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Seis creencias, sin base científica, sobre el uso de la tecnología en niños

Por: Carolina García

Catherine L’Ecuyer, educadora y autora de varios libros, incide en la importancia del control paterno y de la edad de nuestros hijos en esta era de Internet

Según avanza a pies agigantados la tecnología, así lo hacen las recomendaciones de los expertos. Si en 1970 los menores de Estados Unidos tenían su primer contacto con las pantallas a los cuatro años, ahora, casi 50 años después, son los bebés de cuatro meses los que cuentan ya con un amplio abanico de opciones en los dispositivos digitales, como tablets o smartphones. Con esta realidad, la educadora Catherine L’Ecuyer comienza su artículo dentro del Informe elaborado por CERLALC (UNESCO), patrocinado por la Fundación SM y publicado este jueves, titulado Lectura digital en la primera infancia.

En su artículo, El uso de las tecnologías digitales en la primera infancia: entre eslóganes y recomendaciones pediátricas, la también autora de Educar en la realidad,nombra las distintas recomendaciones del uso de las pantallas por edades, concluyendo que lo más aconsejado por los expertos es que “nada de pantallas hasta los dos años y no más de una hora si el menor tiene entre dos y cinco años”. Y cita las razones que les han llevado a tomar esta decisión, entre las que están, que los niños aprenden de las relaciones humanas y de las experiencias reales, no de las pantallas, o el posible retraso del lenguaje en los niños por la sobreexposición. También se señala en el texto que “las recomendaciones de las asociaciones pediátricas -las citadas son la estadounidense y canadiense- no son meramente educativas, sino que son también por salud pública”.

Adicionalmente hacen hincapié en que el uso siempre tiene que estar supervisado por un adulto, de forma que se controle el contenido; que se priorice el material educativo, y que se establezcan rutinas de uso, incidiendo en la importancia de que los padres den ejemplo. L’Ecuyer recalca en varias ocasiones el hecho de que “ningún estudio apoya la introducción de las tecnologías en la infancia”. También cita la dicotomía que existe en la mentalidad de los padres, que se extrapola de una forma casi automática a los beneficios y los perjuicios que tiene el uso temprano de las tecnologías.

Mitos sobre el uso de la tecnología en niños

L’Ecuyer rebate los principales mitos sobre el uso de la tecnología en la infancia (la explicación de cada mito está extraída del artículo mencionado).

MITO 1. Para educar en el uso responsable de las tecnologías es preciso introducirlas en la primera infancia: «Ante una pantalla, explica L’Ecuyer, el locus (o lugar) de control del niño pequeño es externo, no interno, pues lo que ocurre no es atención sostenible, sino fascinación ante estímulos frecuentes e intermitentes”. Por tanto, no tiene sentido introducir la tecnología en la vida de un niño que aún no tiene consolidadas las funciones ejecutivas, por lo que requerirle control podría ser algo parecido a pedirle que beba de una boca de incendio sin salpicarse, según incide la experta. En este sentido, “seria lo que equivalente a esperar que haga algo que es imposible, traicionando el sentido mismo de la libertad», expone la experta.

MITO 2. Por ser nativos digitales, nuestros hijos tienen más facilidad para relacionarse en el mundo digital. El término nativo digital describe a aquella persona que, por haber nacido en la era digital, está acostumbrado a recibir y procesar la información de una forma que no puede hacerlo el que nació antes de esa era (el inmigrante digital). Según esta “hipótesis”, los primeros tendrían ventajas cognitivas que afectan positivamente a su aprendizaje. Por ejemplo, con relación a la multitarea tecnológica. L´Ecuyer explica que «a pesar de su popularidad, este concepto no tiene base y los estudios consideran que está sobrevalorado». Si bien reconoce que los jóvenes demuestran una gran familiaridad y agilidad técnica con las tecnologías. Un estudio realizado sobre La Generación Google, publicado en 2011 por un grupo de académicos, considera que nuestros jóvenes dependen demasiado de los motores de búsqueda y carecen de las competencias críticas y analíticas para poder entender el valor y la originalidad de la información en la web. El informe concluye que la llamada Generación Google no alcanza el nivel de alfabetización digital que se le atribuye.

MITO 3. Es clave que haya un acceso universal a la tecnología: Durante mucho tiempo, el argumento de la brecha digital ha servido de sustento para fundamentar decisiones sociales, políticas y educativas a favor de un acceso universal a la tecnología tanto en países en desarrollo, como en colectivos socioeconómicamente desfavorecidos. Se daba por hecho que el acceso a Internet reduciría la brecha social entre los estudiantes. Sin embargo, L’Ecuyer cita estudios que indican que, si bien es cierto que el acceso a la tecnología es menor en las familias desfavorecidas, estas tienen un consumo más abusivo de la misma. Por ejemplo, un informe realizado por la Kaiser Family Fundation indica que esos colectivos, aunque tienen menos acceso a la tecnología, la acaban usando más (13 horas diarias) que el resto de los alumnos (unas 8 horas diarias). Por lo tanto, según la autora, «el acceso a la tecnología no reduciría, sino al contrario, podría contribuir a aumentar la brecha socioeconómica”. Por lo tanto, podemos hablar de una “nueva brecha que existiría entre, por un lado las familias que son conscientes de la necesidad de limitar el tiempo de uso de las nuevas tecnologías y capaces de hacerlo, y, por otro lado, las que no».

MITO 4. La lectoescritura digital da mejores o iguales resultados que la lectoescritura en papel. La escritura a mano es clave para el aprendizaje de la lectura. L’Ecuyer cita estudios que confirman que los movimientos específicos realizados en la escritura a mano permiten reconocer visualmente las letras mejor que haciéndolo en el teclado, así como otros que demuestran que la comprensión es mejor en el soporte papel. «Aunque hay un estudio de 2019 que contradice esos resultados», reconoce L’Ecuyer. Así que el debate sobre la cuestión del formato de la comprensión lectora sigue abierto.

MITO 5. La tecnología no es buena ni mala, depende de cómo se usa.Marshall McLuhan dijo que la postura de la neutralidad respecto a la tecnología es la del adormecido idiota tecnológico. «Nos guste o no», dice la autora, «la tecnología tiene efectos que no podemos obviar sobre el aprendizaje de nuestros hijos y alumnos». «La tecnología no puede ser neutra en la infancia porque se trata de una etapa delicada durante la cual el niño está en un momento crítico de su desarrollo. Así pues, su uso tendrá sus efectos y sus riesgos, al margen de lo que pretendemos conseguir con ella”. Una de las razones que cita la autora es lo conocido en la literatura pediátrica como el efecto desplazamiento, que significa que «mientras un niño está delante de una pantalla, está perdiéndose otras actividades que contribuyen a su buen desarrollo, como la interacción de calidad con su principal cuidador, el juego creativo o la lectura».

MITO 6. La tecnología está aquí para quedarse de modo que es inútil retrasar su introducción. “En realidad, si existe algo que no está aquí para quedarse”, explica L’Ecuyer, «es precisamente la tecnología». Según la experta, «sabemos que los dispositivos tecnológicos que usamos a diario tienen un ciclo de vida cada vez más corto, debido a la obsolescencia tecnológica relacionada con los cambios acelerados. Esto lleva al comprador a tener el deseo de algo más nuevo, mejor y antes de lo que es necesario. Si miramos atrás, nos daremos cuenta de que no hay nada más efímero que una innovación tecnológica, desde el VHS, por ejemplo, hasta todo lo que hay hoy. Todo ha ido surgiendo muy deprisa». «El uso o el mal uso de la tecnología es un tema de salud pública», prosigue, «por lo que la actitud lógica debe ser la prudencia y la precaución. No sería razonable exigir la prueba del daño mientras se está experimentando con el niño, la prueba siempre llegará tarde, cuando el posible daño esté hecho y cuando ya surjan nuevas innovaciones que sustituyan a las anteriores y cuyos efectos tardarán también años en probarse», añade.

La autora concluye: “Es clave que las decisiones de los padres y de los otros educadores en ese ámbito estén informadas por las recomendaciones pediátricas y por la aplicación del perenne principio de precaución. Es clave que esa información se divulgue correctamente y que las empresas tecnológicas no contribuyan a la difusión de eslóganes tecnológicos que pueden distorsionar la efectividad de la mediación parental”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/04/03/mamas_papas/1554299919_007200.html

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Los bébes que escuchan música reconocen mejor el lenguaje

Por: Carolina García.

 

Ponemos música a nuestro futuro hijo mientras permanece en el vientre porque, según la ciencia, es bueno. También hay niños que desde muy pequeños viven rodeados de música durante todo el día: en la escuela, en el coche, en casa, y otros que, tras adquirir el hábito, con apretar simplemente el play se mueven de un lado a otro, intentando llevar el ritmo. Pero no solo se divierten y se estimulan. Una nueva investigación concluye que escuchar música a los nueve meses de edad ayuda al bebé a procesar mejor las notas musicales y el lenguaje. Pero no solo canciones infantiles, cualquier música vale, así que let’s rocks, baby! El estudio, elaborado en la Universidad de Washington (Seattle) y publicado en The Proceedings of the National Academy Sciences, es “el primero que sugiere que a través de experimentar los ritmos de la melodía se puede detectar y hacer predicciones sobre los patrones del lenguaje”, aseguran los autores en un comunicado. “Esto significa que tener un contacto temprano con la música puede tener un efecto global en las capacidades cognitivas del niño”, añaden.

El bebé reconoce el mundo que le rodea

Un bebé de nueve meses se estimula con todo lo que le rodea: la luz, las sensaciones, los sonidos y estos cambian de forma constante. Y su trabajo es descubrir, es reconocer los cambios y predecir lo que va a venir después. “Predecir los patrones es una habilidad cognitiva fundamental y mejorarla desde edad muy temprana puede tener efectos positivos a largo plazo”, agregan los autores. Según explican, la música y el lenguaje tienen patrones muy marcados. Las sílabas son el ritmo del habla y son fundamentales para entender lo que estamos escuchando.

El estudio contó con un total de 39 bebés, 20 de ellos acudieron a sesiones de música de 12 a 15 minutos de duración con sus padres durante un mes. A cada sesión iban dos o tres bebés juntos. Los otros 19 solo jugaban, sin música, en las sesiones. Este era el grupo control. La música elegida fue un vals, “ya que es relativamente difícil para que los bebés lo aprendan”.

A la semana, las familias volvieron al laboratorio para evaluar las respuestas cerebrales (mediante resonancias magnéticas). Midieron tanto el tiempo como la actividad cerebral. El análisis se centró en el córtex auditivo y la corteza prefrontal, ya que son las áreas encargadas de manejar la atención y detección de patrones. Los bebés que escucharon música tuvieron reacciones más rotundas y fuertes en ambas áreas cerebrales, comparado con el grupo de pequeños que solo jugó.

Estudios anteriores ya hablaban de los beneficios de la música, por ejemplo, que puede ayudar a tratar los trastornos del espectro autista (TEA) y los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en niños, así lo concluye la Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA, por sus siglas en inglés). Según los autores, que los pequeños reciban clases de música incrementa y crea nuevas conexiones cerebrales y “puede facilitar los tratamientos en niños con estos trastornos”. “Ya se sabía que la música era muy beneficiosa, pero este estudio ofrece un mejor entendimiento sobre qué está ocurriendo en el cerebro y dónde se producen estos cambios”, aseguró Pilar Dies-Suárez, jefa de radiología en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, autora del mismo. «Experimentar la música a una edad temprana puede contribuir a un mejor desarrollo del cerebro, a la optimización de la creación y establecimiento de redes neuronales y a la estimulación de las vías existentes del cerebro”, añadió la experta.

Por todo esto, los autores de la actual investigación critican que en EE UU los colegios hayan disminuido las horas de clases de música, “alegando que son muy caras”. “Esta investigación les recuerda que sus efectos van más allá de la propia música. Esta actividad puede tener efectos positivos en las habilidades cognitivas que le ofrecen al pequeño, una habilidad mejor para detectar, esperar y reaccionar a los patrones que le muestra el mundo, y el mundo de hoy es muy complejo”, concluyen. Y esto no pasa solo en Estados Unidos. Desde hace varios años, las escuelas de música y los colegios han hecho que esta actividad agonice en España donde estas han visto cómo ha disminuido el número de alumnos de sus aulas, las ayudas para impartirla han descendido y muchos centros están cerrando en toda la geografía. Algunas veces, habría que valorar no solo el dinero, sino el beneficio.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2017/05/30/mamas_papas/1496139155_963100.html

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Diabetes: ¿quién atiende a los niños diabéticos en el colegio?

Por Carolina García.

Uno de los principales problemas de las familias a la hora de escolarizar al menor es saber quién se ocupará del cuidado constante que demanda la enfermedad

El niño con diabetes mellitus tipo 1, sobre todo a edades tempranas, lo tiene complicado a la hora de la escolarización. O por lo menos al acceso a una escolarización acorde con sus necesidades. El pequeño y la familia se encuentran con centros que carecen de servicios de atención o con un conjunto de docentes que carecen de formación acerca de la enfermedad.

Ana Ibáñez es la madre de Martina, de tres años. A la pequeña le diagnosticaron el pasado 19 de agosto diabetes mellitus tipo 1. La niña va a un colegio en Barcelona en el que carecían de un enfermero para a ayudarle a controlar las subidas y bajadas de azúcar propias de la patología que padece. La maestra es, junto a la progenitora, que acudía al centro varias veces al día, la que se ocupaba de hacer los controles de la pequeña. “Pero ella es humana, en el aula hay 27 alumnos, entre los que está también un pequeño con necesidades especiales. Ha sido duro. Mi hija era invisible para el sistema y ella necesitaba constantemente a alguien que gestionara su enfermedad (puede pasar de tener una glucemia de 350 a 60 en 30 minutos)”, explica la madre por teléfono a EL PAÍS. La familia solicitó la ayuda necesaria, alguien capaz de atender a la niña y dar tranquilidad a la madre. Ibáñez lo consiguió el pasado día 27 de septiembre.

La angustia de Ibáñez no es única. Son muchos los padres con niños que padecen esta enfermedad los que critican la falta de atención médica y formación de los trabajadores en los centros educativos.

La diabetes tipo 1 es congénita. A la glucosa que circula por la sangre se le denomina glucemia. Los síntomas más característicos son que el pequeño tiene más ganas de orinar; más sed y más ganas de comer de lo habitual y pierde peso rápidamente. La enfermedad no tiene cura. «La diabetes tiene un impacto importante en la vida del niño que la padece, pero también de sus familiares, ya que implica tener que introducir nuevas rutinas necesarias para conseguir un adecuado control», explica Roque Cardona Hernández, pediatra endocrinólogo del Hospital Sant Joan de Déu y asesor científico de la Fundación para la Diabetes. «En un primer momento es normal que muchos experimenten sentimientos de negación, rabia y culpabilidad, que afortunadamente van disminuyendo posteriormente según van afrontando el duelo. Nuestra labor como equipo de diabetes es intentar que se sientan apoyados y proporcionar las mejores herramientas para asegurar un buen control desde el primer momento», afirma.

La Fundación para la Diabetes explica que la “falta de asistencia médica y formación en los centros” es una de las principales quejas de las familias. Según los últimos datos recogidos en un informe de 2015, “un 70% de los padres reclama un enfermero en el colegio. Además, demandan una mayor información general para los profesores (84%)». En ocasiones, la solución adoptada por los padres es acudir al propio centro a diario para supervisar la salud de su hijo –uno de cada dos padres o madres ha tenido que modificar su actividad laboral para atender al niño–, como era el caso de Ana Ibáñez, dificultando la conciliación de la vida familiar y laboral, y en muchos casos teniendo una repercusión económica negativa para la familia.

Para la mayoría, reclamar un profesional de enfermería está sirviendo para sensibilizar, y en muchos casos logran conseguirlo. Existe un protocolo para la solicitud. “Primero, hay que confiar en la buena fe de los colegios, porque el trámite de petición lo hace el centro a la Dirección de Área Territorial a la que pertenezca. La petición se hace por escrito y se debe adjuntar un informe médico”, explica desde la Fundación. “Nosotros recomendados que los padres también hagan este proceso de forma particular. Lo más importante es que estos conozcan los procesos a seguir para que su hijo esté bien atendido en clase”, añade. Efectivamente, «la presencia de Enfermería Escolar es un elemento altamente deseable para la atención y cuidado de los niños con diabetes ya que facilita la labor de los docentes y evita que los padres tengan que desplazarse hasta los centros para proporcionar los cuidados necesarios», dice Cardona Hernández. «Además, su presencia permitiría que se realizaran otras labores, como educación sanitaria y promoción de hábitos de vida saludable y atención de otras enfermedades. Su implantación en los colegios públicos depende de las autoridades educativas. La gran mayoría no cuentan con un profesional de enfermería», agrega el experto.

Menos enfermería y más formación

Pero no todos los progenitores piensan que un enfermero es la mejor opción para la correcta escolarización de sus hijos con diabetes. María Palacios, madre de cinco hijos de los que uno, Lucas, padece la enfermedad, cree que es mejor que “haya una integración total del menor en el aula”: “Yo no quiero que mi hijo salga de clase cuando tenga un descontrol en los niveles de azúcar. Quiero que el adulto que está con él sepa lo que tiene que hacer. Me agobia pensar que cuando el profesor vea a mi hijo pálido, le haga salir del aula y tenga que desplazarse hacia la enfermería –un lapso en el que no sabemos lo que le puede ocurrir o que la tardanza obligue a que mi hijo se desmaye y tenga que medicarse– y, por fin, llegar y que le vean. Si se forma a la persona que está con él de forma permanente, me siento más segura, porque así será capaz de actuar en la inmediatez cuando pase algo”.

Lucas tenía un año y 11 meses cuando le diagnosticaron, “y fue muy duro”: “Aunque en casa somos capaces de relativizar, ya que tenemos otro hijo con discapacidad, fue terrible”. Esta madre, que nunca ha dejado de trabajar, controla la situación de su pequeño, ahora en cuarto de Primaria en un colegio privado de Madrid, las 24 horas: “Cuando empezó infantil tuve la gran suerte de que su maestra tenía una hija con diabetes y la misma doctora que mi hijo. Fueron tres años bastante tranquilos, ya que el centro, después de ser muy pesada, permitió que Lucas tuviera la misma profesora ese tiempo”.

El paso a Primaria del niño fue también bien. “Conseguí hablar con los profesores, que entendiesen que era importante que mi hijo no saliera de clase. Y, gracias a la información que me dieron del Ramón y Cajal, les di una charla de unas dos horas para formarlos. Esto consiguió que supieran qué hacer si veían a mi hijo más pálido de lo normal”, relata. “El otro objetivo que he conseguido es que Lucas lleve el móvil a clase. Esto me facilita mucho la vida porque sé como está en cada momento. Conseguí montar un grupo de WhatsApp en el que sus profesores diarios estaban en él. Ahora, soy yo todavía la que le controla el azúcar, pero creo que en algunos meses seré capaz de darle una cifra y que él sea consciente de lo que tiene que hacer”, añade. “Soy de la firme creencia que es más importante la formación de los docentes a que el colegio cuente con un enfermero preparado, esto último no me da tranquilidad. La confianza y calma me la da saber que cuando le pase algo, en el momento que le pase, alguien sabrá actuar. Hay que relativizar la diabetes y en esto ayuda mucho que el colegio comprenda y actúe con información para el bienestar del menor, su familia y el centro”, explica esta madre.

“Efectivamente, las personas con diabetes, con una adecuada formación, pueden desarrollar cualquier actividad. Es importante reseñar que la diabetes, salvo que venga asociada a complicaciones crónicas graves (retinopatía avanzada, fracaso renal) no es causa alguna de minusvalía”, reitera Cardona Hernández.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2018/10/04/mamas_papas/1538649441_567427.html

 

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“Los efectos del maltrato son más graves y duraderos en niños con autismo”

Por: Carolina García

Un niño de ocho años con trastorno del espectro del autismo y que cursa Primaria ha sido presuntamente maltratado por dos de sus profesoras y una auxiliar de enfermería de su colegio, el centro de Educación Especial Ramón y Cajal de Getafe, según ha informado la cadena Ser. Las tres personas están siendo investigadas, después de que los padres colocaran un dispositivo de grabación entre la ropa del niño y pudieran registrar momentos de su rutina escolar, en los que las docentes le amenazaban con tirarle agua por encima, pincharle en el culo o se burlaban de su forma de hablar, según se oye en el audio. Ante estos hechos, los padres decidieron denunciar. Sostienen que el niño no había dado muestras de agresividad hasta que llegó a este centro. Las tres trabajadoras han justificado su comportamiento, basándose en el protocolo de actuación del mismo.

Los niños con autismo son más vulnerables que otros menores. Cabe recordar que el trastorno del espectro del autismo se caracteriza por hacer referencia a un conjunto amplio de condiciones que afectan al neurodesarrollo y al funcionamiento cerebral, dando lugar, a las personas que lo padecen, a sufrir dificultades en la comunicación e interacción con los demás, así como en la flexibilidad del pensamiento y de la conducta de la persona que lo presenta. Una de las opciones educativas que tienen los padres de niños con autismo es escolarizarlos en centros de educación inclusiva, lugares que tienen como objetivo atender las necesidades de aprendizaje de todos los niños con especial énfasis en aquellos que son más vulnerables a la marginalidad y la exclusión social, entre otros.

Los expertos consultados coinciden en la mala praxis de los profesionales de este centro de Getafe, a pesar de reconocer que la información con la que se cuenta es parcial.  «No sabemos qué ocurrió antes ni después». «Pero el hecho en sí está mal hecho», explica por teléfono Luís Pérez de la Maza, patrono de Aucavi, centro especializado en TEA también asentado en esta población. «Las diferencias entre nuestro centro y el Ramón Cajal, son dos. La primera es que el nuestro es concertado y nos permite contar con autonomía para elegir a los profesionales que trabajan en él, los cuales, según las cualidades de cada niño, van adaptando su formación de forma continua. La segunda diferencia es que estamos especializados en niños TEA».

Por su parte, el investigador de la Universidad de Valencia y hermano de una persona con autismo, Gerardo Herrera, argumenta que, en su opinión, estos centros de educación especial deberían dar garantías a las familias de que los menores TEA van a tener apoyo, aportando profesionales cualificados. Normalmente, en los centros que trabajan con niños con autismo se aplican programas TEACCH (Treatment and Education of Autistic and Related Communication Handicapped Children). «Procedente de Carolina del Norte, este método puede ser un buen aliado a la hora de potenciar y mejorar la comunicación de los niños con autismo. Suelen ser muy sencillos de usar, muy atractivos visualmente y hay muchos sistemas, por ejemplo, como el uso de pictogramas o de una agenda donde se marcan las actividades diarias», explica Herrera.

«Siempre encontramos ejemplos buenos y malos de profesionalidad en estos centros. Pero esta vez ha sido una muy mala práctica desde el punto de vista del trato humano», argumenta. «Es muy grave lo que han hecho. Yo sacaría al niño directamente del colegio. No es la primera vez que ocurren este tipo de casos así, por desgracia».

Herrera expone que los menores con TEA con discapacidad intelectual tienen cinco posibilidades a la hora de su escolarización en España. La primera es la Educación Especial Generalista, que es lo que ocurre en el centro Ramón y Cajal de Getafe donde han ocurrido los hechos. «En estos centros, tienen cabida distintas discapacidades. Aún así, deberían contar con profesores especialistas en autismo»,reitera el experto. Luego existe también la Educación Específica del Autismo, las aulas TEA en el sistema público, las denominadas Aulas estables en la privada y la escolarización en aula ordinaria.

Para Ruth Vidriales, responsable de Asesoramiento de Autismo España, el centro ideal para un niño con autismo es aquel que mejor se adapte a las necesidades de cada alumno con TEA y cuente con los recursos y apoyos necesarios para responder a las necesidades individuales de cada alumno, porque «el TEA abarca un amplio espectro de características y necesidades, y se presenta en cada persona de manera diferente». Además, incide en la importancia de la relación y colaboración entre padres y profesores para prevenir estas posibles situaciones de maltrato. «Hay que intensificar», prosigue, «el trabajo en equipo entre la familia y el centro educativo, para que ambas partes puedan compartir estrategias que favorezcan el correcto desarrollo del menor y mejoren su calidad de vida. El apoyo y la ayuda entre ambas partes es esencial. Y, sobre todo, que todos nos esforcemos para que casos como este no vuelvan a repetirse», añade la experta.

Consecuencias del maltrato para un niño con autismo

Las personas con autismo y con discapacidad en general, pueden ser más vulnerables, pero vulnerabilidad no significa determinación. Esto quiere decir que no son las características propias del TEA (asociadas fundamentalmente a dificultades en el ámbito social y comunicativo) las que determinan el acoso o el maltrato. Los niños y niñas con TEA son, ante todo, niños que comparten intereses y disfrutan de la compañía de sus amigos como los demás. «Pero, en muchas ocasiones, son percibidos como diferentes, convirtiéndose en objeto de burlas, acoso o maltrato por parte de sus compañeros o, incluso, de sus profesores. Es el grupo, el contexto social, el que convierte la diferencia en motivo de maltrato», explica Vidriales.

«El problema de la burla o el maltrato hacia estas personas viene de una sociedad que no empatiza con ellas, que no se pone en su lugar ni se para a pensar en sus necesidades e intereses. Y ese desconocimiento lleva solo a centrarse en las cosas en las que presentan dificultades, y no dejan ver las capacidades y habilidades que tienen las personas con TEA», sostiene Vidriales. Esto hace que sea muy fácil que se conviertan en objeto de burlas por parte de otros niños y niñas, dejándoles fuera de juegos, o no invitándoles a cumpleaños: «Simplemente, porque los niños con TEA son percibidos como diferentes, porque sienten y viven de otra manera».

Las situaciones de acoso escolar o maltrato acarrean consecuencias muy perjudiciales para los menores, tanto para su desarrollo cognitivo como socioemocional. «En el caso de los niños con TEA, las consecuencias que padecen son similares, pero los efectos son más graves y más duraderos, traduciéndose en problemas de aprendizaje (por el miedo a ir al centro educativo), dificultades sociales (disminuyen las relaciones sociales) o malestar emocional (aumenta el riesgo de sufrir problemas de salud mental), entre otros», termina la experta.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/04/18/mamas_papas/1524046832_516106.html

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Los estereotipos de género se arraigan en los niños y niñas a los 10 años

Por: Carolina García

Un estudio demuestra que tanto en países ricos como pobres educar en desigualdad a edad temprana puede ser dañino.

A los niños, les gustan los coches. A las niñas, las princesas. Los niños pueden estudiar, las niñas hacen las tareas domésticas. Son estereotipos de género que se establecen en la infancia por parte de padres, profesores, compañeros y la sociedad en general y que se pueden volver dañinos cuando el individuo comienza la adolescencia -sobre los 10 años-. Esta es la principal conclusión del estudio Global Early Adolescent Study, elaborado en 15 países por la Organización Mundial de la Salud y la Universidad de John Hopkins (Baltimore, Estados Unidos). El debate sobre cómo los estereotipos tienen consecuencias negativas en los niños lleva años en la palestra. Padres y educadores que defienden, cada vez más, una educación basada en la igualdad con muchos actores interviniendo para conseguirlo, como son, por ejemplo, las empresas de ropa; las asociaciones por la igualdad, las intervenciones educativas igualitaria o los muchos padres actuales cuya mentalidad difiere de generaciones anteriores. Los expertos aconsejan trabajar en igualdad de género en la infancia y no esperar a la adolescencia.

“Hemos hallado que los niños y niñas a muy corta edad -desde en las sociedades más liberales hasta en las conservadoras- interiorizan muy pronto el mito de que las niñas son vulnerables y los chicos son fuertes e independientes”, asegura en un comunicado Robert Blum, director del estudio y asentado en la Universidad Johns Hopkins. “Este es el mensaje que se ha ido reforzando por cada persona, compañero, profesor, cuidador (…) que vive en el entorno del pequeño o pequeña”. Los investigadores observaron que sus conclusiones coincidían con las de trabajos anteriores, que expresan que «durante la adolescencia, el mundo se expande para los niños y se contrae para las niñas».

El análisis denominado It Begins at Ten: How Gender Expectations Shape Early Adolescence Around the World es el primero que explica cómo se construyen las expectativas de género en la adolescencia temprana, de 10 a 14 años, y cómo los menores llegan a la adolescencia, teniendo claro si son niños o niñas en distintos países del mundo, tanto en los más ricos como en los más pobres. Los expertos también verificaron su riesgo en la salud mental y física.

Las conclusiones surgen de entrevistas realizadas en los últimos cuatro años a 450 adolescentes y a sus padres y cuidadores en Bolivia, Bélgica, Burkina Faso, China, La república democrática del Congo, Ecuador, Egipto, India, Kenya, Malawi, Nigeria, Escocia, Sudáfrica, Estados Unidos y Vietnam.

Consecuencias negativas de los estereotipos de género

Las entrevistas determinaron que, alrededor del mundo, tanto niñas como niños están atados a restricciones de género a muy temprana edad que pueden tener graves consecuencias en su vida, siendo peores en las niñas. “Los estereotipos femeninos basados en “protegerlas” las hacen más vulnerables, enfatizando el afán de vigilarlas y sancionándolas físicamente cuando rompen las normas”, continúan los expertos. Lo que les lleva a padecer más abandono escolar, casarse de niñas, embarazos tempranos, infectarse por VIH u otras enfermedades de transmisión sexual. Los niños, en ciudades como Shanghái y Nueva Delhi, por ejemplo, se les “anima a salir de casa sin supervisión, mientras que a las chicas deben quedarse en el hogar y hacer tareas domésticas”. Las chicas y los chicos de ambas ciudades informaron de la vergüenza que sufrían y las palizas que les daban a quienes buscaban cruzar la línea.

En todas las ciudades menos una, Edimburgo (Escocia), tanto los niños como las niñas tenían claro de que era el niño el que debía tomar la iniciativa en cualquier relación. En todos los escenarios, las jóvenes señalaron de forma constante que la apariencia física y sus cuerpos eran su activo clave.

“Es necesario repensar las intervenciones sanitarias y sociales, que típicamente se hacen cuando los menores tienen 15 años o más, y empezar hacerlas más pronto”, continúa Blum. “Los riesgos en la salud de los adolescentes están influidos muchas veces por roles de género establecidos ya a los 11 años”, agrega Kristin Mmari, profesora asociada y autor principal de la investigación. “Vemos como muchos países gastan millones de dólares en programas de salud que no comienzan hasta los 15 años, y creemos que probablemente sea muy tarde para poder marcar en ellos una gran diferencia”, añade la experta en el mismo texto.

“Sabemos gracias a varios estudios, y por nuestra propia experiencia, que las normas sobre las diferencias de género se pueden cambiar, pero esto exige planes de intervención que se ocupen de los jóvenes y de su entorno”, aseguran los autores. Blum niega el argumento de que en varias partes del mundo los estereotipos de género son parte de la cultura y por ello, inamovibles. “Seguimos sumergidos en estereotipos de género muy rígidos, por ejemplo, en sitios de Estados Unidos y partes de Europa, las cosas solo han empezado a cambiar mucho en las últimas décadas. Los cambios se pueden dar, pero requiere voluntad política y una variedad de intervenciones”, agrega. “Y saber que inculcar mitos sobre las diferencias de género a una edad temprana puede llevarles a padecer problemas dañinos en el futuro”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/09/26/mamas_papas/1506419592_704218.html

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“En la educación tradicional, hasta los niños que sacan buenas notas desconectan, pierden la curiosidad”

Por: Carolina García

El cerebro es potente y está diseñado para aprender sin esfuerzo, no necesita lecciones formales para hacerlo

Son muchos los expertos que están evidenciando la pérdida de talento en los centros educativos, una pérdida de talento que muchos achacan a la educación tradicional, basada en la obtención de objetivos por cursos, iguales para todos y no valorando a cada alumno como individuo. “Hasta ahora, nuestro sistema educativo ha sido pensado de forma ideológica —a partir de ideas, tradiciones, valores—, pero no lo hemos pensado de forma científica a partir de los grandes principios biológicos que gobiernan el pleno desarrollo de la inteligencia humana”, explica Céline Alvarez, pedagoga y autora de Las leyes naturales del niño. “Desde hace décadas”, prosigue, “imponemos a nuestros hijos clases donde tienen que aprender cosas que no les interesan, y tienen que hacerlo de forma pasiva, siguiendo instrucciones, sin realmente poder equivocarse, rodeados de niños de la misma edad de los cuales no pueden aprenden mucho”.

Somos seres sociales y para favorecer el pleno desarrollo de nuestros potenciales, lo que más nos hace falta es la presencia, la benevolencia y la ayuda del otro. “Cuando nos falta esta conexión, cuando nos sentimos solos, o juzgados, o aislados, o no queridos, nuestro organismo sufre un gran estrés que genera la secreción del cortisol, que estropea estructuras tan fundamentales como las de la memoria o de las competencias cognitivas superiores. Al revés, la relación empática y cálida favorece una increíble floración de las conexiones neuronales en estas regiones. Así que el amor no es una opción. Este vínculo representa un catalizador de inteligencia y de salud”.

“Para fomentar esto, y gracias a la ciencia, sabemos que los niños están muy predispuestos a memorizar lo que les interesa, siendo activos y comprometidos, equivocándose y repitiendo todas las veces que les haga falta, y siendo rodeados de niños de distintas edades para aprender de los mayores y consolidar sus conocimientos compartiéndolos con los más pequeños”. Pero no llega, a pesar de la pasión y del compromiso extraordinario de nuestros profesores, este sistema inadaptado interfiere con el desarrollo de los potenciales individuales, “con los potenciales humanos que todos tenemos al nacer – orales, sociales, lingüísticos, matemáticos, emocionales, cognitivos, creativos- y agota a los profesores que desprenden una energía colosal por un resultado que no es satisfactorio”, añade. Es importante entenderlo: este sistema lo sufrimos todos.

Los profesores se agotan de transmitir de forma colectiva conocimiento fundamental, cuando están predispuestos a hacerlo de forma individualizada.

Por ejemplo, en Francia el 40% de los niños salen de primaria con dificultades en lenguaje y en matemáticas. Por su parte, España tiene pocos alumnos brillantes. El Ministerio de Educación lo considera “la pequeña asignatura pendiente”. En el extremo opuesto, también tiene un 3% menos de alumnos rezagados (10,3%), aquellos con un nivel inferior al que se considera adecuado al terminar la enseñanza obligatoria, así quedó retratado en el último informe PISA con datos de 2015. La muestra incluye más de 37.000 alumnos de 980 centros españoles y participaron por primera vez todas las comunidades autónomas con datos propios.

 La comunidad educativa debe saber que el cerebro es potente y está diseñado para aprender sin esfuerzo, no necesita lecciones formales para hacerlo. “En esta educación tradicional, hasta los niños que sacan buenas notas desconectan”, agrega Alvarez. “Se desenganchan de lo que son verdaderamente, dejan de buscar el sentido de las cosas, pierden la curiosidad porque se tienen que pasar los días respondiendo a instrucciones exteriores, intentando satisfacer al adulto. Pero cuando toda esa vida interior tan creativa y luminosa se calla, no solamente pierden los niños; perdemos todos”, continúa.

El sistema de educación tradicional afecta a los niños y a los profesores también. “No solo afecta a la hora de aprender, sino también de transmitir”, añade. Los profesores se agotan de transmitir de forma colectiva conocimiento fundamental, cuando están predispuestos a hacerlo de forma individualizada. “Así que tienen que trabajar en un sistema que va en contra de sus necesidades y, además, lo tienen que hacer con más de 25 niños que también se defienden de un sistema que no les conviene. Es normal que emerjan tensiones, conflictos y que cada uno termine el día exhausto”. Para la experta, necesitamos ya un sistema que pare de interferir y que respete los mecanismos biológicos de todos. Y aquí es donde entra la neurociencia.

“Sabemos que replicar o implementar un sistema fijado sin tener en cuenta las condiciones de cada uno nos lleva al fracaso”

Para Alvarez, hoy las neurociencias confirman muchas de las intuiciones que han tenido grandes pedagogos e invalidan otras, pero aportan – por primera vez en la historia de los sistemas educativos – informaciones objetivas para pensar la educación de manera «fisiológica» y no dogmática, “invitándonos, más o menos, a hacer exactamente lo contrario de lo que estamos haciendo ahora”. “Pero aunque nos de grandes indicaciones que delinean los contornos de un marco pedagógico fisiológico, no pueden dictarnos un método fijado. En este ámbito, cada uno tiene que experimentar las respuestas pedagógicas, las más adecuadas, tomando en cuenta su propia personalidad y la de los niños”. “Sabemos que replicar o implementar un sistema fijado”, prosigue, “sin tener en cuenta las condiciones de cada uno nos lleva al fracaso. Así que estoy convencida de que lo más eficaz sería justamente no tener método, sino conocimiento, buen sentido y flexibilidad”.

Para demostrar su teoría, Alvarez realizó un experimento en 2011 en París con niños de tres, cuatro y cinco años. “El objetivo era demostrar que aunque los pequeños vivan en un barrio desfavorecido -como es el caso de Gennevilliers en la capital francesa- cuando se respeta la manera natural de aprender y de transmitir, no solo aprenden sino que van más allá de lo que creíamos que eran capaces”. También la experta descubrió que aprender de forma natural tenía consecuencias positivas en su personalidad y en cómo se comportan con los demás, mejorando sus habilidades sociales y morales. “Son más generosos, benevolentes, empáticos, autodisciplinados”, explica. Pero este experimento solo es un punto de partida. “Creo que es importante ir más allá, por ejemplo mezclando niños de edades todavía más distintas, ofreciendo más vínculo con la naturaleza, y permitiendo más tiempo de juego libre”, argumenta.

El entorno es la clave en el desarrollo de la inteligencia humana. «El cerebro del recién nacido es muy inmaduro, irá estructurando las experiencias sociales, físicas, lingüísticas, sensoriales, que le ofrece el entorno. Esta plasticidad cerebral representa a la vez una gran oportunidad y una gran vulnerabilidad: el impacto del entorno puede ser muy favorable si nutre y sostiene; pero también puede ser muy desfavorable si interfiere, impide, si es violento o estresante», explica la explica la experta. “Lo que hay que hacer es parar de interferir con las motivaciones endógenas que empujan a nuestros niños a explorar el mundo. Nuestra única tarea, sencilla pero extremadamente difícil, es permitir que el niño se ponga en contacto -tanto tiempo que la haga falta- con esas situaciones que van a nutrir sus circuitos neuronales en pleno desarrollo”, concluye Alvarez.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/11/06/mamas_papas/1509968976_292740.html

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Las clases de música generan nuevas conexiones cerebrales en niños

Por Carolina García

Estudiar este arte favorece el neurodesarrollo. Los expertos creen que ayuda también al tramiento de menores con TEA o TDAH

La música puede ayudar a tratar los trastornos del espectro autista (TEA) y los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en niños, así lo concluye la Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA, por sus siglas en inglés). Según estos expertos, que los pequeños reciban clases de música incrementa y crea nuevas conexiones cerebrales y “puede facilitar los tratamientos en niños con estos trastornos”. “Ya se sabía que la música era muy beneficiosa, pero este estudio ofrece un mejor entendimiento sobre qué está ocurriendo en el cerebro y dónde se producen estos cambios”, asegura Pilar Dies-Suárez, jefa de radiología en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, en un comunicado. «Experimentar la música a una edad temprana puede contribuir a un mejor desarrollo del cerebro, a la optimización de la creación y establecimiento de redes neuronales y a la estimulación de las vías existentes del cerebro”, añade la experta.

Estudios anteriores ya hablaban de los beneficios de la música en el desarrollo cerebral. Por ejemplo, uno elaborado por el Instituto de Aprendizaje y Neurología de la Universidad de Washington (Seattle, EE UU) y publicado National Academy of Sciences concluyó que “ciertas melodías mejoran el procesamiento cerebral de pequeños de nueve meses, tanto en lo que se refiere a la música como a nuevos sonidos del habla”. La investigación sugería “que experimentar patrones rítmicos musicales mejora la habilidad de detectar y predecir patrones rítmicos del habla. Esto significa que escuchar música en edades muy tempranas puede tener un efecto global en las habilidades cognitivas de los bebés”, aseguraron los autores.

La importancia de las conexiones cerebrales.

Esta última investigación de la RSNA consistió en el análisis de 23 niños sanos de entre cinco y seis años, todos libres de trastornos sensoriales, de percepción o neurológicos. Además, ninguno había asistido a clase de música con anterioridad. Los sujetos se sometieron a una evaluación, previa y posterior, con una técnica de resonancia magnética avanzada -una tractografía-, lo que les permitió identificar los cambios microestructurales en la materia blanca del cerebro. Esta última contiene millones de fibras nerviosas -los axones- que trabajan como cables de comunicación entre distintas áreas del cerebro. El resultado pudo medir el movimiento de las moléculas de agua extracelulares a lo largo de estos axones. Desde el punto de vista de salud, todo es normal cuando estas células de agua se mueven de forma uniforme, en cambio, cuando estas lo hacen de forma aleatoria, sugiere que existe algo anormal.

Tras nueve meses de estudio con clases de música, los resultados mostraron un incremento de las conexiones y de la longitud de los axones en determinadas áreas cerebrales, sobre todo “y de manera más notable en las fibras que conectan los lóbulos frontales y que en conjunto constituyen el llamado fórceps menor».

“A lo largo de la vida”, prosigue la experta, “la maduración de las conexiones cerebrales entre las regiones motoras, auditivas y otras zonas permiten el desarrollo de un gran número de habilidades cognitivas, entre ellas, las habilidades musicales”. “Cuando un menor recibe clases de música, su cerebro se prepara para responder a ciertas demandas, estas incluyen habilidades motoras, auditivas, cognitivas, emocionales y sociales”, añade Dies-Suárez. “Creemos que el aumento es debido a la necesidad de crear más conexiones entre ambos hemisferios cerebrales cuando escuchas música”, concluye.

Ayudar a los niños con TEA y TDAH

Los investigadores también creen que “los resultados del estudio pueden servir para incidir con más precisión en las estrategias de tratamiento en niños con TEA o TDAH”. Unos trastornos que afectan a muchos pequeños en el mundo y en España. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 21 de cada 10.000 niños que nacen en el planeta padecen autismo, cifras que llevaron en 2008 a declarar el 2 de abril como el Día Mundial de esta enfermedad. En Estados Unidos, país donde la investigación está más avanzada que en Europa, uno de cada 68 niños nace con TEA. Estos trastornos afectan al neurodesarrollo y se manifiestan habitualmente en los tres primeros años de vida de un niño. Los bebés con el trastorno pierden el contacto visual, en ocasiones parece que no oyen y tienen algunas hipersensibilidades o cogen rabietas excesivamente fuertes. Una conducta muy característica de los niños aquejados por este trastorno son los comportamientos repetitivos.

En cuanto a las cifras de TDAH, este trastorno afecta a entre un 2 y un 5% de la población infantil, según la Federación española de asociaciones de ayuda al déficit de atención e hiperactividad. Se trata de uno de los trastornos más importantes dentro de la Psiquiatría Infanto-Juvenil y constituye cerca del 50% de su población clínica. Es un trastorno crónico y comienza a revelarse antes de los siete años. Se estima que más del 80% de los niños continuarán presentando problemas en la adolescencia, y entre el 30-65%, en la edad adulta. Los chicos son más propensos que las niñas a sufrir TDAH, en cifras que varían de 4 a uno.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/11/21/mamas_papas/1479727802_800426.html?id_externo_rsoc=TW_CM

Imagen: ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2016/11/21/mamas_papas/1479727802_800426_1479732779_noticia_normal_recorte1.jpg

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