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Reflexionan en Manzanillo sobre el pensamiento y el discurso filosófico

Por Redacción Colima Noticias

 

Marco Antonio Venegas Medrano, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, y José Raúl Álvarez García, de la Universidad de Colima, participaron en una mesa de dialogo durante el  IX Coloquio de Investigación Filosófica que realizaron hace días en Manzanillo la Escuela de Filosofía de la Universidad de Colima y la Red Centro-Norte de investigadores en filosofía de México.

Marco Antonio Venegas Medrano habló acerca de la importancia del Pensamiento Disruptivo en la Educación Actual.

Bajo esa perspectiva, declaró que en un modelo social tecno-económico como el actual, donde impera la expectativa educacional en la ejecución de técnicas productivas y eficientes, el pensamiento disruptivo suele ser peligroso, y es el papel de la filosofía en la educación fomentar el pensamiento crítico y el juicio racional en los jóvenes, “que siempre criticarán al orden establecido, y una actitud filosófica puede ser una ruta de escape a la realidad caótica agobiante”.

En su participación, que tituló “Ilustración, anticolonialismo y filosofía”, defendió la posición del filósofo y enciclopedista francés Denis Diderot respecto al tratamiento irónico del hombre natural o salvaje, como un dispositivo crítico muy utilizado en esa época, que no caracterizaba como iguales a las culturas civilizadas y no civilizadas.

Asimismo, recalcó la postura del autor francés, enfocada más en el poder de la educación y la cultura para el mejoramiento de la sociedad, que en volver simplemente a la inocencia del buen salvaje.

Posteriormente, José Raúl Álvarez García mostró su trabajo: “Historiografía de la filosofía, discurso dominante e inclusión filosófica en América Latina”, en el que abordó el discurso histórico y lo que se ha escrito sobre el pasado del pensamiento filosófico. En este trabajo cuestiona y analiza la construcción del discurso historiográfico dominante de la filosofía y sus implicaciones sobre el carácter crítico de la misma.

Fuente de la reseña: http://www.colimanoticias.com/reflexionan-en-manzanillo-sobre-el-pensamiento-y-el-discurso-filosofico/

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El aprendizaje fingido: una propuesta diferente para evaluar el curso que acaba

España / 9 de septiembre de 2018 / Autor: Salvador Rodríguez Ojaos / Fuente: El Blog de Salvaroj

«El evaluador es un educador; su éxito debe ser juzgado por lo que otros aprenden.» Lee J. Cronbach

Hace unos días, al intentar entrar en una página web para preparar este post, recibía continuamente el siguiente mensaje: ERROR 404. NOT FOUND. Un error en el sistema me impedía consultar la página y en su lugar aparecía siempre el exasperante mensaje.

Pero, como no hay mal que por bien no venga, en ese momento me di cuenta de que la educación actual también tiene su ERROR 404: el aprendizaje fingido.

El aprendizaje fingido es aquel en el que se memoriza contenido sin entender su significado, sin que sea significativo, con el objetivo de servir como respuesta a una prueba, a un examen, a una actividad… y que es desechado de nuestra memoria inmediatamente después de haber cumplido con su objetivo de uso. Como consecuencia, el alumno puede obtener una buena calificación que dé lustro a su expediente académico, pero en realidad es un espejismo, una falsa ilusión, que puede tener consecuencias negativas en su futuro académico y laboral.

Este tipo de aprendizaje está muy extendido en nuestras escuelas y es consecuencia directa del tipo de evaluación con la que valoramos los aprendizajes adquiridos por los alumnos.

Ahora que en España está a punto de finalizar el curso escolar, me gustaría proponer otra manera de evaluar sus resultados. La evaluación que se plantea a nuestros alumnos debe ser clara, oportuna, válida y suficientemente amplia como para tener en cuenta muchas más variables que las respuestas de un examen. Para colmo en muchas ocasiones esta prueba es de opción múltiple para facilitar su evaluación.

Para evaluar si nuestros alumnos han adquirido durante el curso los objetivos perseguidos no deberíautilizarse exclusivamente el bolígrafo rojo. La evaluación más que una prueba o un examen que contabilice aciertos y errores, debería ser un diálogo; más que comprobar si son capaces de reproducir respuestas, debemos valorar si pueden plantearlas de manera que demuestren que han entendido significativamente lo que han estudiado. Conocer el grado de adquisición de los contenidos y competencias de las distintas asignaturas es un elemento muy importante de la evaluación, pero no el único. Es igualmente importante comprobar si los alumnos han adquirido mayor destreza en el desarrollo de sus habilidades no cognitivas (perseverancia, curiosidad, optimismo, autocontrol…), ya que estas son fundamentales para desenvolverse adecuadamente en distintos ámbitos de la vida.

Otro aspecto que creo imprescindible conocer en la evaluación del curso que acaba es el grado de satisfacción de los alumnos: si se han cumplido sus expectativas, qué creen que podría mejorarse, qué les ha gustado más… Este me parece un indicador muy importante para saber cuál ha sido el grado de relevancia de los contenidos, competencias, habilidades y destrezas que los alumnos han adquirido.

Además de saber si el curso les ha hecho más sabios y más competentes, es importante saber si también les ha hecho mejores personas. Si queremos cambiar nuestra forma de educar, debemos cambiar nuestra forma de evaluar.

Fuente del Artículo:

https://www.salvarojeducacion.com/2016/06/el-aprendizaje-fingido-una-propuesta.html

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Los motores del Aprendizaje

Por: Mª Antonia Casanova. Educación, calidad y diversidad Blog. 20/10/2017

Los resortes biológicos del ser vivo se activan para la búsqueda de placer, como el comer, beber, descansar, jugar, aprender…, y para la huida ante el temor al peligro, el castigo o, genéricamente, todo lo que considera perjudicial.  Es la manera de garantizar la supervivencia. ¿En qué medida la educación actual tiene en cuenta estas coordenadas cerebrales de interés o rechazo? Tanto por placer como por miedo, el ser vivo se moviliza, actúa. Pero tratándose del ser humano, además, se constata que nunca lo hace ante situaciones de indiferencia y, mucho menos, de aburrimiento. Igualmente, la curiosidad y la ruptura de las rutinas son factores típicamente humanos que mueven con fuerza las acciones de las personas, en uno u otro sentido, siempre en función de las motivaciones o estímulos que reciba, relacionados con los motores o resortes arriba citados.

Estas lecciones elementales que nos facilita la Biología, serían las primeras que se deberían considerar para conseguir proyectos educativos eficaces y satisfactorios para todos: para el que enseña y para el que aprende. Como lógica consecuencia, para la sociedad en general, pues en ellos se arriesga su futuro.

No es novedad la máxima de “aprender jugando”, como fundamental, pero pareciera que solo se aplica en las primeras edades del niño, sin ser conscientes de que ese “juego” apetece, gusta, satisface, deleita a la persona en cualquiera de las edades por las que transcurra su vida. El placer mueve igualmente hacia la acción a un niño de cinco años que a los adultos de 40, 60 o más edad.  En todas las ocasiones ese gusto por las cosas o las ideas (vestido de reto, juego, viaje, descanso, aprendizaje…) favorece el interés por alcanzarlo, a pesar de las dificultades que se interpongan en el camino. El tener clara la meta y saber que su consecución constituirá  un estado de satisfacción deseado, empuja a la persona a trabajar y superar obstáculos para conseguirla.

Del mismo modo, pero en sentido opuesto, el miedo o el castigo hacen huir del escenario que se presenta. Y, como antes decía, en el caso de la educación, la indiferencia, la falta de interés por lo que se pretende, la desmotivación por despego o apatía… son enemigos del aprendizaje. Efectivamente, lo que no gusta, lo que no interesa… se rechaza, no se aprende ni se quiere aprender, lo cual empeora la situación.

Cuando ahora se plantea el aprender a aprender como competencia fundamental para la persona, dado que garantiza su vitalidad permanente, sus proyectos abiertos, habrá que pensar en los modos de motivación o estímulo continuos para que esa actividad imprescindible para mantenerse vivo sea un hecho cierto.

Se habla de las emociones como necesarias para involucrar al alumnado y comprometerlo en su propio aprendizaje, y esto viene a reforzar las ideas generadoras de esta reflexión: la emoción positiva, el apasionamiento, significa placer, compromiso con lo que se hace y fomento de las relaciones gratificantes dentro del grupo. El sentirse aceptado, querido, valorado… supone un seguro acicate para seguir aprendiendo (de verdad, no memorizando por obligación) e impulsando el propio desarrollo personal.

Si todos los nuevos hallazgos en neurociencia, psicología, pedagogía…, nos hablan de que es el alumno el que construye su propio conocimiento y levanta sus estructuras mentales con investigación, esfuerzo, compromiso, gusto, cooperación, relación…, se hace difícil entender los motivos para que estos principios básicos no se incorporen ya a cualquier planteamiento educativo, sea cual fuere su procedencia ideológica. Si esto funciona claramente con todos los seres vivos (incluso con los más elementales) y, en particular, con los humanos, parece que es urgente tomar medidas decididas para lograr que nuestras jóvenes generaciones se formen y aprendan con agrado… o no aprenderán.

El desinterés, el aburrimiento en el aula son malos consejeros para la permanencia eficaz en los procesos de escolarización obligatoria. Los niños no van a la escuela por decisión propia: van obligados. Y eso no es un buen comienzo. Habrá que conseguir que vayan contentos y voluntariamente. Y que protesten el día que no puedan ir. En determinados casos, esto parecerá una utopía. Pero no lo es en países en los que asistir a la escuela es un privilegio y los niños recorren distancias enormes diariamente, salvan obstáculos inconcebibles para nosotros…, porque están interesados en progresar, en aprender…, saben que su futuro depende de esa escuelita sin medios, pero con maestros entregados a su labor y alumnos que dan prioridad al aprender. Les gusta, les interesa y se juegan la vida por conseguirlo. Son admirables y tenemos mucho que imitar de ellos.

Se trata, simplemente, de saber interesar, de despertar la curiosidad del alumnado, tarea que parece inaudita e imposible en muchos casos, aunque solo requiera ponerse a ello. Olvidemos los programas oficiales cuando estos no resulten significativos para la población que tenemos delante y presentemos ante el futuro inmediato acciones, actividades que se relacionen con su vida, con sus habilidades e intereses, con su entorno, con sus amigos, sus familias…, con su mundo.

Actividades repetitivas sin sentido, deberes inacabables y aburridos, memorizaciones estúpidas que no dicen nada y que se olvidan en cuanto se sueltan en un examen…, responden a un modelo de educación totalmente desfasado en nuestro mundo y la escuela no debe perder su potencialidad y su importancia, su creatividad pedagógica. Crear placer y evitar el peligro de la indiferencia: esos son los retos actuales para regenerar los sistemas e incorporar gustosa a toda la población.

*Fuente: educacioncalidadydiversidad.blogspot.mx/2017/04/los-motores-del-aprendizaje.html

Fotografía: Tiching Blog

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Francesco Tonucci: La Misión principal de la Escuela ya no es Enseñar cosas

Por: Educación y Cultura AZ. 24/03/2017

“La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet.” La definición, llamada a suscitar una fuerte polémica, es del reconocido pedagogo italiano Francesco Tonucci.
Pero si la escuela ya no tiene que enseñar, ¿cuál es su misión? “Debe ser el lugar donde los chicos aprendan a manejar y usar bien las nuevas tecnologías, donde se transmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo”, responde.

Para Tonucci, de 68 años, nacido en Fano y radicado en Roma, el colegio no debe asumir un papel absorbente en la vida de los chicos. Por eso discrepa de los que defienden el doble turno escolar.

“Necesitamos de los niños para salvar nuestros colegios”, explica Tonucci, licenciado en Pedagogía en Milán, investigador, dibujante y autor de Con ojos de niño, La ciudad de los niños y Cuando los niños dicen ¡Basta!, entre otros libros que han dejado huella en docentes y padres. Tonucci llegó a la Argentina por 15a. vez, invitado por el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, a quien definió como “un lujo de gobernante”.

Dialogó con LA NACION sobre lo que realmente importa a la hora de formar a los más chicos y dejó varias lecciones, que muchos maestros podrían anotar para poner en marcha a partir del próximo ciclo escolar.

la-propuesta-politica-de-Tonucci

Propuso, en primer lugar, que los maestros aprendan a escuchar lo que dicen los niños; que se basen en el conocimiento que ellos traen de sus experiencias infantiles para empezar a dar clase. “No hay que considerar a los adultos como propietarios de la verdad que anuncian desde una tarima”, explicó.

Recomendó que “las escuelas sean bellas, con jardines, huertas donde los chicos puedan jugar y pasear tranquilos; y no con patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más que descarga explosiva para niños sobreexigidos”.

Y que los maestros no llenen de contenidos a sus estudiantes, sino que escuchen lo que ellos ya saben, y que propongan métodos interesantes para discutir el conocimiento que ellos traen de sus casas, de Internet, de los documentales televisivos. “¡Que se acaben los deberes! Que la escuela sepa que no tiene el derecho de ocupar toda la vida de los niños. Que se les dé el tiempo para jugar. Y mucho”, es parte de su decálogo.

De hablar pausado y de pensamiento agudo, Tonucci transmite la imagen de un padre, un abuelo, un educador que aprendió a ver la vida desde la perspectiva de los niños. Y recorre el mundo pidiendo a gritos a políticos y dirigentes que respeten la voz de los más pequeños.

-¿Cómo concibe usted una buena escuela?

-La escuela debe hacerse cargo de las bases culturales de los chicos. Antes de ponerse a enseñar contenidos, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta rica: un espacio placentero donde se escuche música en los recreos, que esté inundado de arte; donde se les lean a los chicos durante quince minutos libros cultos para que tomen contacto con la emoción de la lectura. Los niños no son sacos vacíos que hay que “llenar” porque no saben nada. Los maestros deben valorar el conocimiento, la historia familiar que cada pequeño de seis años trae consigo.

-¿Cómo se deberían transmitir los conocimientos?

-En realidad, los conocimientos ya están en medio de nosotros: en los documentales, en Internet, en los libros. El colegio debe enseñar utilizando un método científico. No creo en la postura dogmática de la maestra que tiene el saber y que lo transmite desde una tarima o un pizarrón mientras los alumnos (los que no saben nada), anotan y escuchan mudos y aburridos. El niño aprende a callarse y se calla toda la vida. Pierde curiosidad y actitud crítica.

-¿Qué recomienda?

-Me imagino aulas sin pupitres, con mesas alrededor de las cuales se sientan todos: alumnos y docentes. Y donde todos juntos apoyan, en el centro, sus conocimientos, que son contradictorios, se hacen preguntas y avanzan en la búsqueda de la verdad. Que no es única ni inamovible.

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-¿Cuál es rol del maestro?

-El de un facilitador, un adulto que escuche y proponga métodos y experiencias interesantes de aprendizaje. Generalmente los pequeños no están acostumbrados a compartir sus opiniones, a decir lo que no les gusta. Los docentes deberían tener una actitud de curiosidad frente a lo que los alumnos saben y quieren. Les pediría a los maestros que invitaran a los niños a llevar su mundo dentro del colegio, que les permitieran traer sus canicas, sus animalitos, todo lo que hace a su vida infantil. Y que juntos salieran a explorar el afuera.

-Varias veces usted ha dicho que la escuela no se relaciona con la vida. ¿Por qué?

-Porque propone conocimientos inútiles que nada tienen que ver con el mundo que rodea al niño. Y con razón éstos se aburren. Hoy no es necesario estudiar historia de los antepasados, sino la actual. Hay que pedirles a los alumnos que se conecten con su microhistoria familiar, la historia de su barrio. Que traigan el periódico al aula y se estudie sobre la base de cuestiones que tienen que ver con el aquí y ahora. Esto los ayudará a interesarse luego por culturas más lejanas y entrar en contacto con ellas.

-¿Cómo se puede motivar a los alumnos frente a los atractivos avances de la tecnología: el chat, el teléfono celular, los juegos de la computadora, el iPod, la play station?

-El colegio no debe competir con instrumentos mucho más ricos y capaces. No debe pensar que su papel es enseñar cosas. Esto lo hace mejor la TV o Internet. La escuela debe ser el lugar donde se aprenda a manejar y utilizar bien esta tecnología, donde se trasmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo.

-¿Es positiva la doble escolaridad?

– En Italia llamamos a este fenómeno “escuelas de tiempo pleno”. La pregunta que me surge es: ¿pleno de qué? Esta es la cuestión. La escuela está asumiendo un papel demasiado absorbente en la vida de los niños. No debe invadir todo su tiempo. La tarea escolar, por ejemplo, no tiene ningún valor pedagógico. No sirve ni para profundizar ni para recuperar conocimientos. Hay que darles tiempo a los niños. La Convención de los Derechos del Niño les reconoce a ellos dos derechos: a instruirse y a jugar. Deberíamos defender el derecho al juego hasta considerarlo un deber.

Consulta la nota en: La Nación Argentina

Imágenes tomadas de Alaya Difundiendo Infancia

Fuente: http://www.educacionyculturaaz.com/noticias/francesco-tonucci-la-mision-principal-de-la-escuela-ya-no-es-ensenar-cosas

Fotografía: educacionyculturaaz

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