Evidencias en educación, un arma de empoderamiento, autonomía y profesionalización

Los gurús, la inspección educativa, tal vez las familias o los prejuicios. Muchas cosas pueden ser un obstáculo a la hora de implementar una determinada metodología. Las evidencias científicas pueden ser (y son) un buen escudo para el profesorado a la hora de hacer su trabajo.

Kate Atkins y Steve Higgins, de la EEF hablan sobre evidencias en educación. Foto: EduCaixa

¿Agrupar al alumnado por rendimiento es una opción acertada? ¿la tutoría entre iguales da buenos resultados? ¿el trabajo cooperativo ofrece buenas expectativas? ¿y qué hay de la repetición? La discusión educativa sobre determinadas metodologías o actividades en los centros o ciertas costumbres o políticas parece tener difícil solución, a pesar de que en muchos casos (al menos en todos los mencionados un poco más arriba) es posible encontrar evidencia científica más o menos robusta sobre los beneficios y perjuicios.

En un sector como el educativo, en el que la aparición de gurús cada dos por tres, con recetas de todo tipo con las que hacer frente a las dificultades de aprendizaje, por ejemplo, el conocimiento y uso de las evidencias científicas sobre aquellas cosas que mejor funcionan (o que funcionan, simplemente) a la hora de enfrentar determinadas situaciones dentro del aula es siempre una ventaja.

Hace unos días se organizó en Madrid una maratoniana jornada en Caixa Forum de la mano de Fundación La Caixa, SUMMA (Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe) y la Education Endowment Foundation (EEF) en la que se trató la relevancia de estas evidencias en el día a día de la escuela.

Steve Higgins es el padre fundador de la EEF. Durante años fue maestro de escuela en Inglaterra. Hoy por hoy está en el ámbito académico en el que, dice, descubrió la enorme cantidad de material que le habría sido de mucha utilidad en su quehacer en el aula. Este es el germen de la fundación en la que trabaja.

La fundación cuenta con financiación pública y desde hace algún tiempo ha estado en el corazón de una red de centros, las research schools, que basan toda su actividad en la puesta en marcha de evidencias científicas.
Pudimos hablar con Steve Higgins, con Javier González (del SUMMA) y con Kate Atkins, directora de la Rosendale Primary School, primera de estas research schools.

Lo que hace Higgins es recopilar metanálisis y estudios publicados en revistas científicas «que puedan ayudar a los docentes a tomar decisiones». Con el matiz de que dicha información no tiene por qué dictar tu quehacer diario, pero sí informarlo. «Lo único que te dicen los investigadores es que esta forma funciona mejor, pero no cómo de bien. Por eso necesitamos una manera de organizar las evidencias, enseñar los beneficios relativos». De ahí nació la creación de un toolkit, un repositorio en el que explican diferentes metodologías y qué dice la evidencia sobre ellas.

«Utilizar evidencias es empoderador», asegura Kate Atkins. Lo tiene claro. Higgins está de acuerdo. Con las evidencias, las maestras y maestros tienen un sustento teórico con el que poder tomar decisiones y defenderlas. En Inglaterra las escuelas reciben financiación extra por el cumplimiento de ciertos objetivos. Tener evidencias para poner en práctica unas actuaciones u otras y contar con el apoyo de estudios e informes científicos ayuda a avalar los resultados que se optienen, y defender esa financiación.

«Si trabajo con evidencias, expone Atkins, puede venir el inspector y decir que no le gusta esto y lo otro, pero yo tengo razones de peso para defender por qué hago lo que hago, por qué lo implemento y cuáles son los resultados que obtengo. Te da voz».

Eso sí, afirma Atkins, «la clave está en cómo codificar lo que nos dice la evidencia para que el profesor las use en clase, cómo funcionan esas herramientas». Y esta es una parte fundamental de su trabajo como directora de una research school, dar formación a su profesorado, ofrecer la oportunidad de que conozcan las evidencias en un determinado caso y ver formas de implementarlas dentro de su contexto.

Desde su punto de vista, uno de los requisitos primeros es generar una cultura de aprendizaje en el equipo docente. «De la misma manera que esperas que un médico estudie 4 años y no deje de estudiar a lo largo de su carrera, opera igual entre el profesorado». Al tiempo, cuando tienes esa cultura del aprendizaje, continúa esta docente, una de las primeras cuestiones que has de plantearte es qué estás haciendo en el centro y si funciona o no.

Foto: EduCaixa

La prudencia, en este caso, es fundamental. «Tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de decir que algo siempre funciona, o que no lo hace nunca y enfocarnos en la idea de que hay cosas que son mejores apuestas que otras». Esta prudencia sirve para que, si un docente decide implementar una práctica concreta y no da los resultados esperados, no culpe a la evidencia en sí. La idea es que el profesorado tenga más autonomía y que al decidir qué actuaciones llevar al aula, haya un mayor grado de compromiso y responsabilidad por su parte con esta evidencia. «Y comprender que la implementación es compleja, un proceso continuo, explica Kate Atkins. Hay cosas que puedes ir haciendo para ser más eficiente, pero el proceso va a llevar tiempo». «En el pasado hemos buscado arreglos fáciles, la bala de plata, algo sencillo que hará que todo funcione bien. Pero sabemos que eso en la vida no existe», afirma.

Kate, además de señalar este empoderamiento del docente, o las mejoras que pueden conseguirse en los resultados del alumnado, señala algunas otras ventajas. Aunque tiene todo el sentido en un sistema en el que la contratación del profesorado no se hace vía administrativa. El caso es que en las research schools, aquellas que trabajan con evidencias, los docentes que prueban se quedan. «El 65% del personal de mi centro llegó allí como su primer trabajo, y siguen con nosotros años después». «Cuando preguntas a los docentes por qué se quedan dicen que es por el aprendizaje, el desafío y por el desarrollo profesional durante este tiempo», asegura la directora.

Resistencias

Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el uso de las evidencias en las aulas tiene que ver con el hecho de que a veces estas chocan con las creencias que todos tenemos sobre lo que debe hacer un docente en el aula.
Atkins utiliza algunos ejemplos. Habla sobre cómo en su escuela algunos docentes eran reticentes a mezclar en un mismo aula a alumnos con resultados académicos diferentes. Para ella, los grupos heterogéneos (así lo dice la evidencia) ayudan a mejorar tanto a quienes tienen mejores como peores resultados. Pero decidió, según cuenta, no obligar a nadie. Durante un curso, estos docentes pudieron hacer divisiones de alumnado por rendimiento. Al curso siguiente, mezclaron a unos con otros. «Tras este tiempo, vimos que el segundo sistema era mejor, así que cambiaron su forma de trabajo», resume. «Los docentes necesitan practicar y explorar».

«Las evidencias sugieren que la separación de alumnos por capacidad es un juego de suma cero, argumenta Higgins. Quienes lo hacen bien, lo harán un poco mejor; los del medio no tendrán muchos cambios. Pero, y esta es la parte crucial, al cabo de un tiempo, quienes tienen peores resultados se quedan más y más atrás porque el docente piensa que aquellos con menos capacidad necesitan reducir el nivel de desafío, simplifican la instrucción que dan y se tienen que mover más despacio por el currículo».

La clave aquí está en pensar qué queremos que sea la educación. «¿Qué es lo que intentamos hacer en educación? ¿Estamos intentando estrechar la distribución, llevar a los que tienen mejor nivel más lejos y dejar al resto atrás, o intentamos mantenerlos juntos?», esta, según Higgins, es la decisión que hay que tomar a la hora de acercarse a la evidencia.

Como explica Javier González, «tenemos que hacer que la evidencia ayude a cambiar las normas sociales que, a veces, atentan contra el buen funcionamiento de un Estado, de un establecimiento o de un sistema educativo». En este sentido, el máximo responsable de SUMMA asegura que las evidencias no son sustitutas de las decisiones políticas con respecto a qué se quiere hacer de la educación. «Estamos en contra de que las decisiones estén basadas en evidencias. Tienen que estar informadas por ellas, pero basadas en principios normativos: ¿qué es lo que quiero? Eso es un proceso deliberativo democrático, el qué. El cómo es lo que puede estar informado en evidencias».

Kate cuenta otro caso. Cuando comprobaron que en un grupo había, en general, un rendimiento en lectura por debajo del que se suponía. Acudieron al toolkit de evidencias para comprobar qué podían utilizar. Eligieron un programa, «lo llevamos a la escuela y vimos el progreso». «El trabajo va sobre decisiones informadas que tomas utilizando evidencias».

Lo que parece claro es que no existe la receta mágica, tampoco utilizando evidencias científicas. «Para mí el trabajo del docente es la construcción de una pedagogía parecida a un mosaico en el que todas los elementos forman juntos un patrón. No es todo una cosa u otra. La cuestión es cuándo, durante cuánto tiempo y para quién».

Para Javier González, uno de los problemas que tienen las evidencias a la hora de entrar en la escuela se relaciona con que en muchos casos se han utilizado para realizar clasificaciones de centros o de alumnos. «Mucha gente cree que se trata de una agenda de control, de rendición de cuentas y plegarse a esa agenda es hacerlo una visión ideológica».

Foto: EduCaixa

Education Endowment Foundation

La labor de EEF ha ido creciendo y cambiando con el tiempo. En un primer momento, el objetivo era revisar la mayor cantidad posible de bibliografía para agrupar las evidencias científicas en torno al aprendizaje. Con ello hacer una herramienta, un toolkit, como lo llaman, con la que poner a disposición del profesorado todas estas cuestiones, de la manera más sencilla posible. Hoy,ya hay un consorcio con organizaciones de cinco países que trabajan conjuntamente para dar a conocer estas evidencias en diferentes lugares del mundo.

Ahí es donde entra La Caixa, en un primer momento. Es el único socio español en este conglomerado y, hasta ahora, han facilitado el acceso a esta información gracias a la traducción al castellano del toolkit. Además, junto a SUMMA, han elaborado diferentes guías con las que hacer un auténtico paso a paso para la implementación de las evidencias en el trabajo cotidiano de los docentes. Se trata de una de las líneas estratégicas de EduCaixa, apoyar la transformación educativa por vía de las evidencias según explica Patricia Alocén, directora del departamento de Acción Educativa. Un apoyo que pasar por la generación, entre el profesorado, de una visiónde la evidencia como elemento necesario para la acción educadora, según explica Arantxa Ribot, también del mismo departamento que Alocén.

«Estas guías, explica Javier González (de SUMMA), tratan de pasar de ver qué funciona a cómo lo hago funcionar» en mi clase.

La EEF ha dado hace algunos años un paso más y ha creado una red de escuelas llamadas research schools en las que se trabaja única y exclusivamente con evidencias científicas. Según Steve Higgins, hoy día el 64% de los centros educativos de Reino Al principio lo hacían para justificar su presupuesto extra, pero desde hace 4 o 5 años «vemos que las escuelas utilizan las evidencias de forma activa para tomar nuevas decisiones». Entre las razones de este cambio, Higgins apunta a la posibilidad de que las escuelas vieran que las evidencias les daban unos resultados mejores de los esperados. «No todas las escuelas estarán usando bien el toolkit, pero algunas sí. De momento es suficiente para mí».

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/15/evidencias-en-educacion-un-arma-de-empoderamiento-autonomia-y-profesionalizacion/

Comparte este contenido:

Andrés Rieznik: «Las políticas educativas tienen que basarse en evidencias y no en la teoría de algunos»

Redacción: El Día

Una de las razones de peso de la crisis del sistema educativo argentino es que no mide sus resultados. Eso le dijo a ElDía el científico y docente Andrés Rieznik.

Buena parte de los alumnos de la Argentina tiene dificultades para resolver problemas matemáticos básicos y también para leer y comprender un texto escrito.

Aunque el fenómeno reconoce varias causas, hay una crucial que es imputable al propio sistema educativo y tiene que ver con su incapacidad para mirarse, para poner en cuestión si lo que está haciendo funciona o no.

Eso piensa Andres Rieznik, doctor en Física, investigador del CONICET, profesor universitario y divulgador científico, quien estuvo en Gualeguaychú invitado por el Instituto “Malvina Seguí de Clavarino”

Ante los estudiantes del colegio, Rieznik desarrolló el martes pasado su propuesta de combinar magia y matemática, para despertar la curiosidad hacia la ciencia de los números que, según él, es más rica y misteriosa que resolver cuentas en forma fría y mecánica.

El Día aprovechó la ocasión para hablar de educación con el invitado, que recorre el país buscando acercar a la población los conocimientos científicos.

– La matemática aparece como la materia que más intimida a los adolescentes que concurren a la secundaria de Gualeguaychú (41% de 800 alumnos del último año de la escuela media), según un reciente relevamiento. ¿Qué le sugiere este dato?

Rieznik:- Esto viene ya de la primaria. Si se miran los resultados de las pruebas internacionales, Argentina ha empeorado mucho. Está en las peores posiciones de su historia. Yo creo que hay varias razones. En principio no es separable el contexto educativo del social. En este sentido, es imposible que si un chico tiene hambre pueda aprender bien. Pero lo que creo es que en la Argentina falta una visión sobre la necesidad de basar las políticas educativas en evidencias disponibles. Doy un ejemplo. Hace unos años miles de chicos en distintos colegios de diversas provincias aprendieron algo tan elemental como sumar, no en vertical como hacemos nosotros, sino en horizontal. Cuando uno pregunta por qué es esto, se escuchan teorías plausibles respecto de que así se ayuda a los chicos a organizar su pensamiento. Ahora bien, cuando se pregunta quién midió si este proceso funcionó en la realidad o quién del Ministerio de Educación se encargó de monitorear los resultados de este cambio tan drástico, esa información no existe. Es decir se produjo un cambio en política educativa en algo tan importante como la matemática, pero sin que nadie se haya tomado el trabajo de averiguar si eso funcionó a no. Esto es sistemático: en Argentina las políticas públicas educativas no se basan en la mejor evidencia disponible sino en teorías de algunas personas. En el caso de la lecto-escritura igual: se sigue enseñando a través de un método que sabemos que no sirve, como es el de las palabras contextualizantes, y que deja a los chicos semianalfabetos. Y esto en lugar de utilizar conciencia fonológica, como aprendían nuestros abuelos (…) Creo que ninguna política educativa va a funcionar si no se consulta a los docentes, quienes son los que saben qué sirve y qué no. Nada sale bien si viene de una decisión inconsulta desde arriba. Y esta es mi crítica a la decisión que tomó el Ministerio de Educación en relación a las matemáticas.

– Si tuviese que hacer un elogio de la matemática ¿qué le diría a los más jóvenes?

– Es el lenguaje de la ciencia. Para mí es como jugar todo el tiempo. Siempre fui afecto a los juegos de ingenio o de lógica. Y este es el mundo de la matemática. Por supuesto que el día a día del aprendizaje no es eso. Más bien es duro y difícil. Supone concentración. Pero esto es así en cualquier aprendizaje. La gran pregunta es cómo hacemos para motivarlos con los números, mientras otros están en la fiesta o jugando al fútbol. Por lo demás, quizá en el aula no se logra vincular la matemática con la vida real. Además, hay que decir que éste es un tema, como la educación en general, que no preocupa mayormente a los políticos, más allá de que de la boca para afuera todos digan que sí.

– ¿Cómo es el trabajo que realiza acercando la matemática a chicos y jóvenes? ¿Qué significa, por ejemplo, “Matemagia”?

– Dentro de mi tarea de divulgación científica, desde hace muchos años hago el espectáculo Matemagia, que mezcla un poco mis pasiones por el ilusionismo, la magia y las matemáticas. Lo que hago son juegos con números de una manera divertida. Yo trato de quitarle solemnidad a esto. Porque me parece que parte de lo que asusta a los chicos es eso. Uno puede demostrar ser una persona muy rigurosa y estudiosa, pero después matizar ese saber con el chiste y el humor. También se trata de trasmitir cómo las matemáticas nos abren otros horizontes para ver el mundo. Matemagia es un show de 40 minutos donde hago cálculos mentales, juegos con números y trato de sorprender a los chicos. Tengo un cuento de humor y amor matemático que dura tres minutos y medio, en el cual aparecen los números en medio de una historia de amor. Es decir, trato de explotar el lado más lúdico de la matemática para que los jóvenes puedan decir después que se divirtieron haciendo cuentas.

EL CELULAR, LA NUEVA CAJA BOBA

– ¿Qué opinión tiene de las nuevas tecnologías en relación con el aprendizaje?

– Creo que son herramientas. Aunque diría que son un arma de doble filo. Pueden ser muy buenas para aprender y así lo atestiguan muchas experiencias. Pero también los celulares son la “caja boba” en tu bolsillo. Creo que las tecnologías van a amplificar las diferencias entre aquellos que logran concentración y aquellos que no. Porque si vos no lográs concentración y foco, y te distraés fácilmente, YouTube o Instagram son tu ideal. La verdad es que somos seres muy visuales y esto nos atrae mucho. Al respecto en mis charlas muestro a un mono que es capaz de usar Instagram. No estoy diciendo que no haya que usar esta tecnología. Pero una cosa es estar un rato y tratar de saber qué hacen tus amigos, y otra es pasarte todo el tiempo allí. Es la caja boba. Así no estamos desarrollando nuestras capacidades humanas. Ya en Estados Unidos las redes sociales son un tema de salud pública. En los últimos tres años se cuadriplicó la tasa de automutilación y suicidio entre las chicas de 20 años. Y son ellas las que más están involucradas en las redes sociales. En un proceso de formación de personalidad, las redes sociales amplifican la vida de los otros, donde inconscientemente uno calcula todo el tiempo su lugar en la jerarquía social, su reputación, lo que piensan los demás de mí, o qué piensan los demás que pienso de ellos… Ése es un ambiento tóxico para un momento de la vida donde el adolescente desarrolla su cerebro social. Mi consejo para los padres es que hasta los 14 años los chicos no deben acceder a ningun formato de redes sociales.

– ¿Qué mirada tiene sobre la incidencia de los genes en el aprendizaje?

– Más allá de toda duda razonable, es cierto que hay un peso de la genética en cuanto a habilidades y desempeños personales. Y podría decir que así como Messi tiene una habilidad natural para la pelota, también hay gente que tiene más habilidad para la matemática. Lo que es verdad, también, es que todos los chicos pueden aprender a leer, a escribir, a hacer cálculos matemáticos, o aprender los contenidos básicos de la currícula escolar. El hecho de que haya personas con más predisposición o no a determinadas áreas de conocimientos, no nos excusa para que al terminar la primaria tantos chicos no hayan aprendido los contenidos escolares básicos.

LA GENÉTICA INFLUYE

– ¿Pero reconocer que hay chicos que llegan con cargas genéticas diferentes a la escuela, no cuestiona su actual funcionamiento?

– En principio debería obligar a la escuela a dar una enseñanza más personalizada. Pero nuestra escuela es una institución masiva, a la que le cuesta encontrarle una respuesta a los dos extremos: a los chicos con mucha facilidad y a los que tienen mucha dificultad. Es decir no se hace mucho con estos dos grupos. A veces se procura que los que tienen facilidades ayuden a los otros. El problema son los que están en desventaja. Por ejemplo aquellos chicos que tienen muchas dificultades en la lecto-escritura. Que pasan por la escuela y no logran leer y escribir de forma adecuada es una tragedia personal y una vergüenza nacional. Es decir, hay que enfocarse en esta población a través de una estrategia más específica y personalizada. Lo mismo pasa con matemática, donde hay que atender especialmente al que tiene dificultades, al tiempo que hay que dar una respuesta al que tiene condiciones naturales para los números, que muchas veces se aburre en la escuela. A estos últimos, en el pasado se los hacía pasar de grado, pero creo que eso no es lo correcto.

– ¿Tiene algún modelo educativo que considere digno de imitar?

– No, no podría contestar. Lo que puedo decir es que aquí el atraso es tal que si no aceptamos ni siquiera el hecho de que las cosas se tienen que medir, estamos en problemas. Lo mismo si no aceptamos que los genes influyen en el aprendizaje, aunque no lo determinan. Sé que a esto mucha gente no lo quiere aceptar y de hecho es un tema tabú en la educación. Y son comprensibles los temores porque en nombre de la genética se han hecho barbaridades en el siglo XX. Pero tenemos que superar esta actitud porque ahora se pueden hacer diagnósticos tempranos para detectar cuestiones genéticas que dificultarían determinados aprendizajes, para poder hacer intervenciones tempranas. Es como la miopía: aunque haya predisposición genética, se puede hacer una intervención temprana utilizando anteojos. Entonces podríamos hablar de “anteojos cognitivos” para los chicos que tengan dificultades (…) También se entienden los temores a medir en la escuela, por desafortunadas experiencias del pasado o por cuestiones ideológicas. Pero tenemos que superar el tabú en este frente: necesitamos hacer un diagnóstico certero de la situación para saber dónde estamos parados y qué se puede mejorar. Tenemos que ponernos de acuerdo en una política pública. Esto es como las vacunas. No es una cuestión de derechas o de izquierdas. Reitero, creo que las prácticas educativas tienen que basarse en evidencias disponibles.

Fuente: https://www.eldiaonline.com/las-politicas-educativas-tienen-que-basarse-evidencias-y-no-la-teoria-algunos-n1004605

 

Comparte este contenido: