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La normalidad y la nueva normalidad; la tragedia y la farsa

En estos tiempos de pandemia y cuarentena la naturalización de la locución, “nueva normalidad”, ha tomado un auge que pareciera que distingue a quién lo pronuncia.

La “nueva normalidad” ha provocado, casi por el solo hecho de decirlo, la creación de un universo paralelo, con la ilusión de “nuevos valores”, pero eso sí, todo bajo las prescripciones que imponen los protocolos, una “nueva normalidad protocolar”

El imaginario de un escenario pospandémico se está diseñando desde un “recalculando” sistémico con protocolos globales que ensayan la “nueva normalidad”.

Con la “vieja” configuración, el resquebrajamiento de la “normalidad” se estaba acentuando con cuestionamientos a escala planetaria. Movimientos sociales contra el trabajo precario y el aumento sistemático del desempleo; manifestaciones antipatriarcales, feministas, de género; ambientalistas, ecologistas, campesinas; contra la pobreza, el hambre; por la abolición de la policía asesina; contra el racismo en todas sus versiones; las voces indígenas contra el terricidio y por el buen vivir; afrodescendientes y tantas protestas globales que podríamos continuar enumerando porque son manifestaciones mundiales, pero sobre todo en Latinoamérica.

En este escenario, sumada las caídas de todas las economías, aun cuando las acciones de las corporaciones tecnológicas crecen desmesuradamente como las fortunas de sus CEO$, también sucede que se visibilizaron los engranajes de todo el sistema de desposesión, manifestándose claramente en la precariedad del circuito sanitario y en el abandono de altos porcentajes de población sumida en un destino que nunca eligieron, simplemente, porque nunca pudieron elegir.

Varias perspectivas se abren en relación con todas las luchas y resistencias, una de ellas es la autopercepción de los excluidos como excluidos, aún con sus propios clivajes culturales y formas de autorganización.

¿Y de la educación, qué?

Los debates ideológicos sobre la educación son históricos, pero el proyecto que impulsó la reforma de los últimos 40 o 50 años con la imposición de la currícula instrumental, que promocionan las corporaciones empresariales de la mano de los organismos internacionales con sus fundaciones y ong parasitarias de los sistemas educativos en cuanto a participación en las formulaciones políticas y actuación directa sobre el sistema, contribuyó a un proceso de endoprivatización creciente que se sumó al de exoprivatización, que para el caso argentino viene desde la década del ’50 del siglo pasado con la decisión política de subvencionar a la educación privada.

No obstante, hasta los años ’70 del siglo pasado, ni siquiera la burguesía pensaba en la “privatización” de la educación pública, porque de hecho la educación pública les era funcional a sus intereses de clase, lo que permitió a la Argentina mostrarse como modelo tanto a nivel regional como mundial.

Sin embargo, algo se comenzaba a escapar de las sutiles sujeciones administradas desde la colonialidad del poder, las autonomías universitarias se tornaban molestas y el incremento de matrícula en la escuela ya era muy importante.

Los ’90 fueron los testigos del proceso de precarización creciente de lo público, incluida la educación y la salud, en ese contexto las políticas promocionan la explosión de lo privado como el imaginario de salvación del individuo, se instala la semiótica de lo privado como valor.

Y es en esa perspectiva que tenemos que observar, desde una mirada crítica, la relación de la colonialidad interna[1] con los modos colonialistas de dominación.

Tal vez esa relación es una de las que más se expone cuando la visibilizamos en una pregunta que deberíamos hacernos:

¿Qué educación?

Tal vez el mayor obstáculo que encontremos, frente a la pregunta, es la colonialidad interna, puesto que presupone colonialismo en las mentalidades y subjetividades, en la cultura y en la epistemología.

Y, justamente, este último concepto, la epistemología es el factor fundamental para la pregunta, ¿qué educación?

El cambio del código epistemológico y la semiótica del ocultamiento

No podemos evitar mirar el nacimiento de otra educación (en sentido amplio y nefasto para los pueblos “des-cubiertos”) luego de 1492. Es poca y deliberadamente manipulada, la información que ha circulado por el sistema educativo respecto de qué educación había en los habitantes de este lado del Atlántico.

Las producciones culturales de las civilizaciones maya, inca y azteca o las culturas quechua, aimara, guaraní y de todos los demás pueblos precolombinos, prevespucianos, precortesianos y prepizarroanos (permítanseme los términos), fueron avasalladas y de lo que dejaron los usurpadores, el decurso histórico de la modernidad eurocéntrica y blanca se encargó de invisibilizar, apropiar y museificar.

Sin embargo antes de la llegada del dios los invasores, (Fuentes 1992)[2] Quetzalcóatl, dios de la creación y de la hermandad, había creado a la humanidad, la agricultura y la sociedad y era, además, luz de la educación.

La cultura Olmeca (1500 AC) da origen al pueblo Zapoteca (actual Oaxaca en México). La cultura Maya del siglo III (AC) al siglo I (DC) tenía escritura, los libros del Chilam Balam, escritos a partir del siglo XVI, dejan testimonios de la civilización y sus ancestros.

En Perú, el invasor Francisco Pizarro (1532) enfrenta a la resistencia de Atahualpa, que muere quemado (como cristiano). Las guerras civiles por el poder y el oro, que los invasores codiciaban, encontraron una nueva resistencia, la de Túpac Amaru, al que decapitan en 1572.

Durante el imperio Inca, sus tierras, el sustento del Rey y del Estado, eran concedidas a las comunidades. La gran diferencia entre el concepto de lo comunitario y el proceso de desposesión que se aplica, involucra el reparto de tierras junto a la noción de lo privado y la recompensa al mérito.

La imposición del lenguaje y de la escritura alfabética del colonizador ganó el territorio simbólico: cultural y político. Se impone una nueva visión de mundo, que inaugura una nueva semiótica y anula o invisibiliza la cosmovisión de las culturas precolombinas que serán descriptas y explicadas desde el eurocentrismo.

No podemos obviar que la “conquista de América”, ya tiene dos componentes muy interesantes para empezar a repensar nuestra pregunta “¿qué educación?”, puesto que allí se encuentra el principio epistemológico de lo que ya habíamos desarrollado en otros escritos[3]: la pedagogía de la obediencia.

Los dos componentes son “conquista” y “América” y así se estudió en nuestras escuelas durante muchísimos años, con ese rótulo y sin ningún principio de criticidad, casi un “festejo” porque los imperios portugués y español nos hayan “des-cubierto”, “conquistado”(invadido/asesinado) y colonizado (dominado/esclavizado).

“Des-cubrimiento”, al que nombraron, las Indias, primero y “América”, después; para cambiar la configuración a sangre, fuego y biblia con los principios de la naciente modernidad.

Claro que también los “conquistadores” reconfiguraron su promiscuo presente, trayéndolo a estas tierras y llevándose las riquezas y las vidas de los habitantes originarios.

En ese marco aparece lo que hoy llamaríamos el protocolo de “requerimiento de obediencia”[4], probablemente el documento que operó, simbólicamente, en nuestra pedagogía hasta su naturalización. La obediencia colonial (528 años) sobretodo en nuestras clases dirigentes, tan embebidas por la colonialidad del poder.

Imponer el nombre, imponer la cultura, imponer las creencias, imponer que estas vidas no cuentan más que para la dominación y la esclavitud, la imposición sobre los cuerpos y las mentes, los ultrajes históricos y presentes. Lo que ocurrió fue el primer gran genocidio étnico, oculto durante siglos en todas las currículas escolares fundadas en el principio etnocéntrico de la supremacía blanca y fundamentada en la cultura eurocéntrica y los postulados de la modernidad.

La pedagogía de la obediencia fue y es el ariete del colonialismo interno, el que circula en un amplio espacio de nuestro universo cultural y que impone las percepciones de la realidad.

Y es, justamente, ese colonialismo interno el que atraviesa no sólo a la clase dominante, sino al conjunto de la población latinoamericana, que se mimetiza con las conceptualizaciones aplicadas por el sistema/mundo colonial/capitalista, invisibilizando la alteridad, lo que se manifiesta claramente en la reacción de los aparatos de represión estatal, impulsados por nuestros propios gobiernos y por la colonialidad del poder que los habita, impidiendo, todavía en el siglo XXI, el reconocimiento originario, como formante del sistema/mundo, y más aún, como lo que debemos recuperar culturalmente: su epistemología.

El engaño reproducido por las currículas escolares en cuanto a los principios y valores impuestos por el discurso de la modernidad como discurso de dominación/obediencia ha generado una impronta de dependencia cultural que lleva más de cinco siglos.

Así las cosas, nuestra región navega en los mares del mundo de las ideas de los que apenas “des-cubiertos”, fueron señalados como inferiores (o inmaduros) desde una superioridad que les otorgaba el propio imaginario de la modernidad europea, la razón universal que fundó sus principios europeos en la destrucción de la alteridad de la llamada América.

«La primera [razón de la justicia de esta guerra y conquista] es que

siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros [indios], incultos e

inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes,

poderosos y perfectos que ellos; imperio que les traería

grandísimas utilidades magnas commoditates, siendo además cosa justa

por derecho natural que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al

alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido1,

lo imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien de todos

(utrisque bene)» (Ginés de Sepúlveda, De la justa causa de la guerra

contra los indios) [5]

Es necesario detenernos aquí un momento para mirar el análisis que hace Dussel, justamente sobre la cita de Ginés de Sepúlveda:

En esto consiste el “mito de la Modernidad” en un victimar al inocente (al Otro) declarándolo causa culpable de su propia victimación, atribuyéndose el sujeto moderno plena inocencia con respecto al acto victimario. Por último, el sufrimiento del conquistado (colonizado, subdesarrollado) será interpretado como el sacrificio o el costo necesario de la modernización”[6]

Justamente esa inversión que produce el “mito de la modernidad” es también el fundante de la colonialidad interna, una categoría que nos permite “naturalizar” lo brutal como herramienta de la “modernidad civilizatoria”.

Naturalizar la violencia física y simbólica perpetrada por un Estado mutante a través de sus regulaciones o desde sus tercerizaciones a organizaciones de la sociedad civil, corporaciones empresariales, fundaciones y ong, poniendo de manifiesto el “derecho suave”, tal como lo toma Souza Santos.

La plasticidad del derecho suave contiene intrigantes semejanzas con el derecho colonial, cuya aplicación depende de los caprichos del colonizador…”[7]

Es el recorrido de nuestras sociedades latinoamericanas con más o menos matices de similitud, pero con Estados que han tenido esos comportamientos coloniales a lo largo de la historia y hasta la actualidad y más ahora con el “auge” de los protocolos, generalmente importados de Europa o los Estados Unidos.

En el caso argentino esas manifestaciones brutales comenzaron a tener su propio discurso organizado y la generación de un imaginario, desde que se traicionaron los endebles principios de libertad y emancipación de 1810.

Domingo Faustino Sarmiento introduce las primeras categorías con “civilización o barbarie”, promediando el siglo XIX, para anclar un pensamiento colonial donde el Otro es el indio y el gaucho, que debe ser subsumido como inferior, mano de obra esclava o pasible de ser exterminado.

Un proyecto político – cultural el de Sarmiento, que se impone en la epistemología del incipiente sistema educativo argentino con sus apreciaciones racistas y eurocéntricas en que se funda el pensamiento de clase desde 1880.

¿Qué le queda a esta América para seguir los destinos prósperos y libres de la otra? Nivelarse, y ya lo hace, con otras razas europeas, corrigiendo la sangre indígena, con las ideas modernas, acabando con la edad media. Nivelarse por nivelación intelectual, y mientras tanto no admitir en el cuerpo electoral sino a los que se suponen capaces de desempeñar sus funciones”[8]

En los albores de la Nación se manifiesta la potencia del eurocentrismo colonizador en boca de los propios colonizados en pos de un proyecto político, económico y social que respondería a la clase que ostentaba la colonialidad del poder a través de otro genocidio, el conocido como “La Conquista del Desierto”,

Llevada felizmente a término la ocupación militar de La Pampa y La Patagonia en toda su extensión y extirpada la barbarie que esterilizaba aquellos vastos territorios a donde hoy acuden los pobladores civilizados y las especulaciones del comercio y la industria, engrandeciendo la Nación, ha llegado el momento de abrir operaciones decisivas sobre los también extensos territorios del Chaco”[9]

El texto precedente es un fragmento de la posición del Presidente Julio Argentino Roca, el general genocida, y su gobierno en alocución frente al Congreso de la Nación, el 26 de julio de 1884, para solicitar una partida especial de presupuesto para llevar la “Campaña” al “Desierto Verde”, el Chaco.

La conceptualización sarmientina se llevaba a la práctica, exterminar la “barbarie” para que vayan “los pobladores civilizados”.

Se eligió eliminar las fronteras interiores con el indígena a través del asesinato y la usurpación de tierras, dejando en evidencia que lo que se estaba poniendo en juego era la urgencia de incorporar territorios para la profundización de un tipo de sistema económico, de modificar los modos de propiedad y sobre todo, en el norte, de incorporar y asegurarse mano de obra barata para los ingenios y obrajes que se estaban instalando en la región”[10]

Unos días antes del discurso del presidente Julio Argentino Roca en el Congreso, el 8 de julio de ese año de 1884 se promulgaba la Ley 1420 [11] cuyo artículo 2 establecía que la instrucción primaria debe ser obligatoria, gratuita, gradual…

Así se fue construyendo el sistema educativo, sobre los valores de una clase apropiadora, consciente de que llevaban el “orden” y el “progreso” que la modernidad exigía, siendo entonces, el nacimiento de la legalidad de la educación pública en un momento bisagra de la construcción de la Nación, entre el genocidio perpetrado sobre los habitantes originarios al sur de la frontera de Buenos Aires y la Patagonia y el nuevo avasallamiento hacia el norte en la campaña al Gran Chaco, también para esclavizar en los obrajes e ingenios y para llevar a las mujeres, niñas y niños indígenas como sirvientes/esclavos de las familias de la élite dominante.

El “requerimiento de obediencia” como fundante de una pedagogía latinoamericana que continúa ejecutándose en la colonialidad del poder y el la pandémica colonialidad interna.

Los procedimientos de desubjetivación y aculturación se superponen como capas que borran los orígenes epistemológicos y naturalizan la semiótica del colonizador en el colonizado.

El encubrimiento del futuro: El ciudadano global

La aceleración en la promoción de productos tecnológicos presentados como el mundo que se viene, con o sin pandemias, es otra de las estrategias del mercado global para optimizar y concentrar, ganancias y riqueza. Y también como táctica de expansión del pensamiento colonizador corporativo. La virtualidad como la “nueva normalidad” que altera y suplanta todo el complejo mundo de las relaciones sociales, económicas y políticas para asegurarse el dominio, en una nueva fase del capitalismo.

Aunque la pandemia despejó algunas capas de la neblina del encubrimiento y dejó en la superficie las perversiones de un sistema que anclado al mito de la modernidad, no hace más que reproducir las desigualdades con sus infames conductas, aunque naturalizadas por la colonialidad del poder y “aceptadas” por la colonialidad interna.

En un muy importante artículo el exrelator[12] de la ONU mostraba, justamente la trama de encubrimientos que mientras el discurso dominante establecía sus metas y luchas contra la pobreza, las decisiones políticas iban en sentido contrario.

“…el número de personas en ‘pobreza extrema’ se redujo de 1.900 millones en 1990 a 736 millones en 2015. Pero una reducción así de abrupta solo se consigue cuando el punto de partida es escandalosamente poco ambicioso. La cantidad de 1,9 dólares al día solo sirve para asegurar una subsistencia miserable (…)

Alrededor de la mitad de la población mundial vive con menos de 5,50 dólares al día: se trata de 3.400 millones de personas, una cifra que apenas ha disminuido desde 1990. Ni siquiera los países de ingresos altos y con recursos abundantes han logrado reducir seriamente las tasas de pobreza (…)

El coronavirus no ha hecho más que destapar una pandemia de pobreza que venía de antes. La COVID-19 llegó a un mundo en el que crecían la pobreza, la desigualdad extrema y el desprecio por la vida humana. Un mundo en el que las leyes y las políticas económicas se conciben para crear y mantener la riqueza de los poderosos, no para acabar con la pobreza. Esta es la elección política que se ha hecho…”

Más que contundente el exfuncionario de la Organización de las Naciones Unidas; nos está diciendo, claramente, que hay que abandonar el modelo predador de habitar el mundo.

Pero además de estos espeluznantes datos en el orden macro, aquí en la Argentina como en el resto de Latinoamérica la pobreza parece ser el único contendor actual y futuro para los niños y los jóvenes. Hace unos días, muy pocos, los datos de UNICEF, que se ocupa de la niñez en el mundo (no sabemos bien para qué maneja tantos volúmenes de dinero y pide donaciones particulares, mientras el hambre, la desnutrición y la muerte infantil avanzan), publicó los números actuales y futuros.

Las nuevas estimaciones del organismo alertan que, entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020, la cantidad chicas y chicos pobres pasaría de 7 a 8,3 millones (…) en diciembre de este año, el porcentaje de niños y niñas pobres alcanzaría el 62,9%…”[13]

Por supuesto que en esta situación hacer discursos políticos sobre la importancia de las tecnologías en la “nueva normalidad” y por qué tenemos que estar preparados y capacitados para las habilidades del siglo XXI, ya es cosa de delirantes y del propio delirio sistémico del progreso.

Al mismo tiempo que se conoce las información de UNICEF, el gobierno acuerda pagar la histórica deuda ilegal, ilegítima y odiosa a los fondos buitres, sin siquiera investigar dónde fueron los dólares, y a los que se beneficiaron.

También, el propio ministerio de educación nacional hizo públicos los datos de la evaluación nacional sobre la continuidad pedagógica frente a la pandemia, es decir, la educación a distancia.

El 53% (de los alumnes) no cuenta con una computadora liberada para uso educativo. El piso tecnológico de los hogares que asisten a escuelas del sector privado duplica al de los que asisten al sector estatal”[14]

Lo que se manifiesta en la virtualidad no es otra cosa que lo que estaba presente en la escuela pública, presencial. Primero, la desigualdad entre ambos sectores, el privado beneficiado con los subsidios estatales. Segundo, la creciente pobreza infantil y juvenil. Cuestiones que no se van a resolver con los postulados de “quedate en casa”, la “educación a distancia” y las mágicas “tecnologías del aprendizaje” de las plataformas del mercado digital de educación.

Los dueños de las tecnologías son los 7 multibillonarios que se encuentran en los primeros 15 puestos de la revista Forbes y que entre los 7 tienen una fortuna personal que sumada da 476 mil millones de dólares, frente a la mitad de la población mundial que vive con 5,50 dólares al día y aproximadamente un tercio de ellos sólo con 1,9 dólares.

Esas fortunas corporativas que crean y sostienen la monstruosa desigualdad, con la complicidad de los organismos internacionales, se reunieron en el Foro Económico Mundial 2020 para decirnos que la pandemia del Covid-19 cambió la educación para siempre.

El COVID-19 ha provocado el cierre de escuelas en todo el mundo. A nivel mundial, más de 1.200 millones de niños están fuera del aula.

Como resultado, la educación ha cambiado drásticamente, con el aumento distintivo del aprendizaje electrónico, mediante el cual la enseñanza se lleva a cabo de forma remota y en plataformas digitales.

La investigación sugiere que se ha demostrado que el aprendizaje en línea aumenta la retención de información y toma menos tiempo, lo que significa que los cambios que ha causado el coronavirus podrían estar aquí para quedarse”[15]

Rápidamente, como por arte de magia aparecen las apologías del mega negocio de las “tecnologías del aprendizaje” con argumentos publicitarios del capitalismo cognitivo.

Son los mismos que nos hablan de las políticas de “equidad” que vienen promocionando todos los obsoletos organismos, funcionales a sus mandantes apropiadores de la riqueza mundial.

Los mismos que intentan explicarnos como es el diseño del ciudadano global.

Una especie de autismo colonial/capitalista en el que la UNESCO [16] le indica a la Argentina por medio de Carlos Henríquez, coordinador general del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la Oficina Regional para Latinoamérica y el Caribe (una de las oficinas de indias, la otra es la OEI), que encuentran que hay conceptos ausentes de los 39 que se necesitan para la formación en la “ciudadanía global” que tiene en su cínica taxonomía métrica; puesto que muchos de los conceptos enunciados son principios de la lucha mundial contra el orden establecido por el sistema/mundo colonial/capitalista y por los que han muerto cientos de luchadores sociales y ambientales, pero en un ademán meramente declarativo son diluidos en una clasificación.

Para Henríquez están en falta en las currículas (de 3° a 6° grado) el pensamiento crítico, la toma de decisiones, la resolución de problemas, entre otras categorías declamatorias de la estandarización de la ciudadanía global. O de lo que es más evidente, la construcción de un individuo que se vende a sí mismo como mercancía adquiriendo las competencias que le requiere el mercado que lejos de formar su subjetividad lo transforma en artífice de su propio destino, flexible y adaptable, más allá de las condiciones materiales de existencia.

Ese es el proyecto de la neocolonización educativa, por eso se hacen tan importantes las habilidades en “la toma de decisiones” y en la “resolución de problemas”, dos categorías devenidas del campo semántico empresarial, al igual que el “pensamiento crítico”, puesto en este contexto, al servicio del sistema y no para cuestionarlo y eventualmente combatirlo.

Recordemos que el 58% de les niñes ahora están vulnerados por debajo de la línea de pobreza y que en diciembre será el 63% y así, aún más se expone el cinismo de los medidores y los opinadores estandarizados, que ni siquiera la pandemia los mueve de su discurso delirante.

De hecho, el LLECE es un instituto de medición anterior a las pruebas PISA; en definitiva, dos institutos coloniales, uno, dependiente de la UNESCO y el otro, PISA como el brazo del negocio colonial/educativo de la OCDE que ya tiene programado para el 2025 una nueva evaluación que incluirá el dominio innovador de Aprendizaje en el mundo digital que tiene como objetivo medir la capacidad de los estudiantes para participar en el aprendizaje autorregulado mientras usan herramientas digitales[17].

Está claro que la pandemia es el “laboratorio” que les permitió acelerar el proceso de desposesión educativa para en un mediano plazo descontextualizar la escuela de su función y provocar la desconexión de los docentes con la escuela.

El encubrimiento está reforzado porque estos organismos se han convertido en el centro de enunciación que impuso la epistemología colonial y desde la cual funciona la clasificación y representación del mundo, las sociedades y los individuos.

Cambiar la clave debe ser uno de los objetivos fundantes contra la pedagogía de la obediencia; iniciar un camino común contra la estandarización de las subjetividades; generando organizaciones instituyentes, transversales, junto a los movimientos emancipatorios y al sindicalismo combativo, latinoamericanos.

Sin emancipación intelectual no hay proyecto decolonial y desde la emancipación intelectual, que no es individual, sino colectiva, revertir la barbarie del modelo capitalista, resguardado en su propio mito de la modernidad y capaz de extraer hasta la última gota de vida operando desde “democracias” que encubren al Estado Policial que el capital necesita para sostenerse y continuar la depredación.

Es, tal vez, una batalla cultural muy difícil la que se libra por la decolonialización, porque no es solamente desenmascarar las estrategias de dominación, sino luchar contra la colonialidad interior que prefigura el imaginario social.

Esa lucha es absolutamente necesaria, para que la pregunta, ¿qué educación? tome la fuerza necesaria para la transformación de la realidad negada a Latinoamérica, siempre expoliada, explotada, expropiada, racializada, pensada desde la epistemología colonial.

Incluso con las denominaciones de “subdesarrollados” o “en vías de desarrollo”, hasta no hace mucho y ahora con el eufemismo de “países emergentes”, de acuerdo con la “normalidad” del “proceso civilizatorio” y la “nueva normalidad” en la era del capitalismo tecno/cognitivo como otra fase del mismo proceso.

La decolonialidad es muy importante para que las modernas formas de genocidio no se repitan como meros gestos cínicos de la naturalización depredadora.

En otras palabras, para que la normalidad de la barbarie impulsada por la modernidad capitalista no continúe en una reinventada fase de nueva normalidad, tal vez con más efectos depredatorios que la anterior, pero con la máscara cínica de una farsa que repite la tragedia.

Notas:

1 Tomo el concepto de “colonialidad interna” en el sentido que lo utiliza Boaventura de Souza Santos, Descolonizar el saber. Reinventar el poder. Ediciones Trilce – Extensión Universitaria – Universidad de la República. Montevideo. 2010. “… el hecho de que el fin del colonialismo político no significó el fin del colonialismo en las mentalidades y subjetividades, en la cultura y en la epistemología y que por el contrario continuó reproduciéndose de modo endógeno…”

2 Carlos Fuentes. El espejo enterrado. Fondo de Cultura Económica. México.1992.

3 En algunos otros artículos y en mi libro, La educación en la era corporativa, la trama de la desposesión. Editorial Herramienta y Contrahegemonía Web. CABA. Mayo 2019

4 López de Palacios, Juan “Notificación y requerimiento que se ha de hacer a los moradores de las Islas y de Tierra Firme del Mar Océano que aún no están sujetos a Nuestro Señor” tomado de Sabsay Fernando (1967) Historia Económica y Social Argentina. Buenos Aires. Omeba. En CEFyL. Cs. de la Educación

5 Publicado en Roma en 1550; nuestra citas de la edición crítica del FCE, México, 1987, p.153. En Dussel Enrique. 1492 El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la Modernidad. Editores Plural, pág.64. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – Universidad Mayor de San Andrés. La Paz. 1994. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/otros/20111218114130/1942.pdf

6 Ibíd: Pág. 65

7 Óp. Cit: Pág. 45

8 La cita de Sarmiento fue tomada de Cucuza Héctor R. Yo argentino. La construcción de la Nación en los libros escolares (1873-1930). Miño y Dávila Editores SRL. Buenos Aires 2007.

9 Citado por Diana Lenton en, De Centauros a protegidos. La construcción del sujeto de la política indigenista argentina a través de los debates parlamentarios. Tesis Doctoral. 2005. Facultad de Filosofía y Letras. UBA

10 Mapelman Valeria y Musante Marcelo. “Campañas militares, reducciones y masacres. La prácticas estatales sobre los pueblos originarios del Chaco” en Historia de la crueldad argentina, volumen I. Coordinado por Osvaldo Bayer. Ediciones El Tugurio. Buenos Aires. 2010.

11 Ley 1420 de Educación Común. Promulgada el 8 de julio 1884

12 Philip Alston ha sido relator especial de la ONU sobre pobreza extrema entre 2014 y 2020. Es titular de la cátedra John Norton Pomeroy de derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, donde preside el Centro de Derechos Humanos y Justicia Global. https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/coronavirus-destapado-pandemia-beneficia-ricos-pobreza_129_6104077.html

13 https://www.unicef.org/argentina/comunicados-prensa/segunda-encuesta-rapida-pobreza

14 https://back.argentina.gob.ar/sites/default/files/resumen_de_datos_informes_preliminares_directivos_y_hogares_0.pdf

15 https://www.weforum.org/agenda/2020/04/coronavirus-education-global-covid19-online-digital-learning/

16 https://www.infobae.com/educacion/2020/07/28/la-unesco-advierte-sobre-la-falta-de-habilidades-como-pensamiento-critico-y-creatividad-en-los-curriculos-argentinos/

17 http://www.oecd.org/pisa/

Darío Balvidares. Profesor y Licenciado en Letras (FFyL-UBA). Fue docente durante 30 años y Rector de la Escuela de Comercio 3, Hipólito Vieytes (CABA). Como investigador es autor de «La educación en la era corporativa, la trama de la desposesión». Herramienta Ediciones y Contrahegeminía Web (2019) CABA. Con prólogo de Alfredo Grande y Andrea Arrigoni. Y del ensayo «La novela educativa o el relato de la alienación» Redes Cultura (2005) CABA. Con prólogo de Osvaldo Bayer. Además de otros tantos trabajos y artículos publicados en Contrahegemonía Web; Rebelion.org y Otras Voces en Educación. Es Productor periodístico y columnista del programa radial «La Deuda Eterna».

Fuente: https://rebelion.org/la-normalidad-y-la-nueva-normalidad-la-tragedia-y-la-farsa/

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Así han abierto los colegios en Alemania, Noruega y Finlandia

Europa/13 Agosto 2020/https://www.niusdiario.es/

  • Renania del Norte-Westfalia, el Land más poblado de Alemania, celebra su vuelta al cole este miércoles

  • Lo hace después de que otros cinco Länder hayan hecho lo propio en medio de un interminable debate sobre cómo hacer frente a la COVID-19 en las aulas

Este miércoles vuelven a abrir tras las vacaciones de verano las escuelas de Renania del Norte-Westfalia (oeste germano). Es una vuelta al cole masiva. A dos millones y medio de alumnos les espera allí una “nueva normalidad” escolar en la que la mascarilla es obligatoria.

En Renania del Norte-Westfalia, que gobierna el presidente conservador Armin Laschet, se ha optado por instaurar antes de la vuelta al cole la obligatoriedad de la mascarilla incluso en las horas de clase. La decisión del Ejecutivo de Laschet, al que muchos reprochan aquí su gestión laxa frente al coronavirus, llama la atención porque en ninguno de los otros estados en los que ya se ha vuelto al cole es obligatoria la mascarilla en las horas de clase.

En realidad, el país de Angela Merkel todavía debate cómo afrontar un curso 2020-2021 que, como el anterior, estará marcado por la COVID-19. Así, en Berlín, Brandeburgo, y Schleswig-Holstein, tres Länder que tenían su vuelta al cole el lunes, hay que utilizar la mascarilla en las instalaciones de los centros pero no durante las clases.

La semana pasada, la ciudad-estado de Hamburgo y el Land de Mecklemburgo Pomerania Occidental eran los primeros en llevar a cabo el descrito como “experimento” que supone volver a abrir las escuelas cinco días a la semana para los escolares en plena pandemia. Tampoco en estos dos Länder es obligatorio llevar la mascarilla en horas de clase.

Está previsto que, a medida que se abran las escuelas en el país de Angela Merkel, se forme un paisaje escolar heterogéneo en lo que respecta a la lucha en las aulas contra el coronavirus. La evolución de la enfermedad en cada estado suele servir de explicación para explicar estas diferencias regionales.

Renania del Norte-Westfalia, por ejemplo, es el Land que encabeza la lista de Länder en número de infectados. Según los datos del Instituto Robert Koch (RKI), la agencia federal para la prevención y control de enfermedades, esta región del oeste alemán presentaba el martes 52.175 casos desde que comenzó la pandemia. De los 966 nuevos casos registrados el lunes en todo el país, 413 procedían de allí.

Por otro lado, en Mecklemburgo Pomerania-Occidental se han contado apenas 943 casos desde el inicio de la pandemia, según las cuentas del RKI. Ese estado alemán es el menos golpeado por la COVID-19.

Ante la falta homogeneidad en la vuelta al cole alemana hay quién ha calificado la situación de “test de estrés para el federalismo educativo”, de acuerdo con los términos utilizados en declaraciones al Frankfurter Allgemeine Zeitung por el diputado socialdemócrata Ernst Dieter Rossmann. Él es de los que pide “claridad” a los estados federados frente a la pandemia en esta vuelta al cole.

Primeros cierres de escuelas por COVID-19

La disparidad de medidas en unos Länder respecto a otros invita a la incertidumbre. También lo hace que en la primera semana de la vuelta al cole en Mecklemburgo Pomerania-Occidental ya se haya registrado el cierre temporal de dos escuelas por haberse confirmado un par de casos de coronavirus.

En Berlín, el martes ya había ocho personas de una escuela del distrito de Neukölln en cuarentena por un caso positivo de COVID-19 en un centro escolar. Se trata de un padre que había estado en contacto con esas ocho personas al contribuir a las tareas previas preparativas del centro para el nuevo curso escolar.

En Berlín precisamente se habían hecho notar los padres de los alumnos los días previos de la vuelta al cole pidiendo a través de la organización que los representa frente a las autoridades escolares el hacer obligatorio llevar mascarilla en clase y poner a disposición de menores y profesores más capacidad para hacer tests. Por su parte, desde las escuelas iban más allá. Pedían más medidas de higiene y destinar más recursos económicos a la limpieza de las aulas.

Temor a un gran “caos”

Señalados están los responsables de los Länder en materia escolar y de educación. “Es molesto que los responsable no hayan utilizado las vacaciones de verano para sensibilizar y preparar de manera fiable las clases en tiempos de coronavirus”, decía el presidente del Consejo Federal de Padres, Stephan Wassmuth, al diario Welt tras darse a conocer los cierres de las dos escuelas de Mecklemburgo Pomerania-Occidental.

A finales de julio, Heinz-Peter Meidinger, presidente de la Asociación Federal de Profesores, avisaba de la posibilidad que que la vuelta al cole acabe en un “gran caos”. En su organización, según sus términos, se temía “una fase de incertidumbre” en las escuelas. El marco de medidas de higiene propuesto por los Länder no parecían satisfacer a Meidinger, algo que no ha impedido la vuelta al cole.

Tampoco lo ha evitado el escepticismo que existe entre la población y que señalan algunas encuestas. Por ejemplo, un sondeo del dominical Bild am Sonntag previo a la vuelta al cole señalaba que sólo un 49% de la población consideraba que los centros estaban preparados para la vuelta a la normalidad. Eso sí, el 79% estaba de acuerdo en afirmar que era importante ese regreso a la actividad normalizada de las escuelas.

Sin “semáforo noruego”

En esa vuelta al cole no existe, en cualquier caso, algo parecido al “semáforo” impuesto en mayo en las escuelas de Noruega por iniciativa del Instituto para la Salud Pública de ese país nórdico, según informa la edición noruega de The Local.

Desde mayo, las escuelas noruegas pueden estar bajo luz verde, amarilla o roja. La verde les permite desarrollar su actividad con normalidad. La luz amarilla implica tomar medidas de distanciamiento social y de higiene, mientras que con la luz roja se reduce el número de estudiantes por clase y se pueden tomar decisiones individuales sobre horarios.

En Alemania, el debate sobre la preparación de las escuelas o acerca de si ha de ser o no obligatoria la mascarilla en clase parecen no tener fecha de caducidad. A todos los efectos, lo que se impuesto es esta constatación: “el encuentro personal es indiscutiblemente de especial importancia en el éxito del aprendizaje”. Así lo ha dicho al Frankfurter Allgemeine Sonntag la ministra alemana de para la Educación, la conservadora Anja Karliczek.

Esta defensa de las clases presenciales está en parte justificada por los datos negativos que arrojan los estudios sobre la experiencia de la reapertura de los colegios tras los cierres temporales decretados en marzo.

El Homeschooling no basta

Un estudio reciente del prestigioso instituto IFO publicado hace unos días señalaba que, durante el periodo de Homeschooling al que se recurrió en Alemania, “el tiempo que los niños dedicaron al trabajo escolar a diario durante la pandemia del coronavirus cayó de las 7,4 horas al día [de la escuela, ndlr.] a 3,6 horas al día”.

Esos días de Homeschooling pusieron de relieve en Alemania que el país no está todo lo preparado que muchos desean para poner en marcha el aprendizaje a distancia. Con este tipo de aprendizaje, de hecho, hay un segmento social – el de las familias menos favorecidas –, al que no se llega por medios tecnológicos. “A éstos alumnos no se llega lo suficientemente bien con formatos de aprendizaje digital”, según ha reconocido Karliczek.

En este contexto, los hay en Alemania que miran ahora más que nunca los ejemplos nórdicos, donde no parece haber sido especialmente traumático el paso de enseñanza presencial a enseñanza en línea en tiempos de coronavirus. Pero incluso en Finlandia, que pasa por ser un modelo internacional en materia de educación reconocen la importancia de las clases presenciales.

Ya lo decía allá por el mes de marzo a la televisión pública alemana ARD Jaako Salo, del sindicato de profesores fineses: “Uno no puede olvidar que los niños en edad escolar son muy diferentes. Cuando uno les da deberes, el desafío es que puedan trabajar de manera autónoma. Pero en toda clase los hay que necesitan ayuda de forma continua”.

Está por ver si en Alemania, en caso de volver al escenario de Homeschooling ante una eventual segunda gran ola de contagios, mejora el rendimiento del pasado curso escolar.

Fuente: https://www.niusdiario.es/internacional/europa/debate-alemania-sobre-como-abrir-escuelas-colegios-medio-pais-abiertos_18_2993295225.html

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La normalidad y la nueva normalidad; la tragedia y la farsa

Por: Darío Baldivares

En estos tiempos de pandemia y cuarentena la naturalización de la locución, “nueva normalidad”, ha tomado un auge que pareciera que distingue a quién lo pronuncia.

La “nueva normalidad” ha provocado, casi por el solo hecho de decirlo, la creación de un universo paralelo, con la ilusión de “nuevos valores”, pero eso sí, todo bajo las prescripciones que imponen los protocolos, una “nueva normalidad protocolar”

El imaginario de un escenario pospandémico se está diseñando desde un “recalculando” sistémico con protocolos globales que ensayan la “nueva normalidad”.

Con la “vieja” configuración, el resquebrajamiento de la “normalidad” se estaba acentuando con cuestionamientos a escala planetaria. Movimientos sociales contra el trabajo precario y el aumento sistemático del desempleo; manifestaciones antipatriarcales, feministas, de género; ambientalistas, ecologistas, campesinas; contra la pobreza, el hambre; por la abolición de la policía asesina; contra el racismo en todas sus versiones; las voces indígenas contra el terricidio y por el buen vivir; afrodescendientes y tantas protestas globales que podríamos continuar enumerando porque son manifestaciones mundiales, pero sobre todo en Latinoamérica.

En este escenario, sumada las caídas de todas las economías, aun cuando las acciones de las corporaciones tecnológicas crecen desmesuradamente como las fortunas de sus CEO$, también sucede que se visibilizaron los engranajes de todo el sistema de desposesión, manifestándose claramente en la precariedad del circuito sanitario y en el abandono de altos porcentajes de población sumida en un destino que nunca eligieron, simplemente, porque nunca pudieron elegir.

Varias perspectivas se abren en relación con todas las luchas y resistencias, una de ellas es la autopercepción de los excluidos como excluidos, aún con sus propios clivajes culturales y formas de autorganización.

¿Y de la educación, qué?

Los debates ideológicos sobre la educación son históricos, pero el proyecto que impulsó la reforma de los últimos 40 o 50 años con la imposición de la currícula instrumental, que promocionan las corporaciones empresariales de la mano de los organismos internacionales con sus fundaciones y ong parasitarias de los sistemas educativos en cuanto a participación en las formulaciones políticas y actuación directa sobre el sistema, contribuyó a un proceso de endoprivatización creciente que se sumó al de exoprivatización, que para el caso argentino viene desde la década del ’50 del siglo pasado con la decisión política de subvencionar a la educación privada.

No obstante, hasta los años ’70 del siglo pasado, ni siquiera la burguesía pensaba en la “privatización” de la educación pública, porque de hecho la educación pública les era funcional a sus intereses de clase, lo que permitió a la Argentina mostrarse como modelo tanto a nivel regional como mundial.

Sin embargo, algo se comenzaba a escapar de las sutiles sujeciones administradas desde la colonialidad del poder, las autonomías universitarias se tornaban molestas y el incremento de matrícula en la escuela ya era muy importante.

Los ’90 fueron los testigos del proceso de precarización creciente de lo público, incluida la educación y la salud, en ese contexto las políticas promocionan la explosión de lo privado como el imaginario de salvación del individuo, se instala la semiótica de lo privado como valor.

Y es en esa perspectiva que tenemos que observar, desde una mirada crítica, la relación de la colonialidad interna[1] con los modos colonialistas de dominación.

Tal vez esa relación es una de las que más se expone cuando la visibilizamos en una pregunta que deberíamos hacernos:

¿Qué educación?

Tal vez el mayor obstáculo que encontremos, frente a la pregunta, es la colonialidad interna, puesto que presupone colonialismo en las mentalidades y subjetividades, en la cultura y en la epistemología.

Y, justamente, este último concepto, la epistemología es el factor fundamental para la pregunta, ¿qué educación?

El cambio del código epistemológico y la semiótica del ocultamiento

No podemos evitar mirar el nacimiento de otra educación (en sentido amplio y nefasto para los pueblos “des-cubiertos”) luego de 1492. Es poca y deliberadamente manipulada, la información que ha circulado por el sistema educativo respecto de qué educación había en los habitantes de este lado del Atlántico.

Las producciones culturales de las civilizaciones maya, inca y azteca o las culturas quechua, aimara, guaraní y de todos los demás pueblos precolombinos, prevespucianos, precortesianos y prepizarroanos (permítanseme los términos), fueron avasalladas y de lo que dejaron los usurpadores, el decurso histórico de la modernidad eurocéntrica y blanca se encargó de invisibilizar, apropiar y museificar.

Sin embargo antes de la llegada del dios los invasores, (Fuentes 1992)[2] Quetzalcóatl, dios de la creación y de la hermandad, había creado a la humanidad, la agricultura y la sociedad y era, además, luz de la educación.

La cultura Olmeca (1500 AC) da origen al pueblo Zapoteca (actual Oaxaca en México). La cultura Maya del siglo III (AC) al siglo I (DC) tenía escritura, los libros del Chilam Balam, escritos a partir del siglo XVI, dejan testimonios de la civilización y sus ancestros.

En Perú, el invasor Francisco Pizarro (1532) enfrenta a la resistencia de Atahualpa, que muere quemado (como cristiano). Las guerras civiles por el poder y el oro, que los invasores codiciaban, encontraron una nueva resistencia, la de Túpac Amaru, al que decapitan en 1572.

Durante el imperio Inca, sus tierras, el sustento del Rey y del Estado, eran concedidas a las comunidades. La gran diferencia entre el concepto de lo comunitario y el proceso de desposesión que se aplica, involucra el reparto de tierras junto a la noción de lo privado y la recompensa al mérito.

La imposición del lenguaje y de la escritura alfabética del colonizador ganó el territorio simbólico: cultural y político. Se impone una nueva visión de mundo, que inaugura una nueva semiótica y anula o invisibiliza la cosmovisión de las culturas precolombinas que serán descriptas y explicadas desde el eurocentrismo.

No podemos obviar que la “conquista de América”, ya tiene dos componentes muy interesantes para empezar a repensar nuestra pregunta “¿qué educación?”, puesto que allí se encuentra el principio epistemológico de lo que ya habíamos desarrollado en otros escritos[3]: la pedagogía de la obediencia.

Los dos componentes son “conquista” y “América” y así se estudió en nuestras escuelas durante muchísimos años, con ese rótulo y sin ningún principio de criticidad, casi un “festejo” porque los imperios portugués y español nos hayan “des-cubierto”, “conquistado”(invadido/asesinado) y colonizado (dominado/esclavizado).

“Des-cubrimiento”, al que nombraron, las Indias, primero y “América”, después; para cambiar la configuración a sangre, fuego y biblia con los principios de la naciente modernidad.

Claro que también los “conquistadores” reconfiguraron su promiscuo presente, trayéndolo a estas tierras y llevándose las riquezas y las vidas de los habitantes originarios.

En ese marco aparece lo que hoy llamaríamos el protocolo de “requerimiento de obediencia”[4], probablemente el documento que operó, simbólicamente, en nuestra pedagogía hasta su naturalización. La obediencia colonial (528 años) sobretodo en nuestras clases dirigentes, tan embebidas por la colonialidad del poder.

Imponer el nombre, imponer la cultura, imponer las creencias, imponer que estas vidas no cuentan más que para la dominación y la esclavitud, la imposición sobre los cuerpos y las mentes, los ultrajes históricos y presentes. Lo que ocurrió fue el primer gran genocidio étnico, oculto durante siglos en todas las currículas escolares fundadas en el principio etnocéntrico de la supremacía blanca y fundamentada en la cultura eurocéntrica y los postulados de la modernidad.

La pedagogía de la obediencia fue y es el ariete del colonialismo interno, el que circula en un amplio espacio de nuestro universo cultural y que impone las percepciones de la realidad.

Y es, justamente, ese colonialismo interno el que atraviesa no sólo a la clase dominante, sino al conjunto de la población latinoamericana, que se mimetiza con las conceptualizaciones aplicadas por el sistema/mundo colonial/capitalista, invisibilizando la alteridad, lo que se manifiesta claramente en la reacción de los aparatos de represión estatal, impulsados por nuestros propios gobiernos y por la colonialidad del poder que los habita, impidiendo, todavía en el siglo XXI, el reconocimiento originario, como formante del sistema/mundo, y más aún, como lo que debemos recuperar culturalmente: su epistemología.

El engaño reproducido por las currículas escolares en cuanto a los principios y valores impuestos por el discurso de la modernidad como discurso de dominación/obediencia ha generado una impronta de dependencia cultural que lleva más de cinco siglos.

Así las cosas, nuestra región navega en los mares del mundo de las ideas de los que apenas “des-cubiertos”, fueron señalados como inferiores (o inmaduros) desde una superioridad que les otorgaba el propio imaginario de la modernidad europea, la razón universal que fundó sus principios europeos en la destrucción de la alteridad de la llamada América.

«La primera [razón de la justicia de esta guerra y conquista] es que

siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros [indios], incultos e

inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes,

poderosos y perfectos que ellos; imperio que les traería

grandísimas utilidades magnas commoditates, siendo además cosa justa

por derecho natural que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al

alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido1,

lo imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien de todos

(utrisque bene)» (Ginés de Sepúlveda, De la justa causa de la guerra

contra los indios) [5]

Es necesario detenernos aquí un momento para mirar el análisis que hace Dussel, justamente sobre la cita de Ginés de Sepúlveda:

En esto consiste el “mito de la Modernidad” en un victimar al inocente (al Otro) declarándolo causa culpable de su propia victimación, atribuyéndose el sujeto moderno plena inocencia con respecto al acto victimario. Por último, el sufrimiento del conquistado (colonizado, subdesarrollado) será interpretado como el sacrificio o el costo necesario de la modernización”[6]

Justamente esa inversión que produce el “mito de la modernidad” es también el fundante de la colonialidad interna, una categoría que nos permite “naturalizar” lo brutal como herramienta de la “modernidad civilizatoria”.

Naturalizar la violencia física y simbólica perpetrada por un Estado mutante a través de sus regulaciones o desde sus tercerizaciones a organizaciones de la sociedad civil, corporaciones empresariales, fundaciones y ong, poniendo de manifiesto el “derecho suave”, tal como lo toma Souza Santos.

La plasticidad del derecho suave contiene intrigantes semejanzas con el derecho colonial, cuya aplicación depende de los caprichos del colonizador…”[7]

Es el recorrido de nuestras sociedades latinoamericanas con más o menos matices de similitud, pero con Estados que han tenido esos comportamientos coloniales a lo largo de la historia y hasta la actualidad y más ahora con el “auge” de los protocolos, generalmente importados de Europa o los Estados Unidos.

En el caso argentino esas manifestaciones brutales comenzaron a tener su propio discurso organizado y la generación de un imaginario, desde que se traicionaron los endebles principios de libertad y emancipación de 1810.

Domingo Faustino Sarmiento introduce las primeras categorías con “civilización o barbarie”, promediando el siglo XIX, para anclar un pensamiento colonial donde el Otro es el indio y el gaucho, que debe ser subsumido como inferior, mano de obra esclava o pasible de ser exterminado.

Un proyecto político – cultural el de Sarmiento, que se impone en la epistemología del incipiente sistema educativo argentino con sus apreciaciones racistas y eurocéntricas en que se funda el pensamiento de clase desde 1880.

¿Qué le queda a esta América para seguir los destinos prósperos y libres de la otra? Nivelarse, y ya lo hace, con otras razas europeas, corrigiendo la sangre indígena, con las ideas modernas, acabando con la edad media. Nivelarse por nivelación intelectual, y mientras tanto no admitir en el cuerpo electoral sino a los que se suponen capaces de desempeñar sus funciones”[8]

En los albores de la Nación se manifiesta la potencia del eurocentrismo colonizador en boca de los propios colonizados en pos de un proyecto político, económico y social que respondería a la clase que ostentaba la colonialidad del poder a través de otro genocidio, el conocido como “La Conquista del Desierto”,

Llevada felizmente a término la ocupación militar de La Pampa y La Patagonia en toda su extensión y extirpada la barbarie que esterilizaba aquellos vastos territorios a donde hoy acuden los pobladores civilizados y las especulaciones del comercio y la industria, engrandeciendo la Nación, ha llegado el momento de abrir operaciones decisivas sobre los también extensos territorios del Chaco”[9]

El texto precedente es un fragmento de la posición del Presidente Julio Argentino Roca, el general genocida, y su gobierno en alocución frente al Congreso de la Nación, el 26 de julio de 1884, para solicitar una partida especial de presupuesto para llevar la “Campaña” al “Desierto Verde”, el Chaco.

La conceptualización sarmientina se llevaba a la práctica, exterminar la “barbarie” para que vayan “los pobladores civilizados”.

Se eligió eliminar las fronteras interiores con el indígena a través del asesinato y la usurpación de tierras, dejando en evidencia que lo que se estaba poniendo en juego era la urgencia de incorporar territorios para la profundización de un tipo de sistema económico, de modificar los modos de propiedad y sobre todo, en el norte, de incorporar y asegurarse mano de obra barata para los ingenios y obrajes que se estaban instalando en la región”[10]

Unos días antes del discurso del presidente Julio Argentino Roca en el Congreso, el 8 de julio de ese año de 1884 se promulgaba la Ley 1420 [11] cuyo artículo 2 establecía que la instrucción primaria debe ser obligatoria, gratuita, gradual…

Así se fue construyendo el sistema educativo, sobre los valores de una clase apropiadora, consciente de que llevaban el “orden” y el “progreso” que la modernidad exigía, siendo entonces, el nacimiento de la legalidad de la educación pública en un momento bisagra de la construcción de la Nación, entre el genocidio perpetrado sobre los habitantes originarios al sur de la frontera de Buenos Aires y la Patagonia y el nuevo avasallamiento hacia el norte en la campaña al Gran Chaco, también para esclavizar en los obrajes e ingenios y para llevar a las mujeres, niñas y niños indígenas como sirvientes/esclavos de las familias de la élite dominante.

El “requerimiento de obediencia” como fundante de una pedagogía latinoamericana que continúa ejecutándose en la colonialidad del poder y el la pandémica colonialidad interna.

Los procedimientos de desubjetivación y aculturación se superponen como capas que borran los orígenes epistemológicos y naturalizan la semiótica del colonizador en el colonizado.

El encubrimiento del futuro: El ciudadano global

La aceleración en la promoción de productos tecnológicos presentados como el mundo que se viene, con o sin pandemias, es otra de las estrategias del mercado global para optimizar y concentrar, ganancias y riqueza. Y también como táctica de expansión del pensamiento colonizador corporativo. La virtualidad como la “nueva normalidad” que altera y suplanta todo el complejo mundo de las relaciones sociales, económicas y políticas para asegurarse el dominio, en una nueva fase del capitalismo.

Aunque la pandemia despejó algunas capas de la neblina del encubrimiento y dejó en la superficie las perversiones de un sistema que anclado al mito de la modernidad, no hace más que reproducir las desigualdades con sus infames conductas, aunque naturalizadas por la colonialidad del poder y “aceptadas” por la colonialidad interna.

En un muy importante artículo el exrelator[12] de la ONU mostraba, justamente la trama de encubrimientos que mientras el discurso dominante establecía sus metas y luchas contra la pobreza, las decisiones políticas iban en sentido contrario.

“…el número de personas en ‘pobreza extrema’ se redujo de 1.900 millones en 1990 a 736 millones en 2015. Pero una reducción así de abrupta solo se consigue cuando el punto de partida es escandalosamente poco ambicioso. La cantidad de 1,9 dólares al día solo sirve para asegurar una subsistencia miserable (…)

Alrededor de la mitad de la población mundial vive con menos de 5,50 dólares al día: se trata de 3.400 millones de personas, una cifra que apenas ha disminuido desde 1990. Ni siquiera los países de ingresos altos y con recursos abundantes han logrado reducir seriamente las tasas de pobreza (…)

El coronavirus no ha hecho más que destapar una pandemia de pobreza que venía de antes. La COVID-19 llegó a un mundo en el que crecían la pobreza, la desigualdad extrema y el desprecio por la vida humana. Un mundo en el que las leyes y las políticas económicas se conciben para crear y mantener la riqueza de los poderosos, no para acabar con la pobreza. Esta es la elección política que se ha hecho…”

Más que contundente el exfuncionario de la Organización de las Naciones Unidas; nos está diciendo, claramente, que hay que abandonar el modelo predador de habitar el mundo.

Pero además de estos espeluznantes datos en el orden macro, aquí en la Argentina como en el resto de Latinoamérica la pobreza parece ser el único contendor actual y futuro para los niños y los jóvenes. Hace unos días, muy pocos, los datos de UNICEF, que se ocupa de la niñez en el mundo (no sabemos bien para qué maneja tantos volúmenes de dinero y pide donaciones particulares, mientras el hambre, la desnutrición y la muerte infantil avanzan), publicó los números actuales y futuros.

Las nuevas estimaciones del organismo alertan que, entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020, la cantidad chicas y chicos pobres pasaría de 7 a 8,3 millones (…) en diciembre de este año, el porcentaje de niños y niñas pobres alcanzaría el 62,9%…”[13]

Por supuesto que en esta situación hacer discursos políticos sobre la importancia de las tecnologías en la “nueva normalidad” y por qué tenemos que estar preparados y capacitados para las habilidades del siglo XXI, ya es cosa de delirantes y del propio delirio sistémico del progreso.

Al mismo tiempo que se conoce las información de UNICEF, el gobierno acuerda pagar la histórica deuda ilegal, ilegítima y odiosa a los fondos buitres, sin siquiera investigar dónde fueron los dólares, y a los que se beneficiaron.

También, el propio ministerio de educación nacional hizo públicos los datos de la evaluación nacional sobre la continuidad pedagógica frente a la pandemia, es decir, la educación a distancia.

El 53% (de los alumnes) no cuenta con una computadora liberada para uso educativo. El piso tecnológico de los hogares que asisten a escuelas del sector privado duplica al de los que asisten al sector estatal”[14]

Lo que se manifiesta en la virtualidad no es otra cosa que lo que estaba presente en la escuela pública, presencial. Primero, la desigualdad entre ambos sectores, el privado beneficiado con los subsidios estatales. Segundo, la creciente pobreza infantil y juvenil. Cuestiones que no se van a resolver con los postulados de “quedate en casa”, la “educación a distancia” y las mágicas “tecnologías del aprendizaje” de las plataformas del mercado digital de educación.

Los dueños de las tecnologías son los 7 multibillonarios que se encuentran en los primeros 15 puestos de la revista Forbes y que entre los 7 tienen una fortuna personal que sumada da 476 mil millones de dólares, frente a la mitad de la población mundial que vive con 5,50 dólares al día y aproximadamente un tercio de ellos sólo con 1,9 dólares.

Esas fortunas corporativas que crean y sostienen la monstruosa desigualdad, con la complicidad de los organismos internacionales, se reunieron en el Foro Económico Mundial 2020 para decirnos que la pandemia del Covid-19 cambió la educación para siempre.

El COVID-19 ha provocado el cierre de escuelas en todo el mundo. A nivel mundial, más de 1.200 millones de niños están fuera del aula.

Como resultado, la educación ha cambiado drásticamente, con el aumento distintivo del aprendizaje electrónico, mediante el cual la enseñanza se lleva a cabo de forma remota y en plataformas digitales.

La investigación sugiere que se ha demostrado que el aprendizaje en línea aumenta la retención de información y toma menos tiempo, lo que significa que los cambios que ha causado el coronavirus podrían estar aquí para quedarse”[15]

Rápidamente, como por arte de magia aparecen las apologías del mega negocio de las “tecnologías del aprendizaje” con argumentos publicitarios del capitalismo cognitivo.

Son los mismos que nos hablan de las políticas de “equidad” que vienen promocionando todos los obsoletos organismos, funcionales a sus mandantes apropiadores de la riqueza mundial.

Los mismos que intentan explicarnos como es el diseño del ciudadano global.

Una especie de autismo colonial/capitalista en el que la UNESCO [16] le indica a la Argentina por medio de Carlos Henríquez, coordinador general del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la Oficina Regional para Latinoamérica y el Caribe (una de las oficinas de indias, la otra es la OEI), que encuentran que hay conceptos ausentes de los 39 que se necesitan para la formación en la “ciudadanía global” que tiene en su cínica taxonomía métrica; puesto que muchos de los conceptos enunciados son principios de la lucha mundial contra el orden establecido por el sistema/mundo colonial/capitalista y por los que han muerto cientos de luchadores sociales y ambientales, pero en un ademán meramente declarativo son diluidos en una clasificación.

Para Henríquez están en falta en las currículas (de 3° a 6° grado) el pensamiento crítico, la toma de decisiones, la resolución de problemas, entre otras categorías declamatorias de la estandarización de la ciudadanía global. O de lo que es más evidente, la construcción de un individuo que se vende a sí mismo como mercancía adquiriendo las competencias que le requiere el mercado que lejos de formar su subjetividad lo transforma en artífice de su propio destino, flexible y adaptable, más allá de las condiciones materiales de existencia.

Ese es el proyecto de la neocolonización educativa, por eso se hacen tan importantes las habilidades en “la toma de decisiones” y en la “resolución de problemas”, dos categorías devenidas del campo semántico empresarial, al igual que el “pensamiento crítico”, puesto en este contexto, al servicio del sistema y no para cuestionarlo y eventualmente combatirlo.

Recordemos que el 58% de les niñes ahora están vulnerados por debajo de la línea de pobreza y que en diciembre será el 63% y así, aún más se expone el cinismo de los medidores y los opinadores estandarizados, que ni siquiera la pandemia los mueve de su discurso delirante.

De hecho, el LLECE es un instituto de medición anterior a las pruebas PISA; en definitiva, dos institutos coloniales, uno, dependiente de la UNESCO y el otro, PISA como el brazo del negocio colonial/educativo de la OCDE que ya tiene programado para el 2025 una nueva evaluación que incluirá el dominio innovador de Aprendizaje en el mundo digital que tiene como objetivo medir la capacidad de los estudiantes para participar en el aprendizaje autorregulado mientras usan herramientas digitales[17].

Está claro que la pandemia es el “laboratorio” que les permitió acelerar el proceso de desposesión educativa para en un mediano plazo descontextualizar la escuela de su función y provocar la desconexión de los docentes con la escuela.

El encubrimiento está reforzado porque estos organismos se han convertido en el centro de enunciación que impuso la epistemología colonial y desde la cual funciona la clasificación y representación del mundo, las sociedades y los individuos.

Cambiar la clave debe ser uno de los objetivos fundantes contra la pedagogía de la obediencia; iniciar un camino común contra la estandarización de las subjetividades; generando organizaciones instituyentes, transversales, junto a los movimientos emancipatorios y al sindicalismo combativo, latinoamericanos.

Sin emancipación intelectual no hay proyecto decolonial y desde la emancipación intelectual, que no es individual, sino colectiva, revertir la barbarie del modelo capitalista, resguardado en su propio mito de la modernidad y capaz de extraer hasta la última gota de vida operando desde “democracias” que encubren al Estado Policial que el capital necesita para sostenerse y continuar la depredación.

Es, tal vez, una batalla cultural muy difícil la que se libra por la decolonialización, porque no es solamente desenmascarar las estrategias de dominación, sino luchar contra la colonialidad interior que prefigura el imaginario social.

Esa lucha es absolutamente necesaria, para que la pregunta, ¿qué educación? tome la fuerza necesaria para la transformación de la realidad negada a Latinoamérica, siempre expoliada, explotada, expropiada, racializada, pensada desde la epistemología colonial.

Incluso con las denominaciones de “subdesarrollados” o “en vías de desarrollo”, hasta no hace mucho y ahora con el eufemismo de “países emergentes”, de acuerdo con la “normalidad” del “proceso civilizatorio” y la “nueva normalidad” en la era del capitalismo tecno/cognitivo como otra fase del mismo proceso.

La decolonialidad es muy importante para que las modernas formas de genocidio no se repitan como meros gestos cínicos de la naturalización depredadora.

En otras palabras, para que la normalidad de la barbarie impulsada por la modernidad capitalista no continúe en una reinventada fase de nueva normalidad, tal vez con más efectos depredatorios que la anterior, pero con la máscara cínica de una farsa que repite la tragedia.

Notas:

1 Tomo el concepto de “colonialidad interna” en el sentido que lo utiliza Boaventura de Souza Santos, Descolonizar el saber. Reinventar el poder. Ediciones Trilce – Extensión Universitaria – Universidad de la República. Montevideo. 2010. “… el hecho de que el fin del colonialismo político no significó el fin del colonialismo en las mentalidades y subjetividades, en la cultura y en la epistemología y que por el contrario continuó reproduciéndose de modo endógeno…”

2 Carlos Fuentes. El espejo enterrado. Fondo de Cultura Económica. México.1992.

3 En algunos otros artículos y en mi libro, La educación en la era corporativa, la trama de la desposesión. Editorial Herramienta y Contrahegemonía Web. CABA. Mayo 2019

4 López de Palacios, Juan “Notificación y requerimiento que se ha de hacer a los moradores de las Islas y de Tierra Firme del Mar Océano que aún no están sujetos a Nuestro Señor” tomado de Sabsay Fernando (1967) Historia Económica y Social Argentina. Buenos Aires. Omeba. En CEFyL. Cs. de la Educación

5 Publicado en Roma en 1550; nuestra citas de la edición crítica del FCE, México, 1987, p.153. En Dussel Enrique. 1492 El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la Modernidad. Editores Plural, pág.64. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – Universidad Mayor de San Andrés. La Paz. 1994. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/otros/20111218114130/1942.pdf

6 Ibíd: Pág. 65

7 Óp. Cit: Pág. 45

8 La cita de Sarmiento fue tomada de Cucuza Héctor R. Yo argentino. La construcción de la Nación en los libros escolares (1873-1930). Miño y Dávila Editores SRL. Buenos Aires 2007.

9 Citado por Diana Lenton en, De Centauros a protegidos. La construcción del sujeto de la política indigenista argentina a través de los debates parlamentarios. Tesis Doctoral. 2005. Facultad de Filosofía y Letras. UBA

10 Mapelman Valeria y Musante Marcelo. “Campañas militares, reducciones y masacres. La prácticas estatales sobre los pueblos originarios del Chaco” en Historia de la crueldad argentina, volumen I. Coordinado por Osvaldo Bayer. Ediciones El Tugurio. Buenos Aires. 2010.

11 Ley 1420 de Educación Común. Promulgada el 8 de julio 1884

12 Philip Alston ha sido relator especial de la ONU sobre pobreza extrema entre 2014 y 2020. Es titular de la cátedra John Norton Pomeroy de derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, donde preside el Centro de Derechos Humanos y Justicia Global. https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/coronavirus-destapado-pandemia-beneficia-ricos-pobreza_129_6104077.html

13 https://www.unicef.org/argentina/comunicados-prensa/segunda-encuesta-rapida-pobreza

14 https://back.argentina.gob.ar/sites/default/files/resumen_de_datos_informes_preliminares_directivos_y_hogares_0.pdf

15 https://www.weforum.org/agenda/2020/04/coronavirus-education-global-covid19-online-digital-learning/

16 https://www.infobae.com/educacion/2020/07/28/la-unesco-advierte-sobre-la-falta-de-habilidades-como-pensamiento-critico-y-creatividad-en-los-curriculos-argentinos/

17 http://www.oecd.org/pisa/

Fuente: https://rebelion.org/la-normalidad-y-la-nueva-normalidad-la-tragedia-y-la-farsa/

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Ravi Gupta: Durante algunos años la vida no va a ser la misma y simplemente hay que adaptarse»

Por BBC

En junio, ya lo había anticipado: «Este virus probablemente va a estar circulando por años».

«Tomará mucho tiempo resolverlo», escribió el virólogo Ravi Gupta en un artículo, publicado en la página web de la Universidad de Cambridge, sobre la enfermedad covid-19, que es causada por el nuevo coronavirus.

Cuando BBC Mundo le preguntó por qué hablaba de años, el profesor de Microbiología Clínica del Departamento de Medicina de Cambridge explicó que se ha visto «un resurgimiento de las infecciones cuando las medidas se han relajado».

«Y eso seguirá sucediendo hasta que tengamos una vacuna efectiva (y universal), cuyo efecto dure mucho tiempo».

Quizás pasará un año más antes de que se pueda contar con una vacuna «y eso, siendo optimistas».

Por eso, «al menos en lo que respecta al próximo año, la situación será de infecciones viniendo y yendo», señaló.

“Claro -dijo- depende de las medidas que se tomen, pero los confinamientos totales a nivel nacional (ya) no son realistas”.

El experto cree que se darán miniconfinamientos en diferentes partes, pero en algunos lugares quizás eso no se podrá hacer, por lo que la infección se seguirá transmitiendo.

«El virus estará circulando por un tiempo considerable«, insistió. «Incluso en un nivel bajo, este tipo de virus seguirá existiendo».

«La nueva normalidad»

Las autoridades sanitarias de varios países creen que ya enfrentaron la primera ola de contagios de covid-19 y se preparan para una posible segunda ola. En otras naciones se cree que están ante la primera ola.

«¿Habrá más olas?», le indagamos al profesor del Instituto de Inmunología Terapéutica y Enfermedades Infecciosas de Cambridge.

«No estoy seguro de si tendremos olas, pero sí que pasaremos por altibajos. Esa será la nueva normalidad», respondió.

«Tenemos que vivir con el virus a nuestro alrededor«.

De acuerdo con el experto, se trata de aprender a vivir tomando medidas de precaución y siendo conscientes de la forma como interactuamos.

«No es una manera ideal de vivir, pero quizás no va a durar mucho tiempo, quizás uno, dos, tres años«.

«Pero eso va a ayudar, a largo plazo, a que la sociedad se recupere«.

Una forma de tratar de asumir el control -indicó el doctor- es «decirle a la gente que se dé cuenta de que durante algunos años la vida no va a ser la misma y que simplemente hay que adaptarse».

Otro virus respiratorio

Este coronavirus, explicó el doctor, apunta a que será como otros virus respiratorios: que «van y vienen».

Muchos de ellos «no han sido eliminados«. De hecho, algunos alcanzan puntos álgidos y se presentan por temporadas.

«No hay razón por la cual este coronavirus vaya a ser diferente en ese aspecto».

«No hemos acabado con otros coronavirus”, como por ejemplo los que causan el resfriado común. «Eso me hace pensar que no se trata de algo que vaya a desaparecer (rápido)».

Como plantea el periodista de salud y ciencia de la BBC James Gallagher, hay cuatro coronavirus que circulan entre los seres humanos «y no tenemos vacunas para ninguno de ellos».

Actualmente, hay alrededor de 200 grupos de investigación en todo el mundo que están tratando de desarrollar una vacuna contra el nuevo coronavirus.

«Una vacuna normalmente tomaría años, si no décadas, en ser desarrollada. Los investigadores esperan lograr la misma cantidad de trabajo en solo unos pocos meses«, dice Gallagher.

¿Riesgo cero?

Gupta cree que hablar de “riesgo cero” es no ser realistas.

«Tenemos que encontrar una vía para reiniciar las economías al tiempo que minimizamos el riesgo (de contagios)».

«Esa es la única manera en que esto va a funcionar, porque claramente no podemos cerrar el mundo entero por más tiempo de lo que ya lo hemos hecho».

«Puedes ver en Sudamérica y en África que los confinamientos que vimos antes probablemente no volverán a ocurrir a un nivel nacional».

Para el científico, la manera de «manejar los riesgos» es «aprender» a reducirlos con, por ejemplo, el uso de mascarillas, las medidas de distanciamiento social y la higiene.

Y al pensar en la reactivación económica también se debe ser muy cuidadoso: «Quizás no abrir en su totalidad los hoteles, los bares y los restaurantes», indicó.

Tres grandes desafíos

En su artículo publicado en el sitio de la Universidad de Cambridge, Gupta explicó que la pandemia de covid-19 plantea tres grandes desafíos simultáneos:

Uno de ellos es el desarrollo de pruebas rápidas que se puedan implementar a gran escala para hacerle seguimiento al virus y, así, poder controlar los brotes que vayan apareciendo.

Los otros dos son: crear una vacuna que funcione por un periodo de tiempo extenso y diseñar tratamientos efectivos contra la enfermedad.

«El virus probablemente va a estar circulando por algunos años, pero puede mutar. Entonces, si tenemos una vacuna, debemos asegurarnos de que siga funcionando», escribió.

Contar con tratamientos efectivos también es fundamental para poner a prueba las inmunizaciones.

En el caso de muchas enfermedades, «le podemos dar una vacuna a alguien y después infectarlo con la enfermedad para ver si la vacuna funciona. Pero mientras no tengamos tratamientos buenos para covid-19, no podemos hacer eso».

El coronavirus y el VIH

Muchos de los científicos que a nivel mundial están dedicando sus esfuerzos a estudiar y entender el coronavirus vienen de una escuela muy poderosa: la del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que causa el sida.

Gupta es uno de ellos y, como él mismo señaló, se trata de un virus que todavía «genera mucho miedo».

Cree que su trabajo de años en ese campo le ha ayudado a prepararse para la pandemia de covid-19.

«Ambas, el sida y la covid-19, son enfermedades multisistémicas y el VIH sigue siendo enigmático después de 30 años», escribió en su artículo.

«A medida que descubrimos los efectos de la covid-19 en el cuerpo humano, como los pacientes que desarrollan problemas cardiacos y daño pulmonar, pareciera que (la enfermedad) tendrá implicaciones de largo alcance que tomará mucho tiempo resolver».

Gupta explicó en su texto que, junto a sus colegas, han creado «seudovirus» que «son parte coronavirus y parte VIH, pero que son muy seguros y no causan ninguna enfermedad, para intentar entender cómo los anticuerpos trabajan en las personas infectadas con el virus».

«Al mezclar muestras de sangre tomadas de pacientes con covid-19 y nuestros seudovirus, pudimos ver que estos pacientes tenían inmunidad, la cual evitaría que sus células fueran infectadas por nuestros virus».

Las lecciones del VIH

De acuerdo con el especialista, el estudio del VIH ha dejado importantes lecciones, algunas de las cuales tienen que ver con el funcionamiento de fármacos, con los anticuerpos y con la forma en que el virus se comporta dentro del organismo para adherirse.

«Usamos enfoques muy similares para tratar la covid-19», le dijo a BBC Mundo.

Pero las enseñanzas van más allá del laboratorio.

«Otra semejanza entre ambas enfermedades es el hecho de que las dos se dirigen hacia los eslabones más débiles de la sociedad: a las poblaciones marginadas», reflexionó durante la entrevista.

En ellas, encuentran el «combustible para alimentar su fuego y expandirse en números«.

«Piense en zonas muy marginadas, donde la gente vive hacinada y en condiciones de pobreza que las hacen potencialmente más susceptibles (a contraer el virus)».

Se trata de una realidad con la que Gupta se ha enfrentado en sus investigaciones con el VIH, que abarcan la última década, y es una lección clave:

«Para controlar una enfermedad realmente tienes que entender quién se está infectando y por qué».

«Aunque contamos con herramientas para el VIH, desgraciadamente se sigue transmitiendo y siguen muriendo personas, en muchos casos debido a circunstancias económicas y sociales».

«Puedo ver que lo mismo está sucediendo con el coronavirus debido a que hay sociedades que realmente no pueden confinarse porque su fuerza laboral necesita trabajar para sobrevivir. Es una situación muy difícil», reflexionó.

«La pobreza desgraciadamente podría estar relacionada con la gente que se está viendo más afectada».

Meses concentrados en la covid-19

En más de seis meses tratando de entender a este nuevo enemigo, el virólogo indica que ha aprendido mucho desde diferentes perspectivas.

Una lección que parece evidente, pero que hay que recordar permanentemente, es que «si invertimos en investigación básica, ciencia básica, podemos tener herramientas a la disposición y hacer grandes progresos cuando una nueva enfermedad aparece».

Varios fármacos han nacido gracias a la investigación sobre el VIH, explicó.

«Teníamos remdesivir porque fue desarrollada para el ébola«.

Remdesivir es uno de los medicamentos más prometedores en el tratamiento de la covid-19.

Otro aspecto interesante para el doctor ha sido ver cómo científicos y expertos de todo el mundo han estado trabajando en equipo para hacerle frente a la crisis del coronavirus.

«Ha sido maravilloso. Lo hemos visto aquí, en Cambridge, y globalmente: los científicos están haciendo lo mejor que pueden».

Y no se trata solo de especialistas dentro de los laboratorios, sino de los doctores y todo el personal médico que atienden a los pacientes y que están «ayudando a responder las preguntas que necesitamos esclarecer».

La prioridad no ha cambiado

Uno de los estudios relacionados con el coronavirus que Gupta y su grupo de investigadores realizaron fue ensayar una plataforma de pruebas rápidas llamada SAMBA II, la cual fue desarrollada por una compañía fundada desde la Universidad de Cambridge y que ya ha sido adoptada por varios hospitales de Reino Unido.

Tras tomar una muestra de la nariz o la garganta, el resultado está listo en 90 minutos.

La idea es hacer esas máquinas accesibles no solo para los centros de salud sino, por ejemplo, para residencias de adultos mayores.

Así se evitan, por una parte, los retrasos propios de tener que transportar las pruebas y los resultados de un lugar a otro y, por la otra, tener que depender siempre de un laboratorio.

Y es que poder determinar con rapidez quién tiene el virus hace una «diferencia enorme».

«(Hacer pruebas) es la prioridad porque necesitamos limitar la transmisión (de la infección). Sabemos que muchos de los contagios suceden probablemente a través de personas asintomáticas. Y eso hace las cosas más difíciles porque necesitas someter a pruebas a muchas más personas y eso implica más tests. Pero ahora mismo, no hay otra opción«.

Saber quién está infectado no solo permite concentrarse en esa persona, sino hacerle un seguimiento a su entorno y, de esa manera, bloquear una potencial propagación.

«Por el momento» -indicó el profesor- hacer pruebas «es la única forma de intervención que tenemos».

«No tenemos fármacos mágicos»

El objetivo es poder desarrollar lo antes posible fármacos eficaces y una vacuna, pero mientras eso se concreta, se debe evitar al máximo llegar a la etapa que amerita un tratamiento.

«Una vez las personas se enferman gravemente, no tenemos fármacos mágicos. Aunque algunos han mostrado ser prometedores, es una enfermedad que no quieres contraer».

«Considero que no ha habido suficiente discusión en términos realistas sobre cómo podemos hacerle pruebas a la población de países de ingresos bajos y medianos».

En su opinión, en ese aspecto no ha habido liderazgo por parte de las grandes organizaciones internacionales.

«En muchos de esos países, toma una semana obtener el resultado de esas pruebas (…) Eso es mucho tiempo«.

De acuerdo con el experto, es fundamental discutir las opciones que existen de pruebas rápidas o encontrar la manera de usar las tecnologías existentes para ayudar con el diagnostico.

Y «pese a que ha habido muchas muertes», trata de sentir un poco de optimismo por todos los esfuerzos científicos que se están dando para luchar contra el coronavirus.

Pero «necesitamos prevenir más muertes«, nos dijo.

En el futuro, quiere seguir dedicado a la covid-19 y al VIH, no solo porque hay mucho que investigar y que aprender de ellos frente a otros virus sino porque, como escribió:

«La próxima pandemia podría ser un virus relacionado, por eso necesitamos seguir esforzándonos y perseverando».

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-53367946

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Ingrid Robeyns: “Debe haber límites para lo que queremos tener”

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La “Nueva Normalidad”, la campaña de la UNESCO

Noticia Global

Después de que más de 1/3 de la población mundial permaneciera confinada en sus casas durante semanas, ahora el mundo intenta recuperar la normalidad, saliendo de la crisis mundial causada por el coronavirus. Sin embargo, debemos ser conscientes de que muchas cosas han cambiado y no podemos seguir haciendo lo que hacíamos antes. Las consecuencias que ha comportado el virus han hecho que todos los países del mundo se replanteen los nuevos modos de vida y cómo deberían gestionarse y funcionar las sociedades a partir de ahora.

Si bien durante la pandemia fuimos testigos de la solidaridad de miles de personas para hacer frente al virus, parece ser que ahora tendemos a olvidar las lecciones que aprendimos, sin tener en cuenta el impacto de lo que consideramos normal para el medio ambiente, la economía, la salud pública y nuestras sociedades.

Por ello, la UNESCO ha lanzado una campaña mundial que pone en cuestión nuestra percepción sobre lo que debería significar la vuelta a la normalidad en la era post-COVID-19, con el lanzamiento de un vídeo, de 2:20 minutos. En él, presenta datos e información objetiva sobre el mundo antes y después de la pandemia. La inclusión de todos estos hechos en un único vídeo ayuda a tener una visión conjunta de lo que es normal y lo que no. Antes aceptábamos y considerábamos normales hábitos y acciones que no lo son, y el vídeo ayuda a reflexionar sobre ello, ya que nuestra realidad anterior a la pandemia ya no puede ser aceptada como normal.

Fuente: http://www.aikaeducacion.com/actualidad/la-nueva-normalidad-la-campana-de-la-unesco/
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El futuro del trabajo, entre el “nada que ver con lo habitual” a la “nueva normalidad”

Por: Eduardo Camín

 

Millones de personas del mundo han estado trabajando a distancia debido a la pandemia de la Covid-19. ¿Podría ser este “nada que ver con lo habitual” el futuro del trabajo? Al menos así se lo plantea Susan Hayter, Consejera Técnica Superior de la Organización Internacional del Trabajo sobre el futuro del trabajo.

Desde que surgió el teletrabajo en los años 70 en Estados Unidos hasta la actualidad, la atención sobre esta fórmula de organización del trabajo ha mostrado elementos positivos para promoverlo, por las ventajas que conlleva para el trabajador –entre otras, la conciliación de su vida laboral, familiar y personal–, para la empresa –el aumento de la productividad– y para la sociedad –favorece la descentralización de actividades, junto a otras ventajas–.Noticias | El futuro del trabajo: ¿cuáles son los cambios que se ...

Al mismo tiempo se hacen evidentes elementos negativos que causan recelos, respecto de las consecuencias sociales y laborales del teletrabajo, en relación, por un lado, con el aislamiento del teletrabajador, su mínimo desarrollo profesional, o la desprotección de sus derechos laborales. Por otro lado, en relación con los obstáculos para el control y supervisión de los teletrabajadores por parte de la empresa, y los costes de formación que la empresa debe asumir

Recordaremos que antes de la pandemia, ya había un debate en curso sobre las consecuencias de las tecnologías en el futuro del trabajo. El mensaje de la Declaración del Centenario adoptada en junio 2019 ha sido claro en este sentido; el futuro del trabajo no está predeterminado; perfilarlo depende de nosotros.

Ese futuro se adelantó a lo previsto, pues muchos países, empresas y trabajadores tuvieron que pasarse al teletrabajo a fin de contener la propagación de la Covid-19, cambiando drásticamente la forma habitual de trabajar. Las reuniones virtuales remotas son ahora frecuentes, y la actividad económica en una serie de plataformas digitales ha aumentado.
A medida que van levantándose las restricciones, una pregunta que todo el mundo se plantea es si el “nada que ver con lo habitual” se convertirá en la “nueva normalidad”.

Mientras muchas empresas comienzan a proyectar ahora la alternativa del teletrabajo, las precursoras del teletrabajo se plantean si deben continuar o expandir estas formas de trabajo alternativo. La oficina virtual aporta ventajas a empresas y trabajadores, pero también inconvenientes que sólo pueden ser resueltos con nuevas orientaciones en la gestión.

El teletrabajo no es únicamente una solución, es un derecho | MendoVozUnas pocas grandes empresas de las economías desarrolladas ya han señalado que lo que fuera un proyecto piloto imprevisto y prolongado – el trabajo a distancia, desde el domicilio y el teletrabajo – pasará a ser la forma estándar de organizar el trabajo. Los empleados no necesitan desplazarse hasta el trabajo, a menos que opten por hacerlo.

Puede que esto sea motivo de celebración para la gente y para el planeta. Sin embargo, la idea de un punto final para “la oficina” es decididamente – como mínimo – pretenciosa. La OIT estima que en los países de ingreso alto el 27 por ciento de los trabajadores podría trabajar de modo remoto desde el domicilio.

Trabajan en el tipo de trabajo que lo permite y tienen acceso a la tecnología y a la infraestructura de las telecomunicaciones que lo hacen posible. Pero esto no significa que efectivamente lo harán.
Ventajas e inconvenientes.

El giro hacia el trabajo remoto provocado por la pandemia permitió a muchas empresas seguir funcionando sin poner en peligro inmediato la salud y seguridad de sus empleados. Confirmó lo que algunos estudios ya habían adelantado, que en un marco de circunstancias adecuado –un despacho doméstico habilitado, acceso a herramientas de colaboración, y una rutina de trabajo predecible– el trabajo a distancia puede ser igual de productivo.

Quienes pudieron asumir la transición al teletrabajo durante la crisis sanitaria tuvieron la posibilidad de sentarse a la mesa cada día con la familia. Así, el trabajo pasó inmediatamente a estar centrado en las personas; pero a la vez, hubo que combinarlo con la enseñanza escolar desde casa y al cuidado infantil y de los ancianos.Teletrabajo: 3 desafíos que tiene Latinoamérica | TyN Magazine

Sí, estas personas han visto desdibujarse los límites entre el tiempo laboral y el tiempo para los propios asuntos, y ello ha aumentado el estrés y ha planteado un sin numero de riesgos para la salud mental. Para muchas personas, el giro hacia el trabajo remoto intensificó la sensación de aislamiento, de pérdida de identidad y de determinación.

Independientemente de la ropa que nos pongamos para entrar en ellas, las salas virtuales no pueden sustituir el valor social del trabajo y la dignidad y el sentido de pertenencia que nos proporciona.

Ante la inminencia de una crisis económica y del aumento de las tasas de desempleo, sin precedentes, surge la ocasión de celebrar consultas sobre la mejor forma de aprovechar las adaptaciones necesarias para ahorrar en los costos, mejorar la productividad y preservar puestos de trabajo. Ello podría suponer semanas laborales más reducidas o fórmulas de repartición del trabajo, para evitar suspensiones en tiempos difíciles.

Al mismo tiempo, la experiencia reciente de teletrabajo ha revelado profundas fisuras. Quienes están en la franja de ingresos altos tal vez elijan entre seguir trabajando a distancia en el futuro, pero los del otro extremo no tendrán elección, tendrán que desplazarse y es más probable que les falte tiempo.

Históricamente, las crisis económicas, las pandemias y las guerras han agudizado la desigualdad. La cuestión es si esta vez se tratará de un movimiento tectónico que provoque un aumento de la inestabilidad política y social, o una crisis que nos motive para consolidar los cimientos de sociedades justas y los principios de solidaridad y toma de decisiones democrática que impulse a las sociedades, a los mercados de trabajo y a los lugares de trabajo en la dirección de la igualdad.

Entre el “nada que ver con la realidad” … “a la nueva normalidad”

El futuro del trabajo pospandemiaAl analizar el alcance de algunas prácticas sociales que, en múltiples aspectos de la vida, parecen haber cambiado sin retorno posible, nos lleva a preguntarnos, si se trata de una herramienta provisoria o de un cambio definitivo. El uso de la tecnología, que en algunos casos puede maximizar rendimientos, en otros puede ir en detrimento de los vínculos sociales en el ámbito laboral y, sobre todo, de los derechos de los trabajadores en general.

Sin dudas, que el trabajo a distancia es visto como una forma eficaz de hacer frente al aislamiento social que estamos viviendo. Muchos, son los que se preguntan sinceramente, por qué no continuar con esta modalidad cuando pase la pandemia.
Después de todo, con las nuevas tecnologías no siempre es necesaria la presencia física en el lugar de trabajo. Además, los trabajadores pueden realizar su trabajo desde la comodidad de su casa, ahorrando tiempo y dinero para movilizarse, descongestionando el transporte público y ayudando al medio ambiente. Parece ideal ¿o no?

La realización de trabajo a domicilio, o a distancia, no es una modalidad tan nueva como parece. En efecto, hay un interesante antecedente histórico del trabajo a distancia, que data de la Inglaterra preindustrial. Entonces se lo llamó “industria a domicilio” y consistía básicamente en la elaboración artesanal de prendas de vestir.Robotización con MACH4 - Apotheka en 2020 | Farmacia, Automatizacion

Más allá de las grandes diferencias entre épocas y de las relaciones sociales involucradas, el caso analizado en la Europa prerrevolución industrial nos muestra que, su resultado fue mayor explotación para los trabajadores, precisamente por las condiciones que le fueron impuestas para desarrollarlo. La forma en la que se presentaba era relativamente similar a la actual: trabajar desde la comodidad del hogar.

Pero queremos hacer hincapié en algunas cuestiones del teletrabajo que podemos considerar disruptivos del marco en que habitualmente nos reconocemos como trabajadores.

¿Qué hacer entonces ante el teletrabajo?

Las condiciones materiales del teletrabajo tal como lo conocemos hoy, representan una amenaza potencial a la autopercepción de cada trabajador como integrante de un colectivo mayor en el cual se construye la conciencia colectiva y se constituyen las organizaciones de los trabajadores.

Se trata de aquel espacio en que los trabajadores luchan por derechos que exceden el plano individual de su situación particular (aunque la engloba) para alcanzar un estatus genérico que garantiza sus condiciones laborales en tanto integrante de la clase obrera estableciendo límites mínimos e irrenunciables de protección.

Alexro🌎🇨🇴🇦🇷 on Twitter: "Trabajo esclavo. #Teletrabajo ...Uno de los cambios más tempranamente advertidos es la modificación de la duración de la jornada laboral. El trabajador está disponible todo el tiempo. Las demandas de su empleador no se circunscriben con límites claros al tiempo en que el trabajador se encuentra produciendo, y el límite entre la vida laboral y personal se desdibuja.

La limitación de la jornada laboral es un logro por el cual el movimiento obrero ha pagado un costo muy alto luego de años de lucha, y, sobre todo, con la sangre de muchísimos trabajadores, que dieron su vida para conquistar la jornada de ocho horas y el descanso dominical. La amnesia de algunos no nos puede hacer obviar algo tan importante.

La dimensión colectiva a la que hacemos referencia nos alerta sobre otro aspecto disruptivo: el teletrabajo facilita el individualismo en detrimento de los aspectos colectivos del quehacer de los trabajadores.

Y en esta noción se desliza sutilmente el discurso tradicional del neoliberalismo en el cual pretende mostrarse como los defensores del individuo en contra de las políticas masificadoras de la izquierda, pero en realidad no se basa en la exaltación de las virtudes personales y de la libertad, sino en la destrucción de la organización de las redes sociales.

Por eso, y para contextualizar temporalmente el tema del teletrabajo, el problema no se plantea claramente en el presente de aislamiento obligatorio, sino a futuro. En el presente, el teletrabajo es una herramienta muy valiosa que permite que, en medio de una pandemia sin precedentes, muchos trabajadores ya sean en los ámbitos públicos o privados puedan seguir desarrollando sus actividades con relativa normalidad.

Pero es necesario advertir la amenaza potencial que esta modalidad laboral puede implicar en términos de flexibilización laboral, encubierta por el halo del avance tecnológico, estrategia de simulación no ajena al neoliberalismo. Las nuevas condiciones que puede implicar la generalización del teletrabajo llevan a enfatizar los aspectos colectivos del trabajo y a insistir en la necesidad de una reflexión crítica sobre las relaciones sociales que le dan marco.De la destrucción del trabajo, el teletrabajo y el paro masivo ...

No se trata de ser “luditas” de tiempos modernos, pero hay que debatir ampliamente entre todos los actores sociales involucrados, las repercusiones que pueden tener en el conjunto de la sociedad los cambios tecnológicos que están ocurriendo.

Es importante contrapesar el poder de los grandes grupos económicos que hace tiempo buscan implementar una reforma laboral en contra de los intereses de los trabajadores, y hay que ser conscientes que estos cambios imprevistos pueden ser plenamente funcionales a sus intereses.

Este no es un debate puramente teórico e intelectual, sino que hay grandes intereses económicos en juego. El capital -con o sin pandemia- intentará una vez mas maximizar sus ganancias, en detrimento de los mas débiles.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/07/03/el-futuro-del-trabajo-entre-el-nada-que-ver-con-lo-habitual-a-la-nueva-normalidad/

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