Meritocracia, ira y frustración

Por: Leonardo Díaz

Si se aprende que el éxito y el fracaso solo depende de nosotros, la mirada nunca apunta a las instituciones, ni a sus mecanismos de resolución de conflictos.

La idea de que nuestros logros y fracasos son una responsabilidad exclusiva de nuestras acciones personales es errónea y perjudicial desde el punto de vista psicológico y político, al desviar la mirada de los procesos sociales e históricos que generan las desigualdades sociales y desplazar la responsabilidad del entorno hacia el individuo.

Desde el punto de vista psicológico, la persona que no ha alcanzado el éxito de acuerdo con los criterios estandarizados por las sociedades occidentales, se ve asediado con unas expectativas que no puede cumplir debido a una diversidad de variables incontrolables, quedando frustrado y, además, culpabilizado por no satisfacer esas expectativas.

Desde el punto de vista político, una de las implicaciones del paradigma de la meritocracia personal es que forja una insensibilidad hacia las personas socialmente excluidas, pues el modelo les atribuye la exclusiva responsabilidad de su situación. Por la misma razón, como señala el profesor de gestión de la Universidad de Cornell, Robert H. Frank (Éxito y suerte: la buena fortuna y el mito de la meritocracia), los individuos que tienden a exagerar sus méritos personales son reacios a defender la inversión social del Estado.

Cuestionar el modelo de la meritocracia personal no significa desconocer el esfuerzo individual. Implica que deberíamos ser más humildes sobre nuestros logros y más comprensivos con respecto a lo que consideramos el fracaso de los demás.

El filósofo Michael Sandel (La tiranía del mérito) señala que el modelo de la meritocracia personal genera ira y resentimiento al reducir las sociedades a ganadores y perdedores. Si se aprende que el éxito y el fracaso solo depende de nosotros, la mirada nunca apunta a las instituciones, ni a sus mecanismos de resolución de conflictos. La sensación de fracaso se hace insoportable de llevar y la angustia que genera se calma con el resentimiento hacia otros. Este es el caldo de cultivo de los líderes populistas.

La mirada individualista cuestionada en este escrito es también aprovechada hoy día por los coaches y chamanes de la Nueva Era, quienes enseñan que podemos solucionar problemas estructurales de modo personal con el simple hecho de que nos propongamos lograrlo. De este modo, la solución a los problemas sociales que solo pueden obtenerse de modo colectivo son vedados por una filosofía adecuada para una sociedad del rendimiento económico, pero contraproducente para la construcción de una sociedad más justa.

Fuente de la información: https://acento.com.do

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Ser madre en tiempos de pandemia y una propuesta para repensar ese papel Maternidad en cuarentena

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Slavoj Zizek: ¿Qué tienen en común las protestas de coronavirus y Francia (y es hora de ORGIES todavía?)

Por: Slavoj Zizek

Los brotes epidémicos, al igual que las protestas sociales, no estallan y luego desaparecen; persisten y acechan, esperando explotar cuando menos se espera. Deberíamos aceptar esto, pero hay dos formas de hacerlo.

Las personas fuera de China pensaron que una cuarentena sería suficiente para combatir la propagación del virus y que están más o menos seguras detrás de ese ‘muro’. Pero ahora que se han reportado casos de coronavirus en más de 20 países, se necesita un nuevo enfoque. ¿Cómo lidiar con amenazas tan traumáticas?

Tal vez podamos aprender algo sobre nuestras reacciones a las epidemias de coronavirus del psiquiatra y autora Elisabeth Kübler-Ross, quien, en On Death and Dying, propuso el famoso esquema de las cinco etapas de cómo reaccionamos al saber que tenemos, por ejemplo, una enfermedad terminal: Negación (uno simplemente se niega a aceptar el hecho, como en «Esto no puede estar sucediendo, no para mí» ); Ira (que explota cuando ya no podemos negar el hecho, como en «¿Cómo puede pasarme esto a mí?» ); Negociación (la esperanza de que de alguna manera podamos posponer o disminuir el hecho, como en «Solo déjame vivir para ver a mis hijos graduarse» ); Depresión (desinversión libidinal, como en «Voy a morir, ¿por qué molestarse con algo?» ); y finalmente aceptación («No puedo luchar contra él, mejor me preparo para ello». 

Kübler-Ross luego aplicó estas etapas a cualquier forma de pérdida personal catastrófica (desempleo, muerte de un ser querido, divorcio, adicción a las drogas) y también enfatizó que no necesariamente vienen en el mismo orden, ni las cinco etapas las experimentan todos. pacientes

Uno puede discernir las mismas cinco etapas cada vez que una sociedad se enfrenta a algún evento traumático. Tomemos la amenaza de una catástrofe ecológica.

Primero, tendemos a negarlo: «es solo paranoia, todo lo que realmente sucede son las oscilaciones habituales en los patrones climáticos». Luego viene la ira: a las grandes corporaciones que contaminan nuestro medio ambiente y al gobierno que ignora los peligros. A esto le sigue el regateo: ‘si reciclamos nuestros desechos, podemos ganar algo de tiempo; Además, también tiene buenos lados, ahora podemos cultivar verduras en Groenlandia, los barcos podrán transportar mercancías desde China a los EE. UU. mucho más rápido a través de la ruta del norte, nuevas tierras fértiles estarán disponibles en el norte de Siberia debido al derretimiento de permafrost. Luego viene la depresión («es demasiado tarde, estamos perdidos») y, finalmente, la aceptación: «estamos lidiando con una amenaza grave y tendremos que cambiar nuestra forma de vida».  

Lo mismo ocurre con la creciente amenaza del control digital sobre nuestras vidas. Nuevamente, primero, tendemos a negarlo, y lo consideramos ‘una exageración’, ‘más paranoia de izquierda’, ‘ninguna agencia puede controlar nuestra actividad diaria’. Luego explotamos enojados con las grandes compañías y agencias secretas del estado que ‘nos conocen mejor que nosotros mismos’ y usan este conocimiento para controlarnos y manipularnos. Le sigue la negociación (las autoridades tienen el derecho de buscar terroristas, pero no infringir nuestra privacidad), depresión (es demasiado tarde, nuestra privacidad se pierde, la era de las libertades personales ha terminado). Y, finalmente, llega la aceptación: «el control digital es una amenaza para nuestra libertad, ¡debemos hacer que el público tome conciencia de todas sus dimensiones y comprometernos para luchar contra él!» 

RT

Incluso en el ámbito de la política, lo mismo se aplica a aquellos que están traumatizados por la presidencia de Trump: primero, hubo una negación (‘no te preocupes, Trump solo está postulando, nada cambiará realmente si toma el poder’), seguido de ira (a las ‘fuerzas oscuras’ que le permitieron tomar el poder, a los populistas que lo apoyan y representan una amenaza para nuestra sustancia moral), negociaciones (‘todo aún no está perdido, quizás Trump pueda ser contenido, toleremos un poco de sus excesos ‘), y la depresión (‘ estamos en el camino hacia el fascismo, la democracia se pierde en los Estados Unidos ‘), y luego la aceptación:’ hay un nuevo régimen político en los Estados Unidos, los viejos tiempos de la democracia estadounidense son una vez más, afrontemos el peligro y planeemos con calma cómo podemos superar el populismo de Trump ‘

En la época medieval, la población de una ciudad afectada reaccionó a los signos de peste de una manera similar: primero la negación, luego la ira (en nuestras vidas pecaminosas por las cuales somos castigados, o incluso en el Dios cruel que lo permitió), luego regateando (no es tan malo, evitemos a los que están enfermos), luego la depresión (nuestra vida ha terminado), luego, curiosamente, orgías (‘ya que nuestras vidas han terminado, obtengamos todos los placeres posibles: beber, sexo …’ ) Y, finalmente, hubo aceptación: ‘aquí estamos, comportémonos lo más posible como si la vida normal continuara’.

¿Pero cómo se vería nuestra aceptación aquí? Es un hecho extraño que estas epidemias muestren una característica común con la última ronda de protestas sociales como las de Francia o Hong Kong: no explotan y luego se esfuman, se quedan aquí y persisten, trayendo miedo permanente y fragilidad a nuestras vidas.  ¿Y no es así también como estamos lidiando con las epidemias de coronavirus que explotaron a fines de 2019? Primero, hubo una negación (no está ocurriendo nada grave, algunas personas irresponsables simplemente están esparciendo el pánico); luego, ira (generalmente en forma racista o antiestatal: los chinos sucios son culpables, nuestro estado no es eficiente …); luego viene la negociación (OK, hay algunas víctimas, pero es menos grave que el SARS y podemos limitar el daño); Si esto no funciona, surge la depresión (no nos engañemos, todos estamos condenados). 

Lo que deberíamos aceptar, con lo que deberíamos reconciliarnos, es que hay una subcapa de vida, la vida no muerta, estúpidamente repetitiva, pre-sexual de los virus, que siempre estuvo aquí y que siempre estará con nosotros como un oscuro sombra, representando una amenaza para nuestra supervivencia, explotando cuando menos lo esperamos. 

Y a un nivel aún más general, las epidemias virales nos recuerdan la última contingencia y la falta de sentido de nuestras vidas: no importa cuán magníficos edificios espirituales creemos, la humanidad, una estúpida contingencia natural como un virus o un asteroide puede terminar con todo. Sin mencionar la lección de ecología que es que nosotros, la humanidad, también podemos contribuir sin saberlo a este fin.

Pero esta aceptación puede tomar dos direcciones. Puede significar simplemente la re-normalización de la enfermedad: OK, las personas morirán, pero la vida continuará, tal vez incluso haya algunos efectos secundarios buenos. O la aceptación puede (y debe) impulsarnos a movilizarnos sin pánico e ilusiones, a actuar en solidaridad colectiva. 

Fuente e Imagen: https://www.rt.com/op-ed/481213-coronavirus-protests-slavoj-zizek/

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El miedo y la ira en la vida escolar

Por: Miguel Ángel Rodríguez

Hace una par de semanas me invitaron a charlar con un nutrido grupo de profesoras y profesores de educación básica de Huauchinango, Izúcar de Matamoros y San Martín Texmelucan, Puebla. Las charlas fueron parte de la inauguración del Programa Nacional de Convivencia Escolar (PNCE) que pretende “…promover la intervención pedagógica en las aulas y escuelas, de carácter formativo y preventivo con apoyo de materiales educativos, orientada a que las/os alumnas/os reconozcan su propia valía; aprendan a respetarse a sí mismos y a los demás; a expresar y regular sus emociones; a establecer acuerdos y reglas, así como a manejar y resolver conflictos de manera asertiva.”

En fin, preparé un par de exposiciones, una sobre la educación básica como derecho social fundamental y otra sobre qué son los valores en el tiempo, para las diferentes culturas, en un mundo globalizado, con un presidente norteamericano que proclama la supremacía biológica de los blancos, los White Anglo-Saxon Protestant  (WASP) e infecta de miedo, ira, culpa (que se atribuye a los otros) y envidia a la sociedad estadounidense –lo dice Martha C. Nussbaum.

Tenía sentido, pues muchos poblanos de esas regiones tienen familiares viviendo, desde hace mucho tiempo, en Estados Unidos y algunos sintieron en carne viva, incluso, el estigma del inmigrante en tierras más allá del Río Bravo.

Sin la pretensión de ser alarmista, con la celebrada filósofa de la justicia poética, con Nussbaum, me pregunto aquí, después de mis charlas, si algunos de esos sentimientos del ser humano, que retratan nuestra vulnerabilidad, se encuentran presentes en la vida pública nacional y de qué manera pueden afectar la consolidación de un proyecto democrático de nación. Me refiero con énfasis a la particularidad histórica del gremio: ¿cuál es el sentimiento, la emoción que prevalece, traspasa la epidermis y se instala como conciencia de finitud, en este momento, en una buena parte del magisterio nacional…?

Quiero hablar, siguiendo a Nusbbaum, de La monarquía del miedo, de la ira que cobija y alimenta secretamente, de la manipulación que los poderes fácticos y los poderes públicos pueden hacer, ¿están haciendo?, de tales emociones entre la ciudadanía de nuestras sociedades globalizadas. Es la ira que nace del miedo permanente a una muerte violenta, de la impotencia frente a la impunidad, de no encontrar responsables y, en consecuencia, de culpabilizarnos todos, unos a otros, sin mejores resultados que la ruptura de los lazos de  fraternidad.

Siempre resulta refrescante sentir la presencia, los estados emotivos, las disposiciones afectivas que despliegan los profesores y las profesoras de México antes de decidir, frecuentemente en escenarios escolares adversos, como el de la violencia, ¿qué hacer…? ¿qué fundamentos pedagógicos elegir para la formación, para la educación de los seres humanos, ahí, en las aulas…?

Son los protagonistas del proceso educativo, son las fuentes originarias del cuidado del ser humano. Mucho tiempo estuve ciego para intuirlo, para comprenderlo. Y era lo más próximo, lo más cercano.

Expuse un esbozo histórico de los derechos humanos hasta el momento de concebir a la educación como uno de los cuatro derechos sociales fundamentales, como un derecho que es la base, el impulso anímico para conquistar otros derechos, una condición sine qua non para abrir otras, mejores posibilidades de habitar el mundo –todo sazonado con alguna dosis risueña de escepticismo, de realismo pesimista propio de la edad.

Hablé del Estado legislativo de derecho y del Estado constitucional de derecho, de la impostergable necesidad de hacer efectivos, para que sean válidos, los derechos de las niñas y niños de México a una mejor educación, que incluye el derecho a tener escuelas completas, con infraestructura suficientemente satisfactoria para potenciar las capacidades y habilidades de las profesoras, profesores y estudiantes, particularmente en las comunidades indígenas. Es ahí donde la inequidad social clava sus garras desde la Colonia.

No es una novedad, en muchas regiones indígenas aún pervive el Estado paleoliberal, el de “la indiferencia jurídica de las diferencias”, a cuya organización estatal no le interesa garantizar la existencia de las diferencias y, en el mejor de los casos, son incluidas solo en calidad de excluidas. Son espacios en los que la organización estatal revela sobredosis seculares de xenofobia (rechazo a los extranjeros) y aporofobia (rechazo a los pobres –lo llama Adela Cortina).

Las cifras del INEE son devastadoras, pues el escenario que nos presentan de los pueblos indígenas originarios ilustran muy vivamente, o, mejor dicho, con una luz mortecina, las tristes condiciones de existencia de los estudiantes y la deficiente infraestructura de las escuelas 
indígenas de México.

Al terminar las respectivas exposiciones se abrió una pequeña ronda de preguntas y respuestas. Esperaba poner sobre la mesa que Puebla es uno de los estados con mayores índices de discriminación, creo que si lo dije, no me acuerdo bien, en todo caso llevaba indicadores actualizados…pero los caminos de la vida no son como yo pensaba, como los imaginaba, no son como yo creía, porque el magisterio tenía su propia agenda y, sin cortapisas, la extendió sobre la mesa.

Había una constante en las tres ciudades y era la memoria reciente del Colegio Cervantes de Torreón, Coahuila, la del asesinato de una maestra a manos de uno de sus alumnos de once años de edad, quien, a sangre fría, casi a quemarropa, disparó sobre ella y, después, en el delirio del juego, descargó el arma inclemente contra otro profesor y cinco estudiantes que estaban en el patio, antes de voltear la pistola homicida hacia sí mismo, antes de suicidarse. Replicaba, al parecer, la masacre perpetrada por dos estudiantes de la secundaria de Columbine, en Colorado, en Estados Unidos, la tragedia más grande que registra la historia de la educación secundaria en aquel país.

Vinieron, pues, los cuestionamientos. Elegí para ilustrar mi propósito los dos siguientes:

Maestra de Izúcar:  ¿Qué nos recomienda usted, qué hacer frente a la amenaza de que se repita la tragedia del Colegio Miguel de Cervantes de Torreón, Coahuila…?, ¿Se debe regresar al plan de mochila sana y segura?


Maestra de San Martín: Si ya se canceló el programa operativo mochila segura, ¿quién nos va garantizar que mañana, dios no lo quiera, se presente una situación similar…?

Las interrogantes hicieron que el auditorio se removiera inquieto, nervioso, sobre sus asientos, un rumor fue subiendo de tono hasta convertirse en coro cuando las profesoras soltaron como oscuros enigmas sus preguntas. Me quedé paralizado, podía responder, con datos estadísticos e información de política educativa comparada, por el estado de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales, pero nunca me preparé para responder la pregunta crucial: la pregunta por el derecho a la vida.

Eran cuestionamientos sobre los fundamentos del pacto social en México, sobre la validez y legitimidad del contrato social, porque el miedo, según recuerdo de Thomas Hobbes, es el origen que posibilita saltar del Estado de Naturaleza al Estado civil, pero no cualquier miedo sino el miedo a una muerte violenta, ahí reside el secreto del pacto de sujeción y de la primera forma del Estado moderno. El pueblo cede parte de sus libertades al poder soberano, para que lo libre de una muerte violenta. ¿Qué pasa cuando el Estado no garantiza ese derecho efectivamente…?

Lo que los docentes estaban desocultando era una disposición afectiva, un estado emotivo primario, de conservación y afirmación de la vida, de incertidumbre frente a la ausencia de un Estado, no parecían tener la certeza de que el Rey de los soberbios, el Leviatán, pudiera someter a las fuerzas del mal. 
El desasosiego de las profesoras y profesores era la expresión del miedo al que están diariamente sometidas las escuelas y las aulas -el sistema educativo en su totalidad-, pues viven temerosas por la alta probabilidad de ser víctimas de la violencia impune.

El tema que ellas estaban introduciendo era la cúspide del derecho internacional: el derecho a una vida digna.

Una vez que me repuse del sorpresivo giro que tomaron las circunstancias traté de responder que el derecho a la intimidad personal y familiar se considera inalienable, intransferible e imprescriptible, que es un principio sagrado de los filósofos liberales, pues está relacionado con la protección a la dignidad de los seres humanos. La conquista del derecho a la intimidad –continué- nos había llevado muchos siglos, tuvieron que pasar muchas inquisiciones, muchos tribunales de la fe y muchos crímenes de odio para su coronación como principio fundamental de las libertades y derechos humanos.

En esa intimidad se incuba la semilla de la libertad de conciencia, la libertad de expresión, la libertad de crítica. Y concluí que por todo ello no podíamos olvidar, abandonar, el derecho a la intimidad de los estudiantes.

En suma, que no me parecía una buena política escolar atentar contra la intimidad que, como la correspondencia, atesoran las mochilas del estudiantado. Que equivaldría a invertir el principio básico del derecho que reza que “todos somos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario” por el de “todos somos culpables mientras no se demuestre la inocencia”.

Les comenté que en la intimidad de la casa, quizá, las madres y los padres de familia pudieran revisar las mochilas de los menores de edad antes de que fuesen a la escuela. Sentí que mis argumentos racionales y razonables resultaban muy endebles, débiles para calmar las acusadas expresiones de temor.

A regañadientes, podría decirse, las profesoras y profesores aceptaron mis argumentos, reconocían la lógica y el contenido, pero mis razones no calmaban sus miedos, sus enojos, sus malestares contra el sistema, contra el escenario de violencia impune que impera en sus regiones.

Pude sentir el miedo a una muerte violenta en las escuelas, flotando, intoxicando el ambiente. En ese contexto un profesor de Izúcar de Matamoros, un maestro mayor que no vio más que viento en mis palabras, demagogia –debe haber pensado-, tomó decidido la palabra para fijar su posición. Era un tono enérgico, mostraba un sentimiento de enojo contenido, porque su voz lindaba con el grito cuando me dijo que mi manera de pensar era muy irresponsable, porque los dejaba inermes a ellos, a los profesores. Pude percibir que yo era la representación, en ese momento, de la ausencia de responsables de la probabilidad de la violencia escolar en las escuelas. Volví a pensar con Nussbaum que el miedo socava la fraternidad de la vida escolar.

Y es que el miedo extremo nos conduce a dar palos de ciego, buscamos y no encontramos quiénes son, bien a bien, los responsables de la descomposición social por la que atraviesa México. En el sistema educativo ocurre lo mismo cuando se habla de la catástrofe estridente, los medios suelen arremeter contra la dignidad del magisterio de manera infame, los padres y madres de familia se levantan igual contra las autoridades educativas que contra los maestros. Mientras el magisterio responsabiliza a los padres y a los directivos, los sindicatos de maestros responsabilizan a las autoridades educativas y, desde luego, la acusación tiene un oscuro camino de regreso.

En esa confusión de responsabilidades y culpabilidades no es extraño que el sentimiento de impotencia aflore en el magisterio, que el miedo a la muerte violenta sea el impulso anímico sobre el cual se monte el enojo y la ira, porque aunque queremos intervenir, participar para transformar los escenarios, no encontramos el camino, no sabemos cómo hacerlo efectivamente.

Es una ira que nace del sentimiento de la propia vulnerabilidad, del desmoronamiento de las instituciones de justicia. Los griegos y los romanos, nos recuerda Nussbaum, consideraban a la ira como un veneno mortal contra cualquier régimen democrático y los primeros declararon un guerra cultural a la ira vengativa, basta recordar las primeras líneas de la Iliada que canta la ira de Aquiles, quien termina reconciliado con su enemigo, el Rey Príamo, dejando atrás los crímenes inspirados por el deseo de venganza, por la muerte de su querido amigo Patroclo.

Y pienso que tal vez hemos reparado muy poco en la extensión que el miedo está generando en las comunidades escolares, una emoción que, combinada con la ira y la culpabilización (de los otros, los diferentes), desemboca en el asco (un pensamiento de contaminación), en los crímenes de odio, como ha sucedido contra las mujeres, indígenas, pobres, musulmanes, judíos, afrodescendientes, homosexuales, transexuales, con un largo y enlutecido  etcétera.

El PNCE es un programa preventivo de la SEP que apenas comienza, y considero que es muy pronto para decir nada; no obstante, de sus contenidos se desprende que se trata de disolver o, por lo menos disminuir, el racismo y la pigmentocracia creciente de nuestras sociedades, promover la igualdad de género, el respeto a la diversidad cultural, la diversidad sexual y la aporofobia (el rechazo a los pobres).

La propuesta pedagógica es pertinente, porque incluso recurre a técnicas básicas de meditación (budista) para calmar las emociones y los sentimientos desbordados a la hora de tomar decisiones, para evitar el sufrimiento derivado de la mente de mono, de la inconciencia y disfrute del tiempo presente por estar en el tormento del tiempo pasado y el tiempo futuro.

Sin embargo, como siempre, falta ver qué opinan los grandes capitanes de empresa de la televisión y la radio comerciales de nuestro país y de Estados Unidos, pues ellos son, en la historia real, como nos enseñó Pablo Latapí Sarre, con su programación violenta, lacrimógena, banal, racista, homófoba, sensiblera, los únicos y verdaderos criadores de las políticas culturales de las emociones entre la niñez y la juventud de México y el mundo entero.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-miedo-y-la-ira-en-la-vida-escolar/

Imagen: https://pixabay.com/photos/hiding-boy-girl-child-young-box-1209131/

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Canalizar la ira en los niños: la técnica del volcán

05 de julio de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com

Por: Laura Aguilera

La ira es una emoción como cualquier otra, forma parte de nosotros, pero lo cierto es que es una emoción desagradable que puede conllevar consecuencias negativas. El niño puede mostrarse impulsivo ante su elevado enfado, lo que hará que se sienta aún peor emocionalmente.

Hay muchas técnicas para ayudar a los peques a gestionar el enfado y es importante ofrecer al niño herramientas para que pueda llevar de una forma más positiva estas emociones intensas que puede experimentar, ya que si no tiene las herramientas, puede dar lugar a problemas de conducta reiterados que los padres no son capaces de abordar.

Me enfado, ¿y ahora qué hago?

El conflicto empieza ante una discrepancia de opiniones o unas demandas no resueltas, es entonces cuando en el niño empieza a aflorar la emoción de la ira. El niño experimentará las siguientes sensaciones fisiológicas:

  • Aumento del ritmo en sus palpitaciones
  • Respiración acelerada
  • Tensión muscular
  • Calor o incluso sudor

Es necesario que el niño comprenda estas sensaciones y las tenga asimiladas en su registro de emociones, por ello, la educación emocional es tan esencial ante la gestión del enfado, la vergüenza, el miedo, etc. Si el niño entiende su cuerpo, prevé lo que puede pasar.

En el caso de la ira, si el niño empieza a experimentar estas sensaciones tras el conflicto y se le ha ayudado previamente mediante entrenamiento y concienciación sobre sus emociones, puede ser capaz de parar y reflexionar por un instante que hay dos caminos que puede tomar. Dependiendo del camino que el niño tome, el diálogo final entre padres e hijo será más o menos productivo y mejor o peor resuelto.

Es importante que el niño comprenda qué ha sucedido y cómo se ha resuelto para asimilar cómo se resuelven los conflictos de forma adecuada.

Los dos caminos ante la ira

El primero de ellos, es dejarse llevar por esta emoción, lo que le puede conllevar a desatarse en gritos, patadas, tirar cosas por el suelo, llantos desorbitados y con los respectivos castigos o consecuencias de su comportamiento por parte de sus padres.

Canalizar la ira en los niños

El segundo camino es el más acertado, y es que el niño sepa que enfadarse no es malo, pero puede gestionar esa emoción llevándola a un estado de calma, y una vez calmado, solucionarlo conjuntamente con sus padres. Éste es el más difícil, ya que no debemos olvidar que son niños y están aprendiendo. Con la ayuda de los padres, pueden tomar el segundo camino sintiéndose mucho más tranquilos y viendo el enfado como una forma de resolver discrepancias y no como si se acabara el mundo, un pensamiento que experimentan muchos niños cuando están en pleno apogeo de esta emoción.

La técnica del volcán

La técnica del volcán es una técnica utilizada en psicología para que los niños comprendan su cuerpo en los estados de ira y en los estados de calma, para que tomen conciencia de su cuerpo e intenten en el momento que experimentan estas sensaciones fisiológicas del enfado, gestionar la ira de forma positiva. Esta técnica se explica mediante un cuento infantil ilustrado llamado Mi volcán, actualmente en campaña de Crowdfunding para que todos los interesados e interesadas apoyen el cuento y se haga realidad. Un cuento con base en educación emocional escrito por servidora, Laura Aguilera, y recomendable para todos los papás.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/canalizar-la-ira-en-los-ninos-la-tecnica-del-volcan/

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Bolivia: Desde este lunes rige el horario de invierno en algunos distritos de Potosí.

América del Sur/Bolivia/09.05.2017/Autor y Fuente: http://correodelsur.com

A partir de este lunes 8 de mayo regirá el horario de invierno en el nivel inicial y primario de las unidades educativas de cinco distritos de Potosí afectadas por bajas temperaturas e incremento de  Infecciones Respiratorias Agudas (IRA).

«Estamos emitiendo el instructivo para atender las solicitudes de las diferentes unidades educativas, toda vez que se han incrementado los casos de resfríos y lamentablemente también han aparecido algunos casos de varicela en algunas unidades educativas», informó Hermenegildo Morales, director Departamental de Educación de Potosí.

Explicó que la tolerancia es de media hora en el horario de ingreso del turno de la mañana y en el de salida del turno tarde del nivel inicial y primario de unidades educativas de algunos distritos de Potosí donde se ha registrado mayor incremento de enfermedades estacionales.

Los distritos donde se empezará a aplicar la medida, son Colcha K, Lípez, Llica, Uyuni y Potosí y se espera que otros distritos que no hubieran reportado aún el impacto del invierno en la población estudiantil lo hagan paulatinamente para sujetarse a esta normativa extraordinaria.

Fuente: http://correodelsur.com/sociedad/20170506_desde-este-lunes-rige-el-horario-de-invierno-en-algunos-distritos-de-potosi.html

Imagen: http://correodelsur.com/img/notas/20170506/nota60046_imagen0_x5.jpg

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Estados Unidos encabeza el ranking de racismo en la historia mundial

Estados Unidos/03 de Octubre de 2016/Mundo Diario

Howard Zinn, historiador estadounidense, en ‘La otra historia de los Estados Unidos’ (2010): «No hay un país en la historia mundial en el que el racismo haya tenido un papel tan importante y durante tanto tiempo como en los Estados Unidos».

«La queja en sus mentes es la actitud de la ira; odian a la gente blanca porque la gente blanca son exitosos y ellos no», dijo el representante Robert Pittenger, republicano, en un programa de la BBC, en referencia a las protestas que se están viviendo en la ciudad de Charlotte tras la muerte de un afroamericano a manos de la policía. Las mismas se tornaron violentas en los primeros dos días a causa de los enfrentamientos entre civiles y las fuerzas de seguridad.

Pittinger, quien ha representado a Carolina del Norte desde 2013, hizo énfasis en cómo las personas llegan a los Estados Unidos buscando oportunidades, no ayudas del gobierno. «Estados Unidos es un país de oportunidades y libertad», dijo. «No se volvió así porque el Gobierno les daba cosas a la gente, no».

Tras estas declaraciones que causaron un gran revuelo en EE UU, el republicano Robert Pittenger tuvo la oportunidad de retractarse en un programa de la CNN. A la pregunta del periodista Don Lemon «¿Cree que los manifestantes odian a la gente blanca?», Pittinger respondió: «No, no, señor. Ese es el comentario que hicieron. Creo que puede ir y revisar la grabación. Los comentarios los hicieron al aire».

«¿Quiere decir que los manifestantes hicieron al aire esos comentarios?», lo cuestionó el presentador de CNN. «Sí, señor. Yo sólo estaba tratando de expresar lo que estaban diciendo y sin embargo no me salió bien, y pido perdón. Tengo muchos, muchos buenos amigos en la comunidad negra», dijo el republicano.

El asesinato de un hombre negro a manos de un policía blanco es el último ejemplo de una serie de muertes en circunstancias similares que están azotando a los Estados Unidos, país que creyó estar en la etapa de la sociedad post-racial por colocar a un negro en la Casa Blanca pero la realidad parece ser otra bien distinta.

Lo que afirman los estudios sobre la situación de los negros en Estados Unidos

Las circunstancias sociales y económicas de los negros en EE UU es otra de las causas que están degradando la relación entre ambas razas. Según diferentes estudios, los negros en Estados Unidos tienen menos riqueza y menos ingresos que los blancos, más probabilidad de ser encarcelados y menos probabilidad de completar un grado universitario.

Otro dato aporta que el 26% de las familias negras vive en niveles de pobreza, mientras que el 15% de la población general entra en esta categoría, según cifras del censo de EE.UU. de 2015. Esto quiere decir también que la mayoría de los afroestadounidenses NO son pobres. «Es cierto que el EE.UU. negro tiene problemas profundos, sobre todo económicos. Pero también hay una amplia comunidad de gente educada que trabaja duro y es exitosa», dijo Marc Morial, presidente de la organización de derechos civiles de los afroestadounidenses Liga Nacional Urbana (NUL, en inglés) al diario The New York Times.

Un estudio presentado en 2013 por el Urban Institute, un instituto de análisis económico en Washington, concluyó que concluyó que, con base en cifras de 2010, los blancos tienen en promedio seis veces más riqueza que los negros y los hispanos (US$632.000 vs. US$103.000), una proporción que además creció si se compara con el promedio de 1983.

Según la Comisión de Sentencias de Estados Unidos, una agencia independiente en la rama judicial, los hombres negros recibieron sentencias 19,5 veces mayores que sus pares blancos en situaciones similares entre finales de 2007 y finales de 2011. Si bien los afroestadounidenses son el 12% de la población del país, también representan el 40% de las personas encarceladas en Estados Unidos, según informó en agosto la Universidad de Stanford, en California. Además, los hombres negros tienen seis veces más probabilidades de ir a la cárcel que los blancos y 2,5 veces más que los hispanos, de acuerdo con un informe de The Sentencing Project, una institución que aboga por un sistema criminal justo.

La Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación de Estados Unidos encontró que los estudiantes negros son suspendidos y expulsados tres veces más que sus pares blancos (16% vs 5%) en los colegios. A pesar de estas cifras, la brecha entre blancos y negros se ha reducido cuando se miden los grados escolares de bachillerato. Ahora nueve de cada diez blancos y negros reciben esa titulación básica, según cifras analizadas el año pasado por el Centro de Investigación Pew, con sede en Washington. La brecha, sin embargo, es marcada en el desempeño universitario: los blancos mayores de 25 años tienen una mayor probabilidad que los negros de completar un pregrado (34% vs. 21%).

Según una encuesta del Pew de 2013, 70% de los negros y 37% de los blancos consideran que los primeros reciben un peor trato de la policía. Es una cifra que se repite de manera similar en otras áreas: el 68% de los negros cree que son tratados de manera más injusta en las cortes, el 54% en el trabajo y el 51% en los colegios públicos. Los blancos también consideran que algunos negros son tratados de manera más injusta, pero en un porcentaje mucho menor: el 27% de los blancos cree que a los negros les va peor en las cortes, 16% en el trabajo y 15% en los colegios. Esto demuestra que la desigualdad racial en Estados Unidos es un problema que también está influido por las percepciones.

Según un análisis de julio de este año de la Oficina del Censo, la población negra es la que menos tiene una casa propia, por debajo del promedio nacional. Mientras el 73,4% de los blancos tenía una casa propia al finalizar el año pasado, esa cifra era de sólo 43,2% para los negros. La tasa para los hispanos fue de 45,5% y el promedio nacional, 65,2%.

Lo que han afirmado los candidatos a la Casa Blanca

A todo este cúmulo de cosas que afectan a los negros se suman las últimas delcaraciones del candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump. «Vamos a reconstruir nuestras ciudades porque las comunidades negras nunca, nunca, nunca han estado peor», expresó el candidato republicano a la presidencia de EE UU durante un evento de campaña esta semana en Kenansville, Carolina del Norte.

Su comentario causó indignación entre los miembros de la comunidad negra que se preguntaron si el empresario convertido en político había tomado en cuenta la historia de segregación racialy de esclavitud en ese país.

Especialmente en Carolina del Norte, uno de los estados sureños donde se practicaron de manera estricta las leyes «Jim Crow», que reforzaban la segregación de los negros desde finales del siglo XIX y hasta la década de los 60. Las leyes “Jim Crow”  fueron reemplazadas por una legislación que consagraba formalmente los derechos civiles y políticos de los negros.

Por su parte, la candidata demócrata Hillary Clinton ha lamentado la situación y reiterado que la muerte de personas afroamericanas, por parte de la policía, debe terminar.

Fuente: http://www.mundiario.com/articulo/politica/ee-uu-encabeza-ranking-racismo-historia-mundial/20160923204705068398.html

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