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Argentina: el temor es que el descontento se desborde

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Antes de su discurso de apertura de las sesiones legislativas, el ultraderechista presidente argentino Javier Milei argumentó que “mientras el Congreso tenga su composición actual, creemos que es difícil aprobar reformas”, lo que dejó un sabor a que planea gobernar por decreto, pasando por encima de las instituciones.

Milei minimizó el impacto de su ajuste al tratar de despejar las dudas sobre la estabilidad sobre lo que insisten los organismos internacionales: “hay cero posibilidades de que se produzca un levantamiento social, a menos que haya un evento con motivaciones políticas o infiltrados extranjeros».

Durante una semana Argentina vivió una escalada sin precedentes que enfrentó al gobierno de Milei con casi todos los gobernadores, a partir de la retención de fondos de coparticipación de la provincia patagónica Chubut, situación finalmente solucionada por un fallo judicial, pero que sigue latente.

El mandatario provincial Ignacio Torres (de Propuesta Republicana, partido neoliberal aliado de Milei) retrucó que «si para el miércoles no nos quitan la pata de encima, no va a salir un barril más de petróleo de Chubut para la Argentina”.

Pero el choque no se produjo y el petróleo siguió fluyendo: un fallo judicial (de un juez de Rawson, la capital de Chubut) ordenó al Gobierno nacional «cesar con la retención» de los fondos hasta tanto se avance «en una refinanciación de la deuda».

Seguramente ésta no será ni la primera ni la última vez que el Poder Judicial intervenga en este caliente escenario político, El fallo le dio aire a Torres evitando llevar adelante una amenaza que probablemente no quería ni podía cumplir.

Milei, desde la red social de su amigo Elon Musk (al que ya le concedió ingreso a la telefonía satelital y le prometió el litio), había avaldo una discriminatoria publicación que buscaba burlarse de Torres al retratarlo en una foto con los rasgos de una persona con Síndrome de Down.

¿Cuánto odio puede haber en una persona que con sorna tuitea riéndose de un chico con Síndrome de Down? ¿Qué le puede haber pasado a esa persona en la vida para tener tanto odio y resentimiento?», cuestionó Torres. “Esta Argentina no va a salir adelante nunca si subimos a enemigos imaginarios al ring fomentando el odio y el desprecio para correr de la agenda los problemas reales”, respondió el gobernador.

Por su parte, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich no quiso perder protagonismo, tras el fracaso de la idea de un cogobierno con el neoliberal Mauricio Macri e hizo una brutal descalificación a todos los chubutenses. La ministra represora y presidenta del PRO atacó al gobernador y señaló que «En Chubut no vive nadie, hay un millón de guanacos» (un mamífero artiodáctilo de la familia camelidae propia de la Patagonia), disparó la ministra.

Milei insiste en su estrategia provocadora, con el aparente objetivo de que la agenda pública se concentre en nimiedades, en asuntos de orden irrelevante, alejando la opinión pública de los hechos graves que su gestión genera. Su pelea pública con Lali Espósito logró poner del lado de la cantante a gente que ni siquiera conocía sus canciones. Lali no se amedrentó: en el Festival Cosquín Rock dedicó “¿Quiénes son?” a “los mentirosos, los giles, las malas personas, las que no valoran, los antipatria”.

Preocupaciones

En Argentina parece estar en desarrollo un concurso de disparates, en el que va ganando, por mucho, el gobierno mileinista, mientras altos funcionarios estadounidenses y del Fondo Monetario Internacional (FMI) temen que este bombardeo de medidas de ajuste y de otras represivas para calmar el disenso, tenga como final de fiesta un estallido social o la balcanización del país.

Todavía está en la retina de los argentinos el estallido del 2001, corolario de una crisis política, económica, social e institucional, que llevó a la revuelta popular generaliza bajo el lema de “Que se vayan todos”, y causó la renuncia del presidente Fernando de la Rúa, que abandonó la Casa Rosada en helicóptero. Al estallido siguió un período de inestabilidad: cinco personas ejercieron la presidencia en pocos meses.

Apenas días después de su visita al país y sostener una reunión con el mandatario libertario (pero también con militares, empresarios y dirigentes sindicales), la subdirectora gerente del FMI, la economista y académica indio-estadounidense Gita Gopinath, puso reparos a la dolarización que impulsa -al menos de palabra- el presidente Milei, al evaluar y analizar su programa económico.

Si bien trascendieron algunas conversaciones de los estadounidenses y los funcionarios del FMI con políticos locales, empresarios, exportadores, representantes de la banca y de los fondos de inversión atentos a quedarse con las riquezas argentinas que Milei prometió privatizar, poco se supo de las conversaciones con militares, en las que no participó la vicepresidenta Victoria Villarruel, próxima a los mandos castrenses, desde la época de la dictadura cívico-militar genocida.

«Para cualquier régimen cambiario, incluída la dolarización, se necesitan buenas condiciones previas (…) se necesita una cantidad suficiente de reservas y buenos marcos de política macro», señaló Gita Gopinath, tras advertir que «lo que vemos por la experiencia de otros países es que la dolarización no resuelve todos los problemas». «Si no tienes disciplina fiscal, aunque dolarices, puedes acabar teniendo problemas si no eres capaz de controlar, contener tu política fiscal, así que no es una panacea», dijo.

“Confidencial”, un boletín mensual que suele llegar a embajadas extranjeras, señala que la idea de los militares consultados sería la de “intervenir sólo si se produce un levantamiento o estallido social o subversivo”. Lo que preocupa al gobierno estadounidense (y otros europeos) y al FMI es la pauperización y la desestabilización que producen las medidas económicas regresivas del gobierno.

Desde Roma, el papa Francisco envió un mensaje a jueces de la Argentina, en el que aseguró que el Estado «está llamado a ejercer ese papel central de redistribución y justicia social» hoy  «más importante que nunca», al tiempo que alertó por los «modelos deshumanizantes y violentos» y sostuvo que, en los cargos públicos, «no alcanza con la legitimidad de origen».

«Los derechos sociales no son gratuitos. La riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas, racionales y equitativas”, señaló el Sumno Pontífice católico. Por su parte, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que en el Gobierno a «la palabra del papa Francisco la respetamos y escuchamos», pero señaló que, «con algunas de ellas no estamos de acuerdo y está muy bien que así sea».

Siguiendo con la retahila de disparates libertarios, Adorni sorprendió (a algunos) al anunciar el martes que Milei había mandado a “eliminar el uso del lenguaje inclusivo en el Estado” y todo “lo referente a la perspectiva de género en la administración pública”. 

A veces los sistemas de filtración de información económica que el Gobierno hace a cuentas pagas en la red social X entran en crisis, como sucedió con un mensaje que el propio Milei tuvo que desmentir el preanuncio de una dolarización inminente, con apertura de cepro, feriado bancario y corralito.

Pero el rechazo presidencial no fue por un supuesto contenido falso del envío; Casi todo lo que se mencionó en la cuenta de Emilio Raiden, asesor informal de Milei en materia económica, es tema de conversación no sólo en el Ministerio de Hacienda, sino con las autoridades del FMI y, sobre todo, con el ministro de Economía, Luis Caputo. Pero la data resultaba explosiva para un gobierno que no tiene divisas y está presionado todo el tiempo para volver a devaluar, y que podía adelantar un estallido.

Luis Caputo y Kristalina Georgieva – Foto Twitter

«Perdón, presidente, fue una expresión de deseo», escribió Raiden en su cuenta de X, luego de haber recibido presiones por el revuelo que causó su mensaje. Pero el impacto ya se había producido.

En sus granjas de trolls y bots se trata de crear el imaginario colectivo de que en el gobierno se sienten cómodos en el conflicto, y que retroceder o ceder significaría perder iniciativa, desencantar a su base electoral. Y temen que le licúen su poder en negociaciones donde llevaría las de perder.

Milei quiere perpetuar la imagen del león dispuesto a todo con la lapicera presidencial para compensar todas sus demás debilidades, partiendo de la premisa de que lo que salga bien, será su mérito y lo que no, seguramente la culpa la tenga “la casta”. Esta política aventurera carece de garantía contra fallos y por eso se teme que algún gran conflicto o el descontento social se le vaya de las manos…

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Fuente de la información e imagen:  https://www.nodal.am

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La señora democracia, ultrajada aquí, allá y más acá

Por: Aram Aharonian

Tal vez ningún término usado recurrentemente en el espacio público fue ultrajado de tal manera que no solo fue vaciado de contenido sino que perdió todo sentido para remitir a la realidad. Hoy se quiere confundir democracia con el derecho a votar, uno de los pocos derechos que les queda a los de abajo, para creer que participan en una elección, a sabiendas que su condición no cambiará radicalmente.

La voz democracia se usa indistintamente en los debates teóricos y políticos, pero premeditadamente se omite su carácter ilusorio y la falta de asideros históricos y empíricos para privilegiar, ante todo, una perspectiva de deber ser, de aspiración, que difícilmente se consuma.

En tanto ideología, la noción de democracia se emplea como un instrumento de legitimación de las estructuras de poder, dominación y riqueza. Más cuando desde 1968 el capitalismo fue cuestionado a fondo por las clases medias ante las promesas incumplidas luego de 200 años de prácticas y experiencias derivadas de su proceso civilizatorio, señala el mexicano Isaac Enríquez Pérez, en El carácter fetichista de la ideología de la democracia.

Mark Malloch-Brown, presidente de Open Society Foundations y exsecretrario adjunto de Naciones Unidas, señala que los reportes sobre la muerte de la democracia son muy exagerados, pero si no demuestra que puede dar mejores resultados concretos se arriesga a perder a los jóvenes. “Enfrentar la creciente desilusión con el gobierno democrático y algunos de sus principios fundamentales entre los más jóvenes implica restaurar la confianza en que el sistema puede generar calles más seguras, más vivienda, mejor educación y servicios de salud; alimentos y energías a precios más accesibles», afirma Malloch.

El intelectual francés Alain Touraine señala que hoy es más frecuente definir la democracia en función de aquello de lo cual libera la arbitrariedad, el culto de la personalidad o el reinado de la nomenklatura que teniendo en cuenta lo que construye o las fuerzas sociales en las que se apoya.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano sostenía que “La democracia es un lujo del norte. Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie. Y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea. Cuando cae el telón, una vez depositados los votos en las urnas, la realidad impone la ley del más fuerte, que es la ley del dinero”.

“Así lo quiere el orden natural de las cosas. En el sur del mundo, enseña el sistema, la violencia y el hambre no pertenecen a la historia, sino a la naturaleza, y la justicia y la libertad han sido condenadas a odiarse entre sí”, añadía.

 «Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura», señaló en su discurso de asunción en 1983, Raúl Alfonsín, el primer presidente democrático luego de la última dictadura militar argentina. La altísima desocupación, el 40 % de pobreza, la educación y la salud pública en crisis, no son imperfecciones o falta de maduración del ideal democrático. Se trata de una democracia burguesa, donde hay interés de clases en pugna, pero donde (casi) siempre pierden los de abajo.

¿La libertad de elección política, requisito indispensable de la democracia, es suficiente para considerar que ésta está consolidada? ¿La democracia se reduce entonces sólo a procedimientos? ¿Es posible definir la democracia prescindiendo de sus fines y, por ende, de las relaciones que instaura entre los individuos y las categorías sociales o limitar la democracia a la posibilidad de participar en elecciones?

El Consejo de Europa señala que hay tantos modelos diferentes de gobierno democrático que a veces es más fácil de entender la idea de democracia en términos de lo que definitivamente no es: no es la autocracia o la dictadura, donde una persona gobierna; y no es oligarquía, donde lo hace un pequeño segmento de la sociedad. Bien entendida, la democracia incluso no debe ser la “regla de la mayoría”, si eso significa que los intereses de las minorías son ignorados por completo.

Estados Unidos avanzó con el arte de convertir sus guerras de conquista en civilizadas formas de organizar el mundo y ordenarlo a su modo. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea lo tienen en el centro de su discurso público: democracia y derechos humanos. Todo se hace, se justifica, se impone, en nombre de ellos y de su defensa.

Pero la realidad muestra otra cara: las intervenciones humanitarias, la guerra contra “el terrorismo”, contra los gobiernos que según Estados Unidos no respetan los derechos humanos, contra los que Washington y sus repetidoras políticas y mediáticas en todo el continente llama “Estados delincuentes”.

La política del miedo y la incertidumbre se ha consolidado también como una de las consecuencias que más incidirá a largo plazo. En un estado de guerra multidimensional, el control de nuestros cuerpos y nuestras mentes se vuelve un objetivo estratégico.  El miedo se vuelve un arma poderosa de control social. Los medios de comunicación y las redes sociales, afectan la psiquis colectiva, desarticulan el tejido social y manipulan la opinión pública.

Son más de 500 intervenciones militares estadounidenses internacionales desde la fundación de Estados Unidos en 1776, con más de la mitad ocurridas entre 1950 y 2017, y un tercio del total después de 1999, reporta el Proyecto de Intervención Militar en la Universidad Tufts.

También hay una extensa lista del uso de fuerza militar estadounidense entre 1798 a 2023, según los archivos del Congreso. Es difícil calcular el número de veces en que Washington ha intervenido, tanto militarmente como de otras maneras, directas e indirectas, en América Latina con el objetivo de lograr un “cambio de régimen”.

El historiador John Coatsworth identificó por lo menos 41 casos entre 1898 y 1994,  uno cada 28 meses durante un siglo. Los ejemplos, sobre todo en América Latina, muestran de manera abrumadora que estas intervenciones de todo tipo han sido contra regímenes progresistas y ayudaron a instalar regímenes derechistas, no pocos de ellos entre los más brutales en el mundo.

Con el gobierno de Salvador Allende, Henry Kissinger dijo estar preocupado de que el éxito de la socialdemocracia en Chile fuera contagioso… Estaba preocupado por que un desarrollo económico exitoso, una economía que produce beneficios para la población general y no sólo ganancias para las empresas privadas

Así, Kissinger dejó al descubierto la historia básica de la política exterior de Estados Unidos durante décadas. Comentó Noam Chomsky en 1994. “En todas partes, lo mismo en Vietnam, Cuba, Guatemala, Grecia, Nicaragua; era la misma preocupación: la amenaza de un buen ejemplo”.

Repasando las distintas etapas de opresión, desde el colonialismo directo de las potencias europeas, al sojuzgamiento económico de la primera mitad del siglo XX, que fue respondido con los primeros movimientos populares en Latinoamérica, los  golpes militares contra los gobiernos populares y la imposición del neoliberalismo no llegaron por arte de magia: necesitó del financiamiento y dirección de EEUU.

A medida que avanzaba la resistencia popular a sus políticas, el neoliberalismo abandonó su disfraz democrático y demostró que no era otra cosa que un proyecto autoritario que pretendía esconderse tras el disfraz de la racionalidad y anonimato del mercado. Y tuvo dos etapas. Una, la anterior al 11 de septiembre del 2001, cuando el discurso y la práctica estaban orientados a la militarización de la política y a la criminalización de la protesta social.

La etapa posterior la marcó el traumático del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono y dio comienzo a un nueva doctrina estratégica estadounidense, en septiembre de 2002, poniendo en marcha el principio de la “guerra preventiva” luego de las palabras del presidente George W. Bush Jr.: “ésta es una guerra entre el bien y el mal, y Dios no es neutral”.

Y la rueda da otra vuelta: luego de haberse impuesto el neoliberalismo en toda la región comienzan a surgir nuevos movimiento populares y nacionales con otros nombres y protagonistas. Además de los golpes consumados, ha habido una desestabilización de signo claramente golpista contra otros gobernantes progresistas, como Rafael Correa en Ecuador y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, que sufren una implacable persecución política operada por instancias judiciales.

Luis Arce, quien restauró la democracia en Bolivia tras el gobierno de facto de Jeanine Áñez, tuvo que luchar contra la sedición de sectores ultraderechistas que aúnan el racismo y el separatismo a la defensa violenta de sus intereses de clase.

El presidente colombiano Gustavo Petro enfrenta un despiadado operativo de lawfare (uso de maquinaciones judiciales y legislativas para deponer a mandatarios incómodos a los intereses de las oligarquías y de las trasnacionales estadounidenses y europeas), así como amenazas directas de altos militares en retiro e intentos de atentar contra su vida.

En Guatemala, el presidente electo Bernardo Arévalo denunció que su país vive un golpe de Estado que se está llevando a cabo paso a paso, mediante acciones espurias, ilegítimas e ilegales en distintas instancias, cuyo objetivo es impedir la toma de posesión de las autoridades electas -Presidente, Vicepresidenta y diputados y diputadas” del Movimiento Semilla al Congreso.

Aunque México parece ajeno a estas asechanzas, la realidad es que en apenas cuatro meses se han producido dos conatos de golpe de Estado, ambos desactivados rápidamente por sus propios promotores al darse cuenta de que contaban con nulas posibilidades de éxito debido al abrumador respaldo social del que goza el gobierno federal.

En mayo, la fracción del ultraconservador Partido Acción Nacional (PAN) en el Senado solicitó a la Suprema Corte que destituyera al presidente Andrés Manuel López Obrador, y el 23 de agosto, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Luis María Aguilar Morales, presentó a sus pares un proyecto que proponía lo mismo.

Con las armas y/o las togas

Los mismos que antes financiaban los golpes de Estado, ahora financian los golpes judiciales para imponer las políticas neoliberales en América latina. Ya no hacen falta golpes militares, ahora hay que conseguir jueces educados en comisiones y foros», señaló la expresidente argentina Cristina Fernández de Kirchner, víctima reciente del lawfare y de un intento frustrado de magnicidio.

Los jueces juzgan no de acuerdo a los derechos y los códigos, sino de acuerdo a los intereses que, siempre, están en contra de las mayorías populares.

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador reconoció los avances que se han dado para la consolidación de la democracia en América Latina, pero advirtió que persisten riesgos de retorno del fascismo, intervenciones militares y de que los gobernantes elegidos por el pueblo sean depuestos por grupos oligárquicos.

Señaló que en la actualidad estas operaciones cobran la forma de golpes de Estado “técnicos o mediáticos”, en los que los medios de comunicación corporativos manipulan la información a fin de mantener el régimen de saqueo que los ha enriquecido. Basta con echar una mirada rápida a los acontecimientos del pasado reciente para constatar que éste es un peligro real y acechante.

Desde 2002, distintas configuraciones que reúnen a las fuerzas armadas, los parlamentos, los poderes judiciales, las cúpulas empresariales y los medios de comunicación han derrocado a Hugo Chávez (Venezuela; volvió al poder en 48 horas gracias a la movilización popular y la lealtad de algunos integrantes del Ejército), Manuel Zelaya (Honduras, 2009), Fernando Lugo (Paraguay, 2012), Dilma Rousseff (Brasil, 2016), Evo Morales (Bolivia, 2019) y Pedro Castillo (Perú, 2022).

Cuando el Estado reduce su presencia en educación, salud y la explotación que impacta en el cambio climático, nos queda un vacío, que es ocupado por el narcotráfico:  son los que construyen las escuelas -para controlar socialmente a la población- esas que el Estado no construye por tener que aplicar las políticas de ajuste de los organismos multilaterales.

Un artículo publicado en Rusia por Pyotr Romanov, muy cercano a la política internacional del gobierno de su país,  expresa en forma de pregunta un deseo oficial: «¿Se separa Sudamérica de Norteamérica?». Para explicar la «nueva independencia» de Sudamérica con respecto a EEUU, el autor menciona los triunfos electorales que han obtenido las centroizquierdas en diferentes países del continente.

Los que impulsan en toda América Latina el achique del Estado y las políticas de ajuste son los mismos que después hablan de combatir a los narcos, como si esa guerra se pudiera hacer con represión desde un Ministerio de Seguridad o con la milicia, y no desde el acceso al trabajo, a la salud, a la educación, al progreso.

La realidad de las últimas décadas muestra que algunos gobiernos, al carecer de recursos y renunciar a la facultad regulatoria que deben tener para preservar la calidad de vida de sus ciudadanos, terminan autorizando cualquier cosa a fin de conseguir ingresos. Y, cuando alguien llega a invertir exige sus condiciones; cuanto menos se invierte en seguridad ambiental, más rentabilidad tiene cualquier emprendimiento. La falta de regulación y presencia del Estado para controlar cómo se hace la explotación en materia de minería y petrolera, significa perder soberanía y entregar a las trasnacionales y la banca de inversión los grandes yacimientos minerales de la región.

No cabe dudas: la desaparición o reducción del Estado, lejos de traer seguridad y bienestar, trae otras cosas.

Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Fuente: https://estrategia.la/2023/09/14/la-senora-democracia-ultrajada-aqui-alla-y-mas-aca/

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Un grito desesperado de cambio, al borde del precipicio

Por Aram Aharonian

Tras las elecciones primarias del domingo 13 con la victoria parcial del ultraderechista Javier Milei, Argentina transita semanas de incertidumbre: el hartazgo del electorado con los políticos parece acercar al país al borde del precipicio. El 22 de octubre se sabrá si se da un paso al frente o no. No hubo estallido social, pero sí un grito desesperado de cambio, de que no va más.

Sus primeras declaraciones tras el triunfo primario sacudieron a muchos, al plantear que sus “máximos referentes” son Estados Unidos e Israel. Afirmó que el plan es no promover la relación con comunistas: “Ni con Cuba, ni con Venezuela, ni con Corea del Norte, ni con Nicaragua, ni con China”, aseguró el precandidato. “Nosotros no hacemos pacto con comunistas, no aceptamos transacciones con comunistas».

Afirmó que rompería relaciones con Brasil y China, de llegar a la presidencia. “En China la gente no es libre, no puede hacer lo que quiere. Y cuando hacen lo que quieren, los matan”, aseveró. China es el principal socio comercial de Argentina, por encima de EEUU y Brasil. En 2022 se llegó a la cifra récord de 17.500 millones de dólares en  importaciones de China y  7.900 millones de exportaciones.

Y, para sorpresa de uruguayos, brasileños y paraguayos, dijo que“ hay que eliminar el Mercosur porque es una unión aduanera defectuosa que perjudica a los argentinos de bien”.

Milei y Black Rock

Milei canalizó con mensajes ultraderechistas, el hartazgo y la frustración con el desastre que afronta el país. La misma tendencia se verifica en numerosos países, pero Milei es más impredecible. Fue fabricado por los medios de comunicación y llegó a la política sin ninguna trayectoria. No se asienta en un partido tradicional como Trump, ni en la base ideológico-social de Kast o el sostén evangélico-militar de Bolsonaro. Esa singularidad puede erosionarlo o catapultarlo, señala Claudio Katz

Tiene un discurso ultra reaccionario, pero capturó seguidores con poses y exabruptos. Muchos de sus propios votantes respondieron encuestas aprobando la educación pública y rechazando la privatización de Aerolíneas Argentinas, que él propuso. Ha creado la ilusión de cobrar altos sueldos con la aventura de la dolarización, añade el economista

Milei defiende la institucionalidad mundial del capital financiero, sobre todo cuando está en juego una operación como el financiamiento de una fuga de capitales contra la Argentina. Si Adam Smith y Carlos Marx elevaron a la economía política a la condición de ciencia, Milei la convierte en misticismo y religión y quiere “disolver” el Banco Central y prohibir el uso de los depósitos en los bancos con fines crediticios.

Un régimen monetario sin garantía ni supervisión del Banco Central reforzaría la actuación de los fondos internacionales que casi quiebran el sistema bancario estadounidense en el 2000 y que se desarrollaron ampliamente después de la gran crisis de 2008. “Avance Libertad”, es el grito de BlackRock, Templeton y otros fondos de inversión, que vaciaron a Argentina bajo el gobierno de Mauricio Macri.

BlackRock -y similares- han lucrado largamente con los fondos privados de jubilaciones, que en Argentina volverán a ser presentados como complemento o alternativa ante la miseria previsional. El otro pilar mileinista es una reforma laboral, dirigida a convertir a los trabajadores en una legión de monotributistas sin beneficios sociales, claro.

También BlackRock es uno de los fondos de inversión acreedores de Argentina. La cercanía de su CEO, Larry Fink, con el expresidente Mauricio Macri, en cuyo gobierno  compró miles de millones de dólares. En Argentina, esos brokers no están obligados a declarar sus tenencias (de hecho, el Gobierno debió contratar a la firma internacional Morrow Sodali para saber quienes son los principales titulares de deuda argentina).

BlackRock tendría más de mil 600 millones de dólares en veinte bonos distintos según una lista que publicó la agencia Bloomberg. Otras fuentes dicen más de dos mil millones. Hay más: el jefe de BlackRock fue designado para gerenciar las operaciones con títulos públicos y obligaciones privadas de la Reserva Federal de EEUU (el Banco Central estadounidense), un mercado de 20 billones de dólares.

Con su verborragia Milei y sus ‘anarcocapitalistas’ fingen ignorar la grave crisis capitalista, esa que los bancos centrales jamás podrán evitar, pero que salen al rescate del capital después que estallan. Milei incluso rechazó la “estigmatización” a los paraísos fiscales, desde donde operan los fondos internacionales y los fugados, los mismos que vaciaron a la Argentina bajo la gestión macrista.

Sus planes

En entrevista con la agencia financiera  Bloomberg, Milei criticó a China y a los líderes izquierdistas latinoamericanos a los que considera “socialistas”, dijo que intentaría abandonar el Mercado Común del Sur (Mercosur) y que actuaría rápidamente para desregular los mercados de materias primas.

Asimismo, se comprometió a cerrar el Banco Central -“no tiene razón de existir”, dijo- y dolarizar la economía de 640.000 millones de dólares. Añadió que haría todo lo posible para evitar un impago de la deuda soberana del país si gana la votación de octubre, y que su audaz ajuste fiscal mejorará la reputación y el perfil crediticio de Argentina, haciendo innecesario un default.

Su plan incluye recortar el gasto en al menos un 13% del producto bruto interno (PBI) antes de mediados de 2025, reduciendo drásticamente las obras públicas, el número de ministerios, los subsidios y las restricciones de capital que permitirían a las empresas realizar transacciones en dólares estadounidenses.

También prometió terminar rápidamente con las políticas que este siglo han frenado las inversiones agrícolas; unificaría las tasas de cambio, eliminaría los impuestos y cuotas de exportación, y terminaría la intromisión directa en los precios de los alimentos.

Milei detalló su plan de desguazar el peso argentino por el dólar estadounidense como forma de bajar la inflación y redobló sus críticas al Banco Central, “la peor basura que existe en esta Tierra”. Planea entregar las llaves del Banco Central al economista Emilio Ocampo, su asesor informal en el programa de dolarización, para que pueda cerrarlo.

Dijo que ya ha desarrollado un plan para dolarizar la economía, siguiendo el modelo de El Salvador. Una vez convertidos dos tercios de la base monetaria, la economía estaría totalmente dolarizada, afirmó. “Nadie quiere tener pesos en Argentina, no estamos hablando de agua en medio del desierto. Estamos hablando de algo que nadie quiere”, dijo Milei.

Uno de los principales temores de los mercados es que Milei no consiga respaldar sus planes. Dijo que convocaría referendos si no lograba el consenso legislativo para aprobar sus medidas.

Mientras el peronismo aún gobernante se reagrupa en silencio y la derecha tradicional reescribe su guión, a Javier Milei los principales canales de televisión argentinos lo han recibido estos días con aires de presidente electo. “No descarto asumir antes de tiempo”, lanzó envalentonado en una entrevista.

En otra, contó que ya ha sido contactado por el Fondo Monetario Internacional y que planea una reunión; y descartó unir fuerzas con Patricia Bullrich. “Es menos que mi segunda marca”, dijo. El tercio de los votantes que lo eligieron celebra  cada una de sus osadías: “Están en juego nuestros derechos”, “Es cambiar todo ahora o nunca”, repiten.

Las primarias

Milei y Juntos por el Cambio (JXC) sumaron el 60 por ciento de los votos apelando al «cambio». Casi el 48% (Milei más Patricia Bullrich), votó por un cambio a «todo o nada». Las PASO -elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias- dejaron muchas preguntas pero una certeza: se terminó una época en el país, y fueron la oportunidad para que el profundo malestar que se acumula en la sociedad se expresara con toda su fuerza de corrosión.

Hubo perdedores: el oficialismo y la oposición neoliberal. Inesperada victoria de un supuesto outsider de la política pero no así de los medios del establishment, de los que lleva al menos dos años siendo un asiduo visitante encargado de traccionar, con sus desplantes y su histrionismo, todo el espectro político de la Argentina hacia la derecha, señala Atilio Borón.

Lo extraño es que algunos crean que se dio de manera sorpresiva. Y para ellos tenía razón cuando Rubén Blades cantaba “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Decía el siempre vigente Antonio Gramsci que “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”.

La “apatía electoral” tiene grado de general y esta anemia es un fenónemo que seguramente se instalará también en las elecciones generales del 22 de octubre. No cabe duda: para las fuerzas populares y progresistas esta elección primaria ha sido un golpe durísimo donde la ultraderecha extrajo su potencial de los votantes jóvenes, los sectores empobrecidos y desesperanzados: consigue representar la rebeldía contra el orden existente.

Lo cierto es que casi la tercera parte de los 35 millones de ciudadanos habiltados se abstuvo de votar y otra 30 por ciento se decantó por un candidato “libertario” que prometió un ajuste fiscal durísimo, propuso privatizar la salud y la educación, dolarizar la economía, liberar la venta de órganos, poner fin a programas sociales, reducir salarios y cerrar el Banco Central. Además, se opone a la educación sexual y al aborto, niega el cambio climático, y espera resolver la inseguridad con la libre portación de armas.

La situación es novedosa. En los últimos 20 años la ciudadanía vivió dividida por la grieta entre la peronista Cristina Fernández de Kirchner y el neoliberal Mauricio Macri, y la irrupción de una ultraderecha que cautivó el hartazgo de los votantes con la política hoy la acerca al precipicio. El bipartidismo de los últimos cuarenta años está debilitado y nació una nueva fuerza ultraliberal.

El peronismo se refundará… o desaparecerá diluido en lav“minoría intensa progresista”, o con dirigentes migrando a Juntos por el Cambio, donde se pueden sentir cómodos. La tarea será revisar sus bases programáticas, elaborar un nuevo plan de desarrollo, deshacerse de dirigentes que han sido el lastre de estas elecciones y volver a enamorar el pueblo, como lo hizo Juan Domingo Perón en 1945.vPero ya no existe ni Perón ni el pueblo trabajador…

Lo del peronismo oficialista fue dramático: pasó de 12 millones 200 mil votos en 2019 (47.79%) a obtener 7.058.830 (32.43%) en 2021, para tocar fondo ahora con menos de seis millones y medio de seguidores (27,27%), con una caída de casi la mitad del electorado en apenas cuatro años. Y, para peor, estando en el poder.

Sin duda, el peronismo atraviesa la peor crisis de su historia: perdió San Luis, San Juan, Chubut y Santa Cruz y tiene posibilidades de perder Santa Fe, Entre Ríos, Chaco y Buenos Aires.  Con estos números, pareciera que la única garantía real del triunfo oficialista es la división de la oposición y no el caudal electoral y político propio.

Pero la irrupción de La Libertad Avanza dejó en terapia intensiva también a la tradicional coalición opositora Juntos por el Cambio, que pese a lograr el segundo puesto, su lugar en un eventual balotaje en noviembre sigue amenazado. Dentro de JxC también hubo ganadores y perdedore. Entre los primeros, el expresidente Mauricio Macri, quien logró que su primo triunfara en la capital y que la candidata presidencial más cercana, Patricia Bullrich, ganara la interna presidencial.

El triunfo de Bullrich contra la maquinaria electoral de su contrincante, Horacio Rodríguez Larreta, la convirtió en una de las figuras con más proyección en el escenario político venidero, pero sin tener allanado el camino a la presidencia: puede  terminar convirtiéndose en una aliada de Milei en la tarea de demoler lo que queda del gobierno peronista. Rodríguez Larreta, al que la mayoría de los analistas daban como casi seguro próximo presidente, sacó apenas el 11% de los votos.

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador opinó sobre lo sucedido: “La crisis ayuda a la derecha, es un poco lo que pasa en Argentina. Hitler se consolidó después de la inflación que se padeció. No comparo a Milei con Hitler, es una referencia histórica”, expresó. La respuesta fue de la actriz, exmodelo, conductora y empresaria argentina Susana Giménez: “López Obrador es un zurdo de mierda”. Si bien borró el tuit, usuarios capturaron su “análisis” y lo compartieron en redes sociales.

Una de las preocupaciones del sistema político argentino era la fragmentación y por ello intentó generar mayor estabilidad  a través de la concentración de la oferta política en pocas opciones, e inventó las PASO, que encierra al electorado en rediles de los que no pueden escapar de cara a las elecciones nacionales.

A los políticos argentinos se les presenta la opción de silenciar el grito popular de cambio en su intento de controlar o reducir los daños, o -por una vez por todas- tratar de comprender el mensaje que los aterroriza, horroriza. Hay pánico: muchos ven que trastabillan sus interese personales. ¿Será cierto eso de que el pueblo nunca se equivoca?

Podemos hablar de apatía, de desinterés, pero la desafección ciudadana va mucho más allá del descontento, más allá del voto castigo al gobierno o del voto rabia por disconformidad con todos y con el sistema. Es cuando los políticos vuelven a hablar de defensa de la democracia, que ellos creen que se limita a la acción ciudadana de ejercer el voto para que ellos sigan en el poder.

¿Cómo se puede explicar que en apenas dos años la fuerza libertaria, ultraderechista, se haya convertido en la más votada? El establishment no lo puede explicar, porque se trata de un discurso que promete un futuro distinto capaz de ilusionar, en un país donde más del 40 por ciento pasa hambre.

Algunos hablan de la proeza del gobierno de Alberto Fertnández y Sergio Massa de haber logrado matar al peronismo, que cuatro años atrás aún arañaba la mitad de los votos y ahora apenas el 20 por ciento. Desde 1945, cuando nació, jamás había sido tercero en unas elecciones. De todas formas, su derrota es inapelable. La derecha  está exultante: «Gracias Alberto, gracias Massa por los servicios prestados».

Dada la crisis de representación y la imagen negativa de los candidatos que ejercieron el gobierno los últimos 12 años, los tres principales mandatarios y figuras políticas no pudieron presentarse a las elecciones. Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández se bajaron (o los bajaron) de la competencia. La primera, acechada por el lawfare y el intento de magnicidio. Macri derrotó a su adversario interno, Rodríguez Larreta, y conservó el gobierno capitalino. El presente de Alberto Fernández no es promisorio y de su futuro, mejor no especular.

Si bien JxC redujo su volumen electoral nacional, mantuvo con una importante cantidad de votos las provincias que administraban la Unión Cívica Radical (Corrientes, Jujuy y Mendoza) y el PRO macrista (Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Además, sumó varias provincias más, cuestión que augura el protagonismo de esa fuerza en los próximos años.

A dos meses

«Argentina es una sociedad astillada, golpeada por la crisis económica y la pandemia, que manifiesta su bronca pero que también expresa un deseo de reseteo profundo, una necesidad de shock», señala José Natanson.

La única certeza, mientras tanto, es que los argentinos son todos un poco más pobres que el domingo: el Banco Central devaluó el peso un 18,3% el lunes, el dólar paralelo trepó a 800 pesos frente a los 350 del oficial, y el índice de precios al consumidor trepó otro 6%, hasta el 113% de inflación interanual. Faltan dos meses para las elecciones del próximo 22 de octubre.

El drama social de la pobreza estructural, hoy convertida en marginalidad, violencia y ámbito para el desarrollo del narcotráfico, requiere de nuevas y enérgicas acciones. Sin duda, la tendencia que marca un descenso en la participación electoral y el crecimiento del voto en blanco como previsible consecuencia del descontento generalizado por los problemas económicos y el malestar por otras demandas  insatisfechas en la última década, son algunos de los motivos de esta anemia electoral.

El voto en blanco fue la cuarta opción más elegida. Alejandro Kaufman dice que se presenta como una solución mágica de lo que se alega como descontento, inmoralidad o injusticia, sirve de botón antipánico. Eso es el voto a Milei, un botón antipánico, un señuelo que abre una trampa letal, pero que para el votante es una salida salvadora.

Para las fuerzas populares y progresistas esta elección ha sido un golpe durísimo. Los peores temores se han confirmado: la ultraderecha extrae su potencial de los votantes jóvenes, también entre los sectores empobrecidos, incluso en los territorios periféricos, porque consigue representar la rebeldía contra el orden existente, a todas luces injusto.

Esta vez van por todo e intentarán liquidar el Mercosur, convenios colectivos, indemnizaciones, van con indultos a los militares y anulación del aborto. Hay algo que (me) preocupa más; ¿es posible imponer los planes de Milei y la ultraderecha sin una fuerte represión, sin el uso de la fuerza, sin los militares? No está en sus libretos, quizá, pero deberán lidiar con la resistencia social.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Fuente: https://estrategia.la/2023/08/18/argentina-un-grito-desesperado-de-cambio-un-pais-al-borde-del-precipicio/

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Hambre, desocupación… y elecciones con los mismos de siempre

Si votar sirviera para cambiar algo, ya estaría prohibido”. -Eduardo Galeano

En una fecha decisiva del calendario electoral en Argentina se confirmaron las alianzas vigentes. El panperonismo cambió de nombre -quizás una forma de disimular un fracaso-, mientras se cruzan durísimas acusaciones internas, al igual que en la coalición neoliberal Juntos por el Cambio.

Subsiste en el país una superestructura política que no termina de morir, alejada de la evolución del proceso político, mientras se calcula que la inflación anual rondará el 100 por ciento, y crecen la desocupación y la inseguridad alimentaria.

Si se anualiza la inflación de un 8,1% promedio de los dos últimos meses, la suba de precios en el año alcanzaría 155%. La tasa de interés de Banco Central, referencia para los plazos fijos, está en 155% anual.Quizás el factor que defina el escenario de los próximos meses es lo que se acuerde o no con el FMI, con la esperanza de recibir dólares frescos y poder usarlos para intervenir en el mercado cambiario.

En la provincia de Jujuy, el gobierno a cargo del dirigente radical (opositor) Gerardo Morales desató una represión salvaje sobre los trabajadores y las comunidades que protestan contra una Reforma Constitucional a todas luces reaccionaria, que pretende legalizar la persecución a movimientos sociales en nombre una paz de cementerios y mantiene desde hace casi ocho años presos políticos, como es el caso de Milagro Sala.

En la Ciudad de Buenos Aires, el poder ejecutivo que comanda el candidato a presidente de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, desalojó violentamente a las mujeres de Casa Pringles, una experiencia feminista muy interesante. ¿Estos hechos anticipan los tiempos que vendrán en la Argentina?

 Las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) se realizarán el 13 de agosto. Todos los partidos que se presenten a ellas deberán obtener el 1,5 por ciento de los votos “válidamente emitidos” para poder acceder a las elecciones nacionales del 22 de octubre, en las que se definirá quién será el nuevo presidente y se renovarán la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado.

Desde los medios se insiste en una derechización del escenario electoral, alentada y sobreanalizada desde los medios, que no logra que la población pierda de vista  un trasfondo de crisis que no terminará con las elecciones ni el 10 de diciembre, cuando un nuevo gobierno, de cualquier signo, intente aplicar nuevos planes de ajuste.

Acorralados en sus propios mundos, el neoliberal Juntos por el Cambio y el oficialista Frente de Todos sobreviven la incertidumbre, fracturas, rompimientos y cambios de nombre de cara a los comicios generales de agosto. En pleno cierre de alianzas entre los partidos que competirán en las elecciones nacionales, el oficialismo panperonista -quizá para disimular su fracaso- dejará la denominación de Frente de Todos para llamarse Unión por la Patria.

Elegir el término “Patria” para la nueva denominación y centrar la prioridad en una nueva relación con el FMI que elimine los condicionamientos a la política económica  empezaron a definir el eje programático que planteó la vicepresidenta Cristina Kirchner. Las escaramuzas para ordenar la interna panperonista eran previsibles y peligrosas para la nueva alianza que se mueve en un camino finito de crítica al gobierno (¿propio?) y de tratar al mismo tiempo de no expulsarlo y contenerlo.

Por su parte, la principal coalición opositora confirmó que sostendrá la neoliberal Juntos por el Cambio como expresión de alianza, en medio de ríspidas negociaciones y definiciones respecto a su conformación final, demostración de un cuadro perfecto de crisis del regimen político del país.

Las primeras definiciones de la flamante coalición panperonista, que en rigor tiene en su interior a las mismas fuerzas que formaron el Frente de Todos en 2019, da cuenta de uno de los objetivos del nuevo nombre: polarizar con la derecha como defensora de la dolarización, del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y la extranjerización de los recursos estratégicos, entre otras cosas.

Los medios hegemónicos vienen repitiendo la película de una derrota peronista  lineal y previsible, pero Juntos por el Cambio, que aparecía hasta hace poco como ganador casi inevitable de la elección, también atraviesa una profunda crisis.

Sus partidos están partidos: por un lado Patricia Bullrich apoyada por el expresidente Mauricio Macri y el “Grupo Malbec” del radicalismo se enfreta a Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la capital, que junto con el radical Gerardo Morales y la Coalición Cívica, emiten comunicados seriales llamando a una mayor amplitud de alianzas.

El cambio de nombre de la alianza oficialista,  no es para nada inocente: trata de desligarse de la apática figura presidencial de Alberto Fernández, que ante la realidad debió abandonar el sueño de ir por su reelección. El peronismo no quiere cargar con el peso del fracaso.El primer comunicado de la nueva Unión por la Patria repitió fórmulas rituales como aquello del «crecimiento con inclusión social» pero, sobre todo el piso de participación de cada sector en las listas para las elecciones.

Mientras el kirchnerismo y el Frente Renovador del actual ministro de Economía Sergio Massa proponían que fuera del 40 por ciento, desde el sector del exvicepresidente Daniel Sioli y  Alberto Fernández impusieron que fuera el 25, apelando a recurrir al “partido judicial”, el mismo que proscribió a la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner,  para dirimir el tema.

En medio del cierre de las candidaturas, la vicepresidenta  habló desde la sureña provincia de Santa Cruz para dejar en claro que quiere gobernantes “con experiencia en la gestión pública». El más elogiado fue Axel Kicillof, a quien le reconoció que había advertido sobre el Fondo Monetario Internacional: “Kicillof lo advirtió y hoy estamos ahí, en el FMI, con una terrible deuda. Además, hay sobretasa de interés por la magnitud del préstamo acordado”.

“Cuando el FMI irrumpe en un país después de un préstamo de la magnitud que le dieron a Argentina, hay que decirle a la sociedad la verdad. Si tenés que firmar porque tenes la 45 en la cabeza, tenes que decirles que te hacen firmar. Porque, después de todo, ese préstamo no es responsabilidad de este gobierno. La sufre este gobierno y la sociedad argentina, pero creo que es hora de comenzar a hablarle con la verdad a la sociedad”, dijo.

Resta ver antes del 24 de junio qué candidatos se confirman y si esa unidad tendrá el formato de lista única, o si habrá un capítulo de disputa en las PASO antes de llegar todos con la misma boleta a octubre, como parece lo más probable.  La opción de un salto nacional (a la presidencia) del exministro de Economía y hoy gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof ,volvió a cobrar fuerza.

A horas del cierre de alianzas en Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta nuevamente subieron el tono de la disputa.»Sumamos en esta nueva etapa a José Luis Espert y el GEN de Margarita Stolbizer y vamos a seguir sumando», lanzó Rodríguez Larreta y reiteró que su intención es que el gobernador cordobés Juan Schiaretti participe del armado electoral. Bullrich ratificó su plan de ajuste y salió a proteger a su potencial aliado el “libertariano” Javier Milei.

Los medios de comunicación hegemónicos son parte del desfasaje: sus coberturas políticas, dedicadas en un 99 % a reflejar y analizar las internas del peronismo, de Juntos por el Cambio y la evolución del ultraderechista Javier Milei, están a trasmano de la vida real, de los procesos políticos y de los paros, piquetes y movilizaciones de un abajo que se mueve, contra los bajos salarios, la desocupación y el hambre.

Pero la realidad que más allá del impacto mediático, a Milei no le va bien. En los procesos electorales en varias provincias hizo apuestas fuertes y le fue entre mal y peor. En el mundo politizado del periodismo e incluso de la academia se sacaron conclusiones de mínima apresuradas, en base a un solo elemento: las encuestas.

 Y, se comenzó a afirmar que la sociedad giró unilateralmente a la derecha, especialmente los jóvenes, que Milei expresaba la rabia. Pero  varios estudios de opinión cualitativos muestran cierta inconsistencia incluso entre los que dicen que votarían por Milei, pero defienden las empresas públicas, la salud y la educación pública, todos derechos que el programa libertariano quiere liquidar lisa y llanamente.

Como suele ocurrir ante las coyunturas electorales, y más en el escenario de insatisfacción y frustración frente a unas democracias que durante varias décadas solo han garantizado algunas libertades formales sin avanzar resueltamente hacia la justicia social, el tira y afloje entre las coaliciones en competencia han convertido a la Argentina mediática en un pandemonio. Terminado el Mundial de Fútbol hay que hablar de las elecciones.

Un régimen político que aparenta continuidad, aparece desfasado ya del proceso político real, desgarradas las coaliciones internamente y en crisis con sus propias bases electorales, continúan adelante a pesar de todo. Son la expresión de lo viejo que no termina de morir. Decía Antonio Gramsci: «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».

El economista Horacio Rovelli señala que el salario mínimo en EEUU es de 2.000 dólares por mes y en la Argentina de 310 dólares al tipo de cambio oficial y de 160 dólares al cambio paralelo, mientras la inflación quizá supere el 100% este año.

Algo ya parece seguro: el próximo gobierno nacerá débil y condicionado por la inmensa deuda externa, lo que adelanta nuevas crisis y convulsiones de una futura gestión que intentará continuar planes de ajuste y sumisión al FMI en la Argentina de la crisis permanente.

O del estallido que algunos agoreros vaticinan, como hace 22 años, con el entonces presidente Fernando de la Rúa huyendo en helicóptero desde la Casa Rosada. Mientras, en las plataformas se difunde el filme “Diciembre 2001”, basado en el libro «El palacio y la calle» del periodista Miguel Bonasso. Cualquier similitud no es mera coincidencia.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Fuente: https://estrategia.la/2023/06/19/argentina-hambre-desocupacion-y-elecciones-con-los-mismos-de-siempre/

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El dominio de la comunicación y la lucha por su democratización

Por Aram Aharonian

Lo primero que debemos recordar es que la comunicación es un derecho humano sostiene el autor y analiza desde diferentes autores cómo influyen la tecnología y la inteligencia artificial en esta etapa del capitalismo. Dice y explica que “Hoy vivimos en un feudalismo tecnodigital, lejos, muy lejos de la libertad y la equidad prometida por los mentores de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC)”.

El mundo cambia, la tecnología avanza -hoy hablamos hasta de metaverso y discutimos si la inteligencia artificial sustituirá a los periodistas- pero parece que nos empujan a pelear en campos de batalla equivocados, munidos de herramientas perimidas, mientras las corporaciones mediáticas hegemónicas desatan sus estrategias, tácticas y ofensivas en nuevos escenarios, en guerras que pasaron de ser de cuarta y quinta generación a un nuevo formato acorde a esta etapa del capitalismo de plataformas y vigilancia.

El mundo cambia, la tecnología avanza -hoy hablamos hasta de metaverso y discutimos si la inteligencia artificial sustituirá a los periodistas- pero parece que nos empujan a pelear en campos de batalla equivocados, munidos de herramientas perimidas, mientras las corporaciones mediáticas hegemónicas desatan sus estrategias, tácticas y ofensivas en nuevos escenarios, en guerras que pasaron de ser de cuarta y quinta generación a un nuevo formato acorde a esta etapa del capitalismo de plataformas y vigilancia.

Lo primero que debemos recordar es que la comunicación es un derecho humano. Y hoy pretendemos pelear por su democratización, pero no bastan arcos y flechas contra los misiles informáticos, los drones, la inteligencia artificial.

Hoy vivimos enun feudalismo tecnodigital, lejos, muy lejos de la libertad y la equidad prometida por los mentores de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). El investigador argentino Alfredo Moreno, señala que bajo el manto de una retórica de democratización y acceso a la información, progreso e innovación se esconde el más puro y antiguo sistema de dominación

Nick Srnicek en Capitalismo de Plataformas, afirma que“internet se ha transformado en una suerte de utopía neoliberal desregulada y con pocos ganadoresLas plataformas no tributan en casi ningún país y muchas veces ni tienen oficinas, lo que impide cualquier tipo de verificación y sometimiento a las normas y leyes de nuestros países.

Los datos generados en la actualidad por los usuarios en internet constituyen una materia prima y las plataformas son quienes extraen la plusvalía de ésta. Es una forma de reorganización del capitalismo que, ante la caída paulatina de la rentabilidad de la manufactura en los últimos años,  se volcó hacia los datos como un modo de mantener el crecimiento económico y la producción.

Unas semanas atrás causó  conmoción  un robot que pasó exitosamente el test de Turing al producir mensajes difícilmente diferenciables de los que emite un ser humano. Lo cierto es que mecanismos informáticos nos suplantan progresivamente; cajeros automáticos; dispositivos cibernéticos conducen autos,  aeroplanos y drones; analistas artificiales diagnostican enfermedades o interpretan documentos jurídicos con mayor precisión que nosotros los humanos, sus colegas biológicos.

Las  máquinas redactan, componen música, elaboran  gráficas e incluso compiten en ajedrez mejor que el campeón mundial del juego ciencia. Incrementan su velocidad y capacidades de manera vertiginosa y exponencial, mientras que las nuestras permanecen estáticas. Los analistas anticipan que en pocos años la informatización hará desaparecer más del 40% de los puestos de trabajo.

Las grandes tecnológicas digitales han servido para el crecimiento de la desigualdad a escala mundial. Y hoy, cada vez se hacen más necesarias las políticas públicas que cuiden y promuevan el bien común del conocimiento, la seguridad sobre los datos y el acceso de la ciudadanía, de las comunidades, a los servicios basados en software e Internet. El mito del Silicon Valley californiano cayó junto a la acumulación escandalosa de ganancias, tecnoempresarios dictadores, desigualdades sociales indecorosas, desempleo crónico, millones de pobres suplementarios y un puñado de tecnooligarcas que acumularon fortunas jamás igualadas.

Pandemia y progresismo

Las medidas transitorias llegaron para quedarse y a medida que se prolongó la pandemia, los nuevos hábitos se incorporaron en la cotidianeidad, en un proceso paralelo al ritmo que las empresas privadas crean, implantan y expanden sus diversas plataformas digitales (durante el año 2020 se decuplicaron respecto a 2019).

Esta nueva situación está permitiendo registrar, recopilar, almacenar, mercantilizar y analizar las respuestas de la mayoría social. Porque con la implantación y obligación de las TIC, todos nuestros movimientos dejan una huella electrónica, datos al desarrollarse gran parte de las relaciones, transacciones y gestiones de forma telemática.

La pandemia impulsó un inédito y profundo cambio social, un gran salto cualitativo (y cuantitativo) respecto de la situación previa: se está consolidando y legitimando la cuarta revolución tecnológica (4.0), de forma silenciosa (paradójicamente) y sin resistencia social. La pregunta es quien impulsó la pandemia…

Más allá de la pandemia, lo cierto es que los gobiernos progresistas nunca creyeron en la necesidad de una política informativa, que redundara en la información y en la formación, y en la participación ciudadana. Se recitó el estribillo de la batalla de ideas, pero siempre desde el síndrome de plaza sitiada –hay que defenderse permanentemente de un eventual ataque enemigo-, síndrome que se apropió de los espacios oficiales de comunicación y en la reacción defensiva permanente y de corto plazo de los ataques hostiles, olvidando la agenda propia del diálogo con la ciudadanía y del debate con los adversarios políticos.

Para ello colaboraron los nuevos conquistadores, que desde universidades europeas nos vinieron a vender espejitos de colores e impedir locuras como la de Telesur, que insistía en vernos con nuestros propios ojos después de cinco siglos de colonización. Algunos reviven el Informe McBride 1980 (de hace 43 años) cuando hoy  el big data permite a la información interpretarse a sí misma y adelantarse a nuestras intenciones, convirtiendo a la democracia en una dictadura de la información manejada por las grandes corporaciones. Seguimos en guerra y en ella no hay neutralidad posible.

El verso de la democracia 

Tal vez ningún término usado recurrentemente en el espacio público fue ultrajado de tal manera que no solo fue vaciado de contenido, sino que perdió todo sentido, como la voz democracia,  Hoy se exalta un concepto reduccionista de la democracia, que encierra y congela la soberanía y la participación popular en un palacio presidencial y un hemiciclo parlamentario.

En nuestros países, la forma más adecuada para garantizar la estabilidad gubernamental ha sido la democracia controlada o democracia de baja intensidad. Que consigue la estabilidad a través de la desinformación que promueven los medios de comunicación monopolizados, que se está revelando como más eficiente que las dictaduras militares.

La desinformación juega un papel relevante en el sostenimiento del orden sistémico occidental, que controla los principales medios que llegan a la población, que son los que asesinan la verdad y la democracia. Los mejores contenidos periodísticos no tienen, generalmente, ninguna consecuencia, porque el poder y los medios a su servicio los ignoran.

Es esencial que la redistribución de la riqueza esté en el tope de las prioridades de un gobierno del y para el pueblo. ¿Es esto posible sin hablar de la redistribución de la palabra? ¿O seguiremos siendo rehenes de la dictadura del discurso único de medios concentrados, meros apéndices del poder establecido? La deuda con la comunicación popular debe ser saldada con acción afirmativa valiente y no cosmética. En definitiva, con política pública que permita que la libertad de expresión no quede solo reservada a los patrones.

Se trata de crear medios propios, sin duda, pero no para competir por la opinión de las mayorías, sino para consolidar el campo popular, a los pueblos en movimiento, al abajo que se mueve y resiste. No es algo menor.

Para nuestro Sur, ese “modelo” siempre vino de la mano de la retórica de las potencias coloniales. La democracia fue asesinada en nombre de la democracia, para emplearla  como  instrumento de legitimación de las estructuras de poder, dominación y riqueza. Antes esos mismos habían asesinado la verdad usando las herramientas del terrorismo mediático de los medios corporativizados en todo el mundo.

Es evidente que la democracia no existe en los medios. Ese control casi absoluto ha conseguido algo que décadas atrás parecía imposible: erradicar el conflicto de la percepción del público. Los más brutales crímenes pueden pasar inadvertidos si los medios se empeñan en ello.

Cuando este control mediático se desborda, porque la realidad resulta demasiado evidente, ahí está la policía, el golpe de Estado permanente, para reventar las protestas, o la llamada justicia para deshacer, con el lawfare, los caminos democráticos. De nada han servido las leyes de medios, porque son carne de cañón para el aparato judicial  elitista y corrupto, aliado a los grandes intereses corporativos.

No existe algo llamado democracia, si es que alguna vez existió. Desde el momento en que las opiniones y las voluntades de las personas son moldeadas y manipuladas por gigantescas maquinarias que escapan a cualquier control que no sea el de las clases dominantes, entrar en el juego electoral parece no tener sentido ni futuro.

La derecha política y mediática regional repite eslóganes y prejuicios contra el Estado y su presencia en políticas públicas de inclusión social y cuidado en salud, mientras los gigantes del mundo digital abusan de la posición dominante de mercado y del mega flujo de datos que alimentan sus algoritmos como “armas de destrucción matemática”.

¿Inteligentes?

Creemos que portamos un teléfono personal, inteligente. Pensamos que el celular nos pertenece, pero no hay nada menos personal. El algoritmo está en nuestro querido celular, donde se esconde un tipo de sociedad, que es del conocimiento, de un sistema de poder, dicen que sostenido en una ideología algorítmica neutral.

Y uno va viendo cómo, de a poco, el celular se va apropiando de tu ser: te pide la huella digital mientras realiza sin que se lo pidas tu reconocimiento facial, lo tienes ligado a tu cuenta de correo digital, a tu tarjeta de crédito o de débito, y vas recibiendo notificaciones y noticias de instituciones y gente que ni siquiera sabías que existen. Y entonces te acuerdas que había algo que se llamaba intimidad y que lo fuiste perdiendo.

En un mundo capitalista donde el 1%  de la población posee el 50% de la riqueza, y el 10%  posee el 88%, la inmensa mayoría que no es propietaria de medios de producción y vive de la venta de su fuerza de trabajo  devendrá inútil en cuanto  las máquinas desempeñen sus labores de forma más rápida, barata y eficiente.

El capital ha esclavizado pueblos, exterminado naciones, desencadenado genocidios sin más objetivo que obtener dividendos.  ¿Qué hará con una fuerza laboral suplantada por mecanismos que no exigen salarios?, se pregunta el intelectual venezolano Luis Britto.

Hoy, bajo el manto de una retórica de democratización y acceso a la información, progreso e innovación que disparan desde las ONG europeas, se esconde el más puro y antiguo sistema de dominación

Seguimos negándonos a vernos con nuestros propios ojos. Seguimos viendo con ojos ajenos, del enemigo, copiando sus modelos, discutiendo las temáticas que agendan las ONG europeas, muy socialdemócratas ellas, olvidando a nuestras gentes en nombre de la lucha por nuestro futuro.

En Argentina, la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual materializó un marco legal propicio para avanzar en la democratización de un ámbito tan crucial para el ejercicio del poder en las sociedades actuales. En términos de balance, lo más evidente es la distancia entre ese marco legal y lo que se llegó a aplicar. De hecho, el poder de fuego y el peso económico de los “medios dominantes”, que la ley venía a regular y a limitar, hoy es mayor que entonces.

La desinformación (incluyendo el bombardeo de los fakenews) juega un papel relevante en el sostenimiento del orden sistémico occidental, que controla los principales medios que llegan a la población, que son los que siguen asesinando la verdad y la democracia. Construir abajo y a la izquierda, parece ser el único camino emancipatorio posible. Porque lo único que se construye desde arriba, es un pozo.

Aram Aharonian. Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Fuente: https://estrategia.la/2023/03/19/el-dominio-de-la-comunicacion-y-la-lucha-por-su-democratizac

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Chávez y la emergencia del pensamiento emancipatorio latinoamericano

Chávez y la emergencia del pensamiento emancipatorio latinoamericano

Por Aram Aharonian*

A diez años de su muerte

Hugo Chávez, la locomotora que impulsó la construcción diaria de la Patria Grande, la de los pueblos, dejó hace 10 años una nación huérfana. Simbolizó (y simboliza) la emergencia del pensamiento regional emancipatorio del cambio de época, con críticas anticapitalistas de cuño marxista, con una concepción humanista. Y rescató la idea de socialismo como horizonte utópico.

Fueron 14 años que transformaron Venezuela pero también Nuestramérica, La pobre. Primero, considerando que nuestras grandes mayorías, los invisibilizados por las elites y los medios hegemónicos, no solo eran objeto sino que se transformaron en sujetos de política. La vida digna para todos. Atreviéndose a hacer lo que muchos consideraban (o creíamos) imposibles, como enfrentarse al imperialismo, o romper con las buenas costumbres de la democracia formal y liberal, institucional y declamativa, entendiendo que había que empoderar a los pobres, dándoles acceso a la educación, vivienda, salud, para todos. Comprendiendo que había que pasar de la etapa de más de 500 años de resistencia a una etapa de construcción de naciones soberanas, de una verdadera democracia participativa, de construcción de poder popular, mediante una revolución por medios pacíficos, avanzando hacia la integración y la unidad de nuestros pueblos –y no de nuestro comercio-, mediante la complementación, la cooperación y la solidaridad, lejos de los dictados del Consenso de Washington.

Los avances económicos y sociales experimentados por el pueblo venezolano, hoy atacados con feroz salvajismo por el desenfreno estadounidense y la incapacidad (por no usar otros adjetivos) de sus lugartenientes locales, son importantes pero no son lo esencial, que radica en que Chávez produjo una revolución en las conciencias, cambió la cabeza de nuestros pueblos. La inmensa popularidad de Chávez en toda la región y en el Tercer Mundo reveló la revolución de esos cambios en el imaginario popular.

Del “ALCa-rajo” marplatense –junto a sus “socios” Néstor Kirchner y Lula da Silva- que enterró la pretensión libre comercial estadounidense, al pensamiento boliviariano que da sustento a lo que denominó Socialismo del Siglo XXI. Leyó que Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, señalaba que era necesario crearse un símbolo ideológico propio. Y Chávez lo pensó basado en un Estado eficaz, que regule, impulse, promueva, el proceso económico; la necesidad de un mercado, pero que sea sano y no monopolizado ni oligopolizado y por sobre todo el hombre, el ser humano. En su propuesta de ruptura con el capitalismo hegemónico, aparece un modelo humanista con bases marxistas y esto responde a la pretensión y necesidad de construcción de un modelo ideológico propio, de verse con ojos venezolanos y latinoamericanos. “La democracia (formal) es como un mango, si estuviese verde hubiese madurado. Pero está podrida y lo que hay que hacer es tomarlo como semilla, que tiene el germen de la vida, sembrarla y entonces abonarla para que crezca una nueva planta y una nueva situación, en una Venezuela distinta”, solía decir.

Hace 10 años murió Hugo Chávez, el hombre que cambió el rumbo de Venezuela y América Latina, a quien le bastó con pronunciar dos palabras en 1992 para entrar en la historia de su país y convertirse en un nuevo referente político. Las imágenes televisivas, de apenas un minuto y 15 segundos, transmitidas a las 10:30 del 4 de febrero de 1992 dejaron a la posteridad su reconocimiento del fracaso de la intentona revolucionaria que coprotagonizaba: “por ahora”.

Una década después -siendo presidente- sería objeto de un golpe de Estado, el 11 de abril de 2002, que culminó con su restitución –con el pueblo en la calle exigiendo el retorno de su presidente constitucional- dos días después. Sobrevivió al sabotaje petrolero y al paro patronal de 62 días. El cáncer –dicen- terminó con su vida cuando iba a comenzar un nuevo mandato, y dio inicio al mito.

Algunos aseguraron que con su muerte el “ciclo progresista” había concluido. Desde Washington hicieron todo lo posible para finiquitarlo; sanciones económicas, bloqueo, invento de un presidente títere, invasiones, intentos de magnicidio contra su sucesor, Nicolás Maduro. Y desde Europa volvieron los vendedores de espejitos de colores, disfrazados de “asesores”, para cambiar el rumbo de la Revolución Bolivariana, pacífica, camino al socialismo. Mataron a Chávez, quisieron destruir al chavismo.

Las últimas instrucciones

La misma noche de su último triunfo electoral, el 8 de octubre de 2012, anunció desde el “balcón del pueblo” (en el palacio de Miraflores) el inicio de un nuevo ciclo en la construcción del socialismo venezolano, con un llamado a la crítica y la autocrítica, a multiplicar la eficiencia, terminar con el burocratismo -una nomenclatura que acata pero no cumple- y, sobre todo, fortalecer el poder comunal. Doce días después, el 20 de octubre, en el primer consejo de ministros del nuevo ciclo, Chávez dejó sus instrucciones -”el golpe de timón” lo llamó- para el período 2013-2019, donde insiste en la necesidad de un poder popular que desarticule la trama de opresión política, la explotación del trabajo y la dominación cultural. “La autocrítica es para rectificar, no para seguirla haciendo en el vacío, o lanzándola como al vacío. Es para actuar ya, señores ministros, señoras ministras”, señaló, instándolos a dar un golpe de timón

Antes de iniciar el nuevo ciclo, Chávez señaló la necesidad del debate de fondo para afrontar una lógica de la llamada institucionalización de la revolución y sus efectos de derechización y burocratización: «Alguien debe organizar un gran foro sobre la vía al Socialismo. Allí se discutirá, por ejemplo: ¿Se puede ir al Socialismo en conchupancia con el capitalismo? ¿Se puede separar la relación económica de la formación de la conciencia del Deber Social, fundamento del socialismo? ¿Se pueden construir nuevos empresarios capitalistas sin conciencia capitalista, como proponen algunos? La ausencia de discusión nos lleva al fracaso». Chávez era consciente de que en las bases -que exigían participación y debate- había malestar por un reforzamiento de sectores, prácticas e ideologías funcionales al capital en importantes voceros políticos (ministros, diputados, gobernadores, candidatos a alcaldes, cuadros de dirección partidista), orientados a sacarle el cuerpo a la teoría y práctica del socialismo. Habló de configurar una nueva socialidad desde la cotidianidad, con nuevos modos de planificar y producir la vida material, basada en la solidaridad, pulverizar el viejo Estado burgués, inventar nuevas formas de gestión pública, e insistió en la irreversibilidad de la transición socialista. Ya el Che Guevara había denunciado los vanos intentos de «construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo: propiedad privada, mercado, dinero, mercancías, competitividad».

Chávez, en tono de autocrítica, puso en la mesa la posibilidad de perder el rumbo de un gobierno revolucionario. «La comuna, el poder popular, no es desde Miraflores ni es desde la sede del ministerio tal o cual desde los que vamos a solucionar los problemas. No creamos que porque vamos a inaugurar la fábrica de Cemento Cerro Azul o la fábrica de fábricas en Guanare, o la fábrica de computadoras, o la fábrica de satélites, o la fábrica ésta y aquella, o porque nacionalizamos cementos, ya estamos listos, no”. ¡Cuidado!, alertó a su equipo: “Si no nos damos cuenta de esto, estamos liquidados y no sólo estamos liquidados, seríamos nosotros los liquidadores de este proyecto. Nos cabe una gran responsabilidad ante la historia a los que aquí estamos. Véanse las caras, véanse los ojos en el espejo cada vez que vayan al baño o a donde haya un espejo. Yo de primero”.

¿Hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general?, planteaba, mientras repetía que la «máxima felicidad posible» pasaba por discutir el consumo alienado y las necesidades artificiales, superación del «tener» por el «ser».

El 30 de agosto de 1992, en la cárcel de Yare -donde estaba preso tras fallar el intento revolucionario del 4 de febrero- le dijo a José Vicente Rangel:  “Soy un subversivo amoroso, contumaz e impenitente, en pos de la felicidad de mi pueblo y en la plena concreción de la patria bolivariana y socialista”. El soñador, a veces ingenuo, perdonavidas, el guerrero, el que siempre quiso ser beisbolista, que sufrió también la soledad del poder, supo combinar el pensamiento político e ideológico con lo pragmático. Y hace diez años se nos fue de repente. Su pueblo repitió en las calles: “Todos somos Chávez”. Dejó su Plan de Gobierno 2013-2019: la senda estaba trazada. Lo difícil era recorrerla.

Hace una década vivimos el dolor de la partida. Inmenso dolor de todo un pueblo desolado en las calles. ¿Quién, chavista o escuálido (antichavista), podía imaginar a Venezuela sin Chávez, a Latinoamérica sin él? Pero, como decía Alí Primera, el cantautor revolucionario venezolano, a los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos. Dejó un país huérfano, una Patria Grande huérfana. “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!”, diría César Vallejo. ¿Será que la muerte de Chávez cambió el devenir de la región? Hoy se recita chavismo, bolivarianismo, cuando el mundo ha cambiado y vuelve a estar en guerra, y cada vez se hace más difícil soñar con una América (Latina y del Caribe) unida. La muerte de Chávez fue una puñalada trapera al futuro posible, que se venía diseñando.

*  Aram Aharonian. Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

 

Fuente: pressenza

 

Fuente de la Información: https://kaosenlared.net/chavez-y-la-emergencia-del-pensamiento-emancipatorio-latinoamericano/

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El nuevo capitalismo de plataformas y vigilancia, ¿el adiós a la esperanza?

Por Aram Aharonian

El contexto de la pandemia de la covid-19 creó las condiciones adecuadas para disponer de un marco institucional y normativo capaz de modificar las mentalidades, costumbres y valores de nuestras sociedades, impulsando nuevos deseos, hábitos y valores, pero, sobre todo, imponiendo el modo de producción de la economía digital, de plataformas.

Así, el comportamiento social se pudo regular, previsible y controlable, generando un nuevo estilo de vida, producción, consumo y de consumidores; respondiendo a intereses estratégicos del sistema capitalista. Las revoluciones tecnológicas no han sucedido por casualidad, sino que son la forma de asegurar el proceso de acumulación del beneficio capitalista en cada etapa de su desarrollo histórico.

El actual proceso está dando paso a una nueva modalidad del capitalismo basada en la economía digital, la deslocalización del trabajo y la precarización laboral, acompañada de la vigilancia y el confinamiento permanente; es una reorganización del sistema.

Este ahora llamado capitalismo de plataformas lo han bautizado con distintos nombres: inteligencia colectiva, web 2.0, capitalismo de vigilancia, feudalismo digital. No es una tecnología, ni una aplicación, sino el modelo de negocio, de la agricultura a la educación, del transporte a la administración pública, de la economía a la comunicación o la salud.

Los algoritmos procesan la información de cada individuo y la correlacionan con información estadística, científica, sociológica e histórica para generar modelos de comportamiento como herramienta de control y manipulación de masas. “Quien controla el presente controla el pasado, y quien controla el pasado controlará el futuro”, escribió ­George Orwell en 1984

El objetivo de esos algoritmos predictivos es conocernos lo suficiente para poder manipularnos y también sustituirnos, incluyendo tareas cognitivas como escribir artículos o pintar un Picasso.

Manuel Castells advertía que las revoluciones tecnológicas solo se producen si las sociedades disponen de un marco institucional y unas normas que fomenten nuevos deseos, hábitos, metas y valores, con capacidad de modificar las mentalidades y disolver las costumbres tradicionales, lo que posibilita nuevos cambios estructurales que permiten nuevas pautas que corrigen el comportamiento general de la población y así poder ejercer el control social.

Estas son las condiciones imprescindibles para penetrar y modificar todos los ámbitos de la existencia (sociales, económicos, políticos, etc.) y producir, consolidar y legitimar el cambio social total. Condiciones que se cumplieron en las tres revoluciones tecnológicas anteriores a la actual pandemia, señala la socióloga Carmen Torralbo.

Fue durante la crisis global económica y sobre todo financiera de 2008, que surgió la “economía de plataforma”, resultado del excedente de capital líquido tras el derrumbe de la burbuja de las puntocoms en un contexto de alto nivel de desempleo, que facilitó a la patronal imponer sus condiciones en el ámbito laboral y económico.

Para tener en claro: las plataformas digitales son mayoritariamente propiedad de empresas multinacionales -Glovo, Deliveroo, Uber, Rappi, Booking, Airbnb, Cabify, Amazon, entre otras-, las que proliferaron rápidamente acaparando actividades del sector servicios, resignificándolo y sustituyendo parte del comercio tradicional, utilizando nuevos dispositivos tecnológicos programados con inteligencia artificial y algoritmos que controlan y monitorizan todos los aspectos del proceso de trabajo y –sobre todo- a sus trabajadores.

Estas empresas son muy cuestionadas, sobre todo por la utilización y mercantilización de los ingentes datos que generan, fuente principal de sus beneficios. Esta nueva estrategia de acumulación capitalista ha debilitado las organizaciones laborales y “vende” como libertad, innovación y modernización lo que es una reedición modernizada del taylorismo -que intentó cronometrar el tiempo de ejecución del trabajo e ideó un sistema de remuneración que recompensaba el esfuerzo del obrero para aumentar la producción de este modo-, pero sin ninguna de sus ventajas.

Señala Shoshana Zuboff, socióloga, profesora emérita en la Harvard Business School y escritora estadounidense, que  denominó a esta forma de funcionamiento de “capitalismo de vigilancia” y el canadiense Nick Srnicek – asociado con la teoría política del aceleracionismo y una economía posterior a la escasez- califica de “capitalismo de plataformas”.

Los datos generados en la actualidad por los usuarios en internet constituyen una materia prima y las plataformas son quienes extraen la plusvalía de ésta. Es una forma de reorganización del capitalismo que, ante la caída paulatina de la rentabilidad de la manufactura en los últimos años,  se volcó hacia los datos como un modo de mantener el crecimiento económico y la producción.

Capitalismo de plataformas

Nick Srnicek define a las plataformas como “infraestructuras digitales que permiten que dos o más grupos interactúen”, un nuevo modelo de negocios que ha devenido en un nuevo y poderoso tipo de compañía, el cual se enfoca en la extracción y uso de un tipo particular de materia prima: los datos. Las actividades de los usuarios son la fuente natural de esa materia prima, la cual, al igual que el petróleo, es un recurso que se extrae, se refina y se usa de distintas maneras.

Las plataformas dependen de los “efectos de red”: mientras más usuarios tenga, más valiosa se vuelve una plataforma. En un ejemplo: mientras más personas googlean, más preciso se vuelve el algoritmo de Google y más útil nos resulta. Ello significa, para el autor, que hay una tendencia natural a la monopolización.

Si bien suelen postularse como escenarios neutrales, como “cáscaras vacías” en donde se da la interacción, las plataformas en realidad controlan las reglas de juego: Uber, por ejemplo, prevé dónde va a estar la demanda y sube los precios para una determinada zona. Esta mano invisible del algoritmo contradice el discurso que suelen tener estas empresas, en el cual se definen eufemísticamente como parte de la “economía colaborativa”

 Srnicek postula cinco tipos de infraestructuras digitales: plataformas publicitarias (Google, Facebook), que extraen información de los usuarios, la procesan y luego usan esos datos para vender espacios de publicidad; plataformas de la nube (Amazon Web Services, Salesforce), que alquilan hardware y software a otras empresas; plataformas industriales (General Electric, Siemens), que producen el hardware y software necesarios para transformar la manufactura clásica en procesos conectados por internet.

También habla de plataformas de productos (Spotify, Rolls Royce), que transforman un bien tradicional en un servicio y cobran una suscripción o un alquiler, y de plataformas austeras porque carecen de activos: Uber no tiene una flota de taxis, Airbnb no tiene departamentos y Rappi no tiene bicicletas. El único capital fijo relevante es su software. Por lo demás, operan a través de un modelo hipertercerizado y deslocalizado

Una pandemia para imponer el modelo

Aquellas medidas transitorias llegaron para quedarse y a medida que se prolongó la pandemia, los nuevos hábitos se incorporaron en la cotidianeidad, en un proceso paralelo al ritmo que las empresas privadas crean, implantan y expanden sus diversas plataformas digitales (durante el año 2020 se decaplicaron respecto a 2019).

Esta nueva situación está permitiendo registrar, recopilar, almacenar, mercantilizar y analizar las respuestas de la mayoría social. Porque con la implantación y obligación de las TIC, todos nuestros movimientos dejan una huella electrónica, datos al desarrollarse gran parte de las relaciones, transacciones y gestiones de forma telemática.

La pandemia impulsó un inédito y profundo cambio social, un gran salto cualitativo (y cuantitativo) respecto de la situación previa: se está consolidando y legitimando la cuarta revolución tecnológica (4.0), de forma silenciosa (paradójicamente) y sin resistencia social. La pregunta es quien impulsó la pandemia…

Esta nueva revolución tecnológica tenía como objetivos la transición digital y ecológica, mientras las élites económicas y políticas, nacionales e internacionales creaban una gran expectativa de que traerá innovación, modernización, progreso, recuperación económica, equidad e igualdad, como forma de  legitimar las transformaciones que ellos mismos están impulsando.

Inmersos en la “comodidad” de nuestros dispositivos digitales (en especial nuestro teléfono más inteligente que nosotros) no tomamos consciencia de lo que está sucediendo y, por lo tanto, de la acción social.

En este mundo de plataformas se producen bienes de producción y consumo digital (smartphone, móviles y ordenadores, etc.) y energéticos (vehículos eléctricos, productos de aislamientos de edificios y hogares, etc.) sin avanzar hacia condiciones de producción y relaciones laborales y de consumo más humanizadas.

Mientras, la economía verde y digital fueran solo nuevos nichos de crecimiento para la expansión de las empresas privadas, y lo mismo está sucediendo progresivamente con otros ámbitos claves: la educación y la salud, incluida la mental. Pero hay contradicciones para llevar a cabo la transición digital y la ecología porque la primera impacta en la segunda.

Dicen las estadísticas que 5.320 millones de personas de los 7.800 millones de habitantes en todo el mundo usan un teléfono móvil, lo que equivale al 67% de la población mundial total. Pero, cuidado: no todo el capitalismo es digital. Todavía hay gente que cosecha los tomates, la papa o el arroz con sus propias manos, hay quienes recogen la basura, y trabajadores manuales, que no están frente a la computadora. ¡Están a salvo?

Si bien las plataformas digitales brindan la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar, en cualquier momento y dicen que uno puede aceptar el trabajo que más les convenga, dedicarse a este tipo de labor también conlleva riesgos en relación con la situación de empleo, y el goce o no de ingresos adecuados, protección social y otros beneficios.

Pero las plataformas digitales continúan implantándose, de forma acrítica, absorbiendo todo el sector público, sustituyendo las relaciones y la prestación de servicios presenciales por las virtuales: una forma de privatización encubierta, al entregarse todo el proceso de digitalización a las grandes empresas privadas, nacionales y trasnacionales.

Carecemos en (casi) todo el mundo de soberanía digital –en un contexto de gran competencia mundial para la obtención y control de estos recursos– y haber privatizado, previamente, sus recursos estratégicos (en especial telecomunicaciones y energía), dejando al descubierto una situación de gran dependencia y vulnerabilidad respecto del ámbito privado, con trascendentes consecuencias políticas, sociales y culturales.

Una de sus principales características es la demanda de trabajo no regularizado, la falta de acceso a los derechos laborales y la transmisión a los trabajadores de costos, medios de producción y horas de inactividad. Para su consolidación, las empresas-plataforma han producido discursos de mistificación de este trabajo, bien difundido por los medios hegemónicos (en el mundo y en cada uno de nuestros países).

En ese contexto, por ejemplo, se trata a los trabajadores como emprendedores, la relación laboral como una asociación, la venta o el alquiler de la fuerza laboral como un reparto de recursos con finalidad social. No obstante, los movimientos de los últimos años han demostrado que los trabajadores no captan mecánicamente estos discursos y se han rebelado contra la precariedad del trabajo al que están sometidos.

Las lógicas capitalistas y competitivas se ven favorecidas por la precariedad creciente y el individualismo de quien concentrado en su pantalla busca. La normalización capitalista de la autoexplotación habla de «un yo que se explota», cuando es algo incentivado estructural y socialmente. Las nuevas versiones del capitalismo digital están en la tejido ideológico de un mundo acelerado, que incentiva la hiperproducción como motor y la deslocalización como norma.

Para la investigadora española Remedios Zafra resulta de gran ayuda la comparación entre capitalismo y patriarcado en sus formas de autoexplotación, en tanto el patriarcado se ha caracterizado justamente por convertir a las mujeres en agentes mantenedoras de su propia subordinación, proyectando imaginarios que las definen en relación a los hombres, favoreciendo su aislamiento en la esfera privada y alentando en ellas la vigilancia y control de otras mujeres, es decir reproduciendo un sistema de dominación.

Esperar… esperanza

Como reza el refrán tradicional, la esperanza es lo último que se pierde. De hecho, estaba en el fondo de la famosa caja de Pandora. La esperanza, entendida como una fe optimista en que las cosas saldrán bien, sin necesidad de apoyarse en ninguna base real, es una muestra más del enorme poder que la capacidad de fantasear nos otorga a los seres humanos. Sembrar esperanza es también una forma de manipulación: si uno no encuentra soluciones, le queda la esperanza

La palabra esperanza viene de esperar, del latín sperare (tener esperanza) y ésta de spes, esperanza. El verbo sperare nos dio esperar, desesperar y prosperar. En la Biblia, esperanza es la expectativa confiada y el anhelo de recibir las bendiciones que se han prometido a los justos (y que no han recibido), es la espera anhelosa de la vida eterna por medio de la fe en Jesucristo.

Estamos cansados de esperar, de la obligación de tener “esperanza”, que es el reconocimiento de que no hay (¿aún?) propuesta posible en este mundo. Sabemos que, en definitiva, nuestra esperanza no vendrá de las plataformas capitalistas: quizá pueda venir de los nadies, de los sin esperanza.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Fuente: https://estrategia.la/2022/11/09/el-nuevo-capitalismo-de-plataformas-y-vigilancia-el-adios-a-la-esperanza/

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