Reino Unido) tendrán a su disposición redes de TV, radio, prensa y “redes sociales” aceitados permanentemente para justificar, ante los ojos de su “opinión pública”, cualquier barbaridad en nombre de la “paz” o del “orden” internacional. Eso quieren ahora exportarlo a Latinoamérica bajo control directo de los intereses mercantiles militares. Algunos están felices en Israel y en Colombia.

Los imperios, en su fase actual, para impulsar una salida a los ahogos de su crisis de sobreproducción, no sólo desarrollan bases económicas. El tufo militarista que se desliza en la moral burguesa con identidad OTAN, expresa las formas imperiales de expandir el capitalismo amante de la guerra rentable contra todo mundo. Sus jilgueros más cantarines están en la dictadura bancaria y en la prensa, cargadas de petulantes dispuestos a calcinar la realidad con saliva de opinadores serviles a las propinas de la casa blanca. Si hacen falta nombres tenemos muchos.

Hay consorcios mediáticos trasnacionales arrodillados ante la OTAN para celebrarle sus locuras militares en nuestras propia narices. Hacen pasar su ética macabra como moral diplomática necesaria para aplicarla contra los más débiles pero disfrazándolos mediáticamente de “terroristas”. Estados Unidos adueñado de la Unión Europea, con su OTAN mediática dirige el exterminio de los incomodos. Libia, Siria, Yemen, Irak, Ucrania, Cuba, Venezuela. Ecuador, Bolivia…

Los “servicios de inteligencia” impulsan, con sus “métodos” y “estímulos”, canales de TV, medios de todo tipo y comentaristas, para adulterar los valores nacionales, alentar el consumismo, sembrar odio, inyectar miedo y criminalizar líderes sociales. ¡Han falsificado escenas bélicas filmadas exprofeso para desmoralizar a los pueblos! Han linchado mediáticamente a “Dios y María Santísima”… Y eso no ha ocurrido sólo en “zonas de conflicto” europeas, está ocurriendo en todo el mundo. Televisa, Globovisión, Clarín, O´Globo, por ejemplo.

Centenares de recursos mediáticos operan en Siria como en Santiago de Chile bajo la misma onda castrense. Hay edificios armados -exclusivamente- que operan como arietes de la venganza burguesa contra todo lo que suene a pueblos en rebeldía. Los “hackers” provistos con equipos de visión espía penetran por doquier (Estilo Obama) para operar sin cansancio con la misma lógica de la OTAN pero disfrazados como “defensores de la libertad de expresión”. Mientras, por ejemplo, suspenden con decretos leyes y reglamentos especializados en Medios de Comunicación. La Guerra Mediática Global con el método OTAN ha puesto el mundo partas arriba. Mientras tanto crece el asesinato de periodistas (México, Honduras…) y los que sobreviven lo hacen a la intemperie, sin condiciones adecuadas para la autodefensa. Quienes tienen iniciativa de informar la verdad sobre el malestar social, y sus luchas, está en peligro.

Setenta y dos periodistas han perecido en los últimos seis meses de este año.

¿Exageramos? Un botón de muestra. En enero de 1955, en el Palacio de Chaillot de París, se reunió el “Comité de Cultura e Información Pública de la OTAN” y crearon ¡El “Festival de la Canción Eurovisión”!. Así de claro. Además de diseñar una agenda de “ideas” para desarrollar “relaciones culturales” entre las naciones que luego serían sometidas al negocio de la Guerra. Para eso era indispensable una alianza entre dueños de televisoras europeas. Crearon su mapa tecnológico estratégico y su “plataforma” disfrazada de “entretenimiento”. El primer “Festival” debía realizarse en abril de 1956.

La OTAN se armó con un escuadrón de comunicación a gran escala. Millones de personas, en todo el mundo, uniformaron su mirada y sus sentimientos bajo una sola bandera del espectáculo invisibilizador de las invasiones y sus campos de la muerte. Aplausos a rabiar, farándula a discreción, premios con glamur y revistas del corazón. Todo a la vista en los más de 23.000 documentos desclasificados.

La OTAN, cultural y mediática, teje el tapete debajo del cual esconde a los muertos que fabrica. Las des-información tiene historia como en Somalia y Ruanda sin haber tenido, estas y todas, una intervención ética seria. Hasta que apareció en 1980 el Informe MacBride que fue congelado inmediatamente. Hoy seguimos padeciendo, entre muchos otros, el ataque mediático llamado CNN coparticipe de, por ejemplo, el “espectacular” linchamiento de Sadam Husein con sus inexistentes “Armas de Destrucción Masiva” con gran “rating”.

El método OTAN para desfigurar la opinión pública no es invencible. Lo han demostrado Fidel Castro, Hugo Chávez y los pueblos que se sostienen en lucha. En ellos radica una miríada de fortalezas aunque la OTAN lleve a cabo operaciones difíciles de interceptar y contrarrestar. Sus grupos de operaciones mediáticas o psicológicas con “Big Data” son los “medios”. Eso debe entenderse y los pueblos están llamados a la emancipación Cultural y Comunicacional a corto plazo, desde las bases, ganando la guerra semiótica, la disputa por la opinión pública y la nueva Cultura y Comunicación Revolucionaria que nos urge.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223275&titular=invadidos-explotados-y-desinformados%85-pero-entretenidos-

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Sombras en el ágora: ciencia y opinión pública en democracia

Por:  José María Agüera Lorente

Es sabido que la democracia ateniense no era contemplada con mirada amable por el bueno de Platón. No ayudaba a ello el origen aristocrático del filósofo ni la época políticamente turbulenta que le tocó vivir marcada por el drama biográfico que supuso la condena y muerte de su amigo y maestro Sócrates, «el más justo de los hombres de su tiempo», a decir del propio Platón tal como dejó escrito en su famosa Carta VII. Si nos apuntáramos al punto de vista del Miguel de Unamuno de Del sentimiento trágico de la vida, según el cual las verdaderas razones de las ideas filosóficas se encuentran en las raíces vitales de quienes las alumbraron, teniendo más que ver, por tanto, con sus experiencias personales, entonces no habría más que hablar; el gran filósofo que tuviera por verdadero nombre Aristocles levantó su portentoso sistema filosófico como respuesta ideológica a la amenaza que para sus intereses de clase suponía la inmadura primera democracia de la historia. Ahora bien, por mucho que de verdad pueda tener esa versión de la génesis del platonismo no se puede negar lo certero de la crítica del filósofo ateniense al sistema democrático en cierto respecto que trataré de exponer en lo que sigue.

No se trata aquí de repetir cosas ya conocidas, pero en aras a la claridad expositiva no se debe pasar por alto que el nacimiento de la democracia y las tesis del relativismo y el escepticismo radical, que son aportaciones conceptuales de los sofistas –los adversarios filosóficos de Platón no por casualidad–, acontecen en el mismo tramo cronológico del siglo V a. C. Ambas tesis conllevan la destrucción de la posibilidad de la verdad objetiva. Por eso el fundamento de la crítica platónica a la democracia es de naturaleza esencialmente epistemológica, ya que, supuesto el intelectualismo ético socrático que liga virtud y conocimiento, y negada la posibilidad de éste, se elimina el fundamento de la buena política que no es otro que la virtud del gobernante. De aquí que el esfuerzo del autor de República se centre en gran medida en la restauración del conocimiento como valor supremo del buen gobierno. Es lo que implica su afirmación, también contenida en su Carta VII, según la cual «no cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra».

Esta preocupación de Platón por la salvaguarda del conocimiento como principal recurso de la acción de gobierno sigue teniendo sentido en el contexto de las actuales democracias modernas. Primero se desenvuelve en el frente de la opinión pública, en el que a menudo se plantea la confrontación de ideas de un modo que no se promueve el encuentro racional de la pluralidad de posturas en el ágora democrática. Lo advertía Fernando Savater a finales del siglo pasado en un artículo titulado Lo indiscutible, en el que daba cuenta de la postura de los que sostienen que es imposible dar con un conocimiento más cierto que otros, por lo que hay que asumir que sólo se puede aspirar a opiniones, todas relativas y personales, expresión del partido político o del grupo mediático de quien la sostiene. Lo llamativo es que se detecta en este escepticismo universal un cierto «gozo democrático», observa el filósofo español. Lo experimentan quienes dan todas las opiniones por igualmente respetables o válidas, pues consideran que lo característico de la democracia es que cada ciudadano tenga su opinión, entendiendo ésta como la forma de expresar cómo es cada cual, no cómo cree cada cual que es la realidad. De modo que quien se atreva a defender que hay puntos de vista insostenibles según el conocimiento objetivo se arriesga a ser tildado de dogmático impenitente incapaz de respetar la pluralidad de pareceres, que es uno de los rasgos definitorios de la democracia. Precisamente lo que a Platón sacaba de quicio y por lo que tanta inquina le tenía al dichoso sistema político parido por su Atenas del alma.

En efecto, esta es una sombra que se proyecta en el ágora democrática consecuencia de las limitaciones gnoseológicas propias de la naturaleza humana: la tentación de la renuncia a la verdad y la suplantación de ésta por la opinión pública. Cuando esto ocurre el debate político, que mantiene vivo el pálpito del corazón cívico, se enturbia con la retórica espesa de la ideología, que enmascara la carencia de valor epistémico que acaba afectando al lenguaje (me fascina, por cierto, a este respecto el último grito en retórica política venido del entorno del flamante presidente de los EEUU; me refiero a los «alternative facts»). Dejándonos deslizar por esta pendiente de obnubilación podemos llegar a creer que «la democracia es una suerte de encarnación institucional de la opinión pública», tal como advierte Rafael Argullol en su artículo de 2007 titulado, precisamente, Contra la opinión pública. En él viene a plantearse si puede llegarse al extremo de votar la verdad científica. No es ésta, desde luego, un grato elemento para los «encallecidos opinadores» en expresión de Savater. Téngase en cuenta que la objetividad que la define choca necesariamente con la subjetividad de los prejuicios ideológicos a los que suele sentirse tan apegado el común de los mortales.

Por otro lado, el pensamiento científico –que no lo es si no es escéptico, racional y crítico– no parece ser la actitud natural en el común de los individuos en su proceder diario. De ello da pruebas hasta decir basta el profesor de ciencia cognitiva Massimo Piatelli-Palmarini en su libro de hace dos décadas titulado Los túneles de la mente. En él apela al realismo que se debe imponer a partir de un conocimiento objetivo de nuestra «psicología espontánea», que no es una «pequeña razón» ni una «racionalidad espontánea». Trasladado esto al plano político implica que la libertad de pensamiento y de expresión, que idealmente son elementos intrínsecos a la democracia, no aseguran por sí mismos la práctica general de la racionalidad, de la que la ciencia seguramente sea su versión más sofisticada. Porque –como demuestra profusamente el profesor Piatelli-Palamarini–: «La racionalidad no es, pues, un dato psicológico inmediato, sino más bien un complejo ejercicio que tiene que ser conquistado primero y mantenido después con un cierto coste psicológico. (…) la racionalidad ideal es ideal».

La ciencia no es un producto psíquico sin más, sino un logro histórico y cultural al través del cual se manifiesta esa racionalidad (ideal). Tampoco la democracia es algo espontáneo, sino plasmación política de nuevo de la racionalidad en el ámbito de la convivencia entre los diversos (o sea, política), pergeñada de forma imperfecta a través de los avatares de la historia. No sé si en este principio de milenio en el que más a menudo de lo que me gustaría oigo apelar como altar de legitimación a sentimientos nacionales y religiosos (todos exacerbados en la preocupación general por la identidad), impulsores todos ellos de poderosas corrientes de opinión pública, no hemos perdido de vista, quizás, esa condición ideal (o normativa) de la democracia, que, como aspiración de racionalidad, comparte con la ciencia.

La realidad hoy por hoy es que en la acción de los gobiernos democráticos parece incidir más los intereses que amparan ideologías que desprecian la racional aspiración a la verdad que el conocimiento científico que para Bertrand Russell era el único capaz de proporcionar los medios eficaces de alcanzar la vida buena, idea con la que coincide en la actualidad Mario Bunge (léase su Filosofía política).

Es verdad que, como reconoce el profesor de investigación del CSIC Pere Puigdomenech en un artículo titulado Certezas y dudas, cada vez más se acude a los datos aportados por la investigación científica para tomar decisiones sociales y políticas. Ahora bien, ¿significa esto que la política democrática orienta sus pasos hacia el sendero de la racionalidad (ideal)? Para responder a esta pregunta debemos fijar nuestra atención en un elemento esencial del método científico: la duda. Está claro que se investiga para buscar certezas, pero no es infrecuente que en el camino tropecemos con dudas. Ahora bien, como advierte el profesor Puigdomenech: «Ante la opinión pública, esta situación puede aparecer como si hubiera alternativas igualmente válidas, lo que se amplifica sobre todo cuando, además, hay intereses en juego. (…) Al abrir este espacio de dudas se deja espacio para aparentes contradicciones, de las que pueden aprovecharse quienes tienen sus propias, y a menudo interesadas, certezas».

Y así –y valga como ejemplos tomados a vuelapluma– se puede aprovechar de ese espacio en sombras en el ágora democrática, donde campa a sus anchas la opinión pública, tanto la postura contraria a los transgénicos como los intereses de las grandes corporaciones que niegan el cambio climático. Dejarlo, pues, como un lugar en el que pugnan, con total desasimiento de la racionalidad, ideologías e intereses tiene un coste real muy superior al psíquico de vencer nuestras ilusiones cognitivas. ¿Nos podemos permitir, entonces, la ausencia de la ciencia del ámbito político?

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222814&titular=sombras-en-el-%E1gora:-ciencia-y-opini%F3n-p%FAblica-en-democracia-

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China: Una sostenida batalla por la igualdad de la mujer.

Asia/China/15.11.2016/Autor y Fuente:http://prensa-latina.cu/
China registra un vertiginoso progreso socioeconómico en las dos últimas décadas, y entre los tantos logros figura la igualdad de género y desarrollo de la mujer, que aunque aún con mucho por hacer, ya refleja éxitos.

De acuerdo con un libro blanco del Gobierno, China ofrece una protección completa a los intereses económicos de las féminas, promoviendo su participación y acceso igualitarios en el desarrollo y los frutos de la reforma que se libra en esta nación.

El llamado libro blanco, documento parlamentario que enuncia una política gubernamental y es emitido por el Gabinete, asegura que esta nación aplica el principio constitucional de igualdad entre el hombre y la mujer, que también es una política básica del Estado para promover el progreso en el país y la sociedad. No obstante, el Consejo de Estado ha logrado comprender que este territorio, como gran país en vías de desarrollo con la población más numerosa del mundo, afectada por el nivel de progreso socioeconómico, la historia, la cultura y otros factores, se enfrenta a numerosas circunstancias en el avance de la mujer.
Las chinas suponen una quinta parte de la población femenina total del mundo.
Tomando ese dato en consideración, China ha mejorado gradualmente sus leyes y regulaciones, ha desplegado políticas públicas, ha trazado planes de desarrollo y ha impulsado con constancia la igualdad de género.
A fin de crear condiciones favorables para ese grupo poblacional, el Estado ha implementado mecanismos dirigidos a elevar la posición de la mujer, y ha puesto en marcha estrategias que permiten que aquellas en posiciones como funcionarias de rango medio, profesionales y técnicas en órganos estatales e instituciones públicas se jubilen a la misma edad que sus homólogos varones.
Tales iniciativas facilitan el crecimiento del número de científicas y promueven la igualdad de oportunidades de empleo para las graduadas universitarias.
De igual modo se trabaja en mejorar el nivel de la seguridad social para las mujeres, incluyendo los seguros de maternidad, vejez, médico, de desempleo y de accidentes laborales.
En la actualidad, ellas representan la cuarta parte del total de los empresarios en China y fundan cerca del 55 por ciento de los nuevos negocios relacionados con internet, al tiempo que aquellas que viven en zonas rurales suponen alrededor del 70 por ciento de la fuerza laboral agrícola total.
La esperanza de vida media de las mujeres chinas alcanzó 77,4 años en 2010, un incremento de 4,1 años con respecto al 2000, según el libro blanco, el cual agrega que los servicios de salud materna e infantil se han vuelto más equitativos y accesibles en el país.
Por otra parte, la participación de las mujeres en la toma de decisiones y la administración ha mejorado notablemente.
Por solo exponer un dato fehaciente de ello, cifras oficiales muestran que en la I Sesión de la XII Asamblea Popular Nacional celebrada en 2013, las diputadas representaban el 23,4 por ciento, 2,4 puntos porcentuales más que 20 años atrás.
También las representantes de minorías étnicas representaron el 43 por ciento del total de ese grupo.
La brecha entre géneros en materia de educación se ha estrechado notablemente gracias a una política especial introducida para garantizar que las niñas en edad escolar disfruten de un acceso igualitario a la educación obligatoria.
Otro aspecto importante resulta la participación en pie de igualdad de la mujer en las actividades económicas debido a que compartir igualitariamente los recursos económicos forma parte de las condiciones básicas para la subsistencia y desarrollo de la fémina.
China considera en conjunto el impacto de la urbanización, el envejecimiento, el mercantilismo, así como el cambio climático y otros factores que influyen sobre la pobreza de las mujeres e intensifica la ayuda para librarlas de ese flagelo.
En la aplicación del Programa de Desarrollo para el Alivio de la Pobreza en Zonas Rurales, se considera a la mujer como grupo de ayuda prioritaria, mientras paralelamente se perfeccionan leyes para fomentar la igualdad en el acceso al empleo sin discriminación de género.
Es de resaltar que China acelera la construcción de un país de derecho socialista, impulsa integralmente la gobernación de la nación adhiriéndose a la ley, y explora la innovación de mecanismos de garantía de los derechos e intereses del mencionado grupo.
Para ello cuenta con la Constitución de la República Popular de China como fundamento, y con la Ley de Garantía de los Derechos e Intereses de la Mujer como componente principal.
Variados son los progresos que podrían seguir mencionándose dado que China aspira, junto con otros países, a brindar un enérgico apoyo a los diversos sectores sociales para que desempeñen un papel positivo en el fomento de la igualdad de género y el desarrollo de la mujer.
Indistintamente mantiene como metas profundizar y ampliar los intercambios y la cooperación internacionales para hacer nuevas contribuciones a la igualdad, el desarrollo y la paz de todo el planeta.

Fuente:http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=41932&SEO=china-una-sostenida-batalla-por-la-igualdad-de-la-mujer

Imagen: http://prensa-latina.cu/images/2016/noviembre/13/china-mujer.jpg

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Educación: opinión pública y opinión publicada

Por: Pablo Gentili

Por un lado, la preocupación de las sociedades latinoamericanas con la calidad de la educación. En todos los países, con excepción de Nicaragua y Venezuela, los encuestados afirman que la educación privada es de mejor calidad que la pública. Las encuestas no son un espejo de la realidad. Entre tanto, vale la pena tomar nota de una percepción que tiende a idealizar las virtudes de lo privado, en general selectivo y elitista, frente a lo público, único espacio de realización de los derechos sociales y humanos en una sociedad democrática.

Así mismo, en todos los países es mucho mayor el número de personas que cree que la educación pública mejorará durante la próxima década. Una visión de futuro que interpela a los gobiernos y los hace depositarios de un mandato que no pueden verse tentados a defraudar. No promover la educación pública podrá tener consecuencias electoralmente desastrosas para cualquier gobierno del continente.

Finalmente, este estudio muestra la valoración positiva que las sociedades latinoamericanas tienen acerca de quienes ejercen la profesión docente en el sistema educativo público. Un dato importante ya que, que desde el punto de vista de la población encuestada, el mejoramiento de la formación y el aumento de los salarios docentes constituyen una exigencia para el avance de la calidad educativa.

La encuesta de la OEI nos ofrece un soplo de esperanza y pone en evidencia que la opinión pública no puede ser confundida con la opinión publicada. La educación está en crisis y las sociedades así lo reconocen, pero apuestan a la escuela pública, valorizan a sus docentes y sueñan que sus derechos serán, finalmente, respetados y garantizados. No parece poca cosa.

Tomado de: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/09/07/actualidad/1347010827_533979.html

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Opinión pública y reformas estructurales.

Por: Mariano Ruiz Funes.

Mucho se ha comentado acerca de la importancia de que en el arranque de esta administración y en el contexto de un amplio acuerdo político, el “Pacto por México”, se hayan acordado diversas reformas estructurales que retomaban un proceso de modernización. Ello generó grandes expectativas dentro y fuera del país; tal vez mayores en el exterior. Era el Mexico’s moment y el inicio de los reconocimientos y halagos a los funcionarios del gobierno en múltiples foros internacionales (financieros, energéticos, visitas de Estado, etcétera), de los que algunos perduran hasta hoy como el de la semana pasada en el que la Foreign Policy Association le otorgó al presidente Peña el premio Estadista 2016. Vaya momento para hacerlo.

La realidad es que la crisis política (Ayotzinapa, ‘casa blanca’, corrupción, visita de Trump, etcétera), la inestabilidad económica (depreciación cambiaria, repunte inflacionario, recortes al gasto y Presupuesto 2017) y el entorno internacional (petróleo, tasas de interés, magro crecimiento y elecciones en Estados Unidos) han configurado un coctel muy complejo que no sólo ha significado un deterioro de la confianza de la población y de su credibilidad en las autoridades, sino que ya se traduce en cuestionamientos a las reformas estructurales. De acuerdo con el análisis “México: política, sociedad y cambio; escenarios políticos” de septiembre, que se realiza con base en los resultados de la encuesta trimestral GEA-ISA (se puede consultar enwww.structura.com.mx/gea), los cambios en las percepciones de la opinión pública acerca de las reformas son preocupantes, por decir lo menos.

En primer lugar, 68 por ciento de la población encuestada opina que las reformas son “poco” o “nada” importantes para el país, en comparación con sólo 25 por ciento que considera que “mucho”. Segundo, todas las reformas estructurales evaluadas individualmente muestran un deterioro significativo de opiniones favorables. A la pregunta de “¿Cree usted que las cosas en el país están cambiando para bien o para mal con la reforma…?” entre septiembre de 2014 -cuando ya estaban todas aprobadas y algunas en proceso de instrumentación- y septiembre de 2016, la educativa pasó de 58 por ciento “para bien” a 43 por ciento, la energética de 37 por ciento a 24 por ciento, y la hacendaria de 28 por ciento a 18 por ciento. La percepción sobre otras reformas (telecomunicaciones, transparencia, financiera y político-electoral) también se deterioró aunque en menor grado.

Resulta particularmente delicado el caso de la reforma educativa, en la que abunda con mayor detalle la encuesta GEA-ISA. A pesar de que la población encuestada la reconoce como la más importante (34 por ciento de total) y a la mejora de la educación como el mayor acierto del gobierno (10 por ciento; otras acciones o programas tienen porcentajes inferiores y 35 por ciento opina que ninguno), 47 por ciento se manifestó en desacuerdo con esa reforma (vs. 43 por ciento de acuerdo) y un elevado 58 por ciento opinó que se debe modificar.

Ello parece basarse en que las opiniones sobre si la reforma es benéfica o perjudicial para la calidad de la educación y la formación de maestros están divididas a partes iguales. También sorprenden, sobre todo por los esfuerzos del gobierno y en particular del secretario de Educación por desprestigiarla y descalificarla, las percepciones sobre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE): 46 por ciento de la población encuestada tiene una buena o muy buena opinión (en comparación con 41 por ciento de mala o muy mala) y 81 por ciento manifiesta que el gobierno debe dialogar con la CNTE, aunque 54 por ciento desaprueba sus movilizaciones contra la reforma.

Si bien reformas profundas (económicas, políticas o administrativas) conllevan un proceso natural de desgaste en su instrumentación, a ello se ha sumado el deterioro general de la gestión del gobierno en un entorno complicado pero con errores graves en múltiples ámbitos. El riesgo evidente es que, ante un rechazo creciente de la opinión pública, se reduzcan los alcances de las reformas estructurales o se reviertan. La tentación será elevada para los partidarios de cualquier color.

Fuente: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/publica-y-reformas-estructurales.html

Imagen:http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2014/02/12/52fb52f3b9353.jpg

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