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La era de la anticiencia

Por: Paulette Delgado

 

A nivel mundial son cada vez más las personas que no creen en la ciencia. ¿Qué es lo que provoca esta actitud y qué efectos tienen en la sociedad?

A través del tiempo, la creación, el alcance y la repercusión de mitos sobre la comunidad científica han estado bajo la influencia de diversos factores: política, religión, sociedad, psicología y economía. Sin embargo, algunos persisten mucho después de que la evidencia científica sólida ha presentado explicaciones alternativas. Parece que la sociedad ha descendido a una Edad Oscura en la que los científicos son presentados como enemigos y conspiradores con intereses globales.

No hay mejor ejemplo de esto que lo que comenzó hace cuatro años por estas fechas, la pandemia por COVID-19 de 2020, un suceso que cobró la vida de millones de personas. Durante esta época la respuesta de muchas personas fue no creer en el virus ni en la comunidad científica, que comprobó su gravedad y creó una vacuna para salvar a millones de personas.

Las vacunas suelen ser desarrolladas por científicos médicos que trabajan día y noche tratando de desarrollar nuevas curas, nuevas vacunas, no es algo que ocurre de la nada. Estas deben pasar por un sistema de seguimiento avanzado y ser avalado por sistemas gubernamentales como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés), en el caso de Estados Unidos, que han sido construidos y utilizados por décadas.

Según una investigación del Centro Peterson de Atención Médica y KFF, de junio de 2021 a marzo de 2022 hubo alrededor de 234.000 muertes evitables por COVID-19 en Estados Unidos si tan solo las personas que contagiaron del virus se hubieran vacunado. Tan solo en el estado de Texas, se estima que 40,000 personas murieron porque se negaron a vacunarse.

Hablando sobre su experiencia con las vacunas durante la pandemia, el doctor Robert Froehlke dijo para el New York Times “Antes podíamos convencer más gracias a nuestra experiencia y formación.” Ahora, dice que cita los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades u otras fuentes oficiales solo para no ser acusado de ser un cómplice de alguna gran conspiración.  «Es muy preocupante esta falta de confianza», dice el Dr. Froehlke.

La verdad es que la falta de confianza no es algo nuevo. En 1998, el académico desacreditado, Andrew Jeremy Wakefield, publicó en The Lancet  el paper The MMR vaccine and autism: Sensation, refutation, retraction, and fraud, una investigación engañosa que afirmaba un vínculo entre la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola y el autismo. Esta publicación después se demostró ser falsa, lo que hizo que Wakerfield fuera eliminado del registro médico. Aun así, miles de personas siguen creyendo en su estudio, a pesar de haber sido desacreditado.

Otro ejemplo fuera del campo de la medicina es el de la Tierra y aquellos que creen que es plana, a pesar de que existen fotografías y videos demostrando lo contrario. O también uno de los temas más importantes de nuestro tiempo: el cambio climático. Sin duda, esta era de la anticiencia ha traído no solo desinformación, sino consecuencias mortales.

Esta falta de confianza a datos de fuentes fidedignas viene de la mano de la era de la posverdad y las noticias falsas que han ganado popularidad. Esto se ha intensificado por la facilidad con la que se comparte y consume la información en las redes sociales. La manera en la que las personas producen, comparten y consumen noticias, desempeña un papel fundamental en la manera en que se distribuyen datos erróneos. Aquellos que comparten y publican suelen ser aquellos con pocos conocimientos o habilidades para evaluar contenidos.

El científico y doctor especialista en pediatría, Peter Jay Hotez, publicó un libro titulado The Deadly Rise of Anti-science: A Scientist’s Warning donde explica que si bien las fuerzas anticientíficas no son nuevas, en los últimos años se han vuelto más organizadas, mejor financiadas y adoptadas por ideologías políticas.

La comunidad científica se ha visto fuertemente atacada por esas fuerzas, al grado que el propio Peter Hotez ha recibido amenazas y hasta fue acosado en su casa, pero este no es un caso aislado. Según Hotez, cerca de  dos de cada cinco científicos que hablaban sobre COVID-19 y las vacunas de manera pública, recibieron ataques similares. Una encuesta de Nature realizada a 300 científicos corrobora estos datos, afirmando que decenas de investigadores compartieron historias de amenazas de muerte o amenazas de violencia física o sexual por hablar sobre el coronavirus. Estos ataques han sido por parte de grupos antivacunas y, en muchos países, por políticos.

¿Por qué la gente está en contra de la ciencia?

La fundación benéfica Wellcome llevó a cabo una investigación sobre el estado de la ciencia y la sociedad publicada en noviembre del 2021 que contó con la participación de 119 mil personas de 113 países. En este estudio se explica que la confianza en los científicos está estrechamente relacionada con la fiabilidad en los gobiernos nacionales, tanto así que se vuelve difícil desentrañar dónde termina la credibilidad de uno y comienza la del otro. ¿Entonces el movimiento anticiencia tiene sus raíces en la política? No. La política solo desencadena o amplifica esas actitudes, los fortalece en sus creencias anticientíficas, no las crea.

Entonces, ¿por qué cuando a diferentes personas se les proporciona la misma evidencia, científica algunos la aceptan mientras que otros la rechazan? ¿Cuáles son los principios psicológicos que explican las opiniones anticientíficas de las personas? Una investigación de Aviva Philipp-Muller, Spike W. S. Lee y Richard E. Petty  publicada en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)especifica cuatro bases centrales que impulsan estas actitudes. Estas anotaciones se basan en décadas de investigaciones sobre persuasión, influencia e identidad social, procesamiento de información y las actitudes mismas.

  1. Cuando un mensaje científico proviene de fuentes percibidas como carentes de credibilidad.
  2. Cuando los destinatarios abrazan la pertenencia social o la identidad de grupos con actitudes anticientíficas.
  3. Cuando el propio mensaje científico contradice lo que los destinatarios consideran verdadero, favorable, valioso o moral.
  4. Cuando hay un desajuste entre la entrega del mensaje científico y el estilo epistémico del receptor.

Cada uno de estos puntos involucra antecedentes específicos y provoca distintos matices de reacción psicológica. A pesar de esto, las cuatro bases están conectadas al revelar maneras en las cuales la información científica choca con el contenido o el estilo de pensamiento ya arraigado en las personas. Estos conflictos resultan difíciles de aceptar y sencillos de rechazar, lo que complica la comunicación efectiva de información científica. Sin embargo, esta dificultad se vuelve más superable una vez que se esclarecen sus fundamentos subyacentes.

La fuente del mensaje científico

La mayoría de las personas dependen de científicos, periodistas, funcionarios de salud, políticos o líderes de opinión para construir su comprensión del mundo. Tradicionalmente, cuanto más creíble era la fuente, más probable era que la gente aceptara su información y se dejara persuadir. Esto nos lleva de regreso a la anécdota del doctor Robert Froehlke que decía que ser doctor era suficiente para que sus pacientes le creyeran, pero ahora carece de credibilidad, en especial sobre temas como las vacunas, ¿por qué?

La credibilidad, según la publicación de la revista PNAS, se compone de tres pilares: “experiencia (es decir, poseer habilidades y conocimientos especializados), confiabilidad (es decir, ser honesto) y objetividad (es decir, tener perspectivas imparciales de la realidad”. Si alguien percibe que el científico o la científica no cuenta con estos tres pilares, son percibidos como inexpertos o parciales y no serán capaces de cambiar la opinión del público.

Aunque anteriormente a estos expertos se les veía con experiencia y competencia, ahora se cuestiona la veracidad de sus hallazgos, desde las ciencias sociales hasta las médicas. Según los autores de la investigación, esto se debe a que su credibilidad se puede ver socavada por la misma misión de la ciencia donde ocurren debates legítimos, defendiendo perspectivas, teorías, hipótesis, hallazgos y recomendaciones diferentes, a veces contradictorias. Estas contradicciones hacen ver a la comunidad científica como no creíble.

Otro punto es que muchas veces las investigaciones son financiadas por farmacéuticas, empresas, instituciones de élite u organizaciones gubernamentales, lo que afecta su fiabilidad, ya que muchos no creen en ellas. Además, la percepción que la gente tiene de las y los científicos es que son fríos e insensibles, además de ateos, por lo cual, muchos conservadores no confían en sus hallazgos por ir en contra de sus creencias.

Destinatario del mensaje científico

Aviva Philipp-Muller, Spike W. S. Lee y Richard E. Petty mencionan que existen investigaciones sustanciales que hablan de la teoría de la identidad social y como los grupos sociales a los que pertenecen las personas influyen en su respuesta a la información que reciben. Es decir, que las identidades sociales juegan un papel en las actitudes y comportamientos anticientíficos, ya que las personas tienden a rechazar la información científica incompatible con sus identidades.

Es normal que un individuo tergiverse los hallazgos científicos para adaptarlos a sus valores y descarten aquellos que amenacen su identidad cultural. Por ejemplo, si a una persona le gustan los videojuegos, es más probable que acepte investigaciones hablando de sus beneficios que aquellos que hablan del daño a la salud.

Más allá de esto, existen personas que se identifican con grupos que ignoran y cierran por completo el pensamiento, las recomendaciones y la evidencia científica en general, como los famosos “antivacunas”. Estas personas suelen relacionarse con identidades personalmente significativas como políticas y religiosas.

Philipp-Muller, Lee y Petty advierten que  “un matiz y una advertencia importante, sin embargo, es que, aunque los científicos puedan caracterizar a algunos grupos sociales como anticiencia, los individuos que se identifican con estos grupos podrían no pensar que repudian explícita o conscientemente la ciencia”.

En la publicación, los autores mencionan que creen que sus puntos de vista son más sólidos desde el punto de vista científico que de los expertos, se respaldan en pseudociencia en varios casos y actúan efectivamente en contradicción con el método científico para la generación y aceptación del conocimiento científico.

El peligro ocurre cuando estos individuos albergan sentimientos hostiles contra las personas que tienen opiniones distintas; se dejan llevar por la antipatía. Estos son los que llegan al punto de la violencia como la que vivieron los científicos durante la pandemia de COVID-19 por personas  que tienden a rechazar los mensajes científicos.

El mensaje científico

En ocasiones, cuando la información científica contradice las creencias existentes de las personas, estas pueden rechazar incluso la evidencia científica más sólida, porque albergar cogniciones contradictorias es rechazado, a esto se le llama disonancia cognitiva. 

La disonancia cognitiva surge cuando un individuo está expuesto a información que entra en conflicto con sus creencias, actitudes o comportamientos existentes, provocando malestar. La verdad es que es más fácil rechazar una pieza de información científica que revisar todo un sistema de creencias existentes que uno ha acumulado e integrado en una visión del mundo a lo largo de los años, a menudo reforzada por la influencia social. Aviva Philipp-Muller, Spike W. S. Lee y Richard E. Petty lo confirman afirman señalando que  “rechazar la información científica novedosa es a menudo el camino de menor resistencia que revisar las actitudes moralizadas existentes”.

A veces estas creencias provienen de la misma ciencia con información científica previamente aceptada, pero ahora obsoleta o errónea, como es el caso del estudio de Andrew Jeremy Wakefield que “comprobaba” que las vacunas provocan autismo. Por un tiempo, esa información provenía de una fuente confiable, un médico y científico, pero después fue comprobado que no era cierto. Para muchas personas, esta sigue siendo una investigación válida porque no va en contra de lo que llevan creyendo durante años.

Por otro lado, es verdad que en los últimos años han aumentado las noticias falsas, las cuales se han distribuido más rápido debido a las redes sociales. Estas suelen propagarse más rápido porque evocan reacciones emocionales más fuertes, además de parecer ser más novedosas que las verdaderas. Una vez que esta se ha difundido es difícil corregirla, especialmente cuando infiltra un grupo porque se ve de confianza por ser compartida por alguien afín.

Desajuste entre la entrega del mensaje científico y el estilo epistémico del destinatario

Hay ocasiones en las que la información científica no entra en conflicto con el individuo, pero, aun así, es rechazada; esto ocurre por la manera en que esta es entregada, ya que puede estar en desacuerdo con el estilo de pensamiento de una persona sobre el tema o su enfoque general para el procesamiento de la información. A esto se le llama estilo epistémico.

Según la publicación de PNAS hay cuatro tipos diferentes dimensiones del estilo epistémico: el nivel de interpretación, el enfoque regulatorio, la necesidad de cierre y la necesidad de cognición.  El primero se refiere a cómo las personas suelen no aceptar las investigaciones científicas debido a que su nivel de abstracción es diferente. Por ejemplo, si las personas piensan en el cambio climático de manera abstracta (degradación ambiental global), la información concreta sobre el ahorro de carbono puede ser menos efectiva.

El segundo es el enfoque regulatorio, que es cuando alguien puede centrarse en las pérdidas en lugar de ganancia. Por ejemplo, describir una vacuna como 90 % efectiva puede ser menos efectivo que describirla como 10 % ineficaz para las personas que se enfocan en evitar riesgos. Otro estilo epistémico es cuando el individuo tiene una necesidad de cierre, no toleran la incertidumbre, por lo que rechazan la información que no es definitiva o concluyente. Por último, está la necesidad de cognición, que es cuando la persona no disfruta procesar, por lo que es menos receptiva a la información compleja que se le entregue, por más de alta calidad que sea.

¿Qué podemos hacer ante las actitudes anticientíficas?

Para combatir las actitudes anticientíficas, se pueden implementar las siguientes estrategias:

  1. Aumentar la percepción de la ciencia como una fuente de información creíble.
  2. Disminuir la identificación con grupos anticientíficos.
  3. Aumentar la aceptación de la información científica.
  4. Adaptar el mensaje al estilo de pensamiento del receptor.

En el primer punto se trata de cómo la gente ya no ve a los científicos como fuentes creíbles, más bien, los ven como inexpertos, poco confiables, y parciales. Para abordar esa visión sobre la calidad de su trabajo, estos deben mejorar la validez de su investigación y establecer la reproducibilidad de sus hallazgos. Además, deben comunicar al público cuando hay un debate, cuál es el desacuerdo y como esto es inherente al proceso científico y es saludable. Aunado a esto, deben contactar periodistas, funcionarios de salud, políticos o líderes de opinión clave y unir fuerzas, ya que es más fácil acceder al público cuando se llega a ellos por medio de fuentes que ya confían.

Además de esto, la comunidad científica debe esforzarse en usar un lenguaje que transmita su mensaje de forma clara y precisa, pero que sea accesible para una audiencia general. Aquí nuevamente es importante recalcar la importancia de acercarse a los medios de comunicación como lo es el Observatorio IFE, que pueden hacer resúmenes no profesionales para los que no son expertos, pero estén interesados en obtener la información al respecto en términos que comprenden.

En el segundo punto, las y los divulgadores científicos deben apelar a identidades sociales compartidas con su audiencia. Pueden utilizar estrategias como involucrar identidades sociales que comparten con la audiencia, ayuda a reducir la hostilidad y aumentar la receptividad. Más allá de encontrar estas agrupaciones, también pueden formar grupos con objetivos compartidos, estos puntos ayudan a aumentar las posibilidades de que su mensaje sea escuchado y aceptado por aquellos que inicialmente pueden ser más reacios a la información científica.

La comunidad científica también debe esforzarse por ganarse la confianza de grupos que históricamente han sido explotados o excluidos por la comunidad científica, aquellas personas que han sido utilizadas como objetos de estudio. Los investigadores pueden trabajar en colaboración con miembros de estas comunidades, desarrollar competencias culturales e involucrar a estas comunidades oprimidas y racializadas.

Para llevar a cabo el tercer punto se debe capacitar a la población en razonamiento científico. Enseñar a las personas cómo evaluar la calidad de la información científica puede ayudarlas a aceptar evidencia científica de alta calidad, incluso cuando contradice sus creencias. Aunado a esto, advertir a las personas sobre la información falsa y luego refutar puede ayudarlos a resistir mejor, a creer en datos erróneos.

Los divulgadores científicos deben presentar argumentos sólidos, bien razonados y fundamentados para alterar incluso las actitudes arraigadas. Si se puede, enmarcar la información científica de acuerdo con los valores morales del destinatario puede aumentar su receptividad al mensaje. En general, es importante utilizar una variedad de estrategias para aumentar la aceptación de la información científica, especialmente cuando contradice las creencias y actitudes de las personas. Por último, para adaptar el mensaje al estilo de pensamiento del receptor, las y los científicos deben identificar el estilo de pensamiento del destinatario y adaptar el mensaje a ese tipo de pensamiento.

La realidad es que la ciencia está atravesando una crisis, ya que no es aceptada ni vista como una fuente confiable como lo era antes y como se mencionó, esto trae muchas consecuencias en la sociedad en todos los sentidos, no solo lo social, sino también en la salud y bienestar de la sociedad. Otra área importante es el rol que tiene el profesorado y la educación en esta era de anticiencia. ¿Cómo puede un educador enseñar sobre algo que sus alumnos no creen? Además, esto también limita el tipo de conocimiento que pueden impartir. Por ejemplo, cada vez se vuelve más urgente enseñar sobre cambio climático, pero si las familias y los propios estudiantes tienen fuertes actitudes anticiencia, ¿qué pueden hacer los docentes?

Para cubrir este tema y hablar más en profundidad del rol del profesorado en esta problemática, próximamente estaré publicando un artículo al respecto, espérenlo.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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La OEI en el congreso de Didácticas de las Ciencias: impulsando la innovación educativa

La OEI en el congreso de Didácticas de las Ciencias: impulsando la innovación educativa

 

Este evento de gran relevancia, que reúne a expertos, educadores e investigadores para intercambiar sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje de las ciencias naturales, las ciencias exactas y las ciencias técnicas en la educación general y superior, representa un hito significativo en el impulso de la innovación educativa en la región iberoamericana.

 

Del 25 al 28 de marzo se desarrolló el XII Congreso Internacional Didácticas de las Ciencias y en el XVII Taller Internacional sobre la Enseñanza de la Física, que se realizó en modalidad presencial y virtual, en el Palacio de Convenciones de La Habana. La OEI, comprometida con la mejora continua de la educación en la región, se une a esta iniciativa para contribuir al fortalecimiento de las didácticas de las ciencias. El programa científico propone cinco simposios sobre la enseñanza de la Física, la enseñanza y aprendizaje de la Matemática, Química, Biología y las Ciencias de la Tierra y el Espacio, el empleo de los recursos informáticos y el desarrollo de competencias digitales en el proceso de enseñanza y aprendizaje de estas disciplinas.

 

El congreso abordó temas fundamentales relacionados con las didácticas de las ciencias en todos los niveles educativos. Desde estrategias innovadoras para la enseñanza de diversos contenidos, hasta la integración de la tecnología digital en el aula, se presentaron prácticas pedagógicas exitosas con el fin de contribuir con la calidad de la educación en Cuba y en toda la región.

 

Durante el evento, se llevaron a cabo conferencias magistrales, mesas redondas, talleres y presentaciones de trabajos científicos, que brindaron a los participantes la oportunidad de compartir conocimientos, debatir ideas y establecer redes de colaboración. Participaron docentes, investigadores, estudiantes y profesionales interesados en contribuir al avance de la educación en Cuba y en la región.

 

La OEI, mediante una intervención especial a cargo de Iosmara Fernández Silva, directora de la oficina de la OEI en Cuba, intercambió sobre las principales contribuciones de la organización a las didácticas de las ciencias, fundamentalmente a partir de la relación entre las prioridades de los ejes misionales Educación y Universidad Iberoamérica 2030 con el Instituto Iberoamericano de Formación y Aprendizaje para la Cooperación, desde los cuales se derivan acciones y proyectos que potencian:

 

-La transformación digital educativa mediante la formación de competencias digitales en los docentes.

 

-La innovación educativa mediante el desarrollo de estrategias y metodologías activas en educación así como el fomento de habilidades que doten a los educandos de las herramientas necesarias para tener más y mejores oportunidades.

 

-El fortalecimiento de los sistemas de ciencia, tecnología e innovación, así como la divulgación y educación científica

 

-La mejora de la calidad educativa y la promoción de la innovación, la investigación y la evaluación en todos los niveles, el desarrollo de la labor docente y el fomento de una educación inclusiva, mediante los programas formativos de la escuela de educación del instituto.

Se destacó cómo desde el área de educación en la OEI, los principales objetivos de la innovación educativa están dirigidos a contribuir con la mejora de los aprendizajes de los estudiantes y el fortalecimiento de capacidades de los docentes mediante el desarrollo de competencias STEM, así como proporcionar a los docentes las herramientas didácticas, materiales específicos y recursos para trabajar en las aulas de acuerdo con los objetivos pedagógicos definidos.

 

Durante la presentación se enfatizó en el papel de la Red iberoamericana de innovación educativa, cuyo objetivo es propiciar una comunidad educativa iberoamericana que apueste por la innovación en las aulas. Sus objetivos están dirigidos a promover la innovación como la base pedagógica de las escuelas iberoamericanas, fomentar la cooperación entre los sistemas educativos de toda la región e impulsar de forma creativa los objetivos de desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

 

En este contexto, se resalta la importancia de la Noche Iberoamericana de los Investigadores como un espacio propicio para enriquecer las didácticas de las ciencias. Mediante actividades prácticas y experimentos, esta iniciativa facilita la interacción entre instituciones educativas, entidades de ciencia, tecnología e innovación y universidades, lo cual fomenta la colaboración y el intercambio de conocimientos.Se sugiere a los participantes la consulta de un monográfico en la Revista Iberoamericana de Educación, dedicado a dos números enfocados en las nuevas metodologías de enseñanza de las ciencias. Este recurso permitiría profundizar en las tendencias actuales y ofrecería herramientas valiosas para mejorar la práctica docente en este campo.

 

https://rieoei.org/RIE/issue/view/EduCientifica1

https://rieoei.org/RIE/issue/view/EduCientifica2

 

Además, se destacan los cursos ofrecidos por la Escuela de Educación del Instituto Iberoamericano de Formación y Aprendizaje para la Cooperación, los cuales son fundamentales para fortalecer las didácticas de las ciencias. Estos cursos proporcionan conocimientos actualizados y prácticas innovadoras que contribuyen significativamente al desarrollo profesional de los educadores en esta área.

 

La participación de la OEI como coauspiciador del congreso refleja su compromiso continuo con el fortalecimiento de la educación en Iberoamérica. Mediante su amplia experiencia y liderazgo en el ámbito educativo, la OEI aporta su experiencia en la promoción de una enseñanza de las ciencias inclusiva, innovadora y de calidad. El Congreso de Didácticas de las Ciencias, con el respaldo de la OEI, representa una oportunidad única para impulsar la mejora continua de la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias, fortaleciendo así las bases para el desarrollo sostenible y el progreso social en Iberoamérica.

La presencia de la OEI en este congreso subraya su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, en particular con el ODS 4: «Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para

Fuente: https://oei.int/oficinas/cuba/noticias/la-oei-en-el-congreso-de-didacticas-de-las-ciencias-impulsando-la-innovacion-educativa

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Estados Unidos: Solo el 11% de las universidades puede ofrecer un salario competitivo a los investigadores, revela encuesta

Los intentos de atraer y retener talento académico se ven obstaculizados por la incapacidad de las universidades de ofrecer compensaciones monetarias competitivas con las investigaciones financiadas por empresas.

Las universidades luchan por competir con la industria en materia de remuneración económica por las investigaciones que se deben llevar a cabo respecto a los avances tecnológicos que surgen al momento. Sin embargo, una encuesta reveló que apenas un 11% de la academia pueden afrontar el reto económico que tienen frente a lo que prometen las empresas.

 

De acuerdo con la encuesta global realizada por la editorial Elsevier a 115 líderes académicos y financiadores, un 75% de los líderes académicos cree que abordar los desafíos asociados con la atracción y retención de talentos es una alta prioridad para ellos. Y aunque el 93% de los encuestados dice que necesita más financiación para atraer a los mejores talentos, apenas uno de cada 10 líderes académicos dice sentirse bien preparado para enfrentar los desafíos de brindar un salario competitivo.

 

Si ya desde antes este fenómeno era tendencia, desde la pandemia los investigadores tienen un mayor poder de negociación y, en ocasiones, optan por abandonar las universidades para buscar empleos mejor remunerados en el sector privado.

 

Desde la pandemia de COVID-19, los investigadores tienen mejores oportunidades de elección laboral (Imagen Ilustrativa Infobae)

 

En ese sentido, Nick Fowler, director académico de Elsevier, dijo a Times Higher Education (THE) que las universidades enfrentan una “guerra por el talento” y que algunas corren el riesgo de descubrir que “cuando pierden talento entran en una espiral negativa donde su reputación se daña y se vuelve más difícil atraer a los académicos”.

 

En el reporte de la editorial, un líder académico de las Américas dijo que “luchan por reclutar a las mejores personas y, por otro lado, se corre el riesgo de perderlas en sectores industriales donde tienen una gran demanda”. Lo anterior lo ejemplificó con la inteligencia artificial, en donde la academia quiere que se toquen temas de índole social, donde se consideren repercusiones, y sus alcances éticos, sin embargo, la industria continua pagando a los académicos para avanzar en sus aplicaciones y generaciones.

 

“Si se toma un área como la IA generativa, la mayoría de las personas más importantes han dejado sus puestos académicos para trabajar en la industria. Eso es cierto en las mejores universidades de Estados Unidos y en Cambridge, Oxford, UCL e Imperial, por lo que he visto”, expuso el líder académico.

 

Según el informe, las instituciones de América del Norte generalmente pueden ofrecer salarios más “atractivos” que cualquier otra región, lo que deja a las de otras partes del mundo incapaces de competir financieramente. Sin embargo, los líderes académicos de América central y Sudamérica a menudo todavía no se sienten preparados para ofrecer paquetes competitivos.

Fuente: https://www.infobae.com/educacion/2024/03/27/solo-el-11-de-las-universidades-puede-ofrecer-un-salario-competitivo-a-los-investigadores-revela-encuesta/

 

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Opinión | Ciencia, inteligencia artificial y Batman

Interrumpimos este programa…

Me permito hacer una pausa en mi serie de artículos sobre autoaprendizaje (el que vengo publicando en este mismo espacio con el subtítulo Testimonio de un autodidacta) para entregar a ustedes esta nota que ha tomado para mí un carácter urgente (al menos ahora es el momento más oportuno para publicarla).

Hace unos días, la puesta en circulación de una foto retocada por parte de la familia real inglesa, puso de cabeza a la mitad del mundo (la verdad es que la otra mitad sigue tan tranquila, despreocupada de este escándalo, pero bueno…). Desde una avalancha de memes hasta importantes análisis sociológicos, han visto el asunto como algo más que una excelente portada para la revista Hola o una nueva oportunidad de desacreditar al sistema monárquico, y prefieren señalar el inmenso riesgo en que nos pone la generación de imágenes por medios electrónicos (Photoshop, Inteligencia Artificial) y la absoluta falta de confianza que de hoy en adelante tendremos que guardar hacia todo tipo de evidencia visual. Ya nada nos garantiza que la foto o el video de “los hechos ocurridos” sean una evidencia confiable.

La crisis provocada por esta posibilidad de transfigurar la realidad, trasciende hacia algo que a muchas personas nos hace estremecernos aún más: la capacidad de estas tecnologías para imitar las voces humanas con total fidelidad, lo cual nos coloca en una terrible vulnerabilidad ante los falsos secuestros de nuestros seres queridos.

Sin embargo, quisiera ahora llamar la atención sobre un hecho al que por su falta de espectacularidad se le ha dado menos atención, pero que es posible que atente y cambie por completo nuestras sociedades actuales, aún más que las ya de por si terribles  tecnologías que he mencionado (si se me permite entrar en el tono catastrofista imperante).

Corre en los medios la noticia de que se ha vuelto común falsificar información científica, a través de publicaciones que francamente inventan realidades. Científicos de prestigio han sido desenmascarados por ello, sumergiéndose en graves escándalos. Si alguien me pidiera evidencia de esto que estoy diciendo podría darle aquí algunas referencias periodísticas pero también podría confesar que es algo que me estoy inventando, porque la verdad es que eso no importaría pues todos sabemos que en cualquier momento pueden empezar a ocurrir este tipo de fraudes. Y no solo eso: además de publicaciones falsas sería  posible prever todo un alud de evidencias científicas imposibles  de ser cotejadas no sólo por su impecable simulación sino simplemente por su inmensa cantidad (gracias a la Inteligencia Artificial el número podría no tener límites); así, la verdad confirmada y la no confirmada empezarían a confundirse una con otra, sin posibilidad de distinguirlas.

Esta puerta hacia el caos se basa en la que es una de las grandes fortalezas del método científico, pero que es también -ahora lo estamos viendo- su principal Talón de Aquiles: estoy hablando de la exigencia de exponer las propias conclusiones a la revisión de la comunidad científica entera para que ésta las valide, exigencia que es cada vez más difícil de cumplir. Ciertamente, los resultados científicos siempre han sido falsificables, pero hoy esto alcanza unos niveles que pueden llegar a vulnerar a la estructura del sistema entero (y no creo estar exagerando).

Nunca he sido partidario entusiasta del conocimiento científico cuando intenta posicionarse como la verdad última, pero me parecería demasiado injusto que su esfuerzo de siglos se viniera abajo no por una reconsideración razonada y paulatina de sus alcances, sino por un fraude. La pretensión de la ciencia de explicar la realidad entera a través de su método, debe poder ser cuestionada  con argumentos y no con un tropel de mentiras cuya única fortaleza sea la de que no se les pueda seguir el rastro. Que la comunidad científica se declare derrotada solo por cansancio, sería una tragedia.

No podemos descartar que, ante tal panorama, los científicos se inclinen por la opción (es más, seguramente ya  lo están haciendo) de mantener su actividad en secreto, recreando esa especie de cofradías “herméticas” que  han existido siempre (y que, por cierto, le han dado a los estudiosos  de todos los tiempos un gran poder). De hecho, decirlo así resulta ingenuo porque no cabe duda de que la investigación científica realizada a escondidas y sin socialización de sus resultados, ya se lleva a cabo en todas partes y nutre tecnologías de uso secreto.

Para terminar mi texto con este mismo tono conspiranoico,  permítaseme una idea que no tenía contemplada al inicio: que no sería raro que fueran los propios científicos allegados al poder, los que  -en determinado momento, por  un afán de controlar al mundo- inventaran  ellos mismos millones de resultados  falsos, de tal forma que la ciencia pública quedara vulnerada y solo prevaleciera la opción de la ciencia oculta, con investigaciones a las que nadie, salvo dichos grupos de poder, tuvieran acceso.

¡Entonces sí, solo nos quedaría la opción de pedir ayuda a Batman!

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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Un grupo de 68 premios Nobel advierte de que la ciencia argentina “se acerca al precipicio” por los recortes de Milei

El Gobierno responde que sólo financiará investigaciones que aporten “un beneficio directo a la sociedad”

El Conicet es el principal organismo de investigación científica de Argentina. Es además el más prestigioso de América Latina, según el ránking Scimago que evalúa a casi un centenar de instituciones del continente. Pero el trabajo de los más de 20.000 investigadores y becarios que lo integran está en riesgo por el recorte de fondos públicos aplicado por Javier Milei. Ajeno a las críticas de la comunidad científica local, el presidente argentino ha debido responder esta semana a las que han llegado desde el exterior.

“El sistema científico argentino se acerca al precipicio”, denuncian 68 premios Nobel en una dura carta dirigida este miércoles a Milei. “Vemos con preocupación la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, el despido de empleados administrativos del Conicet y otros institutos en todo el país, y la terminación anticipada de muchos contratos el próximo mes. Tememos que Argentina esté abandonando a sus científicos, estudiantes y futuros líderes de la ciencia”, subrayan los firmantes, entre quienes figuran referentes mundiales en los campos de Medicina, Química, Física y Economía.

El organismo trabaja desde enero con el mismo presupuesto que en 2023, lo que significa que en términos reales dispone de sólo un tercio de los fondos que tenía el año pasado. El motivo es la inflación: mantener el presupuesto inalterado supondría un pequeño ajuste en las cuentas de una institución de los países vecinos —Brasil cerró el año pasado con un aumento de precios del 4,62%; Chile, del 11,9%; Uruguay, del 5,1%; Bolivia, 2,12%—, pero en Argentina, con una inflación desbocada del 211,4% en 2023, supone una catástrofe.

En el mensaje a Milei, los científicos internacionales destacan que el progreso económico y social en las sociedades modernas está estrechamente vinculado a una fuerte inversión pública en ciencia y tecnología y enumeran descubrimientos argentinos con influencia mundial, como aquellos vinculados a las causas y tratamientos del cáncer, la diabetes y enfermedades cardiovasculares.

El Gobierno de Milei ha expresado su “sorpresa” por la carta, pero mantiene la decisión de redirigir recursos y limitarlos a sólo algunas áreas prioritarias. “No se va a financiar la ciencia que no aporta un beneficio directo a la sociedad”, ha declarado este jueves el portavoz presidencial, Manuel Adorni. El portavoz ha pedido que se entienda que “Argentina es un país empobrecido, con la mitad de su gente viviendo por debajo de la línea de pobreza” y por eso el esfuerzo del Conicet debe dirigirse hacia “desarrollo de la bioeconomía o en la inteligencia artificial aplicada a la medicina y no en gastar tiempo y recursos en investigaciones de dudosa utilidad, como la que abordaba la orientación sexual de Batman”.

La viróloga Andrea Gamarnik critica las contradicciones de un gobierno que cuestiona ciertas investigaciones por inútiles, pero tampoco entrega fondos para las demás. “Nuestro grupo estudia al dengue, de gran utilidad para los argentinos y para el mundo. Sin embargo no otorgan becas para esto y no podemos comprar insumos desde diciembre”, ha denunciado Gamarnik en las redes. Para el químico especializado en nanotecnología Galo Soler Illia supone un gran error enfocarse en la ciencia “que permite mejoras concretas en la sociedad” porque significa confundir ciencia con aplicaciones cuando son caminos colaborativos: “Sin la teoría de la relatividad general, no hubiera aparecido el GPS 70 años después”.

La campaña de descrédito del Conicet lanzada por Milei comenzó antes de llegar a la Presidencia. Como candidato, cuestionó la productividad de los investigadores y se mostró partidario de cerrar el organismo o privatizarlo. Los ataques continúan ahora, incluso tras haber nombrado al frente a un científico de su confianza, Daniel Salamone, al que definió como “el gran clonador nacional” por su trabajo pionero con Pampa, la primera ternera argentina obtenida por clonado de célula fetal.

“A pesar de que en 20 años se ha triplicado la cantidad de investigadores en el Conicet, Argentina está sexto en el ránking de innovación de Latinoamérica por detrás de Brasil, Chile, México, Colombia y Uruguay”, argumentó Adorni. El índice al que hace referencia mide la innovación de toda la economía, no de la ciencia.

Fuga de cerebros

El Conicet fue creado en 1958 y tuvo como primer presidente al Nobel de Medicina Bernardo A. Houssay. En las últimas décadas, las sucesivas crisis económicas del país han golpeado la investigación científica y la inversión en este ámbito ha sufrido altibajos. En los noventa, por ejemplo, durante el Gobierno del peronista liberal Carlos Menem, hubo reducciones presupuestarias y cierres de centros e institutos, además de un éxodo de investigadores. Fue en esos años que el ministro de Economía, Domingo Cavallo, mandó a una científica del Conicet que reclamaba mejoras salariales a “lavar los platos”.

Con el kirchnerismo, el discurso cambió, aumentó la inversión y el número de investigadores pasó de 3.500 a más de 10.000. Pero desde la crisis económica de 2018, los salarios han sido cada vez más bajos y la estocada de Milei ha acelerado una fuga de cerebros que había empezado ya antes.

“Todos los doctorandos a mi alrededor están pidiendo recomendaciones y buscando becas para irse a otro lado”, asegura la socióloga e investigadora del Conicet Mariana Luzzi. Desde distintas áreas del Conicet confirman los movimientos para seguir las carreras científicas en el exterior.

La biotecnóloga Sandra Pitta afirma que “siempre fue difícil hacer ciencia en Argentina”, pero ahora “se visibiliza más y todo el sistema científico está en estado de incertidumbre”. Uno de los mayores problemas, apunta, es la falta de designación del titular de la Agencia nacional de promoción de la I+D+i. Cientos de proyectos dependen de una firma y, cuanto más se retrase, más se habrán encogido los presupuestos por la inflación. Pitta, una de las científicas más críticas en público con la gestión kirchnerista, cree que es necesario mejorar el Conicet, despolitizarlo y dejar atrás la mirada de “una ciencia estatista reacia al mundo productivo”, pero en ningún caso desfinanciarlo.

La Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), que agrupa a 89 sociedades formadas por más de 40.000 científicos y científicas de ese país, también se ha sumado a las voces contra el recorte del gasto en ciencia de Milei. La Cosce sostiene que la pandemia de covid fue la más reciente constatación de que los países que no invierten en ciencia no tienen futuro. A través de un comunicado, los científicos españoles han pedido que se reviertan todas las medidas que están ahogando el sistema argentino de ciencia y tecnología: “De no hacerse, tendrá consecuencias nefastas y probablemente irreparables para el desarrollo y la prosperidad de Argentina”. Milei por ahora desoye todos los llamados.

Fuente: https://elpais.com/argentina/2024-03-08/un-grupo-de-68-premios-nobel-advierte-de-que-la-ciencia-argentina-se-acerca-al-precipicio-por-los-recortes-de-milei.html?outputType=amp#amp_tf=De%20%251%24s&aoh=17099469493135&referrer=https%3A%2F%2Fwww.google.com

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Racismo y educación en genética

Las personas que aceptan el esencialismo genético creen, entre otras ideas, que la mayoría de las diferencias raciales están determinadas por los genes. Las creencias esencialistas constituyen un error biológico.

En todo el mundo, los estudiantes reciben una educación básica en genética que se centra en la herencia de un solo gen. Los estudiantes aprenden las leyes de la herencia de Mendel y cómo se heredan diferentes versiones de un gen (es decir, los alelos) a lo largo de generaciones a través de mecanismos probabilísticos que se pueden modelar fácilmente con un cuadro de Punnett.

Esto constituye un factor de riesgo para el desarrollo del esencialismo genético durante la adolescencia, afirman Brian Donovan, de la organización sin ánimo de lucro BSCS Science Learning en Colorado Springs, Estados Unidos, y sus colegas en su estudio titulado «Human genomics education can reduce racism», publicado en la revista académica Science.

Los autores del estudio abogan por enseñar conceptos genómicos de una manera que refute el esencialismo genético en un marco que denominan «educación genómica humanitaria».

Donovan y sus colegas señalan ensayos controlados aleatorizados (ECA) llevados a cabo en Estados Unidos que ya demuestran que enseñar a estudiantes de Octavo grado a Duodécimo sobre conceptos clave relacionados puede dar lugar a una reducción en las creencias genetistas esencialistas de los estudiantes sobre la raza.

Uno de estos conceptos es que la mayoría de la variación genética se produce dentro de poblaciones geográficas, en lugar de entre ellas.

Los resultados de estudios relacionados muestran que los estudiantes formados en estos conceptos tienen más probabilidades de no creer en el esencialismo genético porque tienen más probabilidades de desarrollar la percepción de que las razas no son tan genéticamente diferentes.

Sin embargo, los autores del estudio afirman que estos ensayos controlados aleatorizados pasados presentan limitaciones clave. Para superar estas limitaciones, diseñaron nuevos ensayos cruzados aleatorizados por conglomerados, en los que todos los conglomerados participantes reciben consecutivamente ambos tratamientos de intervención (educación genómica humana) y tratamientos de control (educación básica en genética) en períodos de tiempo separados. Sus ensayos fueron los primeros en explorar cómo estos dos estilos de instrucción afectan a la conceptualización racial.

Entre diciembre de 2019 y mayo de 2022, los autores reclutaron a 15 profesores y 1063 estudiantes de biología de seis estados de EE.UU. (Colorado, Illinois, Indiana, Kansas, Nueva Jersey y Massachusetts). Los profesores participantes recibieron 40 horas de desarrollo profesional para aprender a implementar la intervención genómica humanitaria.

A juzgar por los resultados, los estudiantes que participaron en el entorno de aula de genómica humanitaria mostraron un mayor conocimiento de la genómica y menos creencia en el esencialismo genético.

Es importante destacar que, a medida que los estudiantes comienzan a no creer en el esencialismo genético, también parecen inclinarse hacia la creencia de que la raza es un concepto social y que las disparidades raciales son causadas por prejuicios.

Por el contrario, la instrucción básica en genética no produjo ninguno de estos beneficios para los estudiantes.

Para acallar posibles críticas sobre la escalabilidad de su enfoque, los investigadores describieron los resultados de un ensayo adicional previamente registrado y aleatorizado con personas que llevaron a cabo con aproximadamente 1000 estudiantes universitarios en el sistema de la Universidad de California. Los resultados sugieren que la instrucción de genómica humanitaria puede escalarse de manera relativamente rentable y eficiente en tiempo a través de una plataforma en línea, afirman los autores del estudio. (Fuente: AAAS)

 

Fuente: https://noticiasdelaciencia.com/art/49835/racismo-y-educacion-en-genetica

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Venezuela y Cuba estrechan colaboración en materia científica

Durante el XIV Congreso Internacional de Educación Superior Universidad 2024, Cuba y Venezuela reforzaron los estrechos vínculos que unen a ambos países con la firma de un Memorándum de Entendimiento para la colaboración científica, documento rubricado por la ministra del Poder Popular para la Educación Universitaria, Sandra Oblitas: y el ministro cubano de Educación Superior, Walter Baluja.

 

La titular venezolana destacó que el Memorándum permitirá establecer mecanismos de intercambio en el área educativa y científica, profundizar en áreas de investigación de interés común, así como fomentar el desarrollo de los dos países.

 

Oblitas hizo referencia a su participación en el foro de ministros celebrado la víspera, en el que ahondó en los logros de la Revolución Bolivariana en el ámbito educacional, especialmente el tránsito hacia la inclusión.

 

La ministra describió al Congreso como un espacio recurrente de encuentro, “intercambio con las distintas y diversas instituciones de educación superior para hacer un balance de los retos, avances y desafíos de los países”.

 

Por su parte, Baluja manifestó su deseo de que este convenio consolide la colaboración académica entre ambas naciones en el área de la ciencia.

Fuente: http://radiomundial.com.ve/venezuela-y-cuba-estrechan-colaboracion-en-materia-cientifica/

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