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La difícil ‘nueva normalidad’ de las escuelas en Inglaterra

Europa/Reino Unido/02 Julio 2020/lavanguardia.com

Tras el intento fallido del Gobierno británico para que los centros abrieran totalmente ya en mayo y junio, los colegios se preparan ahora para septiembre con escollos

La educación importa y con el virus también, aunque las dificultas son grandes. Pensemos en cuerpos y espacios, mentes y dinero. Añadamos ideología.

Hay muchos retos y dilemas en esta “nueva normalidad” educativa interrumpida por la Covid-19 desde todos los puntos de vista: logístico, presupuestario, plan de estudios y la intervención del estado por la educación universal como bien social.

Estamos en una escuela de Primaria, en concreto, grabamos esta videocrónica en la clase de “las arañas” del Sr. Shucker en Holy Trinity CoE Primary School, en Stratford-upon-Avon,

■ Cuerpos y espacios: ¿cómo metemos a los alumnos seleccionados en estas aulas disponibles? Tiene que haber dos metros entre uno y otro. Separamos los pupitres. Se mantiene el modelo doble, presencial y digital o virtual, ¿pero por cuánto tiempo? ¿Usamos mascarillas o no? 8-10 niños por clase: ¿metemos más? Cada niño tiene sus materiales que no puede compartir.

■ Movilidad restringida. Cada grupo en su aula, o “burbuja,” que este colegio llama “reino,” tiene un profesor fijo, que no es necesariamente el ordinario. Los grupos (niños y adultos) no se pueden mezclar. Si uno muestra síntomas de la Covid-19, la burbuja entera se tiene que ir a sus casas por catorce días. La apertura parcial sólo tiene tres cursos de siete y sólo vienen al colegio dos días a la semana. Los restantes asisten a las lecciones virtuales con apoyo de padres por ser menores de edad. Hay niños que no han vuelto al colegio desde marzo.

Nuevas normas de seguridad y prevención en la escuela inglesa.
Nuevas normas de seguridad y prevención en la escuela inglesa. (Fernando Gómez Herrero / FGH)

Me consta que hay tutorías individuales y que el colegio realiza esfuerzos ímprobos con los estudiantes y las familias más vulnerables. ¿Quién planea y coordina estas lecciones? ¿Quién corrige? ¿Cómo se evalúa? ¿Cómo se atiende la transición de un curso a otro en esta situación tan anómala?

La mitad de estudiantes asiste ahora a las clases, pero sólo un par de días a la semana”

Los números totales del colegio son grandes, unos 400 niños, con sus 800 padres, 50 profesores, más la delegación educativa y la ciudad de Stratford con todas sus peculiaridades y exigencias.

Coordinar todo esto es complicado. Con el virus, más. Hay que prestar mucha atención a la logística de las pautas y normativas, sobre todo con los menores de edad.

El colegio nunca cerró. Estuvo abierto desde el comienzo de la Covid para los hijos de los trabajadores llamados cruciales. Éstos forman una burbuja aparte que incluye todos los años lectivos y con profesores flotantes.

Hay rotaciones de profesorado, secretariado, mantenimiento y limpieza. Las entradas y salidas del centro se hacen de forma escalonada.

Mapa del mundo para situar Reino Unido a los niños.
Mapa del mundo para situar Reino Unido a los niños. (Fernando Gómez Herrero / FGH)

Ha habido un primer intento fallido forzado por el gobierno que quiso una apertura total para mayo y junio, cuando la cifra de muertos por el virus era todavía elevada”

Hubo una fuerte presión en la gestión de los colegios para habilitar esta vuelta, que se hizo inviable. Nos veremos en setiembre.

■ Dinero: ¿dónde está? Una década de recortes ha dejado las arcas vacías. ¿Qué hacer si se necesitan suplencias? Me consta que este colegio está coordinando con un hotel cercano para habilitar más espacios. ¿Cómo pagar esto? ¿Cómo hacer si se necesita un sicólogo o dos? ¿Intentamos recuperar el tiempo perdido: ponemos tutores? ¿Se puede compaginar bien la pedagogía presencial y la virtual, y por cuánto tiempo, con niños pequeños? ¿Son los adolescentes mejores?

Me consta que este colegio ha montado plataformas en Facebook, incluso su propio canal televisivo, como extras educativos. ¿Estamos todos felices en Zoom?

■ Planes de estudio. Ya con estos repartos de algunos cursos en las aulas disponibles, ¿cómo mantenemos la calma e impartimos las lecciones? ¿Cómo distribuimos las materias? ¿Cómo hacemos la corrección? ¿La evaluación? De momento, los inspectores no hacen sus inspecciones.

Habrá que abrazar la flexibilidad en todos los órdenes si queremos que esto no sufra, ya que no sabemos cómo se va a comportar el virus en los próximos días, semanas, meses o tal vez años.

Cartel para lavarse las manos en la escuela.
Cartel para lavarse las manos en la escuela. (Fernando Gómez Herrero / FGH)

De momento, hay series de rotaciones de todos los niveles escolares con desigual actividad presencial y digital. ¿Por cuánto tiempo? ¿Cómo cuidamos a los alumnos ausentes? ¿Qué criterios usamos para dar prioridad a qué aspectos sobre otros?

El miércoles es el día de la limpieza a fondo. Hay menor asistencia, sólo los hijos de los trabajadores indispensables”

El sistema educativo del Reino Unido está fuertemente centralizado, si bien las cuatro naciones (Gales, Escocia e Irlanda del Norte) tienen competencias educativas desde la época de Tony Blair.

Hay, por lo tanto, desigualdades y diferencias de todo tipo y ha habido desobediencias del gobierno central, sobre todo en regiones inglesas laboristas, por ejemplo, Liverpool o Manchester.

Si la norma ha sido congruente o no, convincente o no, cambiante, dubitativa o kafkiana, la acompañan muchas excepciones y las hay para todos los gustos.

Fernando Gómez Herrero, lector corresponsal de La Vanguardia, en plena videocrónica.
Fernando Gómez Herrero, lector corresponsal de La Vanguardia, en plena videocrónica. (Fernando Gómez Herrero / FGH)

Y, finalmente, no nos olvidemos del nivel ideológico, que es peliagudo. El periódico The Observer (21 de junio) llama la alarma con la crisis de sanidad mental infantil sin precedentes que viene. Y lanza “un manifiesto para los niños.” Pone ocho exigencias o peticiones, tirando siempre de las arcas estatales:

■ 1/ subvención de todas las guarderías, porque de lo contrario van a la bancarrota;

■ 2/ planes detallados para que la apertura en setiembre sea convincente, después de la pifia de mayo y junio;

■ 3/ que haya campamentos de verano y un buen sistema de tutorías para setiembre, ¿y para unos o para todos?, ¿para ahora o para el curso entrante?;

■ 4/ que haya uno o dos sicólogos por colegio por esta misma crisis de salud mental, infantil y adolescente, que se avecina;

■ 5/ el periódico se atreve a subir a la educación superior y sugiere nada más y nada menos que un recorte de las tasas universitarias;

■ 6/ que haya algo así como un servicio social remunerado para los jóvenes, y apelan al sentido cívico, una especie de formación profesional;

■ 7/ ayudas extras para los niños y las familias más vulnerables;

■ y 8/ instan a un compromiso gubernamental por igual con la educación universitaria y la formación profesional de los jóvenes de 18 años para arriba.

No tocar.
No tocar. (Fernando Gómez Herrero / FGH)

The Observer critica la gestión poco convincente del gobierno y no elogia tampoco a la oposición. Quiere proteger la educación y la formación profesional desde las guarderías hasta los 18-25 años (la educación obligatoria llega a los 16 años y la entrada a la universidad es normalmente a los 18).

¿Vendrá todo este dinero del Estado ahora mismo apretado por la Covid? No olvidemos que el Brexit agrava la situación ya perniciosa”

Es concepción socialdemócrata ver la educación como un bien social de cobertura universal dentro del formato nacional. La primaria y secundaria son gratuitas en el Reino Unido. Y ve esta concepción al Polifemo del Estado como el buen pastor protector y proveedor, también como factor ordenador ineludible.

¿Y si el ojo de Polifemo londinense no lo ve todo? ¿Y si no cumple? ¿Damos contratas? ¿Privatizamos? ¿Qué hará el virus con las desigualdades existentes? ¿Y si la misma idea de bien social en contexto educativo ya no es obvia, y se “americaniza” (por ejemplo, se privatiza)?

La Covid ya desata dilemas ideológicos. Loable esfuerzo por parte de The Observer. No va a ser nada fácil. Nos vemos en setiembre.

Joanne Herrero, directora de la escuela.
Joanne Herrero, directora de la escuela. (Fernando Gómez Herrero / FGH)

El testimonio

Joanne Herrero

Joanne es la directora del colegio Holy Trinity Church of England de Stratford vinculado a la Iglesia homónima relacionada con William Shakespeare.

— “Hola, soy Jo, la directora del colegio. Hemos abierto el colegio desde el principio del confinamiento, incluso durante las vacaciones. Al principio, lo hicimos sólo para los hijos de los trabajadores llamados esenciales (hospitales, bancos, etc.)”.

“Ahora tenemos más niños, tres años escolares, unos 180 niños de un total de 400. Hay grandes dificultades. Tenemos unos 8 por aula y hay unos 60 por año académico. Necesito muchos colegas, sólo para cubrir un año lectivo y son tres años. Y necesitaremos más”.

“Uso el edificio del colegio a tope con sólo tres cursos y los alumnos de aquellos que trabajan en trabajos imprescindibles [estipulados como tal por el gobierno]”.

No tengo el personal suficiente y ha habido todo tipo de presiones en primaria [y secundaria]”

Joanne Herrero ofreciendo su testimonio.
Joanne Herrero ofreciendo su testimonio. (Fernando Gómez Herrero / FGH)

Las normas actuales no nos permiten aceptar a más cursos”

“El edificio simplemente no da para más. Y las normativas cambian todo el tiempo y son diferentes para Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte”.

“Ha habido 41 cambios [en las últimas semanas]. Nos obligan a informar una y otra vez a los padres y a los colegas y hay nerviosismo y confusión a menudo”.

“A pesar de todas estas dificultades, da gusto ver a los niños de vuelta al colegio y confiamos que podamos volver a la normalidad en setiembre, siempre que el nivel de contagio siga a la baja.”

■ A continuación, reproducimos el vídeo del testimonio de Joanne Herrero en versión original en inglés:

Joanne Herrero

El Daily Telegraph, periódico volcado con Boris Johnson, anuncia en portada el relajamiento del distanciamiento social en los colegios, la creación de burbujas más grandes… Quedan otras muchas cuestiones pendientes.

Nuevas normas de seguridad y prevención en la escuela inglesa.
Nuevas normas de seguridad y prevención en la escuela inglesa. (Fernando Gómez Herrero / FGH)

El ministro de educación, Gavin Williamson, al que se le conoce el gusto truculento de la “tarántula en la oficina” suena en la posible remodelación del gobierno para después del verano.

Videocrónica

Nueva Normalidad Escuela Inglesa
Fuente e imagen tomadas de: https://www.lavanguardia.com/participacion/lectores-corresponsales/20200628/481985117394/analisis-testomonios-nueva-normalidad-apertura-escuela-inglaterra-setiembre-covid-19.html
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2,4 millones de niños al borde de la hambruna en Yemen, alerta Unicef

Asia/Yemen/02 Julio 2020/https://eldiariosolidario.com/

Unicef ha vuelto a levantar la voz: el número de niños que sufren de desnutrición en Yemen podría aumentar a 2,4 millones a finales de año, debido a la grave escasez de fondos para la ayuda humanitaria.

El informe “Yemen, cinco años después: niños, conflicto y Covid-19” del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia sobre el país, advierte sobre el aumento en un 20% del número de pequeños destruidos menores de cinco años. Prácticamente, el 50% de este grupo de edad.

“Si no recibimos fondos urgentemente, los niños se verán empujados al borde la hambruna y muchos morirán. La comunidad internacional estará entonces enviando el mensaje de que las vidas de los niños en una nación arrasada por el conflicto, la enfermedad y el colapso económico, simplemente no importan”, explica la representante en Yemen de Unicef, Sara Beysolow Nyanti.

Agua y saneamiento

El trabajo también destaca que, a menos que se garantice la llegada de 40 millones de euros, los servicios de agua y saneamiento para tres millones de niños y sus comunidades empezarán a cerrar a finales de julio. Un impacto en los más de dos millones de niños desnutridos que son especialmente vulnerables, y cuyo estado nutricional podría empeorar desastrosamente si la ayuda se interrumpe.

En total, desde Unicef han realizado una petición de 410 millones de euros para su respuesta humanitaria en Yemen, y otro de 47 millones de euros solo para la respuesta a la COVID-19. Hasta ahora, el llamamiento para dar respuesta a la pandemia solo ha recibido el 10% de los fondos necesarios, y el humanitario el 39%

Fuente: https://eldiariosolidario.com/yemen-hambruna-unicef

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Campamentos ‘online’ y urbanos para el verano de la nueva normalidad

Por: Nacho Meneses

La inseguridad sobre la evolución del virus fomenta la aparición de nuevas modalidades para el ocio estival de niños y adolescentes, mientras las comunidades publican protocolos de seguridad

Más de cuatro millones de niños participan cada año en alguna actividad organizada por las empresas de ocio en España, especialmente en campamentos de verano. O quizá sería más exacto decir que solían hacerlo, ya que los efectos de la pandemia y la incertidumbre sobre la evolución del coronavirus han hecho que, a día de hoy, más de la mitad de las empresas organizadoras de campamentos no vayan a abrir sus puertas este verano. A ello hay que sumar la inseguridad de las familias a la hora de mandar a sus hijos a un campamento en esta “nueva normalidad” que ha traído la emergencia sanitaria. Pero ¿son seguros para nuestros hijos?

Partiendo de que ningún contexto (ni siquiera el familiar) está completamente a salvo de riesgos, empresas y administraciones han dado ya los pasos necesarios para garantizar que estas actividades de ocio estivales se desarrollen con seguridad: “Todos los campamentos siguen los protocolos sanitarios de cada una de las comunidades autónomas en las que se desarrollan”, sostiene Covadonga Berjón, directora de marketing del buscador SoloCampamentos. Así, los de Madrid, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Cataluña, Galicia, Extremadura, Andalucía, Murcia y Aragón especifican los requisitos exigidos tanto a empresas como a participantes, además de marcar el aforo máximo, que no podrá superar el 50 %. Berjón recuerda, además, que su trabajo “siempre implica situaciones extraordinarias. Cada año pasan por nuestras manos niños y niñas con multitud de situaciones médicas, intolerancias, alergias y peculiaridades que nos hacen tener que establecer un diálogo directo con los padres e incluso con los profesionales sanitarios, para tratar de minimizar los riesgos y que los acampados puedan disfrutar al máximo de su actividad”.

Más allá de estar libre de la enfermedad y de no presentar sintomatología compatible con la covid-19, el protocolo madrileño (aunque hay pocas diferencias entre ellos) exige, por ejemplo, no haber convivido o tener un contacto estrecho con un positivo por coronavirus “en los 14 días anteriores al inicio de la actividad”, tener el calendario vacunal actualizado (excepto aquellas pospuestas por el confinamiento) y, en el caso de niños con patologías previas, valoración de idoneidad por parte de los servicios médicos. Asimismo, incluyen protocolos relacionados con el lavado frecuente de manos y el uso de mascarillas para mayores de seis años, entre otros. Se trata, con estas medidas, de garantizar la seguridad de todos los participantes y salvar de alguna manera la temporada de un sector, que, según datos del Colectivo Nacional de Campamentos de Verano, aporta alrededor de 110.000 puestos de trabajo directos y que, hasta junio, ha acumulado pérdidas de casi el 70 % de la facturación anual.

Campamentos ‘online’

Padres y madres llevan meses sobresaturados por el teletrabajo y el cuidado simultáneo de sus hijos, y ahora, con la llegada del verano, la cancelación de muchos campamentos y la inseguridad provocada por la pandemia han hecho que busquen alternativas a los campamentos tradicionales. Uno de ellos es el de los campamentos virtuales, continuación en muchos casos de iniciativas desarrolladas durante el confinamiento por muchas empresas para entretener a los más pequeños y conseguir que lo llevaran mejor. Entre sus ventajas, destacan un menor coste económico y la posibilidad de que niños y niñas puedan, independientemente de su ubicación, interactuar, aprender y divertirse desde sus casas.

En el Summer Camp de Immune Technology Institute (del 6 al 17 de julio, de lunes a viernes entre las 10 y las 12:30; 260 euros), por ejemplo, chicos y chicas de entre 12 y 16 años podrán aprender a programar con Python, el lenguaje de programación más utilizado en entornes profesionales; a diseñar en 3D; desarrollar un centro multimedia donde ver series y películas; rediseñar un juego y crear sus propias soluciones robóticas que podrán controlar desde el móvil, además de gestionar su propio ordenador, una Raspberry Pi. Se trata de un curso virtual en Google Classroom donde se divertirán aprendiendo a través de proyectos y desafíos diarios que resolverán en pequeños grupos, con la ayuda de un profesor y un dinamizador.

Para apuntarse, es necesario disponer de ordenador con conexión a Internet, navegador Google Chrome, ratón y teclado USB, además de un cable HDMI y una pantalla (diferente de la del ordenador) para conectar la Raspberry Pi. Con el fin de asegurar que los grupos sean lo más homogéneos posible, los futuros participantes recibirán en sus casas un test de programación y de lógica.

También los héroes de ficción tienen su hueco entre los campamentos online, ya sean admiradores de Harry Potter y Hogwarts (de 8 a 12 años; cinco días; 89 €), de superhéroes o de princesas (de 5 a 10 años; cinco días; 89 €). Y, aunque pueda sorprender, también de fútbol se puede aprender desde casa: exjugadores de fútbol, entrenadores e incluso un agente FIFA comparten en Profutcamps (cinco días; 17 €) consejos, técnica y táctica y aspectos relacionados con la representación de futbolistas.

Una opción, ya clásica, entre las ofertas estivales, es la de los campamentos de idiomas, que por supuesto disponen de una versión virtual como la de A Wonderful Summer o Un merveilleux été (cinco días; 100 €). Otra posibilidad (a partir de septiembre) es el Campamento Online Atelier Tipi, dirigido a niñas y niños entre los 7 y los 12 años. Utilizando el arte y la naturaleza como vehículos de aprendizaje, y a través de juegos y talleres, desarrollarán temáticas que pueden estar ligadas a la ciencia, la literatura, la historia, la educación emocional, el cine o a diferentes culturas: “Así, un día los niños pensarán cómo será la vida en el Planeta Tierra en un hipotético escenario del siglo XXX, inventarán países con nuevas lenguas y banderas, tótems protectores o cuentos fantásticos”.

Campamentos urbanos y gratuitos

Los campamentos urbanos continúan siendo una opción buena y económica para los niños que aún no están preparados para pasar las noches alejados de casa, y que además sirven para cultivar sus habilidades sociales y fomentar valores importantes en su desarrollo como el compañerismo, el respeto, la autoestima o el pensamiento positivo. Eso sí, aunque pueda sonar obvio, lo primero es asegurarse de que la temática del campamento le guste al niño, o que le suponga un reto personal, y también que el horario del mismo es compatible con las obligaciones laborales de los padres o tutores.

La temática, por supuesto, es muy amplia, y va desde los tradicionales multiaventura, a los tecnológicos, de cocina, idiomas, hípica (el campamento Equus, por ejemplo, incluye clases de equitación y otros talleres para menores de 4 a 17 años; cinco días; 210 €), inteligencia emocional (como los talleres impartidos de manera online y presencial por Crece Bien) e incluso las artes escénicas, como el ofrecido por la Escuela Jana en Madrid (de 9 a 15 años; a partir de una semana): y todos ellos, cabe recordar, deberán cumplir con los protocolos sanitarios de seguridad establecidos en las respectivas comunidades autónomas.

Si la crisis económica ha hecho mella en la economía familiar, y el coste de los campamentos es un factor disuasorio, una buena opción es la de recurrir a un campamento online gratuito, como los que nos sugiere Common Sense Media, con ofertas que van desde la lectura hasta la programación, los idiomas, la lectura, el arte o las manualidades (si bien, en este caso, habremos de comprar materiales). No hay excusas: busca el que mejor se adapte a tu hijo… y déjale disfrutar.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/06/25/actualidad/1593076875_782915.html

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Estar raros, contra la vieja y la nueva normalidad

Por: Amador Fernández-Savater

Conversaciones con amigos en fase 2: “estoy muy raro” me dice uno, “me encuentro revuelta” me dice otra.

A mí me pasa lo mismo. Raro, descolocado, desorientado. “Me he quedado a vivir en la fase 0”, bromeo. Trabajo lo menos posible, paso mucho tiempo en casa, sólo me animo a los encuentros significativos.

¿Y si hubiese algo que atender en ese estar raros, algo a lo que deberíamos hacer un lugar? ¿Y si este estado de ánimo quisiera decirnos alguna cosa?

2. Pienso lo siguiente: estar raros significa que algo no encaja, que nosotros mismos no encajamos, que algo se ha roto, que hay un desajuste, un desacople.

No encajamos en el sucederse de las fases hacia la “nueva normalidad”. Estar raros es nuestra manera de rebelarnos contra el proceso de normalización en marcha. Hay una desincronización entre el ritmo objetivo de las fases y nuestro propio ritmo subjetivo.

Me parece que estar raros es ahora la mejor manera de estar, un signo de salud y de vitalidad contra la adaptación y la anestesia. El desafío es más dejarnos estar raros que dejarlo de estar.

3. ¿Por qué no encajamos? Hay restos en nosotros de lo que hemos vivido estos meses. Huellas de un acontecimiento. Efectos de la interrupción.

La experiencia vivida ha dejado sus marcas en nosotros. Esas marcas nos desvían del camino automático hacia la nueva normalidad, demasiado parecida a la vieja aunque lleve mascarilla.

Las cosas no cierran. Quizá duele, pero es mejor así. El cierre es la normalización. No hay normalidad, ni vieja ni nueva, lo que hay es un proceso de normalización que consiste en neutralizar todo lo que no encaja, en presentar la norma como el único camino posible.

4. ¿Qué nos pasó? Por un momento se interrumpió la definición convencional de la realidad.

En primer lugar, la idea según la cual cada uno tiene su vida. La existencia dejó de ser un asunto privado. El vínculo de interdependencia se impuso como una evidencia material y concreta. No hay burbuja que proteja absolutamente del contagio, nadie puede salvarse solo. El otro, en la distancia social, se hizo paradójicamente más presente: mi destino está ligado al suyo. Los otros cuentan, importan.

En segundo lugar, la idea según la cual el trabajo y el consumo configuran el sentido de la vida. Para miles de personas los automatismos de la vida cotidiana quedaron suspendidos. Incluso continuar como si nada requería todo un esfuerzo de invención: ¿seguir trabajando cómo y para qué? ¿Seguir consumiendo cómo y para qué?

5. En la interrupción han aparecido preguntas, malestares y ganas de otra cosa.

Preguntas: ¿qué está pasando, qué me va a pasar, qué nos va a pasar?

¿Qué es lo importante, qué es lo esencial, qué y quién nos cuida?

¿Qué es lo significativo, qué relaciones me sostienen, qué hace que mi vida merezca la pena ser vivida?

Malestares, porque hemos sentido violentamente la evidencia de que las lógicas estatales y mercantiles no cuidan.

El Estado, porque a pesar de sus mejores intenciones cuando las tiene, es ciego a las desigualdades y las singularidades de las formas de vida. Se legisla como si la sociedad entera fuese una clase media más o menos acomodada. Confinarse, muy bien, pero ¿y los que no tienen casa? ¿Y los que viven al día? ¿Y los que viven en un lugar pequeño y son muchos? ¿Y los que tienen peculiaridades físicas o psíquicas que convierten el confinamiento en un encierro insoportable? Todas las desigualdades por género, edad, raza, clase. El Estado, basado en la lógica de la ley y el deber ser, no ve las diferencias que atraviesan lo que hay.

El Mercado, porque su lógica de maximización de la ganancia y beneficio le sitúa siempre por encima del cuidado de la vida. Es una lógica literalmente extra-terrestre: por encima de lo terrestre, de los terrestres y de la tierra. No se producen valores de uso, sino valores de cambio. No se producen riquezas, sino beneficio. Los inventos técnicos no liberan tiempo, sino que intensifican la producción. La guerra es la ocasión ideal para convertir ciertas mercancías (las armas) en dinero. El paro y los despidos son la mejor solución de las empresas para no arruinarse. La obsolescencia programada resulta una gran idea.

Los problemas para los habitantes de la tierra (humanos y no humanos) son soluciones para la economía. De ahí que el pensador italiano Antonio Gramsci apelase a nuestra “terrestritud común” contra la lógica capitalista de beneficio.

Ganas: en el silencio, en el tiempo reapropiado, en ciertos encuentros y reencuentros con la naturaleza, en los primeros paseos por ciudades libres de ruido, coches y estrés, en el cuidado de los más cercanos, en la atención amorosa a los desconocidos, en las prácticas creativas caseras, en la intensificación de los vínculos… en mil experiencias distintas se han despertado las ganas de vivir de otras maneras.

6. La vida viene sin manual de instrucciones. “Vivir no es otra cosa que arder en preguntas” decía el poeta Antonin Artaud. No hay normalidad, ni vieja ni nueva, sino un proceso de normalización permanente: apagar constantemente el fuego siempre reavivado de las preguntas sobre cómo vivir.

Estar raros es seguir vivos. Insistir en nuestras preguntas, malestares y deseos contra la normalización. Tratar de convertir todo ello en materia a elaborar para inventar un deseo nuevo, una nueva forma de vivir.

Estar raros es defender nuestras preguntas, conservar las marcas que nos ha dejado la interrupción como algo precioso, disponernos a otra atención sobre nosotros mismos y sobre la realidad.

Atención a todo lo que no encaja, porque bajo la apariencia de normalización hay mil heridas. Personas que ya no están y cuya ausencia nos interroga: ¿es normal que esta persona ya no esté, su muerte es natural o se trata de una muerte política, que depende de un modo de organización social? Lugares y cosas que ya no están: ¿es normal que este sitio haya cerrado, que esa persona ya no trabaje aquí?

Estamos raros porque no queremos volver a lo mismo y porque además lo mismo ya no existe.

7. Ahí fuera sigue el virus. Es un actor nuevo en el tablero de juego que obliga a todos los demás a redefinirse: nuevos hábitos, distancia social y medidas de protección en escuelas, universidades, comercios, transportes. Estamos raros también porque somos sensibles a todo esto.

Una amiga, madre de dos niñas, me dice: “ya no sé qué significa ser madre, para qué mundo se educa ahora a los hijos”. El suelo se abre bajo nuestros pies.

La misma pregunta se puede hacer un maestro, una maestra, un terapeuta, un trabajador social, un agente cultural, un trabajador sanitario…

No hay normalidad, ni vieja ni nueva, sólo proceso de normalización: permanente desactivación de las preguntas que podrían abrir la situación, para reapropiárnosla, dejar simplemente de obedecer e inventar reglas comunes de cuidado colectivo.

8. Malas noticias: el virus se reproduce a través de nuestras formas de vida (turismo, aglomeraciones). Hay una especie de radioactividad en el aire. Podemos decir que los modos de vida convencionales están infectados y envenenados.

No hay vuelta a lo mismo. Incluso la persona que agarre este verano un vuelo con un destino paradisíaco lo hará con un cosquilleo de intranquilidad en la nuca.

Estiremos más aún las malas noticias: podemos afirmar que la “nueva normalidad” sólo es un paréntesis entre dos estados de alarma, aquel del que venimos y aquel hacia el que vamos. Incluso si no vuelve a declararse nunca, en adelante viviremos bajo su amenaza. Hasta que se encuentre la vacuna, sí. ¿Y si no se encuentra? ¿Y si aparecen nuevos virus u otros riesgos mayores derivados del cambio climático?

El miedo ha llegado para quedarse. La norma es, de aquí en adelante, el propio estado de alarma. Y lo que llamamos “nueva normalidad” es sólo una fase particular en ese marco: siempre provisional, precaria, inestable.

9. Podemos distinguir dos versiones de este proceso de normalización, dos formas de adaptación, dos formas de gobierno que son al mismo tiempo dos formas de subjetivación (es decir, de vivir las cosas).

La neoliberal / neoliberal lleva el nombre de Trump, Bolsonaro, Johnson. ¿La economía por encima de la vida? No: la economía es la vida.

Recuperar la normalidad lo antes posible, caiga quien caiga. Como rezaba la pancarta de un manifestante pro-Trump en Estados Unidos, “sacrificad a los débiles“. La vida es productividad, la vida es empresa, cada uno es el empresario de sí mismo, dejad caer a los que no puedan seguir el ritmo.

Necro-política y necro-lógica: producción de poblaciones desechables, superfluas, sobrantes. Precisamente el rasgo que Hannah Arendt señaló en su día como condición necesaria de la política nazi en Los orígenes del totalitarismo.

Pero no nos escandalicemos tan deprisa. Es demasiado fácil y no lleva a ningún sitio. Esa pancarta sólo hace explícito lo implícito, hay que agradecérselo. La necro-lógica ya rige nuestras instituciones. Pensemos en las residencias donde han muerto tantos de nuestros mayores. La percepción normalizadora que apaga las preguntas sobre esa muerte masiva (“eran viejos, tenían que morir”) ya nos atraviesa y constituye.

La versión neoliberal / socialdemócrata lleva el nombre de Pedro Sánchez (o de Alberto Fernández en Argentina).

Obviamente, es muy preferible (y defendible) frente al horror necro-político de la derecha radical por mil razones. Pero tampoco nos quedemos ahí. Es también un cálculo coste-beneficio sobre las poblaciones consideradas como fuerza de trabajo, otra consideración utilitaria.

En este cálculo se combinan los derechos sociales y las medidas sanitarias con un marco que no se toca, un límite absoluto. El querido Fernando Simón lo resumió con su franqueza habitual: “este país vive del turismo, tenemos que prepararnos” (en otras geografías se trata de otros extractivismos depredadores). A esa combinación se llama “nueva normalidad”. No se toca el marco, ni se emprende ningún cambio sustantivo.

Pero tampoco le pidamos peras al olmo: lo que ha cambiado siempre las cosas es una nueva definición de la realidad, la emergencia de otro sentido de la vida. Un gobierno gestiona, mejor o peor, pero no puede producir otro sentido de la vida.

10. Una cantidad de preguntas, una cantidad de malestares, una cantidad de ganas de otra cosa. Todo ello junto y revuelto, en un magma. Es un potencial enorme.

¿Cuál es el desafío? Engarzar lo existencial con lo político, las preguntas y el impulso de cambio. Sólo hay energía política cuando ambas dimensiones tejen un vínculo, como ocurrió el 11M de 2004, el 15M de 2011, los 8M de la huelga feminista.

La transformación social no consiste sólo en una serie de problemas objetivos (pobreza, etc.) que se articulan en demandas dirigidas al Estado, sino que es también la expresión (no la representación) de unas preguntas radicales sobre la vida que de pronto se vuelven colectivas, comunes y compartidas. Formas de expresión (organizativa, estratégica, táctica) que hay inventar cada vez, no despreciando las experiencias pasadas, sino recreándolas.

Cuando lo existencial se separa de lo político sólo hay debilidad: lo político se convierte en partido, identidad e ideología; lo existencial se lleva a terapia

Las tentativas de transformación social han fracasado una y otra vez cuando encomiendan el cambio a una renovación puramente objetiva, estructural, sociológica. Es la “izquierda sin sujeto” que desmontó el pensador argentino León Rozitchner hace más de 50 años, pero que persiste en su fracaso.

La izquierda sin sujeto se hace cargo de lo político sin dimensión existencial, la terapia se hace cargo de lo existencial sin dimensión política.

El sujeto de cambio no es mero soporte de determinaciones económicas o sociológicas, sino el espacio de elaboración de preguntas, malestares y deseos. Un espacio a la vez e indisociablemente individual y colectivo.

La fuerza de transformación hoy pasa por la capacidad de dar expresión común al magma de preguntas, malestares y deseos que nos atraviesa, a nuestras subjetividades heridas y en crisis, en definitiva, a nuestro “estar raros”.

Gracias por las conversaciones “raras” que alimentan este artículo: Marta Badiola, Natasa Lekkou, Raquel Mezquita, Marga Padilla, Juan Gutiérrez, Natalia Garay, Diego Sztulwark, Agustina Beltrán, Javier Olmos, Arantza Santesteban, Sergio Larriera, Eugenia Mongil, Amarela Varela.

Fuente e imagen:  https://www.eldiario.es/interferencias/raros_6_1039806037.html

 

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Las perspectivas de la educación privada ante la “nueva normalidad”

Por: Fidel Ibarra López

Parto de lo siguiente: con el término de “nueva normalidad” no pretendo referirme a ese marco de medidas que se están proponiendo para el retorno a clases en el próximo ciclo escolar -número de alumnos por salón de clases, medidas sanitarias en los centros escolares, etc.- Hacerlo así, sería centrar la atención en un aspecto de carácter administrativo. Y demeritaría con ello el alcance de la complejidad del tema. O, dicho en otras palabras, si bien esas medidas representan un problema para cualquier centro educativo, sería en el mejor de los casos el menor de los problemas. El tema es mucho más complejo, y explico el porqué:

Hablar de una “nueva normalidad” es hablar, en un primer acercamiento, de un nuevo orden en la convivencia social de los individuos. ¿Por qué? Porque este virus –el SAR COV2-, al igual que el virus que genera el VIH, el Ébola o la influenza H1N1, llegó para quedarse. Y habrá que aprender a vivir con él. Y una forma de hacerlo, es integrando el distanciamiento como práctica social. Y eso significa una nueva normalidad.

No obstante, la “nueva normalidad” no es un tema que se circunscriba solamente al plano de la convivencia social. Varios autores están advirtiendo sobre el advenimiento de un nuevo orden social que tendría implicaciones en varias agendas (económica, política, tecnológica). Me detengo en una, para contextualizar mi línea argumentativa: la economía y el capitalismo cognitivo. Desde hace unos años, el debate sobre la Cuarta Revolución Industrial ha ocupado a los académicos interesados en el tema. No obstante, para el grueso de la población era un tema tangencial, puesto que no demandaba interés alguno. Con la irrupción de la pandemia esto no necesariamente va a seguir siendo así, porque la realidad laboral en una cantidad importante de empresas ha tenido que migrar hacia el mundo digital. Y va a ser un proceso irreversible. Esa condición es un imperativo precisamente de la Cuarta Revolución Industrial, donde la interconexión -entre individuos y empresas- va a transformar el espectro económico que conocíamos hasta antes de la pandemia.

Y va a ser -insisto- un proceso irreversible. Y que, además, de acuerdo con los expertos en la materia se va a presentar a una velocidad exponencial, con amplitud y profundidad y que generará un impacto toral en los sistemas (gobiernos, empresas, industrias). En ese sentido, como afirma Klaus (2016), la pregunta para las empresas no es si se va presentar alguna disrupción, sino ¿cuándo llegará la disrupción, qué forma adoptará y cómo afectará a la empresa? La disrupción ha llegado. Y esta es, en realidad la “nueva normalidad” a la que hay que adaptarse. Y, sobre todo, más que adaptarse es sobrevivirle, porque el cambio va a ser abrupto tanto para gobiernos como para las empresas y los individuos. En términos económicos, estamos en los albores de la implementación del capitalismo cognitivo. Y la pandemia ha sido el disruptor que se requería para ello.

En el caso de la educación privada, la complejidad inicia a partir de que se traslada la enseñanza a las tecnologías digitales. Y ante ese imperativo, algunas empresas educativas lo han tenido que paliar a través de plataformas que ya existían en la red, y otras más han recurrido a la constitución de sus propias plataformas, así como a la capacitación de su personal docente, y con ello han dado dos pasos al frente.

No obstante, la complejidad no termina ahí. Se está logrando sacar adelante el actual ciclo escolar, pero el escenario para los próximos ciclos demanda una revisión con seriedad de varios aspectos, porque la situación ha cambiado de forma sustantiva.

Cito algunos aspectos para contextualizar el problema: ¿cuántos alumnos de la educación privada pasarán a formar parte de la matrícula de una escuela pública? Lo desconozco, pero ese escenario se va a presentar. Por lo cual, las empresas educativas tendrán que reconfigurar su relación con sus clientes (padres de familia). O, en defecto, crear un modelo que les permita tener una vinculación más cercana con sus clientes. Como nunca antes, en este nuevo escenario cada centro escolar debe constituir un marco de competitividad que les permita atraer y retener a los alumnos. Y eso se logra a través de la innovación. Este concepto es un concepto recurrente en el discurso educativo, hasta llegar al grado de utilizarse de forma arbitraria; pero de aquí en adelante, es el concepto estratégico para mantenerse en pie en el nuevo orden económico que se nos avecina.

Para la innovación, un elemento es esencial: la cualificación del capital humano. En efecto, las empresas ya no le deben seguir apostando a la estrategia de los costos -a través de la contratación de mano de obra barata- para mantenerse en pie, sino a la contratación de capital humano cualificado para generar procesos de innovación que le permitan a la organización constituir un marco de competitividad frente a la competencia en el mercado.

Ahora bien, innovar ¿en dónde y hacia qué aspectos? Con esta pregunta regreso a la interrogante planteada por Klaus (2016): esta coyuntura disruptiva, ¿qué forma adoptará y cómo afectará a la empresa? En la respuesta a esta interrogante se encuentra el marco de innovación hacia el cual se debe enfocar la empresa. Para ello, se debe calibrar con la debida seriedad en qué escenario estamos parados y qué es lo que se avecina. Dicho en otras palabras, debemos leer con atención el escenario que nos está planteando esta coyuntura y actuar en consecuencia.

Visto así, me parece hasta como una oportunidad para que se aborde con perspectiva de futuro la educación que se imparte, sobre todo en el caso de la educación básica. Y revisar, a partir de ello, no solamente la relación escuela-padres de familia, sino también la parte del modelo educativo, el currículo, la formación académica de los docentes y la gestión administrativa y académica de la escuela.

Así, el tema implica una lectura a mayor profundidad, y por supuesto no se agota con un artículo como el que nos ocupa. Sin embargo, lo relevante a destacar es que el mundo cambió y ese cambio impactará a todos los actores que constituyen el sistema -económico, social, tecnológico-. La “nueva normalidad” entonces, será una normalidad donde sobrevivirán las empresas que estén insertada en el capitalismo cognitivo del siglo XXI. Y para ello, la clave está en la innovación.

Para vincular el título con esta parte del escrito diremos que, las perspectivas de la educación privada en esta “nueva normalidad” de penderá de la lectura que hagan de la actual coyuntura que se nos avecina, así como de las medidas que adopten al interior. Si la lectura se limita a las medidas administrativas y logísticas que tienen que tomar para reiniciar las clases en el próximo ciclo escolar -en caso de que haya condiciones para ello-, entonces el mensaje que se envía es que lo único que cambiará en la “nueva normalidad” es que solamente hay que ajustar la cotidianidad y la praxis a una condición de distanciamiento social.

Si ese fuera el caso, entonces la situación no demandará mayor problema: hay que modificar el orden de los pupitres; implementar un protocolo para el establecimiento de las medidas sanitarias; y si nos extendemos al terreno económico, reestructurar el costo de las colegiaturas para responder a la situación económica y mantener con ello al alumno en la escuela.

¿Es así de simple? Habrá quien lo juzgue así. Y, por lo tanto, su respuesta a esta complejidad será la implementación de medidas administrativas y de corto plazo. Sin embargo, la situación es más compleja. Y obliga a una revisión de fondo. Incluso, pensar la educación (básica) con miras a los individuos que demandará la sociedad cognitiva del siglo XXI. Algo que no ocurre ni por asomo en nuestra educación en estos momentos.

Finalizo con lo siguiente: la “nueva normalidad” orilla a las empresas educativas a la toma de decisiones. Y en esas decisiones se pone en juego incluso hasta su futuro.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/las-perspectivas-de-la-educacion-privada-ante-la-nueva-normalidad/

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Estas son las ‘apps’ que han ayudado a los niños a hacer los deberes durante el confinamiento

Noticia/11 Junio 2020/elpais.com

A pocas semanas de terminar el curso escolar, las aplicaciones educativas que más se han descargado profesores y familias se mantendrán en la nueva normalidad

Desde que colegios e institutos cerraron sus puertas como medida de prevención, niños, profesores y padres hemos tenido que familiarizarnos y adaptarnos, cada uno a su manera (y nivel), a las nuevas tecnologías. Nos hemos especializado en las clases en remoto, en una suerte de improvisado homeschooling. Para esta tarea maratoniana, las apps y plataformas educativas han sido las grandes aliadas. Son las herramientas que hemos tenido más a mano en un momento de urgencia y nos han valido para que nuestros hijos aprendan, estudien, hagan deberes, se entretengan y lleguen al final de este año escolar tan peculiar, que acaba dentro de unas semanas. Además, han salvado los ratos muertos, de aburrimiento, euforia o pataleta, mientras los padres hacíamos lo nuestro terminando nuestras tareas laborales y domésticas.

Tecnología en el aula, ¿sí o no? Antes de la pandemia, este era el gran debate. Escuelas privadas de Silicon Valley, la meca del mundo tecnológico, apostaban por dejar de utilizar pantallas en el centro escolar y en Francia se prohibía el uso de móviles durante el horario de clases, para evitar la distracción y el ciberbullyingNo obstante, el confinamiento nos ha obligado a relativizar y ser más flexibles con el tiempo y horarios de uso de los dispositivos de nuestros niños. Más de 8 millones de alumnos matriculados en España, en centros de educación infantil, primaria, secundaria, bachillerato y formación profesional, los mismos que, en mayor o menor medida, han tenido que conectarse para “asistir” a sus clases.

Las aplicaciones ya eran populares antes del confinamiento, pero hoy se han hecho imprescindibles. Han irrumpido en nuestros hogares para transformarlos en guarderías y escuelas, o simplemente, espacios de divertimento. Según el estudio “Apps y nativos digitales: la nueva normalidad”, de Qustodio, tras la primera semana de estar en casa, la actividad online de los chicos de entre 4 y 15 años ya se había disparado en un 180%. Del informe también se extrae que los menores españoles son los que más tiempo dedican a las aplicaciones educativas (15 minutos diarios). Pero esta permanencia se antoja insignificante comparada con el que pasan conectados a redes sociales (103 minutos) y a videojuegos (81).

El arte de aprender en casa

Las apps educativas son una herramienta más de nuevas formas de aprender. Pero no se trata de trasvasar el contenido de una sesión presencial a una virtual. “La clase online -afirma Enrique Dans, profesor de Innovación y Tecnología, divulgador y blogger– requiere una metodología diferente. El profesor tiene que explicar su asignatura en un entorno nuevo. Por eso, una clase presencial se prepara; una online, se produce”. Esto quiere decir que deberá elegir las apps más atractivas y variadas, “incluyendo vídeos, ejercicios activos, promover que el alumno intervenga, haga una presentación o que vea a un invitado que se conecte a la clase. Esto no quiere decir que el profesor ya no sea necesario. Detrás de las apps hay una investigación rigurosa, con expertos en pedagogía diseñando cómo debe ser la explicación. Pero el profesor integra el marco conceptual, explicando los temas más complejos y reforzándolos con las apps”.

Las clases virtuales les han quedado grandes, por no decir enormes, a muchos profesores. Nuria Vallejo, pedagoga especializada en e-learning, sostiene que “durante años se viene trabajando en la formación del personal docente en TICS aplicadas al aula, pero algunos no se habían animado aún a ponerla en práctica. Ahora, se han visto sobrepasados. Pero la gran mayoría ya tenía muchas destrezas y habilidades entrenadas en TICS, con lo que han saboreado con mayor placer, lo que les ha llevado a dedicar muchísimas más horas de trabajo”. Es el caso de Esther Díez, profesora de Lengua y Teatro de Eso, Bachillerato y FPB, que se reconoce “reacia a que nos invada la tecnología. No obstante, he aprendido a que se puede combinar la parte presencial con la digital”. Para ella, este período ha sido “duro, pero no tan difícil, porque previamente ya incorporaba algunos recursos digitales a mis clases. Una vez que usé Zoom para ver las caras de mis alumnos, me serené. Así mismo, rescato cosas positivas, porque he descubierto apps que voy a incorporar cuando vuelva a hacer mis clases presenciales”.

Las apps favoritas

El estudio Qustodio ha comparado el uso de apps educativas antes y durante de la Covid-19. Google Classroom ocupa el primer puesto como herramienta educativa con un crecimiento del 91%, situándose muy cerca de Show My Homework, líder en el Reino Unido. Este servicio del gigante de Google llegó como innovación educativa hace más de seis años, pero en el confinamiento se ha convertido en una necesidad. Teams, de Microsoft, es otra de las aplicaciones que se están utilizando desde los centros escolares para gestionar recursos y comunicarse con los alumnos, corregir trabajos, explicar dudas y realizar clases virtuales a través de videollamadas, con aplicaciones de comunicación como Skype, WhatsApp y la novedosa Zoom, tan conocida como utilizada por todos. A estas se suma la recientemente estrenada Google Meet, una versión que sustituirá a Hangouts. Además:

1. Duolingo. Para aprender idiomas, de una manera fácil e intuitiva, para grandes y pequeños. Refuerza el vocabulario y la pronunciación. Se trata de una de las que ocupa los primeros puestos en el ránking de Qustodio.

2. Photomath. También en el podio del ránking, está diseñada para resolver problemas matemáticos al instante, a través de una imagen escaneada con el móvil del usuario.

3. Smartick. Método online de aprendizaje de matemáticas para niños de 4 a 14 años, creado por dos emprendedores españoles. Consiste en sesiones de 15 minutos, con ejercicios y juegos de cálculo mental, pensamiento lógico e incluso comprensión lectora.

4. Smile & Learn. Juegos, vídeos y cuentos interactivos en una aplicación que contiene más de 5.000 actividades educativas con las que poner a prueba los conocimientos generales de niños de 3 a 12 años.

5. Writing Wizard. Una app ideal para niños de entre 4 y 7 años, que hacen sus primeros pinitos en la lectoescritura. Con dibujos y efectos audiovisuales.

6. Kahoot. Muy divertida, para contenidos de cualquier tipo, relacionados con el colegio, la familia, el ocio. Permite crear un juego tipo quiz, a modo de Trivial.

7. Quizlet. “Conviértete en el maestro favorito de tus hijos en casa”. Así recibe a los usuarios esta app, pensada como concurso en el que se pueden preguntar los contenidos que se quieran.

8. ThatQuiz. Una buena herramienta que han usado los profesores durante este confinamiento, ya que permite hacer exámenes, corregirlos inmediatamente, ver las notas, conocer el error más habitual o la pregunta que no se ha entendido bien.

9. Padlet. Una app para gestionar y colaborar el trabajo del alumno y el colectivo, el calendario, la previsión de la semana, subir vídeos, grabar audios, cargar documentos o escribir mensajes. Para tener ese corcho al que clavar los recordatorios con chinchetas.

El futuro de estas apps en la nueva normalidad

De todas las aplicaciones que se han (re)descubierto en estos meses, muchas van a “quedarse” en el próximo curso. “La tecnología contribuirá porque nos va a humanizar más: por un lado, reforzará las capacidades de comunicación, y, por otro, permitirá la individualización”, dice Dans, quien asegura que “será posible estar en casa, si el niño está enfermo, y poder seguir participando en el proceso educativo. Para ello, los colegios se tienen que dotar de infraestructura”. Para Díez “algunos considerarán que esta época será un empujón para incorporar apps a las clases, para motivar a los alumnos. Lo ideal será combinar lo bueno de la clase presencial y los recursos digitales”. Algo parecido opina Vallejo, quien sostiene que “la tecnología ha irrumpido por necesidad y todos los sectores están descubriendo sus bondades en estos momentos difíciles. Seguro que, a partir de ahora, toman un papel aún más relevante en los procesos de enseñanza y aprendizaje”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/06/04/mamas_papas/1591248447_765322.html

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Reaprendizajes

Por: Pedro Flores

Así como el mundo ansía la llegada de una vacuna contra el virus que causó el cierre de nuestras escuelas y universidades, algunos también deseamos la construcción de mejores capacidades directivas y gubernamentales para abrirlas.

Por eso es importante hacer un repaso de los lineamientos para el regreso a clases en la “nueva normalidad” anunciados ayer por el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán.

¿Cuándo regresaremos a clases presenciales? Todo depende del color de alerta sanitaria (“semáforo”) que como sociedad hayamos podido alcanzar, pero como referencia, el 10 de agosto daría inicio el ciclo escolar 2020-2021.

Para regresar relativamente seguros, se trabajará, según el titular de la SEP, en nueve “intervenciones” que en realidad son más: activación de los comités participativos de salud, sanitización de las escuelas, establecimiento de filtros en tres planos (hogar, escuela y aula), higiene permanente, señalizaciones de tránsito para todos los agentes escolares, dotación de condiciones básicas de operación (agua, jabón, gel) en “todas” las escuelas, protección del personal docente en “grupo de riesgo”, uso de cubrebocas, recreos escalonados, suspensión de ceremonias y reuniones, apoyo emocional para docentes y estudiantes, maximización de espacios abiertos, y detección de algún enfermo que implicaría volver a cerrar la escuela.

Con estos elementos ya podemos imaginar la nueva fisonomía del ambiente escolar que vamos a crear. Específicamente, a mi me preocuparían al menos dos aspectos. Primero, ¿cuántos profesores “en riesgo” no podrán regresar a sus escuelas y cómo se suplirá su labor? Este es un tema de naturaleza estrictamente laboral y sindical que impactará directamente sobre el aprendizaje de la niñez mexicana. Segundo, cómo vamos a prepararnos para trabajar de manera intermitente ante rebrotes reales o falsas alarmas de contagio. La capacidad de los directores y supervisores del nivel básico de educación aquí será clave, así como la comunicación entre ellos, los docentes y las jefas y jefes de familia. Un nuevo reto de gestión escolar para la continuidad del aprendizaje se avecina y una versión renovada de autonomía escolar podría nacer, ¿cómo reaccionará la SEP a ella? Habrá una oportunidad para reaprender.

Desde antes, pero más notoriamente desde que la realidad cambió notablemente a raíz del Covid 19, varios analistas han hecho notar cierta debilidad del titular de la SEP para responder a los complejos problemas públicos que envuelven a la educación. Coincido con esta observación y la reitero no para señalar personalmente a Esteban Moctezuma, sino porque esto origina vaguedad, errores y finalmente, una falta de capacidad de gobernación del sistema educativo nacional. No se trata de imponerse como en el pasado, sino de construir y ejercer la autoridad educativa que la Ley le confiere. Es una cuestión de legitimidad y eficiencia bajo un marco (aún) democrático.

Si bien el secretario acertó cuando anunció la eliminación de los “exámenes de asignación” para secundaria, pienso que debió haber sido más enfático y decir que todos los niños y jóvenes de educación básica van a acreditar sus cursos, que pasarán sin restricciones de grado independientemente de la calificación que obtengan. En cambio, dijo: “En cuanto a la valoración del ciclo escolar 19-20, dado que el calendario escolar había avanzado un mínimo de 73 por ciento en todo el país, la calificación base a los alumnos será responsabilidad de las maestras y los maestros que son quienes los conocen bien y algunos criterios serán el promedio de sus calificaciones en los dos primeros trimestres y las carpetas de experiencias de los alumnos, ya sea que las presenten de manera física u oral, pero estas sólo se utilizarán para ayudarlos en su calificación, nunca para perjudicarlos”. ¿Pensará alguien perjudicar la trayectoria académica de algún estudiante ante la pandemia?

Una “calificación” escolar no representa valor ante una situación tan sui generis y de emergencia que todas las niñas, niños, jóvenes, madres y padres de familia hemos tenido que forzosamente vivir. La realidad cambió, ¿las viejas reglas escolares no? Además, los maestros y maestras pueden conocer bien a sus estudiantes, pero varios de ellos también se vieron envueltos en una presión e incertidumbre que ocasionó diversos problemas y errores. Uno de estos fue sobrecargar a los estudiantes de contenidos y tareas como una reacción apresurada ante la virtualización escolar. Faltó entonces dirección de la autoridad educativa para tener claro qué era importante aprender o “desaprender”. ¿Cuándo llegue la vacuna contra el Covid 19 habremos sanado de burocratitis?

Desarrollar y mantener el interés del educando por su aprendizaje – no por su calificación – es un propósito que bien puede servir a futuro como referente dado el escenario de incertidumbre, intermitencia escolar y necesidad de un cambio educativo real.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/reaprendizajes/

Imagen: https://pixabay.com/

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