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La educación alternativa en Bolivia

Por: Noel Aguirre Ledezma

Con seguridad alguien preguntará, ¿a qué nos referimos por Educación Alternativa? En principio, téngase en cuenta que sus orígenes se encuentran en la educación previa a la colonia, en la “educación natural”; también es parte de las luchas sociales por el derecho a la educación, por ejemplo: escuelas indigenales, Escuela Ayllu de Warisata y propuestas planteadas para transformar el mundo escolarizado desde las organizaciones sociales, comunitarias e indígenas.

La Educación Alternativa (EA), además de un enfoque, según la Constitución Política del Estado (CPE) y la Ley de la Educación 070 es un subsistema del Sistema Educativo del Estado Plurinacional que determina: “El Estado y la sociedad tienen tuición plena sobre el sistema educativo, que comprende la educación regular, la alternativa y especial, y la educación superior…” La EA es una estrategia fundamental para hacer efectivos mandatos como: “Toda persona tiene derecho a recibir educación…” (CPE, art. 17), la educación boliviana “es única, diversa y plural…” (Ley 070, art. 3) o “el Estado, a través del sistema educativo, promoverá la creación y organización de programas educativos a distancia y populares no escolarizados, con el objetivo de elevar el nivel cultural y desarrollar la conciencia plurinacional del pueblo.” (CPE, art. 90) En resumen, la EA es parte de la construcción de un Estado que garantiza el derecho a la educación, es la expresión de la pluralidad de la educación y está llamada a hacer efectiva la educación no escolarizada, además de dar respuestas a las expectativas del pueblo.

La estructura organizativa de la EA comprende las áreas de Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA) y Educación Permanente (EP). A su vez, la EPJA desarrolla procesos de formación humanística, técnica y humanística-técnica, mientras que la EP trabaja en la formación de líderes comunitarios, educación técnica comunitaria y fortalecimiento de organizaciones populares y sociales. Los niveles de formación de la EPJA abarcan la primaria y junto a ella la alfabetización y posalfabetización, y la educación secundaria; mientras que la educación técnica puede ser a nivel de técnico básico, auxiliar y medio. Cuenta con dos programas, el Centro Plurinacional de Educación Alternativa a Distancia (Cepead) que ofrece formación a bolivianos que viven más allá de nuestras fronteras y el Sistema Plurinacional de Certificación de Competencias (SPCC) que reconoce capacidades aprendidas en la vida diaria, trabajo y acciones comunitarias. La EA está en permanente adecuación de sus propuestas en función de las expectativas de la población.

En estos tiempos, al igual que el conjunto del sistema educativo, la EA está retada a reafirmar su naturaleza y enfoques, así como a repensar sus horizontes sabiendo leer las lecciones y experiencias de su historia. La EA definitivamente tiene que dejar de ser sustitutiva y remedial a los resultados de los otros subsistemas, tiene que afirmarse en el mandato que le señala la Ley 070, artículo 17, al referirse a sus objetivos: “Democratizar el acceso y permanencia a una educación adecuada en lo cultural y relevante en lo social…” Tiene que ser de veras: Alternativa, una opción de calidad, con pertinencia y relevancia propia a su naturaleza. La EA tiene que consolidarse como Educación Popular y Comunitaria, porque es una educación transformadora y liberadora comprometida con los movimientos sociales, populares e indígenas y por sus metodologías participativas y dialógicas. Tiene que ser inclusiva, porque reconoce la diversidad y se adecúa a las expectativas de la población. Tiene que ser una educación a lo largo y ancho de la vida, lo que supone adecuar su propuesta pedagógica, curricular y de gestión a la diversidad de edad y los distintos grupos poblacionales. Con prioridad tiene que ser una educación productiva vinculada al territorio, centros de producción, cultura y formas de organización sociales. Tiene que generalizar el reconocimiento y homologación de saberes y conocimientos desarrollados en la vida diaria. Decididamente tiene apartarse de la educación escolarizada y aproximarse más a la educación no escolarizada, popular, permanente y comunitaria. La EA tiene que construir la educación en, de y para la vida.

https://www.la-razon.com/voces/2023/09/01/la-educacion-alternativa-en-bolivia/

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La hegemonía anglófona en la ciencia

Por: NOEL AGUIRRE LEDEZMA

Tenemos que trabajar intensamente en la producción y socialización de los saberes y conocimientos

Según la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI, 2023), “en el espacio iberoamericano convergen dos lenguas de origen común, el español y el portugués, con amplia proyección y diferenciación internacional: que juntas representan una comunidad de 850 millones de hablantes repartidos por cuatro continentes, con especial presencia en América, África y Europa. Según las estimaciones demográficas de las Naciones Unidas, el español y el portugués alcanzarán cerca de 1.200 millones de hablantes a mediados del siglo XXI.” Es más, la presencia de estos idiomas en el espacio digital es bastante espectable, “siendo actualmente el español la 3ª lengua en Internet tras el inglés y el chino, y el portugués la 5ª.” No solo eso, sino que, desde una perspectiva geopolítica, la proximidad lingüística y cultural del español y portugués, además de afirmarlas como lenguas globales las posiciona en el mundo con grandes potencialidades. Sin embargo, existe una problemática que debe preocuparnos, “solo un 1% de la producción científica indexada globalmente se publica en estos dos idiomas. Es más, el 96% de los científicos portugueses, el 91% de los mexicanos, brasileros o españoles y más del 80% de los colombianos, argentinos o peruanos publican en inglés…” (Ruiz Juan José, 2021)

De acuerdo con un estudio encargado por la OEI y el Instituto Elcano a Ángel Badillo (2021) sobre el portugués y español en la ciencia, “la hegemonía del inglés como lengua vehículo de la ciencia es apabullante”. A manera de ejemplo, recurriendo a información proporcionada por el mencionado estudio, el 90% de los trabajos científicos publicados en la Web de la Ciencia (WoS, por el inglés), en los últimos 20 años, están escritos en inglés. Nótese que la plataforma WoS, previo pago, por internet brinda acceso a múltiples bases de datos que contienen información de revistas académicas, actas de congresos y otros documentos académicos. Esta tendencia desplaza las lenguas propias a favor del inglés “con las preocupantes consecuencias que ello genera para la vitalidad de las lenguas, la diversidad lingüística del campo científico y académico y el acceso al conocimiento.” Así surge el supuesto, que termina en convencimiento, que el conocimiento basado en el método científico debe ser, en el mejor de los casos, en idioma inglés.

Lea también: CETHA con ‘C’ y ‘TH’

Este panorama nos plantea muchos interrogantes: La hegemonía del inglés en el manejo de la ciencia, ¿es otra forma de la división de roles en la producción de conocimientos científicos?, ¿mientras unos producen conocimiento científico otros deben restringirse a consumirlos? Los países cuyo idioma oficial no es el inglés, ¿no producen conocimientos científicos?, ¿deben adecuarse a las condiciones definidas por quienes asumen estos roles hegemónicos? El predominio del inglés, ¿qué efectos tiene en la valoración de los otros idiomas, la diversidad lingüística del campo científico-académico y el acceso, producción y socialización del conocimiento? Ante esa situación, ¿qué acciones debemos desarrollar para facilitar el acceso, producción y socialización del conocimiento?, ¿erigimos barreras que protejan nuestros idiomas o generamos la inclusión y pluralidad en el mundo de la ciencia?, ¿qué rol deberían tener los sistemas educativos? Más allá de los lamentos proteccionistas, ¿qué políticas lingüistas y científicas debemos generar en la región? Con relación a los pueblos indígenas, ¿qué efectos y perspectivas tienen sus idiomas respecto a la ciencia?

No tiene sentido “desgarrarse las vestiduras” ni solo protestar. Tenemos que trabajar intensamente en la producción y socialización de los saberes y conocimientos, intensificar la formación en capacidades vinculadas a la ciencia, crear y potenciar centros de investigación, fomentar con mayor énfasis la investigación aplicada, promover el diálogo interciencias entre lo social y económico, entre el saber y el conocimiento universal con el local, comunitario y popular, incrementar las inversiones para la innovación, investigación y desarrollo científico, resignificar desde nuestra cosmovisión lo que se comprende por ciencia. Y, fundamentalmente, valorar nuestros idiomas, como el español, portugués y de los pueblos indígenas en la perspectiva de garantizar la valoración de la diversidad y promover el acceso universal al conocimiento. Al final de cuentas, el conocimiento —en todas sus expresiones— es de toda la humanidad y es un derecho de todos.

(*) Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia

Fuente de la información:  https://www.la-razon.com

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‘Leer’ los sentidos de la lectura

Desde 1995, por decisión de la Unesco, recordando la muerte de tres grandes de la literatura universal: William Shakespeare, Miguel de Cervantes e Inca Garcilaso de la Vega, el 23 de abril se conmemora el Día Internacional del Libro y está orientado a “promover el disfrute de los libros y de la lectura”. A propósito de ello, distintas organizaciones e instituciones del mundo se movilizan con distintas actividades que resaltan la importancia de los libros, la lectura y los derechos de autor. Sin embargo, no solo queda celebrar esta fecha sino leer los tiempos y contexto para comprender los sentidos de la lectura en el siglo XXI.

En principio, en los tiempos actuales sigue latente la naturaleza de ser social de todas y todos los humanos. Lo que afirmaba Aristóteles, filósofo griego, nacido en el año 384 a.C., “el hombre es un ser social por naturaleza”, está vigente. Cada ser humano “es” en tanto “co-es”, cada uno se desarrolla en su individualidad a la par que realiza su convivencia social. Es más, desde la cosmovisión de nuestras culturas originarias del Abya Yala, estos planteamientos adquieren un sentido mucho más amplio. Por ejemplo, el suma qamaña (en aymara), el “vivir bien” (en castellano), “es fundamentalmente un con-vivir armónico del género humano con su entorno natural, el mundo espiritual y las futuras generaciones” (Uraqui), a decir por Xavier Albó, “qamaña es vivir, morar, descansar, cobijarse y cuidar a otros”, mientras suma puede ser entendido como “bonito, hermoso, agradable, bueno, amable”. Las y los humanos somos seres sociales, nos realizamos mientras vivimos en comunidad y armonía con nuestro entorno social y natural. Si es así, en tiempos actuales, ¿qué necesitamos?: Comunicarnos. Y, ¿qué necesitamos para comunicarnos? La palabra, la lectura, la escritura. La lectura y la escritura, en tiempos remotos y actuales, son de naturaleza profundamente humana y comunitaria.

Pero ¿la lectura es la misma en el tiempo?, ¿qué significa leer en el siglo XXI? El modo de leer se está transformando significativamente, está determinado por un súbito incremento de “medios y formatos dispares de comunicación, tanto analógicos como digitales” (Montesinos, 2014) La paradoja es que el mundo está cada vez más “letrado” (pregúntese, en estos momentos, ¿cuántos están pegados a su celular leyendo?), hasta podríamos decir leemos más, ahora tenemos que referirnos al texto impreso y en versión digital. Sin embargo, comienza a dominar el gusto por el texto corto acompañado por la imagen, lo peor es que desde esa referencia se comienzan a crear “corrientes de opinión” y hasta de acción. Está claro que, en esta época, antes de preguntarnos por “cuántos libros leemos” también debemos preocuparnos por la lectura comprensiva y crítica, por tanto, que los textos tengan consistencia y coherencia. En estos tiempos no es suficiente leer el significado literal de las palabras, hay que saber inferir y comprender los sentidos de los textos, así como entender la cosmovisión y la posición del autor del texto y su entorno en diálogo con la mirada del lector.

Además, como dice Jorge Luis Borges, “el verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”; no se lee por una orden, mandato o nota, se lee por placer, por decisión propia. Por lo tanto, la lectura no se realiza únicamente en el ámbito escolarizado, sino en la vida misma. “En este sentido, llevar la lectura más allá de las bibliotecas y de los espacios de formación formales y no formales, vale decir, democratizar la lectura y reivindicarla como acto social y cultural, es una tarea que se vuelve urgente.” (IBERLectura, OEI) Es más, como menciona el escritor mexicano Juan José Arreola: “Si no lees, no sabes escribir; si no sabes escribir, no sabes pensar”, la lectura y la escritura son la vida misma.

Por todo ello, la lectura, conjuntamente la escritura, es un derecho de todas y todos los seres humanos y una condición necesaria para el ejercicio de los demás derechos, también es una habilidad necesaria para el desarrollo de capacidades en y para el siglo XXI, así como para el desarrollo integral de las personas y la sociedad. Lo que queda es leer el texto y el contexto. En palabras de Paulo Freire, “el acto de aprender a leer y escribir debe partir de una comprensión muy amplia del acto de leer el mundo, algo que los seres humanos hacen antes de leer las palabras.” ¿Leeremos el mundo y la palabra en el siglo XXI?

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo.

Fuente de la información:  https://www.la-razon.com

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Educación y tecnología en tiempos de crisis

Por: Noel Aguirre Ledezma*

A raíz de las últimas determinaciones del Ministerio de Educación de Bolivia, una temática estará de moda en el próximo año: “currículo”. Nos referimos concretamente al “Currículo Actualizado del Sistema Educativo Plurinacional” que, según las disposiciones oficiales, será implementado desde la gestión 2023. Ya verá usted, los temas referidos al currículo serán motivo de debate público. Es bueno que sea así, siempre y cuando se cuente con opiniones cuya base son análisis sistemáticos, argumentaciones bien planteadas y propuestas factibles. Es de esperar que el currículo no sea reducido a adhesiones y rechazos “en automático” y por pura actitud reactiva.

La temática da para amplias y profundas reflexiones, me hago parte de ello con unos primeros temas que pretenden contribuir a comprender de qué estamos hablando.

Para comenzar, como señalan Abraham Magendzo (1987) y otros estudiosos, el currículo es el “resultado de un proceso de seleccionar y organizar la cultura”. Si cultura es básicamente toda expresión del quehacer humano, cuando se formula el currículo se toman decisiones acerca de qué expresiones son prioritarias. Por tanto, la selección de la cultura no es un proceso azaroso y neutro, sino intencional, que compromete una visión de educación, ser humano y sociedad. Supone “un proceso de búsqueda, negociación, valoración, crecimiento y confrontación entre la cultura universal y la cultura de la cotidianidad… entre la cultura de dominación y la cultura dominada” (Magendzo, 2019). El currículo, al ser selección de la cultura, es el posicionamiento ante los problemas que aquejan a nuestra sociedad en el presente y que, posiblemente, se agudizarán aún más en el futuro, se traduce en el dilema: ¿adecuarse o transformar la realidad? La respuesta a este dilema, por supuesto, dará sentido al currículo.

Por otro lado, el currículo debe ser entendido desde su enfoque integral-holístico. En principio, el currículo vincula la política educativa con la práctica educativa; las determinaciones de los documentos normativos- constitutivos, la concepción de educación y el modelo educativo con los procesos que ocurren en las unidades educativas y el aula; así como la pedagogía con la didáctica. El currículo no es un fin en sí mismo, responde a una concepción de educación, ser humano y sociedad. Los educadores además de ser diseñadores y aplicadores del currículo fundamentalmente son pedagogos. Asimismo, los componentes del currículo (principalmente: objetivos, contenidos, metodología y evaluación) deben tener armonía en sus enfoques, por ejemplo, si la metodología es activa y participativa, la evaluación no puede ser un proceso pasivo que apenas involucra a los estudiantes en la toma de decisiones. Entonces no es suficiente discutir contenidos o temas, es necesario analizar la coherencia con la orientación y características del resto de los componentes.

El enfoque integral-holístico del currículo también nos recuerda que el éxito o fracaso del currículo está directa y recíprocamente vinculado con otros elementos que le son complementarios. De no existir, entre otros aspectos: una buena lectura de la situación de la realidad actual y futura, así como sobre la lógica de la construcción de los conocimientos; una clara definición de la concepción de educación, ser humano y sociedad; el acompañamiento y el aporte en los procesos formativos de las familias y otros miembros de la comunidad educativa; coherencia con las normas constitutivas y los planes de desarrollo; valoración de la identidad cultural y comprensión de las condiciones de la población; maestros debidamente formados y comprometidos con los cambios; el diseño y desarrollo del currículo —aun si están bien redactados— al final de cuentas, no mejorará los aprendizajes. Entonces, si bien hay que cuidar del diseño y desarrollo del currículo, simultáneamente hay que prestar atención a los demás elementos, con prioridad a la formación y desempeño de los maestros, puesto que, desde el punto de vista metodológico, son actores clave para la transformación del currículo.

Finalmente, asumiendo que los cambios tienen que seguir el ritmo de las transformaciones que se producen en la realidad, el currículo debe ser ajustado en un tiempo máximo de cinco años. Por esas razones, ya mismo, se debe constituir una comisión que prevea futuros ajustes en el currículo, en este caso, no solo para actualizar sino para transformar el currículo.

*Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.

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Infoxicación, desinformación y lectura

Por: Noel Aguirre Ledezma

Hace unos años, conseguir determinada información especializada y relativamente actualizada realmente era una aventura, ni qué decir cuando era “un trabajo de investigación” solicitado por docentes. Las bibliotecas, los préstamos de compañeros de estudios, las fotocopias e inclusive el recorte de un periódico eran los medios que ayudaban a conseguir el texto buscado.

En la actualidad, de esa “pobreza” de información pasamos a la sobresaturación. Principalmente como efecto de la red de internet, podemos acceder a una infinidad de libros, videos, charlas, blogs, etc., además al instante y desde cualquier lugar. Como dice Daniel Cassany (2021), “hemos pasado en muy poco tiempo de una falta de recursos a una sobresaturación o incluso infoxicación.

Hoy el problema no es acceder a la información sino lo contrario: la infoxicación (información + intoxicación). De golpe hemos tenido que lidiar, sin formación, con el problema de saber elegir lo más fiable y útil entre todo lo disponible.”

Además, en el contexto actual, la desinformación ha cobrado mayor influencia en nuestras vidas. Por ejemplo, crear una “nueva” narrativa y hasta imaginarios, procurando que el mensaje cale en la sociedad para hacer creer una realidad desde la interpretación de hechos y argumentos — aún sean distorsionados— es un mecanismo cada vez más común en estos tiempos. Hoy, desde nuestros territorios locales, con la red, nos suponemos “ciudadanos del mundo”, creemos conocer y admirar cierta región, personaje público o hecho social, es más, en lo cotidiano, día a día, vemos la novela producida en el otro extremo del planeta y comenzamos a copiar comportamientos, pero no nos preguntamos qué ideologías, culturas y situación social están por detrás de esta información. Por otro lado, estamos en un mundo donde cualquiera puede publicar lo que quiera, con medios reducidos. “Vivir en un mundo con libertad de expresión genera toda esta sobresaturación de basura y engaños que debemos aprender a gestionar.” (Cassany, 2021) Esta situación está marcada por los medios mediáticos; Gérard Imbert, en 2004, manifiesta: “La televisión (lo mismo se puede decir de otros medios masivos) no refleja el mundo, no reproduce la realidad, sino que genera un doble de la realidad que vale más que el original”.

En todo este panorama, además hay que tener en cuenta que “La inmersión de las tecnologías (las TIC) en la vida cotidiana ha generado la integración y convergencia de nuevos medios, lenguajes y entornos de comunicación y aprendizaje; la información aumenta y se transforma a gran velocidad; los contenidos se vuelven más complejos y cada día aparecen nuevos soportes, contenidos y formatos textuales. En esta transformación hay un proceso que se ha modificado: la lectura.” (Márquez y Valenzuela, 2018)

Se modifica la lectura, pero la capacidad de leer se mantiene sin cambios. Las constataciones de distintos estudios y de carácter empírico ponen en evidencia que parte de la población tiene pocas habilidades lingüísticas, dificultades en inferir el sentido de los textos y escasa capacidad crítica. Eso explica por qué ante situaciones críticas, antes que los argumentos sólidos priman los puntos de vista subjetivos y dogmáticos. Por supuesto, esta situación incide en construcción de una sociedad democrática y participativa, además en el desempeño como estudiante o en funciones laborales. Ante estas circunstancias, una “respuesta educativa posible es la necesidad de formar a una ciudadanía autónoma y democrática que tenga habilidades críticas de lectura, escritura y pensamiento”. (Cassany, 2003)

Estos son tiempos en los que la lectura no es un asunto solo de la escuela, es del conjunto de la sociedad. Tenemos que fortalecer nuestros hábitos de lectura para que se realice por propia iniciativa y gusto, que vaya pasando de leer desde el significado literal (leer las líneas) a deducir e inferir los textos (leer entre líneas) para transcurrir al plano de la lectura crítica, comprender la cosmovisión, ideología, intención y posición del autor del texto y su entorno (leer detrás de las líneas). Tenemos que leer para comprender y pensar críticamente. “Leer no es solo un proceso psicobiológico realizado con unidades lingüísticas y capacidades mentales. También es una práctica cultural insertada en una comunidad en particular, que posee una historia, una tradición, unos hábitos y unas prácticas comunicativas especiales.” (Cassany, 2006)

¿Sabemos leer?

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com

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Educación es vida

Por: Noel Aguirre Ledezma

 

Paulo Freire, uno de los más grandes educadores de América Latina y el Caribe, en el libro El grito manso dice que las personas “somos seres históricos que se hacen y rehacen socialmente” y “en cuanto seres históricos, somos seres incompletos, inacabados o inconclusos”. Además, a diferencia de otro ser vivo, “conseguimos hacer de nuestra existencia algo que es meramente vivir” y es en este momento que nos “sabemos que somos inacabados, en esta radicalidad de la experiencia humana reside la posibilidad de la educación. La conciencia del inacabamiento… (es) lo que llamamos la ‘educabilidad del ser’. La educación es entonces una especificidad humana”. También señala que los seres humanos constantemente estamos “leyendo el mundo”, es decir que “Muchos siglos antes de saber leer y escribir, los hombres y las mujeres han estado ‘inteligiendo’ el mundo, captándolo, comprendiéndolo… Esa capacidad de captar la objetividad del mundo proviene de una característica de la experiencia vital que nosotros llamamos curiosidad. La curiosidad es, junto con la conciencia del inacabamiento, el motor esencial del conocimiento.” Es más, “la curiosidad nos empuja, nos motiva a develar la realidad a través de la acción.” Es un “movimiento constante de búsqueda” que necesariamente está ligada a la esperanza, por lo que los seres humanos “son esperanzados, no por obstinados, sino como seres buscadores. Es la condición del buscar humano: hacerlo con esperanza. La búsqueda y la esperanza forman parte de la naturaleza humana.” La esperanza no supone “esperar que las cosas ocurran”, es un compromiso y militancia con la rebelión, emancipación y liberación, se trata de construir el realismo esperanzado y crítico que “es un imperativo existencial e histórico necesario, pero no suficiente. La esperanza sola no transforma el mundo, pero no es posible prescindir de ella si se quiere cambiarlo.”

Estas reflexiones tienen un corolario con otro planteamiento de Paulo Freire, esta vez en su libro Pedagogía de la autonomía, en el que manifiesta: “En verdad, el inacabamiento del ser o su inconclusión es propio de la experiencia vital. Donde hay vida, hay inacabamiento.”

Asumiendo los planteamientos de Freire, la educación es propia de la especificidad humana, de tener conciencia que somos seres inacabados y como tal estamos en constante búsqueda del sentido de nuestras vidas y en permanente construcción de esperanzas críticas y emancipadoras. Parafraseando, donde hay vida, hay conciencia y ética de las y los humanos que somos seres inacabados, hay búsqueda y esperanza, hay educación.

Entonces, ¿tiene algún sentido seguir pensando que la educación es sinónimo de escuela? La escuela no supone solo la educación primaria sino el espacio formativo donde hay cronogramas y horarios establecidos, currículo previamente definido, un maestro que enseña y estudiantes que aprenden, evaluaciones y calificaciones que son de dominio del profesor, etc. Estas “escuelas” existen en la primaria, secundaria, universidad e inclusive en instituciones que dicen ofrecer una “educación de alta tecnología”. La educación es mucho más que escuela, más en los tiempos actuales. La educación se realiza en el sistema escolarizado y también en los hogares, en el taller, en los lugares de siembra, por medio de los medios de comunicación, las redes sociales, los amigos del barrio, cuando cultivamos deportes o artes. La educación puede ser formal y también permanente, popular y comunitaria, está en todos los espacios de la vida. Es parte de la dinámica de las sociedades que se construyen y deconstruyen permanentemente, depende en gran parte de su “lectura del mundo”, su accionar y de todo lo que hagan los actores involucrados para reproducir o transformar la sociedad.

La educación es a lo largo y ancho de la vida. Se puede y debe aprender en cualquier edad, y se realiza en todos los contextos de la vida y a través de distintas modalidades y medios. Reconoce, valora y desarrolla procesos formativos pertinentes a la diversidad de la población, sea por criterios de género, capacidad, contexto socioeconómico, identidad cultural, etc.

La educación es el “latido” de la sociedad, mientras haya vida habrá educación. Implica, en consecuencia, cambios profundos en la manera convencional de entender y organizar la educación, la política y práctica educativa, así como la transformación de la educación. Es una invitación a asumir derechos y también responsabilidades.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com

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Opinática

Por: Noel Aguirre Ledezma

Unos años atrás, mientras realizaba un trabajo con un pequeño grupo de investigadores, a solicitud de un medio de comunicación nos tocó prepararnos para un debate público sobre la situación y proyecciones de la educación. Todos los miembros del grupo, afanados, comenzamos a organizar nuestra participación en el desafiante debate, en medio de eso, una de las compañeras del grupo, casi como advertencia nos dijo “nada de opinática”. ¿Opinática?, nos preguntamos todos. Al final, la pregunta se dirigió a la compañera: “¿Qué quieres decir con opinática?” “Nuestra participación no debe ser de memoria como hacen algunos que emiten opinión con escasa información y conocimiento sobre el tema, como aquellos que creen que es de su dominio porque oyeron algunos comentarios en un informativo”, nos explicó.

A propósito del tema en cuestión, entre lo poco escrito, Elena Jiménez (2017) dice: “…cuando menciono la ‘opinática’ (me refiero) a ese arte que practicamos en las empresas de opinar sobre cualquier tema, sin ningún pudor, y sin ruborizarnos. Temas de los que, por supuesto quizá solo tenemos escasos conocimientos y poca información, y en los que no nos molestamos en profundizar ni analizar…” A su vez, José Manuel Hernando (2017) señala que “… por opinática entendemos un proceso de diagnosis basado en percepciones, sin haberlas contrastado por ningún tipo de método analítico o científico. Es decir, el famoso ‘pues yo opino que…’”

En tiempos que existen una serie de temas en debate y en ciertos espacios comunicacionales aparecen supuestos analistas, seguramente nos damos cuenta que muchos personajes solo hacen opinática. No se intenta evitar que se emita opinión, sino que prestemos mayor atención a aquellos temas que tienen tal trascendencia que si son tratados con superficialidad y escaso conocimiento pueden tergiversar la realidad e inclusive constituirse en detonantes de problemas sociales. En suma, se trata de respetar al conjunto de la población, de compartir información veraz y fundamentalmente que se proceda con alto sentido ético y responsable para que se contribuya al diálogo de posiciones divergentes, favoreciendo al desarrollo de una democracia participativa y comunitaria, así como a la convivencia.

Para que se dejen de tratar temas de trascendencia social solo desde la opinática es necesario que, fundamentalmente, analistas y quienes ocupan niveles directivos sean responsables con la población y se preocupen de recopilar, analizar y comparar información para sustentar su opinión en el marco de la ética y la responsabilidad. No es que se quite el derecho a la opinión, sino que se eleve la capacidad de análisis y pensamiento crítico de los distintos grupos poblacionales independientemente de su nivel académico.

También es necesario que los que facilitan medios de comunicación para difundir información eviten hacer aparecer a “analistas u opinadores” solo por intereses grupales o sectarios. El respeto a la población y la valoración de las preocupaciones y expectativas del conjunto de la sociedad exigen que dejemos de favorecer a quienes solo hacen opinática. La seriedad y ética de los medios desde la práctica, antes que desde un eslogan bien escrito, tienen un referente que expresa la validez del medio de comunicación.

Por su parte, la población también tendrá que aprender a distinguir quienes hacen opinática o quienes manejan la información con seriedad, sentido ético y debida fundamentación. Tendrá que generar procesos que tengan en cuentan quienes tergiversan y manejan la información de manera inadecuada, así como aquellos medios de comunicación que dan paso a quienes argumentan su opinión. Es de esperar que los grupos sociales hayan catalogado quienes informan debidamente y quienes tratan de confundir a la población.

En tiempos que los “memes” parecen tener mayor validez que el argumento bien fundamentado, que la opinión sin fundamento y análisis pretende sobreponerse a la opinión basada en la práctica y el conocimiento sustentado por un marco de referencia, en el que la rapidez de la información intenta sustituir a la información “bien pensada”, en el que las apariencias y el oportunismo buscan sobreponerse a la capacidad de análisis, se hace necesario que el manejo de información analizada y ética prevalezca para construir una sociedad participativa. En otras palabras, en bien de la sociedad dejemos de dar paso a la opinática, de todos nosotros depende.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com
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