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EEUU: La capitulación de la Universidad Columbia frente a Trump. La academia se postra ante la dictadura

Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social

Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (en inglés, International Youth and Students for Social Equality) condenan la rendición de la Universidad Columbia ante las demandas del Gobierno de Trump de imponer un régimen de censura en el campus.

Policías de la ciudad de Nueva York detienen a manifestantes contra el genocidio cerca del campus de la Universidad de Columbia en Nueva York, 30 de abril, 2024 [AP Photo/Craig Ruttle]

La administración universitaria anunció el viernes una serie de medidas de gran alcance como prohibir el uso de mascarillas en el recinto; la contratación de 36 “oficiales especiales” con el poder para sacar y arrestar a individuos; y la supervisión de los Departamentos de Estudios de Oriente Próximo, el Sur de Asia y África, así como el Centro de Estudios Palestinos, bajo un vicerrector nombrado por la universidad.

Además, la universidad anunció la adopción de una nueva definición de antisemitismo que incluye críticas a Israel y “ciertos dobles estándares aplicados a Israel”, una formulación que busca mezclar el antisionismo con el antisemitismo y reprimir la oposición a los crímenes del Estado israelí.

Las acciones tomadas por Columbia tienen vastas implicaciones para la libertad de expresión y los derechos democráticos, no solo en su propio campus sino en todo el sistema de educación superior en los Estados Unidos. Como escribió el presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, David North, en una declaración en X:

Una versión trumpiana estadounidense de lo que los nazis llamaron Gleichschaltung, la subordinación oficial de la vida intelectual y cultural a la ideología nazi, está siendo implementada por las principales universidades “liberales” estadounidenses.

Estas medidas no fueron impuestas a la fuerza a la universidad a través de coerción política ni una orden judicial. Fueron adoptados por la propia universidad, voluntariamente, con el fin de ganar el apoyo de Trump para la restauración de $400 millones en fondos federales que retuvo para forzar estos cambios. Columbia está actuando como un cómplice voluntario, trabajando mano a mano con el Estado para atacar a los estudiantes que protestan contra el genocidio respaldado por Estados Unidos en Gaza.

El 10 de marzo, el Gobierno de Trump envió una carta a más de 60 instituciones académicas, incluida Columbia, declarándolas bajo investigación por “acoso y discriminación antisemita” y amenazando con nuevas medidas policiales y recortes de fondos. Apenas tres días después, Columbia anunció que había suspendido, expulsado o revocado los títulos de 22 estudiantes involucrados en la ocupación pacífica de Hamilton Hall.

Columbia también facilitó la captura de Mahmoud Khalil, quien fue secuestrado de su residencia cerca de la universidad el 8 de marzo y ha pasado las últimas dos semanas en un centro de detención en Louisiana, amenazado con la deportación. En su carta desde la cárcel publicada la semana pasada, Khalil escribió:

Las presidentas de Columbia, [Minouche] Shafik, [Katrina] Armstrong y Dean Yarhi-Milo sentaron las bases para que el Gobierno de los Estados Unidos me atacara disciplinando arbitrariamente a los estudiantes propalestinos y permitiendo que las campañas virales de doxing, basadas en el racismo y la desinformación, se mantuvieran fuera de control.

Antes de su arresto, Khalil había escrito a Columbia pidiendo ayuda contra las provocaciones derechistas de un profesor universitario. Fue ignorado.

Las universidades de todo el país están asumiendo el papel de ejecutoras de la represión estatal, arrestando a estudiantes, vigilando las protestas y castigando las expresiones de oposición al genocidio respaldado por Estados Unidos en Gaza. Esto comenzó bajo la Administración de Biden, que respondió a la erupción de las protestas universitarias el otoño pasado alentando la represión policial.

En la Universidad de Cornell, la Administración intentó suspender al estudiante de posgrado y ciudadano británico-gambiano Momodou Taal por su participación en una protesta pacífica el otoño pasado, lo que habría llevado a su deportación. Esta acción creó las condiciones para el intento de Trump, en los últimos días, de capturar y deportar a Taal como represalia por su presentación de una demanda federal que desafiaba las órdenes ejecutivas de Trump como ilegales e inconstitucionales.

La dirección de la Universidad de Michigan pidió a la fiscala general demócrata Dana Nessel que presentara cargos penales contra 11 manifestantes estudiantiles propalestinos, como parte de un esfuerzo más amplio, liderado por los demócratas en Michigan, para criminalizar la oposición a la guerra y el genocidio. Más recientemente, la Universidad de Tulane ha presentado cargos disciplinarios contra siete estudiantes por participar en protestas fuera del campus exigiendo la libertad de Khalil.

La capitulación de Columbia y otras universidades ante la Administración Trump no puede explicarse simplemente por la cobardía de sus administradores, aunque ciertamente son cobardes. En las últimas cuatro décadas, la financiarización de la economía estadounidense y el dominio de la vida social por parte del mercado de valores han dado lugar a una nueva clase media-alta extremadamente rica. Esta capa, intelectualmente corrupta y separada de cualquier tradición democrática seria, ahora domina la cúpula de las universidades de élite.

Los fondos de Columbia llegaron a la asombrosa cifra de 14.800 millones de dólares al 30 de junio de 2024, con casi el 80 por ciento de sus inversiones vinculadas a fondos de cobertura, capital privado y acciones globales. La universidad está profundamente arraigada en el mundo de las altas finanzas.

Además, la presidenta interina Katrina Armstrong, que recibe más de $1 millón al año en salario, y la Junta Directiva están estrechamente vinculados al Partido Demócrata. De los $4.1 millones en contribuciones políticas hechas por los fideicomisarios de Columbia durante los ciclos electorales de 2020 y 2024, el 88 por ciento fue a los demócratas. Solo el miembro de la junta, Adam Pritzker de la multimillonaria familia Pritzker donó casi $1 millón a la campaña de 2024 de Kamala Harris.

El exsecretario de Seguridad Nacional de Obama, Jeh Johnson, ahora socio del bufete de abogados Paul Weiss, forma parte de la Junta Directiva de Columbia junto con importantes financieros, directores ejecutivos y agentes políticos.

Significativamente, el bufete de abogados de Johnson, Paul Weiss, recientemente hizo su propia capitulación abyecta ante la Administración de Trump, anunciando un acuerdo con la Casa Blanca para proporcionar servicios legales pro bono por valor de $40 millones para causas seleccionadas por la Administración de Trump a cambio de la exención de una de las órdenes ejecutivas de Trump dirigidas a bufetes de abogados y abogados. Un bufete de abogados que se adapta a las demandas del Estado deja de funcionar como defensor y se convierte en un instrumento de represión política.

Lo que se está exponiendo a través de estos desarrollos es que no existe una base de apoyo seria para la defensa de la democracia dentro del Estado, el Partido Demócrata ni cualquiera de las instituciones de la llamada “sociedad civil”. Trump no está actuando solo. Su asalto a los derechos democráticos se está llevando a cabo con la colaboración activa de ambos partidos, los tribunales, los medios de comunicación, las universidades y la élite corporativa.

Hace apenas una semana, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, aseguró la aprobación de un proyecto de ley presupuestario para financiar al mismo Gobierno que está implementando un plan sistemático para imponer una dictadura. El Partido Demócrata, independientemente de sus desacuerdos tácticos con la Administración de Trump centrados en la política exterior, es un partido de Wall Street y sectores privilegiados de la clase media-alta.

Lo que está ocurriendo ahora va mucho más allá del mccarthismo de la década de 1950. Es un asalto coordinado a los derechos democráticos más fundamentales de toda la población.

Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS) llaman a la más amplia oposición a este asalto a los derechos democráticos. Pero esta batalla no se puede librar solo en las universidades. La única base para la defensa de los derechos democráticos es la movilización política de la clase trabajadora, la gran mayoría de la población, independiente de ambos partidos capitalistas y basada en un programa socialista.

La clase obrera es una fuerza inmensamente poderosa, que puede derrocar al capitalismo y reestructurar la sociedad sobre la base del socialismo. El giro de la oligarquía capitalista a la dictadura está inextricablemente conectado con la guerra que se libra contra la clase trabajadora, en forma de asalto masivo a los programas sociales, el despido masivo de trabajadores federales y la eliminación de todas las regulaciones sobre las ganancias corporativas.

La abolición de la libertad de expresión en los campus universitarios será seguida por pasos para ilegalizar las huelgas y otras formas de protesta contra la explotación empresarial. Al mismo tiempo, está relacionado con una enorme escalada de la guerra imperialista, que ahora toma la forma de la expansión del genocidio y una guerra más amplia en todo Oriente Próximo, junto con los preparativos para la guerra contra China.

El JEIIS, el movimiento estudiantil y juvenil del Partido Socialista por la Igualdad, está luchando por construir un movimiento de jóvenes que esté orientado a una lucha por construir un movimiento en la clase trabajadora, en oposición a todo el establishment político, incluido el Partido Demócrata y todos sus apologistas y defensores.

Instamos a los estudiantes: ¡Asuman esta lucha! ¡Únanse al JEIIS!

(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de marzo de 2024)

https://www.wsws.org/es/articles/2025/03/25/pers-m25.html

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México: Concluye CNTE ‘maratón’ de marchas; manifestantes se retiran del Zócalo

Luego de un paro nacional y un plantón de 72 horas, integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) comenzaron a desmontar sus casas de campaña y lonas del campamento instalado en la explanada del Zócalo capitalino.

 

Durante este periodo, los manifestantes realizaron una serie de marchas que afectaron severamente el tránsito en la Ciudad de México. Además, bloquearon vías principales como Paseo de la Reforma, Insurgentes y Eje Central, lo que generó caos vehicular y retrasos en el transporte público.

 

Uno de los momentos más críticos ocurrió cuando los docentes cerraron los accesos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), lo que obligó a las autoridades a suspender operaciones en ambas terminales por varias horas. Como consecuencia, cientos de pasajeros no pudieron abordar sus vuelos, generando largas filas y reclamos por las afectaciones a los itinerarios.

 

A pesar de dar por terminada su jornada de protestas, la CNTE advirtió que analizarán los resultados de las negociaciones con el gobierno y las respuestas obtenidas a sus demandas para definir si convocan a un paro indefinido en los próximos días.

 

https://www.diariodemexico.com/mi-ciudad/concluye-cnte-maraton-de-marchas-manifestantes-se-retiran-del-zocalo

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Estad9s Unidos: Trump firma un decreto que inicia el desmantelamiento del Departamento de Educación

 

El presidente de EE.UU., Donald Trump, firmó este jueves un decreto que inicia el proceso de desmantelamiento del Departamento de Educación.

 

Mientras firmaba el decreto, Trump estaba rodeado de niños pequeños sentados en sus propios escritorios en la Casa Blanca, quienes simultáneamente firmaron papeles en una carpeta. Al terminar de firmarlos, se pudo ver a los niños levantando el papel para mostrarlo a la audiencia, al igual que lo hizo el presidente.

 

El sindicato que representa a los empleados del Departamento de Educación dijo que está “indignado” por los esfuerzos del presidente para comenzar a desmantelar la agencia.

 

En un comunicado del jueves, el presidente nacional de la Federación Estadounidense de Empleados del Gobierno, Everett Kelley, dijo que la “directiva de Trump para eliminar esta pequeña pero poderosa agencia destruiría nuestro sistema educativo y devastaría a las futuras generaciones de estudiantes”.

 

El sindicato también argumentó que el Departamento de Educación proporciona apoyo a estudiantes de bajos ingresos y financiamiento a escuelas que de otro modo no podrían ofrecer servicios para estudiantes con discapacidades.

 

Mientras tanto, la organización legal Democracy Forward dijo que tiene la intención de impugnar la orden de Trump en los tribunales, argumentando que el esfuerzo del presidente para desmantelar el departamento es ilegal.

 

“Presentaremos una demanda contra esta acción y utilizaremos todas las herramientas legales para garantizar que los derechos de los estudiantes, maestros y familias estén completamente protegidos”, dijo la CEO de la organización, Skye Perryman, en un comunicado.

 

Tami Luhby y Dan Berman de CNN contribuyeron con la información para esta publicación.

 

https://cnnespanol.cnn.com/2025/03/20/eeuu/trump-firma-decreto-desmantelar-departamento-educacion-trax

 

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Persecución. La guerra de Trump contra el movimiento palestino y las universidades en Estados Unidos

Trump, con el apoyo de los demócratas y la administración universitaria, está intensificando sus ataques contra el movimiento palestino. Esto forma parte de un plan para atacar a toda la clase trabajadora y personas oprimidas, desfinanciar la universidad y limitar nuestro derecho a protestar. Debemos organizarnos desde la base para unir nuestras luchas como oprimidos y trabajadores y detener los ataques de Trump.

 

El martes por la mañana, en un intento descarado de intimidar y contener al movimiento estudiantil por Palestina, Trump lanzó la siguiente advertencia: Se suspenderá toda la financiación federal para cualquier escuela, facultad o universidad que permita protestas ilegales. Los agitadores serán encarcelados o enviados de vuelta a su país de origen permanentemente. Los estudiantes estadounidenses serán expulsados ​​permanentemente o, según el delito, arrestados. ¡SIN MÁSCARAS! Gracias por su atención a este asunto.

 

Luego, el viernes, Trump suspendió 400 millones de dólares en subvenciones y contratos federales a Columbia, alegando que la universidad había pasado por alto el antisemitismo. El sábado, el activista y estudiante de posgrado de Columbia, Mahmoud Khalil, fue arrestado por el Departamento de Seguridad Nacional, a pesar de tener la tarjeta de residencia permanente (green card). (Firma la petición para la liberación de Mahmoud Khalil ). Las amenazas públicas de Trump de «encarcelar» o deportar a cualquiera que participe en «protestas ilegales» y de recortar la financiación federal a las universidades forman parte de una escalada significativa de los intentos del estado por silenciar y reprimir el movimiento por Palestina, así como de intensificar los ataques contra la universidad en su conjunto. La elección de palabras de Trump —no mencionar al movimiento por Palestina, sino decir «protesta ilegal»— pone de manifiesto sus verdaderas intenciones: intenta silenciar y reprimir preventivamente la oposición de todo tipo.

 

Trump está utilizando al movimiento palestino como punta de lanza para reprimir el derecho a la protesta, abriendo el camino a aún más ataques contra los derechos laborales, los derechos de las personas trans, los derechos de los inmigrantes y la propia universidad. También está utilizando los ataques contra el movimiento palestino como una forma de desfinanciar, recortar y desmantelar la universidad. Estos ataques son más fáciles para Trump porque cuenta con el pleno acuerdo del Partido Demócrata y la administración universitaria para reprimir el movimiento por Palestina. Como ha denunciado Palestine Legal, desde hace tiempo existe una «excepción palestina» a la libertad de expresión. Pero Trump quiere convertir la excepción en la regla, restringiendo la libertad de expresión en conflictos de opresión y explotación.

 

Este es un ataque contra todos nosotros: contra el movimiento por Palestina, contra el movimiento obrero, contra los estudios afroamericanos y contra los derechos de los inmigrantes y las personas trans. Es un ataque contra cualquiera que defienda el derecho a la protesta, que exija disciplinas académicas diversas en la universidad y que valore las universidades como espacios de pensamiento e investigación.

 

A medida que Trump intensifica sus políticas imperialistas, tanto en el extranjero como a nivel nacional, y sus ataques contra personas trans, inmigrantes, trabajadores federales y otros, es evidente que estas luchas están interconectadas. Derrotar estos ataques requiere unidad; y los sindicatos, las organizaciones y activistas estudiantiles, y los movimientos sociales deben despertar y contraatacar, rompiendo el aislamiento y las divisiones para construir un movimiento unido y masivo que luche con un solo puño contra estos ataques interconectados.

 

Una nueva ola de ataques

 

Estas amenazas se producen mientras el Departamento de Justicia de Trump inicia una gira por importantes universidades para atacar al movimiento pro-Palestina que ha sacudido al país y al mundo durante el último año y medio. El Departamento de Justicia visitará Columbia, la Universidad de Nueva York (NYU), Harvard y otras instituciones para investigar presunto antisemitismo y así presionar a la administración universitaria para que aplique medidas disciplinarias aún más severas a estudiantes y trabajadores.

 

El viernes, la Casa Blanca suspendió el envío de 400 millones de dólares en subvenciones y contratos federales a la Universidad de Columbia. Además, Fox News informó que el Departamento de Estado revocó la visa de un estudiante que participó en el movimiento por Palestina, y el sábado por la noche, el activista Mahmoud Khalil, estudiante de posgrado de Columbia, fue arrestado por el Departamento de Seguridad Nacional, a pesar de tener una tarjeta de residencia permanente.

 

En su primer día en el cargo, Trump prometió deportar a los estudiantes y trabajadores internacionales involucrados en el movimiento por Palestina.

 

*Ocho miembros de la comunidad de CUNY aún enfrentan cargos por delitos graves por el ampamento de solidaridad con Gaza en el City College. *Siete activistas enfrentan cargos por delitos graves por participar en el campamento de la Universidad de Michigan. *Trece activistas de Princeton enfrentan cargos menores por allanamiento de morada por realizar una sentada en su campus. *En las últimas dos semanas, tres estudiantes de Barnard College han sido expulsados, y durante el último año, docenas de ellos han sido suspendidos. *Mientras los estudiantes protestaban por estas expulsiones, Barnard llamó a la policía de Nueva York al campus para arrestar a los estudiantes.

 

Mientras tanto, la gobernadora demócrata Kathy Hochul retiró las ofertas de trabajo de profesores que se especializan y enseñarían sobre Palestina en el Hunter College, y pidió una investigación sobre las ofertas de trabajo como un ejemplo de antisemitismo. Estas escaladas ya están ocurriendo, respaldadas por el Partido Demócrata y la administración universitaria. El gobierno de Biden y los demócratas allanaron el camino al criminalizar las protestas durante su administración e incluso antes. Pero los ataques no son exclusivos del movimiento por Palestina. Trump tiene un plan para atacar a las universidades en su conjunto, especialmente a los sectores más pobres y oprimidos de estudiantes, profesores y personal. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ahora está permitido en los campus universitarios, y las personas trans están siendo excluidas de los deportes. La enseñanza de estudios queer, así como de estudios afroamericanos y chicanos, está siendo cuestionada y restringida. Además, hay recortes significativos en la financiación de la investigación. Como informó NPR , algunas subvenciones del Instituto Nacional de Salud (NIH) a las universidades podrían recortarse en más del 75 por ciento en algunos casos. Además, Trump amenaza con eliminar el Departamento de Educación y revocar el alivio mínimo de la deuda estudiantil aprobado por Biden.

 

Estos ataques son aplaudidos por agitadores de derecha y sionistas. El año pasado, la Fundación Heritage lanzó el Proyecto Esther, un plan para atacar al movimiento por Palestina que exige medidas enérgicas contra la enseñanza y el aprendizaje sobre Palestina y exige al presidente que persiga a cualquier grupo u organización que critique a Israel. Además, grupos de padres y exalumnos de la Universidad de Nueva York y Columbia se están organizando para apoyar la represión e incluso la deportación de estudiantes.

 

Mientras tanto, Trump ataca cualquier cosa considerada «DEI» (diversidad, equidad e inclusión); en concreto, ha amenazado con retirar toda la financiación federal a cualquier institución de educación superior que ofrezca contenido «DEI» relacionado con la raza, como becas y programas especiales para estudiantes de color. Trump amenaza con eliminar el Departamento de Educación y, en esencia, desmantelar las universidades tal como las conocemos, lo que incluye la erosión del acceso de las personas pobres y oprimidas a conocer su propia historia e incluso a la educación superior.

 

En resumen, Trump quiere erosionar los elementos más progresistas de la universidad neoliberal, además de desfinanciar a toda la institución. La universidad neoliberal, basada en deudas, trabajo precario y una sobrecarga administrativa antidemocrática, ha actuado, a lo largo de la era neoliberal, como un sólido mecanismo para contener la lucha de clases. Pero a medida que el sistema neoliberal entró en crisis, también lo hizo la universidad neoliberal. La universidad que satisface los intereses del régimen bipartidista está entrando en conflicto con las necesidades y aspiraciones de estudiantes, trabajadores y personas oprimidas. Y Trump está respondiendo a esta crisis adoptando un giro reaccionario y atacando a toda la universidad.

 

Esto es parte de un avance más amplio de la derecha, que incluye el despido de trabajadores federales, la escalada de ataques a los derechos de los inmigrantes y los derechos de las personas trans, y una brutal política imperialista expansionista.

 

Trump teme al Movimiento Universitario por Palestina

 

Para comprender estos ataques, debemos comprender la profundidad del movimiento durante el último año y medio; Trump teme el potencial de los estudiantes y trabajadores universitarios. En ese sentido, se trata de un ataque preventivo contra el resurgimiento y fortalecimiento del movimiento ante los ataques internacionales y nacionales de Trump.

 

El año pasado, el movimiento universitario por Palestina conmocionó a todo el país, e incluso al mundo. Estudiantes de todo Estados Unidos, incluyendo a algunas de las instituciones más prestigiosas, se sumaron a la lucha del pueblo palestino, transformando el panorama de la lucha de clases tanto en Estados Unidos como a nivel mundial. No se había visto una ola tan grande de ocupaciones universitarias desde los años 80. Y este movimiento fue más que una simple protesta: expresa un profundo cambio de conciencia, un cuestionamiento al imperialismo estadounidense y la complicidad de nuestra universidad con el imperio estadounidense. El movimiento estudiantil, junto con el movimiento más amplio contra el genocidio en Gaza, transformó la conciencia nacional sobre Palestina. Hoy en día, solo el 46 %de los estadounidenses apoya a Israel, el índice más bajo de los últimos 25 años.

 

Este movimiento universitario se basó en la experiencia y la radicalización de Black Lives Matter, el movimiento social más grande en la historia de Estados Unidos. También está vinculado a un aumento en el apoyo a los sindicatos y las huelgas a nivel nacional, así como al aumento de las huelgas de los trabajadores universitarios, que exigen más.

 

A diferencia de Black Lives Matter, cuya base estaba en las calles, el movimiento por Palestina encontró su nexo en la universidad, un lugar al que estudiantes y trabajadores acuden a diario, donde se verán compañeros manifestantes durante días, semanas y años. El movimiento por Palestina no solo cuestionó el sionismo, sino que también criticó las inversiones universitarias y su funcionamiento empresarial. Debemos entender los ataques actuales de Trump como una reacción furiosa al potencial disruptivo y radical de una nueva ola de este movimiento, que esta vez une todas nuestras luchas.

 

Este movimiento por Palestina abrió una enorme crisis política para Biden, contribuyendo a la derrota de Kamala Harris. Trump intentó cínicamente presentarse como mejor para Gaza que los demócratas, cuando tanto los candidatos como los partidos representan la brutalidad, la violencia y la limpieza étnica.

 

Tras el tenue alto el fuego, se produce una nueva escalada de violencia contra Palestina, junto con un plan de limpieza étnica de los palestinos de la región, que beneficia tanto al capital estadounidense como al israelí. Esto incluye el fin de la ayuda israelí a Gaza, el despliegue de tanques en Cisjordania y la amenaza de Trump de convertir Gaza en la «Riviera de Oriente Medio». Desde que asumió el cargo, Trump ha autorizado $12 mil millones de dólares en ayuda a Israel. Esto forma parte del imperialismo estadounidense de Trump, que se ha vuelto más unilateral, violento y explícito en su sed de recursos, y ahora, explícitamente, de la adquisición de tierras. La agenda imperialista internacional de Trump va de la mano con ataques en el frente interno, donde su programa de recortes de impuestos para los ricos, aranceles y despidos masivos de empleados federales sólo significa empeorar las condiciones de la clase trabajadora y los pobres.

 

Al atacar el movimiento por Palestina, está atacando el derecho a protestar contra todas sus políticas: dificulta que los trabajadores hagan huelga y que marchemos por los derechos de las personas trans y de los inmigrantes. Al atacar el movimiento por Palestina, allana el camino para desmantelar la universidad, convirtiéndola aún más en un privilegio exclusivo para los ricos y recortando los estudios de las personas oprimidas y marginadas.

 

Parte del establecimiento de una hegemonía de derecha en el campus implica aplastar a los sectores que resisten, en particular al movimiento universitario por Palestina, que cuestiona estas políticas imperialistas y los ataques a la universidad en sí misma. El movimiento por Palestina podría servir de catalizador para un movimiento anti-Trump, y Trump, sus aliados de extrema derecha y los demócratas están decididos a detenerlo. Pero para enfrentar eficazmente estos ataques, el movimiento busca construir la unidad más amplia posible contra la represión y unirse con otros sectores atacados por Trump.

 

Los demócratas abren la puerta a la derecha

 

La agenda de extrema derecha de Trump ha sido facilitada por los demócratas, quienes han allanado el camino para estos ataques. En otras palabras, Trump puede ser más represivo gracias a las bases establecidas por el Partido Demócrata y a su trabajo conjunto contra el movimiento por Palestina. Fueron, por supuesto, Joe Biden y los demócratas, con la ayuda de los republicanos, quienes brindaron un apoyo incondicional a Israel, proporcionando miles de millones de dólares en armas durante un horrible genocidio transmitido en vivo.

 

Además, los demócratas han creado las condiciones para un ambiente nacional más represivo. Durante el último año y medio, han aprobado proyectos de ley y resoluciones que equiparan el antisionismo con el antisemitismo, han enviado a la policía a atacar a estudiantes y profesores, y han acusado a los manifestantes de delitos graves. Es un fiscal de distrito demócrata quien se niega a retirar los cargos contra los 8 de CUNY, quienes enfrentan cargos graves por expresarse a favor de Palestina. Son Eric Adams y los demócratas quienes han enviado al Departamento de Policía de Nueva York, y en concreto al brutalmente violento Grupo de Respuesta Estratégica (SRG), para reprimir a los manifestantes en la ciudad de Nueva York, incluyendo la llegada del SRG al campus de Barnard.

 

Esto es quizás más evidente en CUNY, donde no es otra que Kathy Hochul, la gobernadora demócrata, quien está investigando a la universidad por antisemitismo y quien tomó la grosera medida de censurar una oferta de trabajo sobre Palestina en un flagrante desprecio por la gobernanza de la facultad y la libertad académica.

 

El hecho de que los demócratas le abran las puertas a la derecha es evidente en lo que respecta al movimiento por Palestina, pero también en todos los demás temas. Harris realizó una campaña de derecha contra los derechos de los inmigrantes, apoyando la afirmación de que los inmigrantes son un problema, para que ahora Trump pueda intensificar su ofensiva contra ellos. Una y otra vez, los demócratas atacan los derechos de la clase trabajadora y las personas oprimidas, lo que solo abre la puerta a figuras como Trump.

 

Debemos aferrarnos a la lección que aprendimos en el auge del movimiento por Palestina: el Partido Demócrata es un partido genocida e imperialista. Los ataques que sufrimos ahora se deben, en gran medida, a sus ataques. Son nuestros enemigos, y cuanto antes lo entendamos, más fuertes seremos.

 

Las administraciones de las universidades son cómplices

 

Las autoridades universitarias también han propiciado estos ataques, no solo contra el movimiento palestino, sino también contra el debido proceso y el derecho fundamental a la protesta. Las universidades han promovido durante mucho tiempo una «excepción palestina» a la libertad de expresión, con un patrón de silenciamiento del discurso sobre Palestina, incluyendo el despido y las sanciones a profesores, la prohibición y la vigilancia de Students for Justice in Palestine (Estudiantes por la Justicia en Palestina), y más.

 

En el último año y medio, la administración universitaria no ha hecho más que intensificar la represión contra los debates sobre Palestina, la libertad de expresión y las protestas en el campus. Esto incluye la ampliación de los mecanismos de vigilancia, incluyendo la contratación de empresas privadas de vigilancia para investigar a los estudiantes. Varias universidades, incluida Harvard, han dictaminado que no se permiten las protestas en aulas, bibliotecas, comedores ni en «lugares que interfieran con las actividades normales de la universidad». Muchas universidades que tenían campamentos permanecieron reforzadas y fuertemente vigiladas por la policía.

 

La Universidad de Nueva York (NYU) ha introducido un nuevo código de conducta estudiantil que incluye «sionista» como una categoría protegida por las políticas antidiscriminatorias de la institución. En otras palabras, una ideología reaccionaria que apoya la limpieza étnica por parte del Estado israelí ahora se considera una categoría protegida, junto con grupos como estudiantes queer, negros, judíos y latinos. Mientras tanto, la «DEI» está bajo ataque y se está retrocediendo en materia de protecciones para los estudiantes oprimidos.

 

Una serie de suspensiones ha allanado el camino para las expulsiones. El pasado abril, Barnard suspendió a 46 estudiantes y desalojó al menos a otros 55 que participaban en el Campamento de Solidaridad con Gaza. Estos estudiantes fueron obligados a someterse a un proceso de «Resolución Alternativa» que los privó de su derecho al debido proceso y de su capacidad para impugnar formalmente estas medidas punitivas.

 

Si bien Trump declaró recientemente que quiere prohibir las mascarillas (barbijos), acciones similares ya se están llevando a cabo en los campus universitarios de todo el país a manos de las administraciones de las universidades.

 

Sin embargo, estos mismos administradores están siendo atacados por el gobierno de Trump y el Partido Demócrata Sionista, como vimos con la renuncia forzada del presidente de Harvard. Ante estos ataques, los administradores prometen ser más duros, aunque esto podría significar su propia desaparición a través de recortes y austeridad. Esto se debe a que estos administradores representan el statu quo capitalista en la educación superior, donde las universidades funcionan como negocios con donaciones de sionistas e inversiones en acciones de la industria armamentística. Estos administradores buscan un alumnado pasivo que siga pagando matrículas exorbitantes y endeudándose para obtener un diploma. Su función principal es suprimir cualquier potencial de movimientos estudiantiles radicales como los de los años 60 y 70, que cuestionan el carácter clasista de la universidad. No abandonarán ese rol, incluso cuando sus propios trabajos dependan de ello.

 

Luchar contra la represión es luchar por todos nuestros derechos

 

Este ataque se debe precisamente a la fuerza y ​​la profundidad del movimiento durante el último año y medio. Si bien el movimiento por Palestina se encuentra debilitadp, cada vez hay más apoyo a la causa palestina en lapoblación estadounidense en general, y especialmente entre los estudiantes. Una muestra de este apoyo son las resoluciones de desinversión aprobadas por estudiantes de todo el país. Debemos aprovechar este apoyo pasivo para combatir los ataques actuales y seguir luchando por Palestina y por la desinversión.

 

En este contexto, es evidente que Trump, los demócratas y la administración universitaria están unidos para aplastar el movimiento por Palestina en las universidades. Pero el movimiento por Palestina no puede afrontar estos ataques solo ni entenderlos como ataques dirigidos únicamente contra Palestina. Los ataques de Trump contra el movimiento estudiantil por Palestina tienen como objetivo allanar el camino para atacar a la universidad, el derecho a la protesta y a todas las personas oprimidas y explotadas.

 

Debemos enfrentar estos ataques. Decir alto y claro: esto se trata de Palestina, se trata de la lucha continua contra la inversión de nuestras instituciones en Israel. Y también se trata de la financiación universitaria, la libertad de expresión y nuestro derecho a protestar. Trump está atacando al movimiento obrero, los derechos de las personas trans y a los estudiantes inmigrantes. Ataca a los investigadores y recorta la financiación. Vienen por todos nosotros, y todos debemos levantarnos en su contra. Debemos desplegar toda la fuerza del movimiento obrero y estudiantil para combatir estos ataques: debemos responder con toda la fuerza de los estudiantes, los trabajadores y la comunidad movilizada y organizada desde abajo.

 

Necesitamos que nuestros sindicatos se pongan de pie y comiencen a organizar la lucha desde abajo: contra las expulsiones, contra la represión, contra la censura, contra la desfinanciación de la universidad y por la presencia policial y de ICE fuera del campus. Los ataques al derecho de los estudiantes a protestar son un ataque al movimiento laboral, y debemos tratarlo como tal. Muchas universidades están sindicalizadas a través del UAW (Trabajadores del Automóvil Unidos). Ante estos ataques, necesitamos que las bases del UAW, como los trabajadores de la sección 4811 que se declararon en huelga por Palestina en la Universidad de California, obliguen a la dirección del UAW a tomar medidas para combatir la represión de Trump contra el movimiento estudiantil. Hasta ahora, los sindicatos han dicho y hecho poco, permitiendo que un sentimiento de miedo y pasividad se instale en las bases. Muchos, incluyendo el Congreso de Personal Profesional de CUNY (PSC, Federación Americana de Maestros -AFT-, sección 2334),organizan sus fuerzas para oponerse a las resoluciones de separar económicamente nuestros sindicatos de Israel, pero hacen poco por Palestina o para oponerse a este ataque represivo. Esto es inaceptable. El movimiento obrero es fuerte y poderoso y debe luchar con todas sus fuerzas. Que el UAW, en lugar de apoyar a Trump y sus aranceles reaccionarios, se levante y se defienda.

 

Los gobiernos estudiantiles deben alejarse de sus roles administrativos y apolíticos dentro de la universidad y convertirse en una fuerza de lucha para el movimiento estudiantil, oponiéndose a los ataques que están por venir y a los que ya han llegado.

 

El movimiento por Palestina debe luchar contra la represión, entendiendo que combatirla es fundamental para la lucha por la liberación de Palestina y que el destino del movimiento está ligado a la pelea contra todos los ataques de Trump. Para derrotar esta represión, necesitamos una indignación masiva: una campaña democrática que reúna a la mayor cantidad de personas posible para contrarrestar este ataque de la derecha. Basta de protestas separadas de los diferentes sectores del movimiento por Palestina: PYM, SJP, PSL, JVP y Within Our Lifetime deben unirse y marchar juntos contra estos ataques. También debemos llamar a los movimientos por los derechos de las personas trans, los derechos de los inmigrantes y los derechos laborales a que luchen junto a nosotros por los derechos de todos.

 

Si bien debemos plantear estas demandas a los líderes del movimiento, eso no significa que debamos esperar a que se organicen. Estas luchas no deben organizarse desde arriba, sino desde abajo: estudiantes, profesorado y personal juntos, organizándonos por departamento o campus para debatir lo que está sucediendo y crear espacios democráticos para diseñar estrategias de lucha. Debemos convocar asambleas del movimiento, que reúnan a la comunidad universitaria con la comunidad en general y los movimientos sociales, que, lejos de ocultar las diferencias políticas entre grupos, las expongan al tiempo que se oponen unidos a este ataque de la derecha. Debemos organizarnos en todos los campus, ya que los ataques se producen en todas las universidades, y crear espacios de organización democrática que debiliten las fronteras entre el campus y la comunidad, organizando una lucha amplia en defensa de la universidad. Organizarnos desde abajo también sumará a más personas a la lucha, y necesitamos de todos en esta pelea.

 

Al mismo tiempo, la mayoría de los administradores universitarios se someten a Trump, incluso cuando este ataca a la propia universidad. El intento de la burocracia universitaria de consentir los ataques sionistas para mantener un statu quo neoliberal en la universidad es un grave error de cálculo (incluso para sus propios objetivos), ya que las fuerzas de Trump no pueden ser reprimidas con la represión contra el movimiento palestino cuando su proyecto político es la destrucción del derecho a la protesta, de los sindicatos y de las instituciones de educación superior. Los recortes de 400 millones de dólares a Columbia que afectan a todos los estudiantes, profesores y personal docente son un ejemplo de ello.

 

La administración de la universidad no nos protegerá ni nos defenderá.

 

En este momento, debemos tener claro que debemos superar a estos administradores universitarios, que quienes dirigen la universidad están permitiendo que sea desmantelada. Debemos aprovechar esta oportunidad para explicar que nuestra lucha no es por el statu quo neoliberal, sino por una universidad diferente: una universidad pública y gratuita, gestionada por estudiantes, el profesorado, el personal y la comunidad, quienes actualmente defienden el movimiento palestino y la universidad. Necesitamos instituciones abiertas a todos y concebidas para la enseñanza, el aprendizaje y la investigación, no como una máquina de endeudamiento, mano de obra mal pagada e inversiones en genocidio. Mientras combatimos los ataques contra Trump, debemos proponer colectivamente una nueva visión de la universidad que necesitamos, una que nuestro movimiento, organizado democráticamente desde la base, pueda impulsar. Debemos dejar claro a Trump, así como a los demócratas y administradores universitarios que apoyan los ataques contra el movimiento por Palestina, que protestaremos, nos alzaremos e incluso lo silenciaremos —reiniciando la huelga política— para defendernos de las expulsiones, los encarcelamientos y las deportaciones de quienes participan en el movimiento por Palestina, de las expulsiones, la represión, la censura, la desfinanciación de la universidad y de la policía y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) fuera del campus. Seguiremos luchando contra las brutales políticas imperialistas de Trump en Palestina y para desinvertir en nuestras instituciones del genocidio. Unidos, podemos derrotar estos ataques y sentar las bases para luchar por más.

 

https://www.laizquierdadiario.com.ve/La-guerra-de-Trump-contra-el-movimiento-palestino-y-las-universidades-en-Estados-Unidos

 

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Infancias rotas, gobierno obtuso

Un trabajo arduo que hemos tenido que aprender a lo largo de los años es saber acompañar de la mejor manera a las mujeres indígenas que son víctimas de las violencias que se multiplican en la Montaña. Es un aprendizaje que requiere mucha sensibilidad, empatía y respeto. Requiere un gran cuidado para no revictimizarlas, implica tiempo para comprender el contexto que enfrentan y ante todo identificar los nudos de las violencias que la atrapan. Su extrema vulnerabilidad nos obliga a tomar con sumo cuidado y sigilo las realidades que más lastiman su dignidad. Tenemos que desmontar nuestros esquemas urbanos para adentrarnos al mundo comunitario, para entender mejor su situación económica y cultural. Son mujeres que no cuentan con redes de apoyo al interior de sus comunidades. No solo se sienten solas e indefensas, sino que sienten que su mundo se derrumba porque en las comunidades indígenas la palabra de las mujeres aún no es escuchada y atendida, porque los hombres monopolizan el poder y sus voces tienen más peso. Esta asimetría de poder debe ser tomada en cuenta, porque la situación de las mujeres es de extrema vulnerabilidad.

Recientemente una madre de familia del municipio de Metlatónoc denunció a su concuño que entró al cuarto donde ella duerme con sus pequeños hijos, aprovechando que su esposo se encuentra en Estados Unidos. Recuerda que era de madrugada cuando lo vio sentado en su cama. Le reclamó por qué se había atrevido a entrar. Él solo le comentó que no dijera nada. La esposa comunicó a su suegro y denunció el caso ante el comisario. En lugar de darle credibilidad a su dicho, a pesar de que el concuño aceptó que había entrado a su cuarto, las autoridades dijeron que no había pruebas de que la haya tocado o violado. En lugar de investigar los hechos descalificaron sus dichos y procedieron a imponerle una multa por difamar al concuño. En lugar de respetar su testimonio y tratarla como víctima, la sancionaron por atreverse a denunciar.

Lo más grave es que se han trivializado las denuncias de las mujeres y se ha normalizado la violencia que ejercen los hombres. Desde los espacios comunitarios padecen esta dominación: desempeñan el rol de sumisión, se les enseña a obedecer desde pequeñas y a realizar trabajos extenuantes en su infancia. Son las niñas las encargadas de cargar y cuidar a los hermanitos más pequeños. Tienen que ir al campo con sus mamás para acarrear el agua y cargar con las varas para la lumbre. Varias de ellas cuidan chivos, y esa actividad las absorbe porque tienen que cortar camino y arrear los animales para que no se escapen ni pierdan. Es muy común que por no cuidar bien los animales los padres las reprendan y les den algún golpe.

Las niñas son víctimas de maltratos sistemáticos de los hombres de la casa. No solo padecen estos maltratos, también crecen con el estómago vacío. Comen tortillas frías en el cerro y resisten los escabrosos caminos para llegar a medio comer a sus casas.   Se las ingenian para jugar en el campo: corren, se suben a los árboles, juegan a las escondidas, saltan la cuerda. Cuando son varias niñas también juegan a los encantados. En lugar de jugar con alguna muñeca tienen que asumir el cuidado de sus hermanitos que cargan sobre su espalda.

Son infancias truncas porque en las comunidades de la Montaña las niñas no tienen derecho a jugar, tampoco tienen acceso a la educación, a cultivarse en las artes y desarrollar su creatividad con las nuevas tecnologías. Padecen la desnutrición y son presas de las enfermedades gastrointestinales. Cuando son pequeñas sólo comen tortilla mojada con caldo de frijol y cuando crecen se alimentan con tortilla y sal. El agua la toman de los manantiales que la mayoría están contaminados por los agroquímicos que aplican a la milpa. Aprenden a dar sus primeros pasos sobre los pisos de tierra lo que provoca que varias niñas y niños coman tierra y que fácilmente ensucien su ropa que la usan por varios días. En los hogares es difícil contar con depósitos de agua porque las tuberías de agua están rotas.

Desde los 11 años, en algunas comunidades de la Montaña, los padres siguen practicando la costumbre de unir en matrimonio a sus pequeñas hijas. Es una decisión arbitraria que no toma en cuenta a su esposa y mucho menos le comparte esta idea a su pequeña hija. Simplemente el padre escucha ofertas de otros papás que tienen a hijos de la misma edad para llegar a un arreglo económico. En las últimas décadas hemos constatado que esta práctica del pago de la dote se trivializó con lo que hoy se conoce como la venta de las niñas. Los padres llegan a un acuerdo pecuniario. Se trata de precios altos que oscilan entre 200 y 300 mil pesos para firmar esta alianza entre sus menores hijos. Además de este pago tiene que haber fiesta, mucha bebida y suficiente comida. La música no puede faltar. Son gastos onerosos que endeudan gravemente a las familias que pagan por el precio de una niña.

La costumbre es que la desposada tiene que irse a la casa de los suegros y ahí tiene que trabajar en todos los quehaceres domésticos que la nueva suegra le ordene. La niña paga las consecuencias del dinero que entregaron a su papá y es tratada como una persona sin derechos. Se dedica a lavar la ropa de todos, a preparar el nixtamal, a moler la masa, y hacer las tortillas. También se va al campo para apoyar en todas las labores de la siembra y de la cosecha. Viaja con la familia a los campos agrícolas y todo lo que llega a ganar en cada jornada el dinero lo cobra el suegro. Ella simplemente es una empleada de su nuevo patrón.

No tiene voz y por lo mismo debe de soportar los maltratos, los golpes y las malas acciones de su esposo. Nadie puede defenderla, su destino es obedecer y soportar todos los desprecios y regaños. A los 12 años se embarazan y aún en estas condiciones no dejan de trabajar. De milagro sobreviven para dar a luz a su hijo en condiciones sumamente insalubres. La misma necesidad las obliga aprender a cuidar a sus bebés y a cargar con otra responsabilidad de la que el esposo se desentiende. Ser niña madre es un calvario que sufren por décadas sin que nadie se acerque para ayudarlas. Sufren en silencio, resisten en medio del dolor y se sobreponen a muchas adversidades.

Su destino es ser madre en la adolescencia y soportar las violencias que ejercen sus esposos, sus suegros, las suegras, los demás familiares de su esposo, la comunidad y las mismas autoridades. Es una montaña de agravios los que padecen las mujeres, nadie se coloca de su lado y más bien todas las señalan como las que no trabajan y que gastan mucho. Su misma familia se desentiende de ella, su padre no puede decir nada porque recibió mucho dinero y no tiene el derecho a reclamar nada.

Las autoridades de los tres niveles de gobierno son cómplices de estas tragedias. No hay formas de revertir este sistema patriarcal en un contexto de extrema pobreza donde las instituciones del Estado están ausentes. Es una desolación atroz que nadie se interesa en conocer y mucho menos apoyar. Dejan que las mujeres se desangren y mueran sin que nadie salga en su defensa. Las autoridades de los municipios en lugar de proteger a las mujeres que hacen un gran esfuerzo para ir a denunciar los delitos que padecen, la misma síndica o síndico se encarga de regañarlas y las obligan a regresar con sus maridos.

Lo insólito es que por levantar un acta que atenta contra sus derechos y que revictimiza a las mujeres, les cobran 500 pesos para firmar el documento que legitima la violencia de los hombres. Son las mismas mujeres las que se han revelado y atrevido a denunciar la violencia de sus maridos ante el Ministerio Público de Tlapa, sin embargo, este esfuerzo las revíctimiza porque no las atienden, cuestionan sus dichos y regularmente le dan la razón al agresor, a cambio de dinero.

Es inconmensurable todo lo que padecen las mujeres para alcanzar la justicia del Estado. Muchas de ellas se han regresado a sus domicilios porque no son atendidas. Su atrevimiento tiene consecuencias funestas porque al regresar a sus hogares, el marido se ensaña para golpearlas y matarlas.

Los feminicidios en la Montaña se han incrementado por esta inacción del Estado; por su ausencia en las comunidades; por su complicidad con los agresores; por vender la justicia al mejor postor; por tratar a la mujer como un ser inferior; por no darle crédito a su palabra; por darle un trato discriminatorio y por pisotear sus derechos y sepultar sus sueños de vivir dignamente.

Esta lacerante realidad nos obliga a levantar la voz y denunciar estas atrocidades cometidas contra las mujeres indígenas. Las madres y niñas requieren un compromiso serio de las autoridades. Sus acciones son obtusas, inmediatistas y para salir del paso. En lugar de llegar a las comunidades más recónditas, para ser un gobierno de territorio, se siguen implementando acciones que reproducen los vicios añejos del burocratismo. Las prácticas insolentes y corruptas se siguen reproduciendo como hace 5 décadas en las fiscalías del estado. La discriminación y el racismo contra las mujeres indígenas es una práctica acendrada en las dependencias gubernamentales, las niñas lo padecen a flor de piel.

Fuente de la información e imagen:  https://www.tlachinollan.org

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Entrevista a: Lev Moujahid Velázquez: La reforma al ISSSTE no cambia nada: CNTE

Texto: Camilo Ocampo

Foto: Damián Sánchez / Cuartoscuro

Luego de un decreto presidencial que busca la implementación de una nueva reforma a la Ley del ISSSTE, el sector magisterial ha comenzado a movilizarse, ya que la reforma aún no resuelve demandas históricas para los profesores. ¿Qué exige la Coordinadora? Aquí te contamos.

CIUDAD DE MÉXICO. – Desde el 7 de febrero, diversas secciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se han movilizado en todo el país en contra de la reforma a la Ley del ISSSTE. La CNTE advierte que esta iniciativa no deroga el espíritu neoliberal de la reforma de 2007 y, en cambio, sigue afectando a los trabajadores del magisterio.

La propuesta actual, promovida por el gobierno federal, incluye medidas como la creación de un fondo para vivienda y la reestructuración de créditos, pero omite mecanismos claros de financiamiento y mantiene esquemas de privatización en las pensiones. Algo que la Coordinadora ya había criticado desde el sexenio de López Obrador.

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Pese a que la reforma enviada por la presidenta, Claudia Sheinbaum, se encuentra estancada en la Cámara de Diputados, las movilizaciones continúan. Las diferentes secciones de la CNTE siguen sin bajar la guardia, argumentando que el proyecto mantiene los ejes problemáticos de la ley anterior.

En entrevista para Pie de Página, el profesor de telesecundaria e integrante de la Sección XVIII de la CNTE, Lev Moujahid Velázquez, explica las demandas principales de los profesores a nivel federal:

«Pese a que esta reforma promete construir viviendas —ya no solo ofrecer créditos para comprar en el mercado—, beneficiar a acreditados y rescatar al ISSSTE, lo que no se nos dice es ¿cómo se va a financiar? Nos están endosando la deuda», señala.

No solo es lo que dice, sino lo que no dice

De acuerdo con el profesor Lev, en esta nueva reforma es crucial analizar tanto lo que se incluye como lo que se omite, pues «algo que no contiene es la restitución del sistema público de pensiones bajo un régimen solidario. La ley del ISSSTE privatizó los fondos, trasladándolos a cuentas individuales administradas por la banca privada. Esto permitió que los sectores financieros cobraran comisiones altas y manipularan los ahorros de los trabajadores —reflexiona».

El profesor se refiere a la reforma de 2007, aprobada con un madruguete legislativo, que trasladó el régimen de jubilación a cuotas individuales, trasladando la carga económica a los trabajadores.

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Además, Velázquez señala una deuda histórica no resuelta: el cálculo de pensiones mediante Unidades de Medida y Actualización (UMAS) en lugar de salarios mínimos. Explica que, cuando el gobierno federal anunció incrementos sustanciales al salario mínimo en 2007, previó que esto afectaría sus obligaciones con los pensionados:

«Cambiaron el cálculo a UMAS para evitar que los aumentos al salario mínimo se reflejaran en las pensiones. Las UMAS no crecen al mismo ritmo, lo que reduce progresivamente el poder adquisitivo de los jubilados».

Las trampas de la reforma

Otro problema, agrega el docente, es que las pensiones de los retirados disminuyen mientras los salarios activos aumentan. «A mí me parece una trampa muy dolosa», afirma.

Respecto a la tabla de jubilación, Velázquez recuerda que antes los trabajadores podían retirarse tras 27.5 años de servicio (mujeres) o 29.5 años (hombres). La reforma de 2007 elevó la edad mínima a 54 años, incluso si se cumplen los años de servicio.

Esa, asegura el docente, «es otra deuda de administraciones pasadas y actuales». Y critica:

«Se comprometieron a resolverlo en la mañanera, pero es una traición al sector educativo».

Durante las protestas, los profesores también han enfrentado narrativas que los tachan de desinformados o reacios al progreso. Frente a esto, Velázquez es enfático: «Gobierne quien gobierne, los derechos se defienden».

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Plan de lucha

Como parte de su estrategia, la CNTE anunció una jornada de lucha que incluye:

  • Protesta nacional el viernes 7 de marzo.
  • Paro de 72 horas en todo el país.
  • Asamblea nacional el sábado 22 de marzo para evaluar un paro indefinido.

La reforma al ISSSTE, que teóricamente busca modernizar el instituto, se topa con un magisterio organizado que exige la reversión de las políticas privatizadoras y el cumplimiento de promesas históricas.

Fuente de la información e imagen:  https://piedepagina.mx

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Senado de EEUU confirmó a Linda McMahon para encabezar el Departamento de Educación

El Senado votó el lunes para confirmar a la exejecutiva de lucha libre Linda McMahon al frente de la educación de Estados Unidos, un departamento que el presidente Donald Trump ha prometido desmantelar.

McMahon enfrentará la tarea de cerrar el Departamento de Educación y a la vez incrementar las labores para implementar la agenda de Trump. Ya el presidente republicano ha firmado órdenes amplias para eliminar los programas de defensa de la diversidad y las adaptaciones para estudiantes transgénero en las escuelas de Estados Unidos, y también ha solicitado la expansión de los programas para elegir escuela.

Al mismo tiempo, Trump ha prometido cerrar el departamento y ha dicho que quiere que McMahon “haga lo necesario para quedarse sin trabajo”.

El Senado votó para confirmar a McMahon con 51 votos a favor y 45 en contra.

McMahon, una multimillonaria de 76 años y exdirectora general de la empresa de lucha libre World Wrestling Entertainment (WWE), es una selección poco convencional para el cargo. Pasó un año en la junta estatal de educación de Connecticut y desde hace tiempo es fideicomisaria en la Universidad del Sagrado Corazón, pero por lo demás tiene poca experiencia en liderazgo educativo tradicional.

Los partidarios de McMahon la consideran una ejecutiva hábil que reformará un departamento que los republicanos dicen ha fracasado en mejorar la educación en Estados Unidos. Los opositores argumentan que no está calificada para el cargo, y temen que sus recortes presupuestarios repercutan sobre los estudiantes de todo el país.

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Senado de EEUU confirmó a Linda McMahon para encabezar el Departamento de Educación

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