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Del proyecto al hecho, hay mucho trecho

Por: Lev M. Velázquez Barriga*

El primer debate presidencial coloca vagos elementos sobre las propuestas educativas de las candidatas punteras. Fuera de las fórmulas de marketing, apenas se dibujan los contrastes entre las dos perspectivas; se comprometen poco con la ciudadanía y casi nada con los maestros. No sólo es un tema de formatos acartonados, la misma ambigüedad se ha venido trazando en lo que va de la jornada política electoral.

En el documento “Hacia un programa de gobierno 2024-2030”, que el Frente Amplio encargó al ex secretario general de la OCDE José Ángel Gurría, con el fin de abanderar el proyecto nacional del bloque partidista de la derecha conformada por PRI-PAN-PRD, se pueden rastrear nociones generales, complementarias a lo planteado por Xóchitl Gálvez en el foro del INE.

Como punto de partida, rescato algunas ideas: mayor inversión a la educación de calidad; el vínculo de ambas (inversión/calidad) con la infraestructura tecnológica y los avances de la era digital, la robótica y la inteligencia artificial; habilidades y aprendizajes mínimos para atender las necesidades de innovación en la economía global y del emprendimiento; educación dual desde la secundaria que relacione los planes de estudio con la vida profesional; crear una agencia de evaluación del sistema educativo y sus componentes; apoyos para becas y programas de estudio basados en indicadores de evaluación, así como participación transversal de la iniciativa privada en los rubros de educación, ciencia y tecnología.

Difícilmente se negaría la necesidad de mayor inversión, pero si a ésta se le relaciona con el financiamiento indirecto de las escuelas privadas a través de un programa federal de becas que incluya escuelas particulares, o bien con un tipo de calidad educativa que depende de la adquisición de herramientas tecnológicas, dicho con mayor precisión, de tabletas digitales, entonces la candidata de Fuerza y Corazón por México está planteando mecanismos de privatización y no de fortalecimiento del sistema educativo público. Ahora, tan sólo contar con una ferretería técnica y digital en las escuelas o al alcance de los alumnos, además de anticipar un seguro fracaso que recuerda experiencias memorables como Enciclomedia, es un despropósito de los derechos humanos que se convierte en mera capacitación de habilidades laborales.

El proyecto de Xóchitl Gálvez se dirige a llamar la atención de los sectores del gran empresariado: la educación dual (léase escuela/ empresa o escuela/fábrica), el emprendimiento y las competencias para la economía global, suponen que el ser humano es básicamente un sujeto rentable y el crecimiento económico de la empresa es la prioridad; estas ideas, puestas en escena por intereses particulares como si fueran públicas, representan formas todavía más sutiles de privatización educativa.

Las propuestas de la coalición Sigamos Haciendo Historia se pueden ubicar en el “Proyecto de nación 2024-2030, segunda etapa de la Cuarta Transformación” y en “100 pasos para la transformación”. En esencia, ponderan la idea de profundizar la Nueva Escuela Mexicana y, como bandera electoral, las becas universales para educación básica, así como un programa nacional de creación y mejora de la infraestructura escolar, digital y de conectividad.

De inicio, puntualizo algunos elementos del proyecto de nación que me parecen de fundamental contraste respecto al presentado por la derecha electoral: eliminar las referencias a la “educación de excelencia” y, en contraposición, fomentar una “educación humanista que sustituya los valores del mercado… por valores universales”, fortalecer lo público e impulsar “un proceso sólidamente arraigado en las necesidades del desarrollo de las personas y de sus comunidades y regiones”, es decir, que lo público, las personas y sus territorios son la prioridad, no las empresas.

Al igual que Xóchitl Gálvez, en los 100 puntos de Sheinbaum se retoma el horario escolar extendido, pero agrega: “en el que los niños y niñas reciban educación física y artística; se brinden servicios de alimentación gratuita en las escuelas primarias; se cuente con programas de salud preventiva integral infantil (nutrición, sicológica, dental, exámenes de la vista, lentes gratuitos y prevención de adicciones)”. Se puede observar en los antecedentes de los programas de la Escuela de Tiempo Completo y La Escuela es Nuestra que la jornada pedagógica del horario ampliado sería posible de manera sustantiva, si se realiza con mayor personal que fomente una formación integral; de otra manera, esto sólo quedaría como una buena propuesta de enganchamiento electoral.

La candidata de Morena, PT y Partido Verde recurre a una narrativa poco comprometida con las demandas laborales que se han agitado en la izquierda magisterial; la principal y parte de las mesas de diálogo CNTE/AMLO es la abrogación del sistema de carrera, que desdibuja la organización sindical, antepone el principio individualista del mérito personal y crea un régimen excepcional por fuera del derecho al trabajo establecido en el artículo 123 de la Constitución. Tibiamente, en los 100 puntos, Claudia Sheinbaum propone la revisión de los procesos de admisión y promoción que administra la unidad del sistema de carrera docente, pero no de la legislación, donde radica la fuente de sus desigualdades laborales, salariales y profesionales.

Las propuestas de campaña no dejan de ser tácticas políticas de coyuntura y no tienen certeza a largo plazo; los maestros no olvidan que alguna vez se dijo: “De la mal llamada reforma educativa, no quedará ni una coma”. Claramente, no se cumplió.

* Doctor en pedagogía crítica @levmx666

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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El irresponsable e ilegal proselitismo en el SNTE

Por: Abelardo Carro Nava

 

Los candidatos (institucionales y disidentes) con sus respectivas planillas de “trabajo”, se han dado a la tarea de visitar los centros educativos con la idea de tener un acercamiento, presentar una “planilla” y ponerse “a la orden” de sus compañeros…

Aún no se ha superado la crisis sanitaria generada por el SARS-CoV-2 y, ciertos integrantes de distintas Secciones Sindicales del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), han dado rienda suelta a un proselitismo desmesurado, irresponsable e ilegal sin que, hasta el momento en que cierro estas líneas, tal organización sindical haya modificado los Estatutos que la rigen y el Reglamento para la Elección de Directivas Seccionales que emitieron en enero del año pasado.

 

Y es que, si recordamos un poco, con la reforma laboral que el autodenominado gobierno de la Cuarta Transformación impulsó, y que en el legislativo se aprobó en los primeros meses del 2019, se modificaron los principios de negociación colectiva, libertad y democracia sindical, hecho que propició distintas reformas a la Ley Federal del Trabajo, pero, como bien sabemos, en lo concerniente a los trabajadores de la educación al servicio del estado, se reformó el Apartado B del Artículo 123º con la intención de adecuarla a los convenios C087 y C098 de la Organización Internacional de los Trabajadores relativos a la libertad de protección de los derechos sindicales; ello motivó al SNTE, lidereado por Alfonso Cepeda, a presentar ante el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje el Reglamento para la Elección referida. Una intentona para mantener las viejas y corruptas prácticas “electorales” al interior de lo que alguna vez fue conocido como el Sindicato más grande y poderoso de América Latina.

 

¿Qué argumentos existen para sostener la idea de una “intentona” de la naturaleza expuesta? El Artículo 378º de la ley reformada, fracción VII, especifica: que los sindicatos tienen prohibido obstaculizar la participación de los trabajadores en los procedimientos de elección de sus directivas seccionales poniendo condiciones sin fundamento legal o cualquier tipo de obstáculo indebido para ejercer el derecho de votar y ser votado. Sin embargo, el SNTE, en el artículo 8º del citado Reglamento, del Derecho a ser votado (requisitos generales de elegibilidad), estableció lo siguiente: para poder ser votado como integrante de la directiva seccional sindical, además de los requisitos previstos en la ley anterior, se requiere: a) ser mexicano y estar en pleno uso de sus derechos sindicales, b) no ser ministro de culto religioso, c) no ser miembro de la judicatura, d) tener, al menos, 5 años de antigüedad como miembro del sindicato, e) haber desempeñado algún cargo de representación sindical, f) no ser candidato ni desempeñar cargos de elección popular, y, g) no ser dirigente de partido político alguno.

 

Inciso e que a todas luces contraviene lo dispuesto en el artículo 378º puesto que, al establecer como requisito el haber desempeñado un cargo de representación sindical se obstaculiza la participación de los trabajadores en los procedimientos de elección de sus directivas seccionales sin fundamento legal. Vaya, ¿qué sustento legal existe para definir el criterio de haber desempeñado un cargo de representación sindical? La respuesta es contundente: ninguno, salvo el de seguir manteniendo esas viejas y corruptas prácticas “electorales” mediante las cuales, unos “cuantos” podían ser los “elegidos”. Hecho que evidentemente contraviene el espíritu dispuesto en la reforma laboral aprobada en 2019 puesto que elimina ipso facto el derecho a ser votado de cualquier trabajador.

 

De hecho, sobre este mismo asunto, el mandatario nacional, Andrés Manuel López Obrador, así lo ha afirmado pugnando por elecciones con voto libre y secreto en el SNTE, lo que significa acabar con la antidemocracia (Guerrero, 2020).

 

Ahora bien, como sabemos, la crisis sanitaria propiciada por la pandemia por la COVID-19, puso en “pausa” el “proceso” de elecciones de las directivas seccionales tal y como lo estipuló el Reglamento ampliamente referido. Sin embargo, el proselitismo nunca se detuvo, dado que durante el cierre de escuelas los aspirantes a dirigir esas directivas seccionales continuaron con una intensa “campaña electoral” a través de sus redes sociales y mediante pequeñas reuniones “secretas” en distintos espacios públicos y no públicos, y no ha parado. De hecho, una vez que los planteles escolares abrieron sus puertas, esto se ha incrementado. Los candidatos (institucionales y disidentes) con sus respectivas planillas de “trabajo”, se han dado a la tarea de visitar los centros educativos con la idea de tener un acercamiento, presentar una “planilla” y ponerse “a la orden” de sus compañeros.

 

Esto último me ha llamado la atención porque, tales aspirantes y sus respectivos acompañantes, ¿habrán solicitado licencia sin goce de sueldo para andar en su respectiva campaña? Esto lo pregunto porque los horarios en los que visitan a los trabajadores de la educación adscritos a las instituciones y dependencias educativas son horarios de trabajo. ¿No están adscritos a algún centro educativo?, ¿quién, y con qué fundamento legal, se les permite visitar esos centros e/o instancias educativas durante este horario?, ¿por qué la autoridad no informa sobre esos permisos o licencias sin goce de sueldo? Y lo que es peor, ¿habrá algún acuerdo entre la autoridad educativa y los integrantes del sindicato para hacerse de la vista gorda sobre este hecho?

 

No, la pandemia no detuvo la ilegalidad del Reglamento para la Elección de Directivas Seccionales; la Secretaría de Trabajo y Previsión Social no ha hecho valer la ley, para exigir al SNTE, su aplicación irrestricta a fin de que se expida una convocatoria para elegir a la Dirigencia Nacional (en primera instancia) y las Directivas Seccionales (en segunda instancia) mediante el voto personal libre, directo y secreto de los trabajadores de la Educación.

 

No, la pandemia no detuvo la irresponsabilidad e ilegalidad de un proselitismo desmesurado que, entre otras cosas deja ver, la ambición de alcanzar el poder por el poder de ciertos trabajadores de la educación que han vivido y se han servido del Sindicato.

 

No, la pandemia no detuvo el que pudiéramos reflexionar sobre tales o cuales hechos, pero tampoco detuvo el que se demande la aplicación de la ley como ha sido dispuesta en esta materia.

 

Urge una “democracia sindical sí, pero no así”, como bien diría Manuel Gil Antón.

Con negritas:

En varias entidades de la República Mexicana, los secretarios generales de sus respectivas Secciones Sindicales ya cumplieron su plazo al frente de tales cargos, ¿qué fundamento estatutario y sindical permite este hecho?

Referencias:

  • Guerrero, C. (2020). Pugna AMLO por democracia en SNTE. Reforma. Recuperado de: ttps://www.reforma.com/aplicacioneslibre/preacceso/articulo/default.aspx?__rval=1&urlredirect=https://www.reforma.com/pugna-amlo-por-democracia-en-snte/ar1851779?referer=–7d616165662f3a3a6262623b727a7a7279703b767a783a–

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Estados Unidos: El debate del género entra en la campaña demócrata en un pulso entre Elizabeth Warren y Bernie Sanders

América del norte/Estados Unidos/16 enero 2020/elpais.com

Los candidatos progresistas enfrentan sus versiones opuestas en el séptimo debate del Partido Demócrata sobre la polémica en torno a si una mujer puede vencer a Donald Trump

Uno de los momentos más comentados del último debate presidencial demócrata, antes de que arranque el proceso de primarias en Iowa, lo protagonizó la agresiva polémica entre Elizabeth Warren y Bernie Sanders sobre si una mujer puede derrotar a Donald Trump en las elecciones de noviembre. La senadora por Massachusetts confirmó públicamente este martes por la noche que su competidor más cercano en las encuestas le dijo en una reunión privada en 2018 que no creía que una mujer pudiese ganar las presidenciales de noviembre. “Yo le respondí que no estaba de acuerdo”, sostuvo Warren. Por su parte, el senador por Vermont reiteró que nunca había dicho tal cosa, dejando en evidencia que uno de los dos precandidatos del ala más radical del Partido Demócrata está faltando a la verdad sobre el asunto.

-“¿Puede una mujer vencer a Donald Trump? Mire a los hombres en este escenario. Colectivamente, han perdido 10 elecciones. Las únicas personas en este escenario que han ganado todas las elecciones en las que han estado son las mujeres. Amy [Klobuchar] y yo», afirmó la senadora por Massachusetts entre aplausos del público del debate organizado por el diario The Des Moines Register y la CNN en Des Moines, Iowa. Sanders aclaró que si una de las mujeres presentes en el escenario ganaba la candidatura demócrata “haría todo lo posible” para que sea electa presidenta de Estados Unidos.

La CNN publicó en la mañana de este lunes los dichos de Sanders en una reunión privada que sostuvieron ambos senadores en 2018 antes de lanzar formalmente sus respectivas candidaturas. Warren confirmó la publicación durante la noche a través de un comunicado. “Entre los temas que surgieron fue qué sucedería si los demócratas nominaran a una candidata mujer. Yo pensé que una mujer podría ganar; él no estuvo de acuerdo”, escribió la precandidata presidencial que pelea por el segundo puesto con Sanders en la mayoría de las encuestas demócratas.

Antes de que Warren lanzara la bomba en la víspera del debate de Iowa, un Estado clave en la carrera por la candidatura demócrata, Sanders había negado rotundamente la información: “Es triste que semanas antes del caucus de Iowa y un año después de esa conversación privada, el personal que ni estaba en la habitación esté mintiendo sobre lo que sucedió”. Los asesores del senador por Vermont dijeron que la polémica fue una “jugada desesperada” de Warren, que ha mostrado un retroceso en los últimos sondeos frente a un robustecimiento de Sanders, particularmente en Iowa.

El séptimo debate demócrata contó solo con seis aspirantes demócratas, todos blancos: Elizabeth Warren, Bernie Sanders, el exvicepresidente y favorito en las encuestas Joe Biden, el alcalde de South Bend Pete Buttigieg, la senadora por Minnesota Amy Klobuchar y el filántropo Tom Steyer. De la veintena de precandidatos que llegaron a estar en la carrera, solo quedan 14. Con las recientes salidas del senador afroamericano Cory Booker y la del exsecretario de Vivienda, el latino Julián Castro, la lista de precandidatos demócratas es cada vez menos diversa, una de las características con que había arrancado hace casi un año.

La cita en Iowa se dio en la víspera de la votación en el Senado sobre el proceso de destitución al presidente Donald Trump. Tres de los candidatos presentes en el debate deberán hacer un paréntesis en su campaña para asistir al Congreso a dar su voto. “Es mi responsabilidad estar en el juicio político”, sostuvo Warren. La política exterior del republicano fue protagonista del arranque del debate, después de que los primeros días de enero fueron testigos de la mayor escalada entre Estados Unidos e Irán en décadas tras el asesinato del general Qasem Soleimani, comandante de la fuerza de élite Al Quds de los Pasdarán iraníes.

Los precandidatos criticaron que Trump haya ordenado el ataque a Irán sin autorización, pero no profundizaron en sus posturas frente al tema. La discusión derivó en restablecer el acuerdo nuclear con Irán, defendido principalmente por Biden, quien fue parte de la negociación durante la era Obama, y sobre dejar o no las tropas militares estadounidenses en Oriente Próximo. En este punto Warren y Sanders volvieron a acercar sus posturas al proponer que ordenarían que todos los soldados regresen a casa, mientras que los moderados Biden, Klobuchar y Buttigieg dejarían solo algunas.

Fuente e imagen tomada de: https://elpais.com/internacional/2020/01/15/estados_unidos/1579049211_767959.html

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Baja nota para los candidatos en educación

Por: Ricardo Braginsky.

 

El formato del debate no permite ahondar en propuestas profundas. Pero llama la atención la ausencia de los temas claves.

Si teníamos algunas dudas con respecto a la importancia que tiene la educación para los candidatos a presidentes -y sus equipos-, el debate del domingo pasado terminó de despejarlas. Ahora ya sabemos quepara ellos el tema no es relevante, definitivamente. A lo sumo la educación es una buena oportunidad para chicanear al contrario, para los eslóganes fáciles, para sacar el pecho en defensa de la “educación pública”. ¿Acaso alguien va a decir lo contrario?

Es cierto que el formato encorsetado del debate televisivo no permite ahondar en propuestas profundas. Pero en el tema de educación, simplemente no hubo ni una sola propuesta nueva. Como si entraran al túnel del tiempo, se habló de cosas como limitar por ley el derecho a huelga, volver a arancelar y limitar el ingreso a la universidad pública, volver a nacionalizar el sistema. Volver, volver y muy poco más. Y hasta hubo candidatos -como Lavagna y Gómez Centurión- a los que les sobraron largos segundos para hablar. ¿Es que no hay nada más para comentar?

Al contrario de lo que se suele decir, y de lo que ocurrió en años anteriores, el tema educación sí estuvo presente esta vez en la campaña electoral. Hubo acciones de ONG y universidades que lo impulsaron y, entonces, algunos candidatos tuvieron que apurar o improvisar algunas definiciones. Ahora lo que preocupa es la calidad de estas presentaciones.

Preocupa la ausencia de temas claves como los cambios que necesita la escuela secundaria para que no siga “expulsando” a los adolescentes o que los que la terminan puedan ingresar bien a la universidad o al mundo del trabajo; tampoco se habló sobre la posibilidad de pensar en un fondo contracíclico para garantizar en serio el financiamiento del sistema educativo; no hubo metas y plazos concretos para cumplir con la jornada extendida para el 30% de los alumnos de escuelas públicas primarias y universalizar el jardín de infantes como establece la ley; ni pasos para cumplir -como corresponde y se necesita- con la Educación Sexual Integral en todas las escuelas; o el diseño de una nueva carrera docente que estimule a la capacitación y al buen desempeño en el aula; sólo por citar algunos temas de los que no se habló.

Estimados, gracias por la participación, y por tomar el tema. Pero háganle al favor a los chicos y sus familias y, para la próxima,tómenlo con la seriedad que se merece.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/baja-nota-candidatos-educacion_0_XPczd0b_.html

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La educación y la próxima gestión presidencial

Por: Manuel Álvarez Trongé.

 

¿Hay un reclamo social en Argentina por mejorar la educación pública? ¿Es este un tema prioritario? Parecería que la respuesta para ambas preguntas es negativa. El aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes argentinos, salvo excepciones, no se discute en la campaña electoral. De este tema casi no se habla. ¿Por qué sucede esto?

Es porque la crisis económica ha tapado cualquier otro desafío o es porque la sociedad se auto engaña y cree que la educación pública de nuestros menores no tiene desafíos que resolver? La negación del problema parece ser una característica argentina en muchas áreas. “La educación de mi hijo es buena. La educación argentina es mala”. Distintos informes indican que esta es la postura de una enorme mayoría de padres argentinos. Lo que no logramos ver es la dimensión del riesgo.

Veamos el tema detenidamente.En primer lugar reconozcamos la situación. Si no partimos de la verdad es lógico que discutamos la mentira. Hoy Argentina, pese a enormes esfuerzos, tiene en materia educativa distintos y variados temas muy delicados que enfrentar. Sintetizamos a continuación cuatro de ellos que en términos generales nos dan un panorama del desafío: 1) Un problema grave de educabilidad.

La situación de pobreza que vive nuestro país y que se ha incrementado en los últimos años impacta decididamente en los menores entre 0 y 14 años, afecta su nutrición y deja inmersos a millones y millones de niños en el denominado “estrés de la pobreza”. Este daña el cerebro de los menores y no es solo un tema social o de salud pública: su magnitud (40% de los menores en ese rango de edad según el presidente de la Fundación INECO) lo ha transformado en una cuestión de Estado que no es posible soslayar. 2) Nuestro país tiene deudas mayúsculas en cuanto a metas educativas. Algunas de ellas podemos llamarlas de cantidad. No se cumplen los 180 días de clase fijaros por ley ni tampoco el porcentaje mínimo de escuelas que debería tener jornada extendida.

Pero además de estos incumplimientos hay otro tema de cantidad que preocupa y es clave para el futuro de nuestra Nación: el ciclo lectivo obligatorio según nuestra ley, exige catorce años de trayectoria en el sistema. Esto no se cumple en Argentina. Pese a un crecimiento de la matrícula cerca del 30% no se incorpora al jardín de 4 años de edad y más del 50% de los alumnos que inician el secundario no lo termina en tiempo y forma. Los números hablan por sí mismos. 3) Pero no solo estas dos cuestiones amenazan nuestro futuro. Si analizamos la calidad de los aprendizajes vemos que alguna mejora interesante en primaria no debe esconder los desafíos pendientes del sistema: el 70% de los alumnos que llegan al último año de secundario no puede resolver ejercicios de matemática y muchos de ellos tienen serias dificultades en comprensión lectora.

Esto es muy grave: se trata de millones de alumnos que completan la trayectoria y llegan luego de 14 años al último año de secundario y que no aprenden. Imaginen la frustración que esto supone. 4) Pero el cuarto desafío es quizás el más doloroso que los argentinos debemos encarar: la inequidad educativa es mayúscula ya que las Pruebas Aprender nos muestran que un altísimo porcentaje de los alumnos de familias más vulnerables no logran alcanzar trayectorias completas y su nivel de aprendizaje es muy bajo (el 90% de estos alumnos del final del secundario no pueden resolver cálculos matemáticos y casi el 60% tiene problemas de comprensión lectora).

Pues bien, estos cuatro puntos justifican que el tema educativo debiera ser un eje estratégico de la campaña electoral. Por supuesto esta es una síntesis de la crisis y sería injusto no señalar que pese a esta situación hay muchas iniciativas buenas que se presentan a lo largo y ancho del país y que están arrojando algunos primeros buenos resultados pero lo que tenemos que entender como sociedad es que si no reclamamos que la educación se convierta en una prioridad nacional no habrá desarrollo y no habrá Argentina. Es este el verdadero riesgo país. Que no se hable de educación no es solo una falencia de los candidatos, es una muestra de la falta del reclamo social por la cuestión.

Este 9 de octubre desde Educar 2050 desarrollaremos el XI Foro Anual para hablar de estos temas (http://bit.ly/2mCDJ05). Escucharemos la postura de funcionarios del oficialismo y de la oposición y presentaremos propuestas originadas en Mesas de Diálogo por el Aprendizaje en Argentina (MEDIAR) que llevamos adelante en el primer semestre del año. La consigna es hablar de lo que hay que hablar. No hacerlo en profundidad es un error. Necesitamos comprender la dimensión del desafío y escucharnos.

Este no es un problema que se deba a un sector. No es culpa del Estado, ni de los sindicatos, ni de los padres, ni de los alumnos. Es un problema de toda la sociedad argentina que debe volver a pensar en una epopeya del tenor que Sarmiento nos legó. Y especialmente esta sociedad debe unirse por la educación de las generaciones futuras. Y escucharse. Sin este espíritu no tomaremos decisiones inteligentes Hagamos que este sea un tema central del debate presidencial. Estamos a tiempo.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/educacion-proxima-gestion-presidencial_0_6M6ubXkV.html

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Miradas: Es la educación, estúpido

Por: Ricardo Braginsky.

Los países que más crecen y mejoran su calidad de vida son los que mejoran los aprendizajes. Sin embargo, el tema está ausente del debate público argentino.

Como un perro que se muerde la cola, los argentinos parecemos ir de crisis tras crisis en círculos concéntricos. Siempre igual. Siempre al borde del abismo y con la tentación, siempre, de dar un paso al frente.

Lo pusimos de manifiesto, de alguna manera, tras la última campaña electoral, quizás en la que menos se debatió acerca del problema de la educación.

Está claro: las encuestas se empecinan en indicarnos que la educación está entre los temas que menos le preocupan a los argentinos. Está la inflación, el trabajo (o la falta de trabajo), la inseguridad, otros tantos temas. Y bien al fondo, la educación.

Y los políticos y sus asesores, obedientes a las encuestas, entonces eluden debatir sobre educación. Es un terreno en el que nadie se siente del todo cómodo. Y entonces mejor postergarlo, mirar para otro lado.

Pero hay suficiente evidencias de que los países que más crecen y mejoran su calidad de vida son los que hicieron reformas efectivas en educación y mejoraron los aprendizajes. Están los casos de Corea, de Israel, de Finlandia o de Singapur. Cada uno con sus modelos educativos distintos, y algunos de ellos incluso contrapuestos con otros. Porque no se trata de modelos, sino de prioridades. Mucho más que el cómo es el qué.

Mientras sigamos pensando que la cotización del dólar es lo único relevante no haremos más que dejar que pase al tiempo… hasta una nueva crisis.

Un debate y una oportunidad

Por primera vez, en la elección presidencial de octubre los candidatos presidenciales estarán obligados, por ley, a hacer un debate. Hasta ahora ese debate era voluntario o impulsado por una ONG como sucedió en el año 2015.

En 2015. Macri, Rodríguez Saá, Stolbizer, Massa y Del Caño, en el último debate presidencial con todos los candidatos. Scioli no había querido ir.

Para el próximo debate ya se reunieron los equipos técnicos de los candidatos junto a especialistas para definir cuáles serán las reglas de juego y los temas a debatir. Y la cuestión educativa está entre los últimos temas del último bloque.

Faltan más de 60 días y todavía estamos a tiempo de cambiar, de dar una señal -tan importante como un llamado telefónico entre dos candidatos- sobre el país que queremos y el que imaginamos para nuestro futuro.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/educacion-estupido_0_BSBemHYOU.html

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Estados Unidos: Will The 2020 Campaign Narrative Ever Emulate A 20/20 Education Paradigm?

Will The 2020 Campaign Narrative Ever Emulate A 20/20 Education Paradigm?

Jeanne Allen

The 2020 candidates’ dialogue thus far has been woefully (and perhaps willfully) ignorant of the transformative power of education reform. Whether it’s the propositions for increased federal Title I funding, universal free college, or mandatory preschool, the narrative is starkly reminiscent of the 80s — the 1880s, that is. Back then there was a necessary and resolute focus on educating students in once efficient, innovative factory-style classes to accommodate the masses quickly, way before it was possible to work or learn anywhere, anytime. And once again, more than a century after the Industrial Age was replaced by the Information Age, traditional concepts of place-based education are presented as if they are in vogue. Do they merely represent a fleeting nostalgia for the past, or ignorance of the potential for the future?

According to EdSurge, “the U.S. education technology industry appears on track to surpass the amount of investor funding tallied in recent years. In the first half of 2019, the industry saw $962 million raised across 65 deals, the highest funding tally at the halfway mark this decade.” Among the investments are companies (Coursera) that allow prestigious higher ed learning for free in the private sector with credentials that don’t require or commit public funding, an online coding school (Lamba), credentials for certifying your own skills and learning (Degreed)and many more.

In a day and age when learning is ubiquitous, why would we endorse a path that requires students to show up at institutions, like many community colleges where a majority fail to deliver on outcomes or relevant job paths? On top of that, according to recent reports, higher education tuition has tripled over the rate of inflation!

The problem, as some of us have written before, isn’t necessarily that a substantial college experience isn’t valuable, but it’s the way we do college — and that the fact that candidates want to give away a dated system flies in the face of what we know about how students learn, which isn’t based on time in school (i.e., 2 or 4 years) or in a seat in class. Examples of this abound at all levels of education, whether it be Summit Public Schools, whose personalized learning model is being implemented in hundreds of traditional schools nationwide, or the flexible design spaces that some innovative schools are creating. The way to make this happen on a broad scale is not to federally sanction universal pre-K, boost spending on Title 1 or create a new teacher funding program — all of which would carry federal strings that reinforce 19th-century learning models, but to allow states and communities to break free from rules and regulations guiding hours in class, seat time, teacher credentialing and so much more.

Then there are the revolutionary partnerships like the one between Mesa (Arizona) Community College and Apple iOS, which trained its educators to teach the coding program, “Swift.” This skills-based education led to Apple-approved certifications and a program that is in high demand by business and education as a result. One should ask the candidates how making college free would spark such a creative use of time and talent. Indeed, the attraction for business is that the Maricopa Community College system and the state itself has an incentive to promote and attract globally competitive businesses to their community — making the modest price of college for the students worth paying for.  Such partnerships come as a result of business investment in programs that amplify high-needs’ occupations that leaders in Arizona are working to attract.

Another fact missing from the political — and media — discourse is the data that show how much more students learn when they can contribute and design their own learning pathways.  While the candidates wring their hands about income inequality, residents of Pembroke, North Carolina are finding solutions. A University of North Carolina-Pembroke technology staff member, who, like a majority of that community, is a member of the Lumbee Indian Tribe, helped about two dozen girls learn about innovation first hand. Kindra Locklear introduced them to Girls Who Code, and they learned not just how to code, but how to design products, collaborate and, as it turns out, how to build a website that could provide support for mental illness in their community.

These are the places that revolutionary thinking begins, not in the classroom of yesterday but in the laboratories of tomorrow where students have their own independence to learn. It is these kinds of programs that are making a difference in the lives of underrepresented communities that should be the highlight of the campaign trail.

Throughout the country, both Democrats and Republicans need to recognize that we live in a global society where knowledge is no longer a commodity, where personalization in all sectors is the key to success — especially education  — and where the private sector has already and will continue to produce the tools that will accelerate learning and education for everyone. That requires both political leaders and the rest of us to get out of the way, open up the system and stop advancing an archaic notion that education can only expand and improve if we fund traditional top-down, input-driven, unresponsive, government bureaucracy: the antithesis of modern technological advancement.

Autor: Jeanne Allen

 

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