BeChallenge: Aprendizaje Basado en Retos para revolucionar el aprendizaje y la formación

Por Observatorio ITESM/

Ante los cambios sociales, políticos, ambientales, económicos y tecnológicos que estamos viviendo, uno de los retos que enfrenta la educación actualmente es desarrollar y fortalecer en los alumnos aquellas habilidades y competencias meramente humanas que los distingan de las máquinas.

Estas habilidades, conocidas como “habilidades del siglo XXI” o “habilidades blandas” (soft skills en inglés), a nosotros nos gusta denominarlas Power Skills o “Habilidades poderosas”, porque de suaves no tienen nada. Algunos ejemplos de estas habilidades son la comunicación, organización, trabajo en equipo, pensamiento crítico, creatividad, adaptabilidad, entre otras.

Pero, ¿cómo podemos desarrollar estas habilidades? Ha nacido una plataforma que busca, a través de su original metodología, generar un ecosistema de aprendizaje que además de desarrollar estas habilidades ya mencionadas, empodere a los estudiantes a través de retos reales que los preparen no solo para la vida laboral sino en todos los ámbitos de su vida.

Esta plataforma se llama BeChallenge y nació en Barcelona gracias al programa de emprendimiento en educación «Edutech» de la plataforma HUBBIK, lanzado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en 2017. Su fundador, Xavier Pascual, es profesor y emprendedor educativo.

¿Qué es BeChallenge?

BeChallenge es una plataforma de aprendizaje mediante metodologías activas donde se pueden generar flujos de trabajo guiado basados en Design Thinking y llevar a cabo procesos de aprendizaje centrados en las/los estudiantes, de una manera digital, social y gamificada.

BeChallenge basa su metodología en tres elementos: Design Thinking, Aprendizaje Basado en Retos y el aprendizaje colaborativo. Estos elementos buscan crear un aprendizaje auténtico y real donde los alumnos protagonicen su aprendizaje y sean conscientes de su impacto.

Queremos inspirar y guiar a los innovadores para crear avances que permitan un mundo de conocimiento, un mundo en el que cada hombre, mujer y niño sea capaz de marcar una diferencia positiva en el mundo con sus habilidades y virtudes

Recientemente BeChallenge y Reimagine Education Lab anunciaron un acuerdo de colaboración estratégico para impulsar y facilitar los procesos de innovación y cambio educativo. Esta sinergia busca apoyar a todos aquellos educadores y directivos que desean transformar la educación a través de una nueva plataforma que apoye el cambio, pasando de estructuras instruccionales a estructuras de generación de conocimiento entre iguales.

Pero antes de contarles cómo funciona esta plataforma, es necesario definir uno de sus pilares: el Aprendizaje Basado en Retos.
¿Qué es el Aprendizaje Basado en Retos?

El Aprendizaje Basado en Retos (ABR) es un enfoque pedagógico que involucra activamente al estudiante en una situación problemática real, relevante y de vinculación con el entorno, la cual implica la definición de un reto y la implementación de una solución. Se centra en la adquisición de nuevos conocimientos y el desarrollo de competencias y habilidades blandas a partir del surgimiento del reto.

“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”

— Benjamin Franklin

El Aprendizaje Basado en Retos tiene sus raíces en el Aprendizaje Vivencial, el cual tiene como principio fundamental que los estudiantes aprenden mejor cuando participan de forma activa en experiencias abiertas de aprendizaje, que cuando participan de manera pasiva en actividades estructuradas. El Aprendizaje Vivencial ofrece a los estudiantes la oportunidad de aplicar lo que aprenden en situaciones reales y encontrar ellos mismos las soluciones a estos problemas.

¿Cómo funciona BeChallenge?

BeChallenge ha desarrollado una metodología propia y un completo ecosistema de aprendizaje en el que se potencia la formación de las habilidades que nos hacen humanos, aquellas que nos distinguen de las máquinas y que popularmente son conocidas como “habilidades blandas” o habilidades del siglo XXI. En específico, la creatividad, el pensamiento crítico, la colaboración, la comunicación y la resolución de problemas. Estas habilidades se desarrollan colaborativamente a través de cuatro principales etapas: investigación, discusión, creación y entrega.

Gráfico: BeChallenge.Gráfico: BeChallenge.

Para potenciar estas habilidades, los alumnos deben resolver retos reales vinculados a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, los cuales tienen un impacto social y ambiental.

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La plataforma ofrece más de 25 retos ya creados que pueden utilizarse y adaptarse o, si lo prefieren, también se pueden crear nuevos retos. Estos retos se dividen en dos tipos: Retos Express (3 Fases) o Retos Completos (7 Fases), de acuerdo a las necesidades específicas de cada usuario.

¿A quién está dirigido BeChallenge?

La plataforma está dirigida para docentes, estudiantes, directivos académicos, emprendedores, empresas de formación y para aquellas personas quieren cambiar el mundo.

Imagen cortesía de BeChallenge.Imagen cortesía de BeChallenge.
BeChallenge también está dirigida a empresas que buscan formar a sus empleados a través de un aprendizaje real basado en el Design Thinking y el aprendizaje social mediante retos.

Para más información sobre BeChallenge visita el enlace https://bechallenge.io/

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/aprendizaje-basado-en-retos-para-revolucionar-el-aprendizaje-y-la-formacion
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ENTREVISTAS Beñat Flores: “Es muy importante que en la universidad el alumno esté en contacto con el mundo profesional y no en una burbuja”

Aunque en California sea ya una forma de trabajar muy habitual, el «Design Thinking» aún no es tan conocido. El profesor e investigador nos explica cómo aplicarlo en educación.

En apenas dos años ha pasado de ser alumno a ser profesor e investigador de la Universidad de Mondragón. Beñat Flores sabe muy bien lo importante que es la motivación en el proceso de aprendizaje, por eso, presta especial atención a las necesidades de los alumnos, tal y como lo hace el Design Thinking con sus clientes. Para que algo funcione, es imprescindible adaptarse a la demanda.

En un contexto donde todo es efímero y la competencia muy alta, se necesitan nuevas ideas. De ahí la importancia de trabajar la creatividad durante todo el proceso educativo. Beñat Flores, recién llegado de California, lo investiga en los estudios universitarios, basándose en la metodología Design Thinking. En la entrevista, el profesor e investigador de la Universidad de Mondragón, nos cuenta cómo el error es una oportunidad para mejorar, los beneficios de trabajar en equipo y la importancia de mantenerse despierto y abierto para responder de forma óptima al mercado actual.

Antes de nada, Beñat, situémonos. ¿Qué es el Design Thinking?

Algunos lo catalogan como una metodología, otros como una manera de pensar. Proviene de los Estados Unidos y nació en los años 70, en la Universidad de Stanford, California. Su objetivo es, por un lado, entender muy bien las necesidades del usuario, conocer tan bien a tu usuario hasta el punto de ser capaz de empatizar y ponerse en su piel. Por otro lado, mediante ciertas técnicas para fomentar la creatividad, se pretende dar una solución innovadora a las necesidades que tiene tu usuario.

En Estados Unidos es una metodología que se lleva aplicando e investigando en educación desde hace muchos años. En cambio, fue en el año 2005 cuando la Universidad de Stanford inauguró la d.school, escuela de diseño, ya cuando empezó a adquirir bastante más fama. Desde entonces, hay muchos colegios y universidades que intentan replicar esa manera de trabajar pensando que los alumnos salen mejor preparados para un mercado del sigo XXI, la cual exige que tengan ciertas competencias hasta ahora no tan necesarias o demandadas, como la creatividad o la innovación.

Has decidido emprender una tesis doctoral centrada en el Design Thinking, la cual pone en cuestión si fomenta la creatividad del alumno. ¿De dónde nace la idea?

La pregunta de probar la eficacia de esta metodología nace cuando la Universidad de Mondragón puso en marcha el laboratorio de ideas llamado “Goikolab”. Eso fue en el curso académico 2013-14, pero, antes, parte del profesorado ya había visitado California para ver qué tendencias hay en educación, y volvieron con la idea de aplicar el Design Thinking en el contexto del País Vasco. Dicho laboratorio se fundó con el objetivo de diferenciar los alumnos de la Universidad de Mondragón, en concreto del Grado de Comunicación Audiovisual, de otros estudiantes del mismo grado, en ser más creativos.

Yo tuve la oportunidad de ser la primera generación que pasó como alumno por este laboratorio, pero entonces era una experiencia piloto en la que había muchas cosas por mejorar. Faltaba formación, faltaban medios, un seguimiento… En California tienen muy interiorizada la metodología del Design Thinking, es parte de la cultura de trabajo. En cambio, me atrevería a decir en Europa, y más aún en el País Vasco, se trata de algo relativamente nuevo. Y como todo, necesita su periodo de adaptación.

Yo mismo, como participante, tenía ganas de perfilar esa experiencia, y dicha inquietud personal se juntó con la ambición de la Universidad de Mondragón por querer alcanzar la meta que se impuso: trabajar el Design Thinking con el objetivo de fomentar la creatividad de los alumnos que pasen por esa facultad de Comunicación. De ahí, el próximo curso, una vez graduado y probada la experiencia piloto, se plantea la opción de hacer un trabajo de investigación, documentar las siguientes generaciones que pasen por ese laboratorio aun en marcha y, año tras año, introducir mejoras en base a las necesidades que los propios alumnos planteen.

“Saber qué es lo que los clientes quieren es indispensable para crear algo a lo que quieres sacar rentabilidad”

Innovación, liderazgo, objetivos, proyectos… son conceptos empresariales que ha adoptado el mundo de la educación los últimos años. El Design Thinking también es una metodología comercial, “el pensamiento de los diseñadores” lo llaman.

Sí, el mundo empresarial se ha percatado de la importancia de llegar a los usuarios. Empezaron a fijarse en la manera en que los ingenieros o diseñadores trabajaban y se dieron cuenta de que era diferente; en el proceso de creación de una idea, un producto o un servicio, tienen en cuenta desde el primer minuto a su usuario y a sus necesidades. Saber qué es lo que los clientes quieren es indispensable para crear algo a lo que quieres sacar rentabilidad.

Hoy por hoy, la universidad no es un centro al que se va a sentarse en una silla a tomar apuntes y a aprobar exámenes, sino que se entiende como un pequeño polo de innovación, incluso una incubadora de startups. Brinda al alumno la oportunidad de crear un grupo en el que, en un contexto controlado, puede simular lo que va a ser el mundo laboral una vez terminado el Grado. Y el Design thinking casa muy bien en ese contexto.

Se hace algún tipo de distinción entre en Design Thinking educativo o empresarial?

No hacemos distinción entre el Design Thinking que se aplica en educación o en una empresa, la forma de trabajar es la misma. Es más, no creo que haga falta. De hecho, los mismos expertos en esta metodología imparten cursos tanto en empresas como en centros educativos.

Qué beneficios puede tener este método en el alumno o futuro profesional?

La primera ventaja es que te permite trabajar dando solución a un reto real, y eso hace que la motivación intrínseca del alumno se dispare. Cuando tú sabes que estás dando una solución a algo real, algo que una empresa va a aplicar, me parece que el reto te lo tomas de una manera muy diferente que si se quedase en un nivel académico. Creo que el alumno va con otra predisposición a trabajar.

Por otra parte, le da la oportunidad de conocer el mundo real, el mundo profesional de primera mano. Es muy importante que en los años de universidad el alumno tenga contacto con el mundo profesional y no crea que la universidad es una burbuja que está al margen. Si no, se corre el riesgo de que haya discordancias. Cuando uno sale de la universidad, se siente protegido y piensa que todo va a ser así, pero no lo es. Los profesores nos dan las herramientas, no el conocimiento, y tenemos que empezar a cambiar ese pensamiento.

Cada vez se tiende más a trabajar en grupo, ¿crees que es compatible con el desarrollo individual del alumno?

Absolutamente. Es muy importante aprender a trabajar en grupo, y no me refiero a dividirse las tareas y que cada uno trabaje de forma individual. El Design Thinking, si en algo pone empeño y énfasis, es en trabajar la comunicación en grupo. Es inevitable que cada persona adquiera un rol, y eso está bien, pero después tiene que haber muchas puestas en común. De ese modo, se trabaja la comunicación entre personas, así como la visual, a través de diferentes técnicas (lluvia de ideas, juegos…).

En definitiva, la cohesión del grupo es crucial. Si eso se hace bien, es increíble la cantidad de oportunidades que te puede dar el trabajar así para aprender el uno del otro. Se convierte en una manera de trabajar en la que tu aprendes de tu compañero, tu compañero aprende de ti y todo el mundo tiene algo de qué nutrirse. Todos tienen algo que aportar, por lo tanto, sí, se trabaja en grupo pero cada uno tiene oportunidades infinitas de aprender a nivel individual.

Además, el ideal del Design Thinking es que el grupo de trabajo esté formado por gente de diferentes disciplinas; abogados, ingenieros, educadores, veterinarios… Aunque, aparentemente, pueda parecer contradictorio, es muy enriquecedor. En Estados Unidos lo hacen.

Has mencionado Estados Unidos, acabas de volver de California, de la Universidad de Stanford, ciertamente lugar donde se empezó a desarrollar el Design Thinking de manera teórica. ¿Cómo valoras la experiencia?

Ha sido una experiencia muy positiva. Al principio fue un shock porque allí tienen muy interiorizado el Design Thinking en la manera de trabajar, incluso de pensar y, para alguien que viene de fuera, es costoso adaptarse. No mencionan el Design Thinking como tal, pero no hay necesidad, ya que lo tienen muy asimilado. Tuve la oportunidad de asistir como observador (allí lo llaman auditar) a un máster de ingeniería mecánica, ME310, donde trabajan el Design Thinking, pero creo que no mencionaron el término en ninguna clase. Hablan de empatía hacia el usuario, de entrevistas… como parte de la metodología. Una vez a la semana, hacíamos una reunión en la que, simplemente, hablábamos. Uno venía del ámbito de la informática, otro de la robótica, yo de la comunicación audiovisual y hablábamos. Al principio me costó ver la finalidad o utilidad de eso, pero luego te das cuenta de que de esas interacciones, siempre eras capaz de sacar algo para tu  propio trabajo de investigación.

Aquí intentamos hacer todo más explícito y por eso, a lo mejor, suena más artificial. Parece que estamos siguiendo algo paso a paso como el que sigue una receta, algo que seguramente un buen cocinero no necesita.

“Tenemos mucho miedo al fracaso”

Stanford, Palo Alto… se caracterizan como zonas innovadoras y creativas, ¿tú también lo has percibido así?

Sí, por supuesto. No hay más que ver en el mapa donde están las grandes corporaciones que hoy en día “mandan” en el mercado. Amazon, Google, Apple, Facebook… están rodeando San Francisco. Y no creo que sea casualidad. Creo que en cierta manera tendrá que ver con la forma de ser de la gente de allí; gente muy liberal, abierta al mundo y gente que se permite fallar. Esto último considero que es muy importante, aquí hay mucho miedo al fracaso y es algo a lo que no estamos acostumbrados, no nos lo permitimos. Creo que en la mentalidad del americano sí que está “el sueño americano”, el “voy a salvar el mundo” y el ponerse metas aparentemente imposibles. No paran de intentarlo, no se dan por vencidos y no entienden el fracaso como algo definitivo, sino que les sirve para analizar qué es lo que no ha funcionado y partir de esa base para mejorar y para cambiar. Por ello creo que la persistencia es algo que define muy bien a los americanos, o por lo menos a la gente que he tenido la oportunidad de observar en la zona de Silicon Valley.

Y eso es lo que nos falta a nosotros.

Sí, eso es. Creo que no es algo que se pueda conseguir de la noche a la mañana, pero sí se puede trabajar, y más si contamos con ayuda externa. Las inercias de tu grupo de investigación, universidad o empresa, pueden llevarte a funcionar de una manera en la que no te permiten abrir la mente y contemplar otras posibilidades. Es muy fácil caer en la inercia de “hagamos lo más fácil”. En cambio, si queremos cambiar nuestra forma de trabajar y/o pensar, es una buena opción el barajar la posibilidad de pedir ayuda a alguien que tenga ese cambio muy interiorizado, que nos enseñe cómo hacerlo e intentar mantenerlo.

¿Qué tenemos que cambiar?

Lo primero de todo creo que es perder el miedo a probar cosas diferentes y a fracasar. En educación eso es difícil porque existe una gran presión sobre los docentes para formar de una manera eficaz a esos futuros profesionales, que son la base de la sociedad. Por eso, entiendo que haya miedo y que no todo el mundo lo vea como lo vemos en la Universidad de Mondragón. Eso sí, creo que los alumnos agradecen que su experiencia de aprendizaje sea diferente a la que han tenido durante los años de la enseñanza obligatoria. Cuando uno llega a la universidad y descubre que hay otras maneras de aprender, y además es un aprendizaje mucho más significativo, lo agradece. Tenemos que empezar a cambiar pequeñas cosas y luego, aplicarlo a escalas mayores.

“No se busca la solución óptima, sino que la opción que satisfaga las necesidades del usuario, una solución que funcione”

Para terminar, Beñat, ¿te atreverías a predecir el futuro? ¿Qué camino crees que seguirá nuestro sistema educativo en los siguientes años?

No soy muy bueno haciendo predicciones, pero creo que apuntando en esta dirección no vamos mal encaminados. En Estados Unidos nos llevan unos años de ventaja respecto a la experiencia en otras maneras de enseñar y de aprender, y los resultados están siendo muy interesantes; prueba de ello pueden ser Facebook y Uber, que son relativamente nuevos. Me parece que en ese sentido avanzamos un paso por detrás, ya que tendemos a mirar lo que pasa allí para traerlo y adaptarlo a nuestro sistema.

De lo que sí estoy seguro es que la manera de enseñar actual está agotada. No es la primera vez que leo que estamos formando a alumnos del siglo XXI, con métodos de una universidad del siglo XIX. Por lo tanto, no sé si este es el camino, pero, desde luego, anclarse en las metodologías aplicadas hasta ahora, no lo es. Es más, el futuro de la universidad tiene un reto importante. Muchos docentes se están llevando las manos a la a cabeza porque no saben lo que va a pasar con ellos. Tendemos a trabajar más a distancia y el tema de los MOOC creo que es algo que no tenemos que ignorar. Hoy en día, el aprendizaje no es sinónimo de ir a la universidad, aprendemos por tantos canales diferentes que la universidad pasa a ser uno más. Así las cosas, considero que la universidad sí que tiene que replantearse y ofrecer al alumno algo que no va a adquirir a través de Internet. Y creo que el Design Thinking encaja bastante bien ahí, por ser una experiencia en la que tienes que trabajar en grupo, para un usuario real, te obliga a salir a la calle… No sé si es la única dirección, pero precisamente esa es la esencia del Design Thinking. No se busca la solución óptima, sino que la opción que satisfaga las necesidades del usuario, una solución que funcione.

Fuente: http://www.aikaeducacion.com/entrevistas/benat-flores-importante-la-universidad-alumno-este-contacto-mundo-profesional-no-una-burbuja/
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Educación y problemas complejos: sobre los límites del design thinking

Juan Freiré

Educación y problemas complejos

Tal como plantea Peter Senge la mejor forma de aprender, en el sentido de generar  aprendizaje significativo y profundo, es trabajar sobre “lo que nos afecta” mediante procesos situados que enfrentan problemas complejos. Este tipo de problemas se oponen a los que podríamos denominar como “problemas agudos”, bien definidos y que admiten una solución basada en la aplicación de un conocimiento técnico disciplinar. Por el contrario los retos más urgentes y relevantes para nuestra sociedad son crónicos o complejos:

… tenemos dificultad incluso para definirlos y no admiten una solución disciplinar… [son] problemas difíciles o imposibles de resolver dado que no se pueden formular por completo y a la vez cualquier solución es siempre parcial dado que las condiciones son cambiantes y/o la misma solución implica también impactos negativos

… este tipo de problemas … solo se pueden comprender mediante la inmersión y por tanto solo cuando nos afectan porque somos parte activa del propio proceso. Los expertos y planificadores abordan los problemas bien definidos mediante diagnósticos basados en conocimiento “profesional”. Los problemas complejos y crónicos requieren de escucha. Comprender las diferentes perspectivas y ángulos de un contexto requiere de diversidad en las voces participantes. Esta diversidad no se restringe solo al conocimiento profesional ni es suficiente la multi- o inter-disciplinariedad. Se necesitan las voces de los afectados, de la ciudadanía, que construyen (la percepción, la definición) del problema junto con las de los expertos y los responsables de su gestión….

Podríamos por tanto concluir que el abordaje de los problemas complejos, precisa de innovación ciudadana, que “entiende la innovación como un proceso colectivo que forma parte de la propia naturaleza humana y que se asienta sobre la capacidad de escucha y sobre lo indisciplinar y que actúa siempre de modo situado. Esta innovación es la que puede abordar los problemas crónicos de una forma orgánica”. Este enfoque es el núcleo central de un aprendizaje activo, colectivo y orientado al desarrollo de capacidades de innovación y creación.

Educación y design thinking

Como pone de manifiesto este reciente artículo en The Atlantic, How design thinking became a buzzword at school, el pensamiento de diseño o design thinking (DT) provoca hoy en día fascinación entre estudiantes y profesores e incluso se está haciendo en si mismo sinónimo de transformación pedagógica. Pero el mismo artículo refleja la enorme confusión sobre lo que realmente es el DT. Neil Stevenson, de IDEO, explica porque es tan difícil tener una definición única y clara dado que el DT sería:

… a bundle of mindsets and philosophies all wrapped up in one term, which obviously has the potential to lead to ambiguity and misunderstanding. …

The design-thinking philosophy requires the designer to put his or her ego to the side and seek to meet the unmet needs, both rational and emotional, of the user…

La consecuencia de esta obsesión por el uso educativo del DT es el nacimiento de numerosos proyectos impulsados por consultores, empresas, fundaciones o instituciones educativas que crean kits prêt-à-porter de implementación de estas técnicas en programas educativos. Pero, ¿qué hay realmente útil y transformador en esta forma de innovar en educación? Para contestar debemos regresar al enfoque de Senge y entender que el DT es un enfoque adecuado para abordar problemas agudos o técnicos:

Los expertos … se han especializado en la resolución de lo que podríamos denominar problemas agudos. Aquellos problemas bien definidos y que admiten una solución basada en la aplicación de un conocimiento técnico normalmente disciplinar.

El DT es un proceso, en su fase de investigación, de diagnóstico por expertos. Los usuarios aportan información pero no son parte del proceso. Y aunque el objetivo tal como lo define el DT es “generar empatía”, la realidad es que en un proceso de diagnóstico donde el experto no es realmente afectado por el propio proceso y los afectados no pueden construir el problema, esa empatía es cuando menos superficial y genérica.

Por tanto la aplicación de DT en el ámbito educativo implica que o bien se concentre en problemas agudos (o sea tomaría un papel secundario) o bien en trivializar los problemas complejos para convertirlos en agudos. La realidad es que se tienden a trivializar los problemas y retos que motivan el aprendizaje. Por ejemplo procesos de aprendizaje basado en proyectos en que el resultado esta ya predefinido y se convierten en una tarea rutinaria equivalente a lo que sucede con la educación convencional. Simplificar los problemas no es la vía, acompañar o facilitar el aprendizaje si.

¿Cómo abordar los problemas complejos?

Los problemas complejos requieren de inmersión y escucha, de un colectivo que construye el problema y en el que todos a así vez son expertos, afectados y activistas. Este artículo en FasCoDesign, Want to fight inequality? forget design thinking, aporta argumentos claros sobre las limitaciones del DT para abordar problemas complejos a partir de la práctica del Creative Reaction Lab (CRL) que aborda la desigualdad y exclusión social en el sur de EEUU:

… holds workshops and pursues other projects that address several areas affecting marginalized communities, such as education, employment, and gun and domestic violence. And the workshops aren’t just for designers; they also bring together policy experts, speakers, community partners, and citizens working in different fields. Importantly, they look and sound nothing like a design event. You will not hear Carroll preaching about “design thinking” or solutionism. Rather, the Creative Reaction Lab starts from the premise that design’s greatest value is in exposing the invisible mechanisms of inequality, many of which were by design themselves…

El CRL identifica dos aspectos esenciales en el abordaje de procesos comunitarios que pretenden enfrentarse a retos complejos. El primero es el problema de exclusión: “The people who are being designed for are invited to give their perspective and to give their feedback, but are otherwise left out of the design process”. El segundo es enfocarse en las aproximaciones, no en las soluciones: “These systems are so embedded into history and society they are invisible to many, meaning there’s no one simple thing to solve for. That’s why Carroll prefers to use the word “approaches” rather than “solutions” … because it shows this is not a finite type of solution—it’s flexible, it’s agile”.

¿Qué aporta de bueno el DT a la educación?

Regresando al artículo en The Atlantic:

At its best, design thinking incorporates proven-effective teaching techniques such as self-directed inquiry and collaborative problem-solving, and dovetails nicely with social-emotional learning curricula that emphasize interpersonal skills such as collaboration and empathy.

En mi opinión el DT no puede ser el marco de actuación donde se desarrollen los procesos de aprendizaje, y menos aún el marco único donde se diseñen e implementen esos procesos. Pero el conjunto de herramientas y actitudes que forman parte del DT si pueden ser parte de los métodos que se utilicen en el abordaje de los problemas complejos.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/educacion-y-problemas-complejos-sobre-los-limites-del-design-thinking/

Fuente de la imagen: http://juanfreire.com/wp-content/uploads/2017/04/qmdap1tau0g-patrick-tomasso.jpg

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