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Carta a los niños de Gaza

Por: Chris Hedges Report / Imagen: Niños de Gaza, por Mr. Fish

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Querido niño:

Es más de medianoche. Vuelo en la oscuridad a cientos de kilómetros por hora, a miles de metros sobre el Océano Atlántico. Viajo a Egipto, camino de la frontera de Gaza en Rafah. Viajo por ti.

Tú nunca has ido en avión, nunca has salido de Gaza. Solo conoces las abarrotadas calles y callejas, las chabolas de hormigón. Solo conoces las barreras de seguridad y las vallas que rodean Gaza, patrulladas por soldados. Para ti, los aviones son aterradores: aviones de combate, helicópteros de asalto, drones. Dan vueltas sobre tu cabeza, dejan caer misiles y bombas. Producen explosiones ensordecedoras. El suelo tiembla, los edificios se derrumban. Muertos, gritos, llamadas de socorro amortiguadas desde debajo de los escombros. No se detienen, ni de día ni de noche. Atrapados bajo montones de cemento destrozado están tus amigos, tus compañeros de colegio, tus vecinos. Desaparecidos en segundos. Ves las caras blanquecinas y los cuerpos inertes cuando les desentierran. Yo soy periodista, es mi trabajo observar esto. Pero tú eres un niño, nunca deberías verlo.

Hedor a muerte. Cuerpos descomponiéndose bajo el hormigón destrozado. Contienes la respiración, te cubres la boca con una tela, andas más deprisa. Tu barrio se ha convertido en un cementerio, todo lo que te era familiar ha desaparecido. Miras asombrado: te preguntas dónde estás.

Tienes miedo. Hay una explosión tras otra. Lloras. Te aferras a tu madre o a tu padre. Te tapas los oídos. Ves la luz blanca de un proyectil y esperas la explosión. ¿Por qué os matan a los niños? ¿Qué habéis hecho? ¿Por qué nadie puede protegerte? ¿Te herirán? ¿Perderás un brazo o una pierna? ¿Te quedarás ciego o irás en silla de ruedas? ¿Para qué naciste? ¿Fue por algo bueno o por esto? ¿Crecerás? ¿Serás feliz? ¿Cómo será quedarte sin amigos? ¿Quién será el próximo en morir? ¿Tu madre? ¿Tu padre? ¿Tus hermanos y hermanas? Alguien a quien conoces resultará herido, pronto. Alguien a quien conoces morirá, pronto.

Por la noche te tumbas sobre el frío suelo de cemento, en la oscuridad. Los teléfonos no funcionan, internet tampoco. No sabes lo que está pasando. Hay destellos de luz. Hay oleadas de explosiones. Hay gritos.  No se detienen.

Cuando tu padre o tu madre van en busca de comida, esperas, con esa terrible sensación en el estómago. ¿Regresarán? ¿Volverás a verles? ¿Será vuestra casita la siguiente que destrirán las bombas? ¿Son estos tus últimos momentos sobre la tierra?

Bebes agua salada, agua sucia. Te pone enfermo. Te duele el estómago. Tienes hambre. Las panaderías están destruidas, no hay pan. Comes una vez al día: pasta, un pepino. Dentro de poco hasta eso te parecerá un festín.

Ya no juegas con tu pelota hecha de trapos, ni vuelas tu cometa hecha de viejos periódicos.

Has visto a periodistas extranjeros. Llevamos chalecos antibalas con la palabra PRENSA escrita en ellos. Tenemos cascos, cámaras, conducimos jeeps. Aparecemos después de un bombardeo o un tiroteo. Nos sentamos a tomar café durante un buen rato y hablamos con los adultos. Luego desaparecemos. No solemos entrevistar a niños. Pero yo sí lo hecho cuando me he visto rodeado por un montón de chavales. Reís, señaláis con el dedo, nos pedís que os hagamos una foto.

He sido bombardeado por aviones en Gaza. Me han bombardeado también en otras guerras, guerras que sucedieron antes de que tú nacieras. Yo también pasé mucho, mucho miedo. Todavía sueño con aquello. Cuando veo las imágenes de Gaza, esas guerras regresan a mí con la fuerza del trueno y del rayo y pienso en vosotros.

Todos los que hemos estado en la guerra la odiamos sobre todo por lo que les hace a los niños.

Yo he intentado contar vuestra historia. He intentado contar al mundo que cuando se es cruel con la gente, semana tras semana, un mes tras otro, año tras año, década tras década, cuando se les niega la libertad y la dignidad, cuando se les humilla y se les encierra en una cárcel al aire libre, cuando se les mata como si fueran bestias, acaban muy enfadados. Hacen a los demás lo que les hicieron a ellos. Lo he contado una y otra vez. Lo repetí durante siete años. Pocos escucharon. Y ahora esto.

Hay periodistas palestinos muy valientes. Treinta y nueve de ellos han sido asesinados desde que comenzaron a caer las bombas. Son héroes. Al igual que lo son los médicos y enfermeras de vuestros hospitales. Como los trabajadores de las Naciones Unidas, ochenta y cuatro de los cuales han caído. Como los conductores de ambulancias y los paramédicos. Y lo mismo puede decirse de los equipos de rescate que levantan los bloques de hormigón con sus manos. O los padres y madres que os protegen de las bombas con sus cuerpos.

Pero ahora no estamos allí, no en esta ocasión. No podemos entrar, no nos dejan.

Periodistas de todo el mundo van camino del paso fronterizo de Rafah. Acudimos porque no podemos contemplar esta carnicería y no hacer nada. Acudimos porque cientos de personas mueren a diario, incluidos 160 niños. Acudimos porque este genocidio debe detenerse. Acudimos porque tenemos hijos, niños como vosotros, preciosos, inocentes, amados. Acudimos porque queremos que viváis.

Espero que algún día nos encontremos. Vosotros seréis adultos, yo seré un anciano, aunque para vosotros ya soy muy viejo. En mis sueños os encuentro libres, felices, a salvo. Nadie intenta mataros. Voláis en aviones llenos de personas, no de bombas. No estáis atrapados en campos de concentración, salís a ver el mundo. Crecéis y tenéis hijos. Os hacéis viejos. Recordáis este sufrimiento pero sabéis que eso significa que tenéis que ayudar a otros que sufren. Esa es mi esperanza, mi plegaria.

Os hemos fallado. Esa es la terrible culpa que cargamos. Lo intentamos, pero no lo suficiente. Así que iremos a Rafah, muchos de nosotros, periodistas. Nos plantaremos frente a la frontera con Gaza para protestar. Escribiremos y filmaremos. Eso es a lo que nos dedicamos. No es mucho, pero es algo. Volveremos a contar vuestra historia.

Quizá sea suficiente para ganarnos el derecho a pediros perdón.

Chris Hedges es un periodista estadounidense ganador del Premio Pulitzer. Fue durante 15 años corresponsal en el extranjero para The New York Times, ejerciendo como jefe para la oficina de Oriente Próximo y la  de los Balcanes.

Fuente: https://chrishedges.substack.com/p/letter-to-the-children-of-gaza

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Prohíben el uso de celulares y pantallas en las escuelas de Suecia, ¡ya era hora!

“Las pantallas afectan a todo lo que nos hace humanos: al lenguaje, a la capacidad de pensar, de razonar, de memorizar…”.
Michel Desmurget, director de investigación en el Instituto Nacional de Salud y la Investigación Médica en Francia

En diversos lugares del mundo estudios e investigaciones independientes vienen alertando sobre los efectos negativos que tiene la digitalización educativa. Esos estudios indican que el uso obsesivo de las pantallas se ha convertido en un problema de salud pública, dado que genera desordenes cognitivos, mentales, físicos, anímicos, psicológicos…. Alertan que la exposición permanente a las pantallas ha dado origen a los cretinos digitales, que se caracterizan por la pérdida de nexos sociales, el individualismo extremo, el culto al consumo, la incapacidad para comunicarse con los demás, en suma, la desconexión con el mundo real a cambio de una panacea tecnológica que se presenta como la tabla de salvación de todos los asuntos de la vida cotidiana.

Para colonizar digitalmente a los niños primero se ha colonizado a los padres, una gran mayoría de los cuales aceptan sin ninguna perspectiva crítica la propaganda mediática de los emporios informáticos que dice que el acceso a las pantallas, especialmente del celular, es benéfico para los niños y les abriría extraordinarias ventanas al mundo y al conocimiento. Que si los niños tienen su propia pantalla y la usan a cualquier hora del día se volverán sabios de manera automática y sin ningún esfuerzo. Esa campaña ha llegado al extremo de asegurar que es mejor leer en pantalla que en papel y de allí se ha desprendido la no utilización de los libros desde los primeros niveles educativos, el cierre de bibliotecas públicas y escolares, la reducción de la lectura, y el desprecio al saber acumulado y transmitido a través del patrimonio documental escrito.

Un discurso seudopedagógico que se ha impuesto, en aras de la novedad, sostiene que es mejor para los niños tener contacto con artefactos microelectrónicos que con seres humanos y eso supone que, en términos de aprendizaje y conocimiento, sobran las bibliotecas, los libros y los profesores. Como resultado hay una pérdida de la capacidad de lectura a nivel mundial, más acentuada en unos países que en otros, siendo la introducción de pantallas en las escuelas la variable fundamental que explica ese retroceso cognitivo: entre más pantallas más disminuye la capacidad lectora, el nivel de comprensión, la actitud crítica, el razonamiento propio e independiente, y se generaliza la incapacidad de concentrarse en alguna actividad especifica.

Los principios elementales de la precaución y la prudencia no operan cuando se habla de la digitalización educativa, porque esos supuestos se oponen a los intereses corporativos de los productores de cachivaches tecnológicos, cuyo interés estriba en venderlos rápido para aumentar su rentabilidad, sin importarles las consecuencias destructivas que eso tiene sobre los seres humanos y el medio ambiente.

De la noche a la mañana se nos anuncia que el aprendizaje puede ser mágico, que no necesita de ningún esfuerzo y que con prender el botón de un computador y tener una pantalla podemos acceder a todo el conocimiento del mundo. Semejante estupidez se dice con toda la impunidad del caso, apoyándose en el culto tecnológico, cuando el aprendizaje mágico y acelerado no existe, no es posible. Contra esa mentira hay que resaltar que el aprendizaje es lento, exige concentración y esfuerzo y sus resultados se ven al cabo de cierto tiempo.

En este mundo digitalizado quienes más oportunidades de aprendizaje tienen son aquellos que más han restringido el acceso a las pantallas y demoran la introducción de tecnologías fuertemente adictivas, empezando por el celular. La prueba está en que los gurúes de Silicon Valley, que tanto promueven sus negocios tecnológicos para obtener extraordinarias ganancias, son los primeros en oponerse a que en sus casas sus hijos tengan smartphone e imparten una educación a través de los libros. En California, por ejemplo, las élites, ligadas a los negocios microelectrónicos, matriculan a sus hijos en aquellos colegios en los cuales está restringido el acceso a esas tecnologías y predomina la utilización de lápiz y papel, no existen conexiones Wi Fi y el espacio educativo está libre de pantallas.

Esto demuestra que la educación es un asunto humano y no tecnológico, como si esta fuera una variable que pudiera entenderse al margen de la sociedad. Y en el mismo sentido, la novedad es una cuestión mercantil y no puede considerarse como un concepto educativo.

Esas novedades digitales en la educación han cobrado más fuerza a raíz de la pandemia de la Covid-19, un momento de pánico mundial que ha sido bien aprovechado por los negociantes del mundo informático. Sus efectos negativos se han visto en poco tiempo, debido, entre otras cosas, a que los Ministerios de Educación Nacional facilitan y propician esos negocios en aras de la novedad tecnológica y por cazarse con las pretendidas innovaciones de la tecnología inteligente y de la “sociedad del conocimiento”.

Ante esos efectos negativos empiezan a darse las primeras respuestas, como ya sucede en algunos países asiáticos (China y Taiwán) y en europeos (Francia, Italia, algunas regiones de Alemania y ahora Suecia), que apuntan a la restricción de las pantallas en el mundo escolar.

El caso de Suecia es llamativo porque fue uno de los primeros en plegarse hace algunos años en forma incondicional a la digitalización de la educación desde los primeros niveles. Pues ahora, analizando los resultados negativos, ha decidido detener esa digitalización y ha proclamado el regreso a la enseñanza a través de cuadernos y libros. Al respecto, la Ministra de Educación de Suecia ha anunciado que por la disminución de la capacidad lectora de sus estudiantes el país corre el peligro de contar con una “generación de alfabetos funcionales”, ante lo cual es necesario que “las escuelas suecas vuelvan a lo básico”, con un enfoque en se deben fomentar las habilidades básicas de “leer, escribir y contar”. Para posibilitar el retorno a los libros se destina un importante presupuesto estatal para dotar a las bibliotecas escolares con suficiente material impreso, de tal manera que esas escuelas estén libres de dispositivos microelectrónicos y se estimule el uso de los textos escolares. La ministra Lotta Edholm en forma rotunda cuestionó la “actitud acrítica que considera la digitalización como algo positivo, cualquiera sea su contenido”, y en aras del solucionismo tecnológico envió a los libros de texto “a las estanterías”, cuando estos tienen “beneficios que ninguna Tablet puede reemplazar”.

Esta decisión no ha sido aislada, porque en Italia un informe especializado del Senado concluye que el uso de artefactos digitales, especialmente el smartphone, está creando una generación de “jóvenes esclavos, drogados y descerebrados”, porque el uso de los cachivaches microelectrónicos «no es nada diferente de la cocaína, con las mismas e idénticas implicaciones químicas, neurológicas, biológicas y psicológicas”.

De lo anterior se desprenden dos preguntas básicas y actuales para nuestro país: ¿cuándo se va a reflexionar crítica y seriamente sobre los efectos destructivos que la pandemia digital genera entre los niños y jóvenes colombianos? y ¿cuándo se van a implementar medidas que le intenten poner freno a la epidemia de cretinos digitales que afecta a gran parte del territorio urbano de Colombia?

Fuente: https://rebelion.org/prohiben-el-uso-de-celulares-y-pantallas-en-las-escuelas-de-suecia-ya-era-hora/

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¿La tecnología educativa perjudica los derechos digitales del estudiantado?

Por: Nohemí Vilchis

Distintas plataformas han vulnerado los datos personales de estudiantes al recolectarlos, monitorearlos y almacenarlos para compartirlos a empresas tecnológicas con fines publicitarios. ¿Quiénes están involucrados y cómo se puede cuidar esta información?

Es conocido que la tecnología dentro de la educación ha abierto nuevos panoramas y ha optimizado procesos dentro de las aulas. El aprendizaje se ha conjugado con aplicaciones para facilitar la enseñanza en distintos entornos académicos y contextos sociales. Pero ¿qué pasa cuando su uso contribuye a esas mejoras mientras que se ve vulnerada la información personal de los usuarios?

Por lo general, son las instituciones educativas quienes definen la tecnología educativa o EdTech (del inglés Educational Technology) con la que se acompañará el programa de estudios. Sin embargo, son los estudiantes de distintos niveles de formación quienes brindan sus datos personales para utilizar estas herramientas.

Un reporte emitido por la organización Human Rights Watch (HRW) reveló que aplicaciones y sitios EdTech utilizados por estudiantes recolectaban, monitoreaban y rastreaban información personal de niños en distintos países, violando sus derechos digitales. El estudio analizó 163 herramientas de tecnología educativa incorporadas por 49 países durante los meses de marzo a agosto de 2021. Desde Argentina hasta Rusia, estos territorios adoptaron el aprendizaje en línea como un componente de sus planes nacionales en la pandemia durante el cierre de las escuelas.

Según el informe, 89 % de los productos EdTech ponían en riesgo los derechos de los niños al recopilar datos sin su consentimiento o el de sus madres, padres o tutores, además vigilaban qué hacían en el salón de clases, quiénes eran sus familiares y amigos, así como qué dispositivos podrían pagar sus familias. Como demuestra el reporte, algunas compañías comercializan los perfiles de los infantes al ponerlos a disposición de corporaciones tecnológicas con fines publicitarios (AdTech, del inglés Advertising Technology).

El reporte mostró que 145 recursos de tecnología educativa brindaban acceso a 199 empresas de terceros, en su mayoría AdTechs, a los datos de estudiantes. Gran parte de las plataformas de aprendizaje en línea pudieron haber permitido que los algoritmos de estas compañías logren analizar información que exhiba las características e intereses personales de niñas y niños. De esta manera, podrían predecir el siguiente paso de los usuarios y descubrir cómo se ven influenciados.

Entre los hallazgos se detectó que algunos recursos tecnológicos se dirigieron a los estudiantes con publicidad conductual por medio de datos extraídos de sus entornos educativos para personalizarles contenido y anuncios, con esto los guiaron por el internet. Las empresas distorsionaron la experiencia en línea de los infantes e intentaron influir en sus opiniones y creencias en un momento donde corren un alto riesgo de interferencia manipuladora. Lo anterior, a raíz de que con el cierre de las escuelas se requirió al estudiantado usar estos productos, y los niños cuyas familias lograron pagar el acceso a internet y a dispositivos electrónicos estuvieron expuestos a prácticas que perjudicaban la privacidad en estas aplicaciones.

La mayoría de las empresas de tecnología educativa no divulgaron sus prácticas de vigilancia de datos, ya que, del total de productos sólo 35 establecían en sus políticas de privacidad que la información de sus usuarios se utilizaba para publicidad conductual. Asimismo, 23 productos se desarrollaron pensando en los menores de edad como principales usuarios.

Ante esto, HRW estableció que de acuerdo con los principios de protección de datos de las infancias y las responsabilidades de derechos humanos de las corporaciones como se describe en los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, las empresas de EdTech y AdTech no deben recopilar ni procesar datos de infantes para publicidad. Es necesario que las compañías realicen un inventario de los datos coleccionados durante la pandemia para percatarse de no procesar, compartir o utilizarlos. Deben trabajar junto a los gobiernos para eliminar de inmediato la información recibida.

¿En quién recae la responsabilidad?

Aunque existe responsabilidad por parte de todos los involucrados, es un compromiso de quien toma las decisiones tecnológicas. Un artículo de The Conversation explica que son las escuelas las que determinan las tecnologías digitales a utilizar por los estudiantes, quienes no tienen genuinamente opción para elegir usar las aplicaciones o sitios web que han sido seleccionados por las instituciones o departamentos de educación. Por ende, no están capacitados para tomar decisiones informadas sobre su aprendizaje en línea.

El estudio conducido por Human Rights Watch señaló que siete países (Australia, Brasil, Canadá, Alemania, India, España y Estados Unidos) delegan la toma de decisiones a las autoridades educativas a nivel estatal o regional. A lo largo de la pandemia, estas resoluciones incluyeron definir qué EdTech respaldar o adquirir para uso escolar.

Jonathan McCully indicó en Digital Freedom Fund que las grandes corporaciones dominan el mercado de la tecnología educativa, con productos que se implementan en entornos donde los derechos digitales de las infancias se aplican de forma deficiente, sin supervisión, autonomía o control significativo sobre el almacenamiento de su información.

Los contextos educativos han sido transformados con la dependencia de sistemas que procesan datos biométricos confidenciales, como mapas faciales o huellas dactilares, para medir la asistencia, los pagos de almuerzo o reforzar la seguridad. Además, existen sistemas como los basados en modelos estadísticos, perfiles algorítmicos y toma de decisiones automatizada que perpetuan medidas discriminatorias y excluyentes. Es decir, al desarrollar planes de estudio, predecir el rendimiento académico y “detectar” trampas en los exámenes, pueden influir en los años formativos de una persona y negarle el acceso a diferentes oportunidades educativas.

Un ejemplo que ilustra el panorama fue lo sucedido en Costa Rica con las pruebas de Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO). El Ministerio de Educación Pública (MEP) violentó los derechos de miles de estudiantes menores de edad y sus familias mediante preguntas contenidas en la prueba aplicada a estudiantes de quinto grado en noviembre de 2021. Tras 15 denuncias presentadas por parte de familiares, los magistrados del Tribunal concluyeron que existió una lesión al derecho a la intimidad, para obtener datos personales a través de una prueba obligatoria, brindando acceso a información que requiere especial protección del Estado. Entonces, está en manos de distintas instancias donde los gobiernos, las escuelas y los mismos familiares juegan un rol preponderante.

Protección legal

Primero, se debe entender que en México la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes establece en el Artículo 5 que “son niñas y niños los menores de doce años, y adolescentes las personas de entre doce años cumplidos y menos de dieciocho años de edad. Para efectos de los tratados internacionales y la mayoría de edad, son niños los menores de dieciocho años de edad”. Además, el Artículo 76 del capítulo décimo séptimo del Derecho a la Intimidad precisa que las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la intimidad personal y familiar, y a la protección de sus datos personales.

En cuanto a las personas de cualquier edad, el Artículo 7 de la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados decreta que “por regla general no podrán tratarse datos personales sensibles, salvo que se cuente con el consentimiento expreso de su titular o en su defecto, se trate de los casos establecidos en el artículo 22 de esta Ley. En el tratamiento de datos personales de menores de edad se deberá privilegiar el interés superior de la niña, el niño y el adolescente, en términos de las disposiciones legales aplicables”. Por ello, bajo cualquier circunstancia es vital el consentimiento de la persona a quien pertenezcan los datos para acceder a ellos y siempre será prioridad velar por la seguridad y bienestar de los menores.

Sin embargo, esta autorización debería poder ser revocable. El blog de AyudaLey sobre Protección de datos explica que aunque exista el consentimiento este no legitima el uso y tratamiento excesivo de los datos. Se debe permitir a los usuarios rescindir su consentimiento sobre dicha información personal y la eliminación de los datos recolectados. Advierte que, para que las aplicaciones cumplan con la normativa de protección de datos personales es importante que den a conocer la finalidad para la que serán utilizados previo a su instalación. Cuando se trata de menores de edad, expone que lo más adecuado es elegir un método restrictivo para el procesamiento de información, no usarla para fines comerciales y abstenerse de que contenga detalles sobre familiares y/o amigos.

Identificar los conceptos clave para diferenciar el tipo de datos con los que cuenta una persona ayuda a hacer consciencia sobre la información que se brinda a ciertas aplicaciones, plataformas y empresas de terceros. Según el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas de la Ciudad de México los datos personales son toda aquella información que se relaciona con la persona y la hace identificable. Es decir, la edad, domicilio, número telefónico, correo electrónico personal, número de seguridad social, CURP, trayectoria académica, laboral y profesional, entre otros. Estos no pueden ser transferidos.

Dentro de los datos personales se encuentran los datos sensibles. De acuerdo con el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) estos “informan sobre los aspectos más íntimos de las personas, y cuyo mal uso pueda provocar discriminaciones o ponerles en grave riesgo, como por ejemplo, el origen racial o étnico; estado de salud (pasado, presente y futuro); información genética; creencias religiosas, filosóficas y morales; afiliación sindical; opiniones políticas y orientación sexual”. Los datos más delicados demandan especial protección y cuidado. Los datos patrimoniales o financieros describen la capacidad económica de las personas en relación a los recursos que poseen y su condición para hacer frente a sus deudas.

Todo este tipo de información precisa protección y requiere ser resguardada. Si bien los distintos actores de instancias educativas y las madres y padres de familia o tutores son capaces de administrar sus datos personales, también están encargados de custodiar los datos de los niños. Además de enseñarles la relevancia de cuidar su información personal.

McCully ofrece ejemplos de casos vinculantes que sirven como referente en el plano legal para tomar medidas contra la trasgresión de los derechos digitales de los niños. Anne Longfield, ex Comisionada de la Infancia de Inglaterra, inició una acción legal en nombre de millones de jóvenes contra TikTok. En este “caso histórico”, se denuncia que los datos de más de 3,5 millones de niños y niñas en Reino Unido, incluyendo sus números de teléfono, videos, ubicación y datos biométricos, están siendo procesados por la plataforma sin la advertencia suficiente, ni transparencia o consentimiento legal. La empresa debe eliminar los datos existentes y pagar una compensación que podría ascender a miles de millones de libras.

En Holanda, un grupo de madres y padres de familia presentaron ante tribunales un caso contra TikTok. La crítica a la aplicación consiste en que la plataforma de redes sociales recopila datos sin el permiso correspondiente y son más de los necesarios. Asimismo, no especifica cómo utilizan la información.

Incluso, McCully menciona que se han presentado casos en varios países contra YouTube, Google, Facebook/Meta y creadores de aplicaciones de juegos por no respetar ni guardar la privacidad de los infantes.

En Estados Unidos, el Departamento de Educación se ha comprometido a proteger la privacidad del alumnado aplicando la Ley de Privacidad y Derechos Educativos de la Familia (FERPA, por sus siglas en inglés) con la cual los estudiantes controlan sus expedientes académicos y exigen al personal escolar resguardarlos.

También afecta a universitarios

The Chronicle of Higher Education analizó los contratos entre universidades y proveedores de cinco de las instituciones que planean probar las «metaversities” (o metaversidades), que son réplicas digitales e inmersivas de los campus de sus universidades a las que los estudiantes asistirán utilizando lentes de realidad virtual. Entre sus hallazgos, recopilaron que existen inconsistencias en las disposiciones de los contratos para asistir a las aulas en la dimensión digital en cuanto a la privacidad y seguridad de los datos, igualmente tampoco hay una mención sobre las empresas de terceros, incluyendo a Meta, que recopilarán información de los estudiantes durante el piloto de dos años.

En el estudio, expertos en privacidad dijeron que es preocupante “que las universidades se embarquen en nuevas empresas de tecnología educativa con una comprensión incompleta de lo que la tecnología puede obtener en última instancia sobre sus estudiantes, especialmente cuando numerosas entidades privadas están involucradas”. De modo que advierten que la consciencia es esencial para la protección de los alumnos y la reputación de las instituciones antes de adoptar estas nuevas tecnologías educativas. Señalan que las universidades tienen una obligación moral donde la responsabilidad no debe recaer meramente en los estudiantes para ser sus propios defensores de datos.

Una pauta a seguir es la marcada por el sociólogo Miguel Ángel Casillas Alvarado, quien sugiere que existen medidas principales con los que se habrían de atender los derechos digitales de los universitarios en México. Basándose en la Carta de Derechos Digitales del Gobierno de España, plantea que debe exigirse el derecho a la libertad, donde las universidades garantizan la protección de los datos personales de su alumnado. Dicha Carta establece en los derechos de libertad en su fracción tercera del derecho a la protección de datos que: “toda persona tiene derecho a ser informada en el momento de la recogida de los datos sobre su destino y los usos que se hagan de los mismos, a acceder a los datos recogidos que le conciernen y a ejercer sus derechos de rectificación, oposición, cancelación, portabilidad de los datos y derecho a la supresión (derecho al olvido) en los términos previstos en la normativa de protección de datos nacional y europea”.

¿Qué se puede hacer?

Algunos consejos para los diferentes actores de la educación son presentados por la profesora Sandy Keeter. Propone que existen distintas prácticas para los maestros a fin de garantizar la seguridad de sus estudiantes y la institución. Por ejemplo:

  • Revisar las políticas de privacidad de datos de las herramientas o aplicaciones que usan en su programa académico, asegurando que tienen la aprobación y respaldo de la universidad.

  • Cifrar la información confidencial de los correos electrónicos y asignar carpetas específicas o eliminarlas con regularidad para no dejar los datos de alumnos sueltos.

  • No brindar acceso ni hablar públicamente acerca de expedientes académicos.

  • Al realizar una capacitación, utilizar datos de muestra o falsos para ejemplificar el contenido.

  • En computadoras y plataformas de aprendizaje protegidas por contraseña debe cerrarse la sesión mientras no esté en uso.

  • Educar a los estudiantes sobre prácticas seguras en internet y el uso adecuado de la tecnología.

Para que las universidades puedan otorgar confidencialidad deben proteger los datos de estudiantes al:

  • Supervisar la actividad en las redes universitarias.

  • Capacitar a los empleados y brindar apoyo.

  • Reducir la cantidad de información recopilada y purgar la innecesaria.

  • Proporcionar el mínimo nivel de acceso necesario.

  • Hacer de conocimiento general las políticas, procedimientos y protocolos de notificación.

Además, en el reporte de Human Rights Watch, se describen minuciosamente una serie recomendaciones a nivel global para los gobiernos, los ministerios y departamentos de educación, las compañías de tecnología educativa y empresas de tecnología publicitaria, que incluyen de manera general:

  • Para los gobiernos, facilitar una reparación urgente para los niños cuyos datos se recopilaron durante la pandemia y continúan en riesgo de uso indebido y explotación. Adoptar leyes de protección de datos específicas. Asegurar que las empresas respeten los derechos de los menores de edad y rindan cuentas si no lo hacen. Solicitar evaluaciones sobre gestión de los derechos del niño en cualquier proceso de contratación pública que brinde servicios esenciales a los niños a través de la tecnología. Prohibir la publicidad comportamental dirigida a los niños. Prohibir la elaboración de perfiles de niños.

  • Para los ministerios y departamentos de educación, asignar fondos para pagar los servicios que permitan la educación en línea de manera segura, en lugar de permitir la venta y el intercambio de datos de los niños para financiar los servicios. Proporcionar mecanismos de denuncia confidenciales, apropiados para la edad y adaptados a los niños, acceso a la ayuda de expertos y disposiciones para la acción colectiva en los idiomas locales para los niños que buscan justicia y reparación. Desarrollar y promover la alfabetización digital y la privacidad de los datos de los niños en los planes de estudios. Consultar los puntos de vista de los niños en el desarrollo de políticas que protejan mejor sus intereses en entornos educativos en línea.

  • Para las compañías de tecnología educativa, proporcionar reparación cuando los derechos de los niños se hayan puesto en riesgo o se hayan infringido a través de las prácticas de datos de las empresas. Proporcionar políticas de privacidad que estén escritas en un lenguaje claro, amigable para los niños y apropiado para su edad. Respetar y promover los derechos de los niños en el desarrollo, operación, distribución y mercadeo de productos y servicios de EdTech. Proporcionar a los niños y sus cuidadores mecanismos adaptados a los niños para denunciar y buscar reparación por abusos de derechos cuando ocurran.

  • Para empresas de tecnología publicitaria, identificar todos los datos de los niños recibidos a través de las tecnologías de seguimiento que poseen las empresas de tecnología y tomar medidas para eliminarlos rápidamente garantizando que no se procesen, compartan o utilicen. Impedir el uso de las tecnologías de seguimiento de las empresas de tecnología para vigilar a los niños, o a cualquier usuario de estos servicios dirigidos a niños. Desarrollar e implementar procesos efectivos para detectar y prevenir el uso comercial de los datos de los niños recopilados por las tecnologías de seguimiento de estas compañías.

Algunos esfuerzos como el de Common Sense sirven como guía en el tema. Esta organización califica películas, programas de televisión, podcasts, libros y de más contenido para que infantes, familias y comunidades encuentren opciones de entretenimiento y tecnología que han sido sometidas a una revisión. Su trabajo radica en destacar la legislación relacionada con la tecnología, reconocer soluciones que protegen la privacidad del consumidor, impulsar una mejor conectividad para estudiantes y familias y responsabilizar a las empresas de tecnología para garantizar el uso de internet saludable. Además de que cuentan con diferentes programas y apoyan a educadores para empoderar a sus alumnos.

Aunque existen distintas recomendaciones para usuarios y tomadores de decisiones, es importante que se tenga una noción general sobre las tecnologías educativas rigiendo estas herramientas con lineamientos básicos. Que las políticas de privacidad estén a la vista y formen parte esencial de los acuerdos para su utilización, así como ser conscientes de los datos personales y cuidarlos con el propósito de defender su recolección o almacenamiento. ¿Qué medidas consideras necesarias para proteger los derechos digitales?

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¿Cómo incentivar la lectura desde temprana edad?

Por: Sofía García-Bullé

Con las medidas correctas, se puede establecer un vínculo con la lectura desde antes de preescolar.

La lectura es un refuerzo didáctico invaluable, en artículos anteriores hemos hablado de las habilidades que se desarrollan gracias a adoptar un gusto por la lectura frecuente. La comprensión lectora, habilidades lingüísticas, pensamiento crítico, imaginación, la tolerancia a ideas distintas y más, son solo algunos de los beneficios ligados a esta práctica. También se ha comentado que la actividad no está propiamente en declive, más bien es la calidad del material de lectura. No se puede aprender lo mismo de leer los contenidos de una red social durante tres horas, que lo que puede aportar un cuento o novela bien estructurados.

Si queremos incentivar no solo la costumbre, sino el amor por la lectura en los más jóvenes, no podemos quedarnos solamente en la conversación de la calidad de los contenidos, es necesario concientizarnos de nuestro rol como embajadores y cuestionarnos qué estrategias usamos para presentar la lectura como una actividad interesante y divertida que invite a adoptarla como pasatiempo. A continuación compartimos algunas recomendaciones.

¿Qué hacer antes de empezar?

La jornada por establecer la lectura como pasatiempo no empieza desde la edad en que los estudiantes tienen la capacidad de comenzar a leer. La preparación puede iniciar mucho antes, y al hacerlo, aumentamos considerablemente las posibilidades de inculcar el gusto por la lectura.

Si hablamos de un periodo de cero a los cuatro años, la iniciativa Reading Rockets recomienda hablar con las infancias, esto les permitirá desarrollar habilidades de comprensión y expresión de lenguaje, leerles 30 minutos al día, cantar poemas o canciones con rimas y sonidos repetitivos para ayudarles a formar un patrón lingüístico. Es necesario asegurarse de que si se usan guarderías o cuidadores, también les lean. Si los docentes y cabezas de familia son modelos de la costumbre de leer, es más fácil transmitir este hábito. Las visitas a la biblioteca son de gran ayuda para que los niños se acostumbren al uso de los libros y ofrecen la oportunidad de que escojan obras que sean de su agrado y se formen un gusto propio.

¿Y quienes ya pueden leer?

Para los estudiantes de educación básica en adelante, que ya tienen edad para aprender a leer y hacerlo hábito hay recomendaciones que potencializan su vínculo con esta útil actividad. Enseñarles a usar la biblioteca de su escuela como recurso les abrirá la puerta a cientos de opciones de obras. Una vez que tenga esta variedad a su disposición, es también indispensable permitir que elija los libros que le gustan, pero siempre tener un canal abierto a la conversación sobre los contenidos que escoge y siempre ejercer un rol de guía ante los conocimientos y experiencias nuevas ligados a la lectura responsable. Seguirá siendo un ejemplo del buen lector y de los beneficios educativos y recreativos que aporta, además de ligar la lectura con la práctica y perfeccionamiento de la escritura y expresión de ideas.

Es también fundamental que las familias estén al tanto de los programas de lectura en las escuelas, tanto los contenidos como las estrategias que utilizan, de forma que puedan reforzar la labor del profesorado tomando en cuenta los intereses de las infancias con respecto a qué les gusta leer y cómo prefieren hacerlo. Aprender a leer en la escuela y realizar las lecturas asignadas es apenas el inicio del trabajo, y no asegura todos lo beneficios cognitivos y de desarrollos ligados a estas, si comprendemos esto y acercamos la actividad a los niños en sus términos, será un hábito útil que les acompañará toda su vida.

¿Tienes infancias en casa en edad de aprender a leer? ¿Qué métodos y contenidos usas? Si das clases, ¿qué programa tienen en tu escuela? ¿lo complementas de alguna manera? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx
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¿Qué es el adultocentrismo y por qué perjudica la educación?

Por: Sofía García-Bullé

Las personas adultas pensamos que por nuestra edad y experiencia estamos mejor equipados para tomar decisiones que afectan directamente a infantes y jóvenes, ¿es siempre el caso?

Las dinámicas interrelacionales entre infantes y adultos son básicas para generar un proceso didáctico humano y efectivo. ¿Qué pasa cuando la gestión de éstas parte de una perspectiva sesgada? El adultocentrismo como concepto sociológico se refiere a la supremacía social de los adultos por encima de infantes y adolescentes. El discurso adultocentrista envisiona a las personas adultas como grupo de referencia en cuanto a quién pertenece el poder y el privilegio, quién debe ser escuchado primero, o con más atención, y quién dicta los términos de convivencia y educación.

La perspectiva adultocentrista es una que no nos cuestionamos a menudo. Como adultos pensamos que una experiencia de vida más larga y la autoridad, que por costumbre social viene con la edad, nos sitúa en una posición más óptima que los jóvenes para tomar decisiones que les involucran directamente, pero ¿es siempre el caso?

Invisibilización desde la lengua

El enfoque de invisibilización de infantes y adolescentes está incrustado en los primeros hilos de la tela social y psicológica de los adultos. Esto se puede notar desde las palabras básicas que usamos para designar a los más jóvenes. La etimología del término infancia viene del latin infantia, que se traduce como la incapacidad de hablar. Infans, de la misma raíz, significa “el que no habla”. Desde lo más profundo de la construcción lingüística, las personas adultas vemos a niñas y niños como personas que no tienen lugar en la conversación.

En ambientes familiares y escolares tradicionales, está normalizado decirle a los niños y a veces hasta a los adolescentes, que guarden silencio cuando los adultos hablan, de esta manera se crean relaciones completamente verticales y autoritarias, que si bien son útiles para mantener un orden social, no son el mejor punto de partida para una experiencia educativa de valor.

¿Cómo impacta la educación?

El adultocentrismo no viene de un lugar malintencionado, por el contrario, parte de un deseo natural por velar por las infancias y cuidarlas. Pero sí establece un sesgo que dificulta la comunicación entre infantes y adultos, tanto en casa como en el aula. “Las consecuencias negativas del adultocentrismo pueden ser las mismas que las del etnocentrismo, fallas en la comunicación (con niños), juicios equivocados (sobre la intención y motivación de los niños) mal uso del poder (limitando la agencia de los niños)”, y la socavación de sus fuerzas y competencias, sostiene el trabajador social y autor Christopher G. Petr en su artículo “Adultocentrismo en la práctica con niños”.

Elementos como una comunicación efectiva, evaluaciones completas y conscientes, dinámicas interrelacionales equitativas, la participación directa del estudiantado dentro de su proceso educativo y el espacio para desarrollo de su autoestima y habilidades son elementos que, si no están presentes, disminuyen considerablemente la calidad de la experiencia didáctica.

No es lo mismo guiar que invalidar

Si hablamos únicamente de formación y educación, las cabezas de familia y el profesorado invariablemente tienen que tomar un lugar de guía, ejercer funciones de liderazgo, enseñanza y protección. Estas tareas no son inherentemente adultocentristas. ¿Cómo ejercerlas entonces sin caer en hábitos de esta naturaleza?

Guiar a través del diálogo y la escucha sería un buen inicio. Marcar los límites necesarios para que infantes y adultos tengan claro su rol no se contrapone con escuchar el punto de vista de los más jóvenes, y contextualizarlo dentro de un proceso empático de aprendizaje. De la misma forma es necesario entender que las opiniones y conductas de los niños no son inherentemente una falta de respeto, ni tampoco una molestia. Representan la perspectiva de personas con una forma de pensar y comunicar diferente, marcada por un desarrollo y experiencia que si bien es más corta que la de los mayores, no por eso es inválida, o inferior, simplemente es distinta. También sería valioso considerar que aún si el rol principal del adulto sería enseñar, esto no quiere decir que las infancias sean totalmente incapaces de hacerlo a su vez. Toda relación didáctica es bilateral, y la experiencia educativa que esta produce mejora enormemente cuando se gestiona como un camino de dos vías.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx
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Pese a la recuperación económica, la extrema pobreza creció en 2021 en América Latina según informe de la Cepal

Los grupos más afectados por la pobreza en general siguen siendo las mujeres y los jóvenes.

En su informe denominado Panorama social de América Latina 2021 presentado este jueves en forma virtual en su sede de Santiago de Chile, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, señaló que el número de personas que viven en extrema pobreza en la región creció de 81 a 86 millones, lo que implica un retroceso de 27 años en el avance de los indicadores, debido a la profundización de la crisis sanitaria y social desatada por la pandemia de coronavirus.

Bárcena explicó que en términos porcentuales la pobreza extrema pasó de 13,1% en 2020 a 13,8% en 2021, en tanto que la pobreza en general disminuyó de 33,0% a 32,1%.

Según el informe de la Cepal consignado por Associated Press, los grupos más afectados por la pobreza siguen siendo las mujeres y los jóvenes. En cuanto a los números del desempleo en la región, la tasa de desocupación en 2021 llegaría a 11,8% para las mujeres y a 8,1% para los hombres, en comparación al 12,1% y al 9,1% respecto de 2020, y afecta principalmente a los sectores de menores ingresos.

En detalle, en 2021 la pobreza aumentó sobre todo en Brasil y Costa Rica debido a los recortes de las ayudas estatales. En contrapartida, Chile y República Dominicana mantendrían sus niveles, apoyados en la continuidad de las transferencias fiscales.

Bárcena llamó a mantener las transferencias monetarias de emergencia en 2022 o hasta que la crisis sanitaria esté controlada, ya que fueron claves en gran parte de los países para mantener a raya los niveles de pobreza.

“La recuperación económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la pandemia, estrechamente vinculados a la desigualdad de ingreso y género, a la pobreza, a la informalidad y a la vulnerabilidad en que vive la población”, agregó Bárcena durante la presentación del trabajo.

La Cepal además estimó el crecimiento del producto interno bruto en la región en 2021 en 6,2%, y para 2022 proyecta 2,9%.

Por otra parte, la secretaria ejecutiva de la Cepal indicó que una de las áreas más afectadas durante la pandemia es la de la educación, por la suspensión de las clases presenciales de los niños y su reemplazo por otras en línea, ya que no todos tienen conectividad buena o regular en la región.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/mundo/articulo/2022/1/pese-a-la-recuperacion-economica-la-extrema-pobreza-crecio-en-2021-en-america-latina-segun-informe-de-la-cepal/

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Este es el triángulo amoroso infalible para crear futuros lectores

Por: Carlota Fominaya

Si vinculan la lectura con alguien cercano, alguien a quien quieren, querrán leer cada vez más

Si hay un regalo que no debería faltar en niguna carta a los Reyes Magos ese es, sin duda, un libro. Los beneficios son incalculables. De hecho, tal y como explica el catedrático de Psicobiología e investigador del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona, Ignacio Morgado, para ejercitar el cerebro, no hay nada comparable a la lectura: «Leyendo ponemos en juego todas las partes de nuestro cerebro: la racional, la emocional, la receptiva… Pocas cosas estimulan más la mente que esto».

No hay que perder de vista, continúa Maribel Martín de Rosales, de Kumon, « el hecho de que por medio de la lectura construimos vocabulario y aumentamos nuestro conocimiento. Cuando reflexionamos, utilizamos palabras; por lo tanto, cuando los niños leen, desarrollan al mismo tiempo la capacidad de reflexionar, de tomar decisiones y resolver problemas».

Así lo corrobora también José Ramón Ubieto, profesor de Psicología de la UOC, psicólogo clínico y psicoanalista, para quién quedan fuera de toda duda las bondades de incluir una obra en la carta porque, «siguiendo esa visión instrumental y utilitarista, sabemos que la lectura permite aprender mejor a leer y a escribir, ayuda a reconocer y memorizar visualmente las palabras, mejora la ortografía… Y, por tanto, produce un aumento del aprendizaje».

Beneficios creativos

Además, añade Ubieto, «tiene incalculables beneficios de tipo creativo. Es cierto que las tablets también descubren nuevos mundos, porque los juegos tienen una gran capacidad visual y de transporte a escenarios desconocidos, pero los libros obligan un poco más a imaginar esos escenarios, puesto que solo hay palabras que los niños tienen que traducir en su imaginación. ¡Y funcionan sin batería!», bromea.

El papel de la familia

Pero para crear ese amor por la literatura, recomienda Martín de Rosales, «es imprescincible que la lectura sea una actividad agradable, sobre todo para los más pequeños. Si queremos lograrlo, lo primero es encontrar el libro perfecto para que se enganchen a la lectura y, para que eso ocurra, es muy importante que este sea acorde a su competencia lectora y a sus gustos».

Por último, no podemos olvidar el papel de la familia en todo este proceso (ya sea leyendo con ellos o delante de ellos), tal y como indican desde la editorial Flamboyant: «La implicación de la familia es tan importante que existe lo que se llama “el triángulo amoroso más poderoso para crear futuros lectores”. En la primera infancia, los libros son un medio ideal para crear vínculos afectivos. Gracias a ellos, los más pequeños pueden acercarse a la lectura, interactuar, jugar… Y lo disfrutarán mucho más en compañía de un adulto. Si vinculan la lectura con alguien cercano, alguien a quien quieren, querrán leer cada vez más. Este triángulo amoroso (niño, libro y adulto) es infalible, lo prometemos: solo así crearemos futuros lectores».

La lectura es una herramienta que aporta un sinfín de beneficios para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Toru Kumon, fundador del método Kumon, decía que cuando los niños leen diversos tipos de libros, desarrollan su personalidad, definen sus perspectivas de futuro y se convierten en personas capaces de contribuir a la sociedad. No hay que perder de vista, prosigue Martín de Rosales, de Kumon, «de que por medio de la lectura construimos vocabulario y aumentamos nuestro conocimiento. Cuando reflexionamos, utilizamos palabras; por lo tanto, cuando los niños aprenden a leer, desarrollan al mismo tiempo la capacidad de reflexionar, tomar decisiones y resolver problemas».

Así lo corrobora también José Ramón Ubieto, profesor de Psicología de la UOC, psicólogo clínico y psicoanalista, para quién quedan fuera de toda duda las bondades de incluir una obra en la carta porque, «siguiendo esa visión instrumental y utilitarista, sabemos que la lectura permite aprender mejor a leer y a escribir, ayuda a reconocer y memorizar visualmente las palabras, mejora la ortografía… Y, por tanto, produce un aumento del aprendizaje». Además, añade Ubieto, «tiene incalculables beneficios de tipo creativo. Es cierto que las tablets también descubren nuevos mundos, porque los juegos tienen una gran capacidad visual y de transporte a escenarios desconocidos, pero los libros obligan un poco más a imaginar esos escenarios, puesto que solo hay palabras que los niños tienen que traducir en su imaginación. ¡Y funcionan sin batería!», bromea.

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es

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