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Nacer y existir (o no) en los papeles

Por: Alejandra Agudo

Miles de niños en Senegal carecen de documentos que demuestren su existencia. Esto supone que no puedan cursar la educación secundaria, entre otras trabas. Un proyecto de Cáritas ayuda a evitarlo

Hace unos meses, las plegarias de Sire Dia, recibieron respuesta. Este maestro y director de una pequeña escuela en Ndiebeen Gandiol, un pueblo en la región de Saint Louis (Senegal), llevaba años viendo cómo la mayoría de sus alumnos de primaria no podían acceder a la secundaria. El motivo: carecían de documentos de identidad. No existían. Al menos, no oficialmente… hasta ahora. Un equipo de Cáritas se puso en contacto con su centro para identificar los casos de niños indocumentados y comenzar los trámites legales para acabar con esa situación.

«Era muy doloroso», recuerda el profesor. Los niños que completaban la primera etapa educativa, en torno a los 12 años, veían su esfuerzo tirado por los suelos. Solo en su centro, este curso detectaron que de 139 alumnos, 106 no estaban registrados. Fue cuando Cáritas contactó con Dia para hacer un recuento, convocar a los padres con sus documentos y comenzar el proceso de registro.

«No tenemos datos recientes de todos los niños sin registrar en el país, pero sí de los que hemos ayudado. Los que llegan de la inspección regional de educación, de niños que estaban el año pasado en la escuela sin papeles. Encontramos 2.262; y este 2019 hemos atendido 3.449 casos», explica Agnes Seck, responsable de proyecto en Saint Louis. Según estadísticas de la ONG, en el departamento de nombre homónimo que la región tan solo el 38% de los alumnos de primaria están inscritos en el registro civil. Los últimos cálculos oficiales de la Agencia Nacional de Estadística, publicados en 2015 con encuestas de 2013, el 17,6% de los habitantes de la región no tenía certificado de nacimiento, una cifra por debajo de la media nacional (20,3%).

Casi siempre por desconocimiento, muchos padres no saben ni creen que sea necesario inscribir a sus hijos en el registro civil al nacer. Otros viven muy lejos de las oficinas administrativas, son agricultores nómadas o pescadores que pasan muchos meses fuera del hogar. «Al dar a luz, a las mujeres les dan un papel, pero esa no es la cédula de identidad. Las matronas les tienen que decir que vayan al registro», apunta Seck. Pasado un año, si no han realizado este trámite gratuito, tienen que acudir a instancias judiciales y pagar 4.900 francos centroafricanos (7,50 euros). Una cantidad que la mayoría no se puede permitir. Menos si tienen varios críos en la misma situación.

«Esos niños crecen sin papeles. La consecuencia es que, dese 2004, el Estado permite a los maestros recibir alumnos sin documentos de identidad durante la primaria, que dura seis años; y cuando acaban, si no los tienen no pueden acudir a la enseñanza media y lo que han estudiado hasta entonces no les sirve de nada, tienen que dejar su educación», resume Seck. La sanidad pública es universal, continúa la especialista, pero no es el caso si no están registrados. De adultos, tampoco podrán votar, ni obtener un pasaporte para viajar, entre otras trabas. «Jurídicamente, no tienen nombre ni nacionalidad», destacan desde la organización.

Impulsada con fondos propios y del Gobierno de Canarias, la actividad principal del proyecto de Cáritas es la sensibilización y comunicación directamente en los pueblos. «Y la puerta de entrada son las escuelas. La organización hace la petición al centro, y vienen también personas del registro civil que conocen todo el proceso. Cuando llegamos, ya el director de la escuela tiene identificados a los alumnos sin papeles y hace ir a sus padres», detalla Seck. Es lo que llaman charlas y han realizado 68 en cada una de las dos fases del programa, que cuentan con 125.000 euros de presupuesto repectivamente, una cantidad que aporta la oficina española de la ONG.

Según estadísticas de Cáritas, en el departamento de Saint Louis tan solo el 38% de los alumnos de primaria están inscritos en el registro civil

Uno de los problemas que enfrentan es que a menudo los progenitores, incluso los abuelos, también carecen de documentación. Por lo que primero hay que registrares a ellos y después a los niños. Para evitar fraudes, se pide la presencia de testigos —el imán, el jefe del pueblo, el profesor— que atestigüen que el niño es de esos padres. La ONG se encarga de todo lo demás, también de los costes.

El complejo trámite funciona así: como los maestros saben qué casos tienen, hacen un censo y se lo manda al equipo de Cáritas. Ellos se lo envían al tribunal, que gestiona los papeles y se los remite al Ayuntamiento para que la gente esté registrada. Después el consistorio hace llegar los papeles a Cáritas. La organización se los da a la inspección educativa departamental que los distribuye a cada escuela en los diferentes pueblos. Allí, los padres pueden recoger sus documentos y los de sus hijos.

A una de esas charlas fue convocado Ndake Diop, padre de seis —cinco chicos y una chica— de sus dos mujeres. «Un día, nos llamó el director para hablarnos de que Cáritas ayudaba a la gente para obtener papeles». Acudió a la cita con las madres, pero tampoco ellos tenían documentación. «No sabía que tenía que declarar a mis hijos. Yo no he ido a la escuela y no tenía a nadie cerca que me lo explicase», justifica este pescador y agricultor. Un tiempo después, sin coste alguno, todos recibieron sus carnets de identidad.

«Ahora, alabado sea Dios, este problema ya no existe», celebra Diop mientras se deshace en agradecimientos hacia la ONG. Algunos de sus hijos habían tenido que abandonar el colegio porque no estaban inscritos. «Eran niños brillantes en la escuela y la tuvieron que dejar. Perdieron un año y al siguiente, cuando ya habíamos conseguido sus documentos, regresaron. Pero estaban desmotivados por lo que les había pasado», rememora. «Cáritas está resolviendo este problema. Nos están quitando pena», zanja. Él mismo se ha convertido en embajador de la causa: «A todos mis amigos, cuando tienen hijos, les digo que lo tienen que hacer».

Además de las charlas en las escuelas, en cada fase de proyecto, se organizan cuatro sesiones de sensibilización más generales en las que se convoca a todo el pueblo. Basta un escenario en la plaza, un equipo de música y sillas de plástico, y la gente empieza a acudir atraída por el movimiento. En Mouit han asistido más de un centenar de personas a las que se les explica la importancia de hacer existir a sus niños. «La satisfacción es que cada vez que pasamos por un pueblo, al día siguiente el Ayuntamiento nos llama para decir que la gente está inscribiendo a sus hijos», asegura orgullosa Seck.

Para expandir el mensaje están los talleres de capacitación de líderes de las comunidades y que continúen la actividad de sensibilización. El siguiente objetivo es conseguir que los padres inscriban a los niños al menos en el primer año de vida e idealmente en los primeros 45 días.

«Ahora, como comunidad podemos dormir tranquilos», zanja Dia, que ya no impartirá clases a alumnos que después tendrán que abandonarlas por no tener una identidad.

Nacer para existir

Antes de cualquier trámite burocrático es imprescindible que se produzca el más importante: venir al mundo. En la calle principal del barrio de pescadores de Guet Ndar, en la ciudad de Saint Louis, la capital regional, un cartel descolorido señaliza una clínica que hace más de una década fue financiada por la Cooperación Española. El logo apenas se aprecia, pero está. Ahora, ya sin dicho apoyo, este centro público se sostiene con donaciones de los vecinos y la venta de medicamentos, según explica el responsable de la botica, Abdu Fall.

De aspecto decrépito, con la mejor higiene posible pero insuficiente a simple vista, ahí es donde van las futuras madres a los controles prenatales y a parir cuando llega el momento. La matrona Maimuna Sen trabaja aquí desde hace cinco años. Sin salario, remarca. «El personal somos gente benévola, vivimos de lo que nos da la gente», asegura cansada. La noche anterior, atendieron cinco partos. «Hay problemas de materiales y de medicamentos. Algunos nos los da el distrito sanitario, pero a veces faltan y si lo tuviéramos sería mejor. Para que cada mujer que venga, tenga acceso a ellos», relata.

Según los datos de la Agencia Nacional de Estadística hay carencia de personal cualificado. En 2016, había en la región un médico para 11.045 habitantes —en lugar de uno por cada 10.000 como indica la OMS— y una enfermera para 5.585 habitantes —en vez de una por cada 3.000—. Sin embargo, en lo que respecta a parteras, tienen buena cobertura: una por cada 1.858 habitantes en la región, muy por encima de una por cada 6.000 que recomienda la organización de la ONU.

Preguntada por las muertes maternas y de bebés durante el parto debido a esa falta de medicamentos, además de la evidente falta de higiene e instrumental, Sen asegura que no hay. «Cuando surgen complicaciones, las derivamos al hospital», apunta. Por ser atendidas, las madres no tienen que pagar nada, solo por las medicinas. No es así en la clínica privada en la que trabaja Ndeye Khady Khalil Diallo, donde es la matrona jefe. Allí, las mujeres son atendidas por un ginecólogo apoyado por el equipo de Khalil.

«Las complicaciones a nivel médico se dan en todo tipo de estructura, pública y privada, pero en esta última hay un mejor control y tomamos todas las medidas para que estén bien atendidas. Tenemos cuidado de no cometer errores porque puede destrozar la reputación de la clínica», opina. En un hospital, dice, las mujeres pagan 30.000 francos al dar a luz (alrededor de 46 euros), en el centro que ella trabaja, entre 200.000 (300 euros) y 300.000 (460 euros). «El parto en casa hoy es muy raro», anota.

Para hacer sus sueños realidad, Khalil necesita más formación.»Me encanta ayudar a las personas. Estoy feliz de mi trabajo, pero no quiero ser matrona toda la vida, sino hacer un máster en obstetricia, diploma en ecografía, tener conocimientos de nutrición y puericultura para trabajar en una ONG, e incluso abrir una clínica propia», detalla.

En definitiva, toda la información posible, más recursos y mayores conocimientos son útiles y necesarios para nacer y existir en Saint Louis.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/11/05/planeta_futuro/1572948424_150718.html

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La ONU alerta de una “crisis global de aprendizaje”

Por: Alejandra Agudo.

 

El Objetivo de Desarrollo Sostenible que llama a garantizar una educación de calidad para todas las personas de cualquier edad, pasa examen en el Foro Político de Alto Nivel en Nueva York

Con un 91% de los niños del mundo en edad escolar matriculados y tantas niñas en las escuelas como varones, la ONU celebraba en 2015 que había conseguido en plazo estas metas que se había marcado en los Objetivos del Milenio, una agenda internacional para que los países pobres mejorasen su situación en educación, pobreza, hambre o salud para esa fecha. Las cifras disponibles hoy son prácticamente las mismas y la ONU habla de «crisis» educativa y de aprendizaje. Así lo hace en el informe de seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) presentado el pasado martes en Nueva York en el marco del Foro Político de Alto Nivel que se celebra anualmente para evaluar los progresos hacia un mundo más justo, pacífico y un planeta habitable en 2030. Y la educación ha sido una de las materias sometidas a examen en esta cita, con mal resultado.

«Nuestro futuro depende de dar a los jóvenes formación de calidad. Sin embargo, hay una crisis de educación», ha abierto el debate Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef. No solo porque todavía 262 millones de niños y adolescentes (6 a 17 años) no están escolarizados, según el último estudio de Unesco. La ONU calcula que hay en el mundo 617 millones de niños y adolescentes (el 58%) que no alcanzan las competencias básicas en lectura y matemáticas. De ellos, 411 millones no contaban con estos conocimientos a pesar de asistir a la escuela. En 2030, aún 400 millones de pequeños no adquirirán tal nivel mínimo y apenas el 60% de los estudiantes completarán la secundaria. «¡No se puede dejar a uno de cada tres atrás! Tenemos menos de 4.000 días para lograr el ODS4 y lograr mejorar la vida de miles de millones de niños. Necesitamos una revolución ahora», ha clamado Fore.

Las acciones para tal revolución son, en opinión de la directora ejecutiva de Unicef, tres. La primera, invertir en educación de forma eficiente y equitativa. «La formación de las niñas, la escolarización temprana y mantener a los niños en el colegio incluso en situaciones de crisis humanitarias», ha enumerado. «Uno de cada tres niños en países en conflicto no van a la escuela. No podemos aceptar esto», ha apostillado. Lo segundo es «utilizar tecnologías para aumentar el acceso a la educación de calidad». Finalmente, Fore ha insistido en la necesidad de medir los progresos en todos los niveles para poder mejorar los programas. «Necesitamos datos de los niños que estudian y los que no. Los que están aprendiendo y los que no. Tenemos que saber si las escuelas están dando la talla».

ESTADO DE LA EDUCACIÓN EN EL MUNDO

  • En 2017, 262 millones de niños, adolescentes y jóvenes de seis a 17 años (el 18% del total) no asistieron a la escuela. Según las tendencias actuales, estos números bajarán solo ligeramente a 225 millones, o 14%, para 2030.
  • El 54% de los niños que no cursan la primaria viven en África subsahariana.
  • Solo seis de cada diez jóvenes terminarán la escuela secundaria en 2030.
  • En los países de bajos ingresos, los más ricos tienen nueve veces más probabilidades que los más pobres de completar la secundaria superior.
  • Las tasas de alfabetización están aumentan de manera constante en todo el mundo, pero 750 millones de adultos aún no pueden leer. Dos tercios son mujeres.

Para John McLaughlin, viceministro de Educación y Desarrollo de la Primera Infancia de Canadá, proveer una educación de calidad no solo significa que los estudiantes sepan leer y resolver ecuaciones. «En Canadá, vamos más allá para que los jóvenes sean ciudadanos más fuertes, con espíritu crítico, capacidad de comprensión, compasión…», ha explicado en su turno de intervención. Una medida inmediata que se puede poner ya en marcha, en opinión del mandatario, es «poner el género en el centro para garantizar el acceso a la educación de las niñas». Por eso, el 92% de las contribuciones de su país para la educación «tienen componente de género», ha señalado.

Stefania Giannini, subdirectora general de educación de la Unesco, ha coincidido con sus predecesores en el diagnóstico y el tratamiento. «Encaramos una crisis de aprendizaje que está provocando que se estanquen los avances de la Agenda 2030. Tenemos que concienciar sobre esta cuestión. Las cifras son una prueba clara de que no podemos aceptar que las cosas sigan como están», ha analizado. En línea con lo expresado por el representante canadiense, la diplomática ha recordado la importancia de introducir los ODS en el currículo escolar y de formación universitaria. «Hay que educar para el desarrollo, para que los niños de hoy sean adultos con valores en el futuro».

Giannini ha terminado su turno de palabra destacando la necesidad de formar más y mejor a los maestros. Una idea que ha desarrollado la siguiente participante en el debate, Susan Hopgood, presidenta de la Internacional de la Educación, organización sindical que aglutina a organizaciones de todo el mundo de maestros y empleados de la educación. Según sus encuestas, «los docentes creen que la profesión sigue siendo poco atractiva. En Camerún, una afiliada nos dijo que, a veces, cobran menos de 50 dólares al mes», ha explicado la representante.

Existe la necesidad de incorporar a más maestros a los sistemas educativos, pero no de cualquier manera. Para que sus enseñanzas sean de calidad ellos mismos tienen que estar cualificados. También en esta asignatura, el mundo suspenderá en 2030 de continuar las tendencias actuales. Como en tantos otros indicadores, en África subsahariana se registran los peores datos en este sentido: solo el 64% de los maestros de primaria y el 50% de secundaria tienen la capacitación mínima requerida para ejercer su labor. «Y esta proporción ha estado disminuyendo desde el 2000, como resultado de que las escuelas contrataron maestros sin formación para cubrir los puestos a un coste menor», alerta la Unesco en su informe. «La educación pública sigue infrafinanciada. Los sistemas educativos cada vez se privatizan más. Pero los Gobiernos tienen que reconocer que la educación es un derecho humano y no un producto», ha concluido su discurso Hopgood.

617 millones de niños y adolescentes (el 58%) no alcanzan las competencias básicas en lectura y matemáticas

Tampoco sale bien parada África subsahariana en materia de infraestructuras. «La situación es extrema en los niveles primario y secundario inferior, donde menos de la mitad de las escuelas de la región tienen acceso a agua potable, energía eléctrica, computadoras e Internet», escriben los autores del informe de la ONU. En el nivel secundario superior, el 57% de las escuelas sí tienen energía eléctrica, pero solo entre el 25% y el 50% cuenmtan con acceso a Internet, ordenadores, agua potable e instalaciones para lavarse las manos.

Otros datos «alarmantes» han sido destacados por los intervinientes. Para Kazuhiro Yoshida, copresidente del Comité de Dirección de ODS-Educación 2030, lo es que «solo se vaya a reducir a 225 millones en 2030 en comparación con los 260 millones actuales». También es motivo de alerta la exclusión de «determinados adolescentes» de la secundaria, en opinión de María José Monge, presidenta de Fundación Monge de Costa Rica. «Esto genera luego desempleo y situaciones de pobreza», ha analizado.

En tres horas de debate, en el que representantes de decenas de países han expuesto sus progresos, retos pendientes y medidas que planean tomar, estos fueron los temas candentes. El estudio de la Unesco, cuyos resultados recoge el informe de seguimiento de los ODS presentado esta semana en Nueva York, contiene un buen puñado más de estadísticas que demuestran que no se van a conseguir las metas en lo que a educación se refiere. Y los expertos coinciden: sin educación de calidad, el resto de Objetivos serán inalcanzables. Sin ella, las personas no accederán a trabajos decentes, ni se eliminará la desigualdad de género, ni erradicará la pobreza o el hambre.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/07/10/planeta_futuro/1562751921_561796.html

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Las niñas quieren ser líderes… si las dejan

Por: Alejandra Agudo

Una encuesta a 10.000 chicas de 19 países revela que el 76% aspira a ocupar altos puestos en su comunidad, carrera o país, pero creen que tendrán que esforzarse más que los varones

Una carrera de obstáculos. Así ven las niñas su camino hacia el liderazgo. Una encuesta a 10.000 jóvenes de 19 países revela que el 76% de ellas aspira a ocupar altas posiciones en sus comunidades, carreras y países, pero creen que lo tendrán muy difícil, al menos, más que los varones. «El clavo que sobresale se aplasta», respondía una joven japonesa que ha participado en el estudio de la ONG Plan Internacional y el Instituto Geena Davis sobre Género en los Medios.

«Las niñas nombran a la discriminación de género, el sexismo flagrante y los estereotipos como barreras», escriben las autoras del informe, titulado Tomamos la iniciativa: las niñas y jóvenes cambian los rostros del liderazgo. El 60% piensa que las mujeres tienen que trabajar más duro para ser respetadas. Prácticamente todas, el 93%, cree que las que alcancen el liderazgo habrán tenido que experimentar «contacto físico no deseado», y una vez en la cima no serán tratadas igual que los hombres.

Para Anne-Birgitte Albrectser, directora ejecutiva de Plan Internacional, estas respuestas son el resultado de «la dura verdad» que ven las niñas. Solo el 24% de los parlamentarios en el mundo son mujeres, según datos de la Unión Interparlamentaria. El mismo porcentaje que han alcanzado roles ejecutivos en el mundo empresarial. Y eso que en los últimos años se han producido progresos en ambos casos, si bien con altibajos y a un ritmo lento.

Pese a su confianza en su capacidad de liderazgo —solo el 5% dijo no tener ninguna—, este tipo de percepciones sobre lo que les espera y lo que la sociedad considera apropiado para ellas, suponen un freno para las jóvenes. «Todas son conscientes de que las sociedades reconocen a los hombres como líderes. Y perciben que cuando una mujer alcanza algo de poder, son criticadas», apunta Jacqueline Gallinetti, unas de las autoras del estudio, en una conversación telefónica.

La clave para superar la parálisis o desazón es «no callarse, no tener miedo». Así lo cree la antropóloga Mercedes Fernández-Martorell, profesora en la Universidad de Barcelona. En su opinión, el temor que durante siglos han experimentado las mujeres está desapareciendo. «Antes nos quemaban vivas, nos decían que fuéramos buenas porque de lo contrario se nos consideraría prostitutas, como si ellas fueran enemigas», explica. Pero ahora «algo se está haciendo bien», opina, si las chicas se atreven a expresar sus aspiraciones como hacen las encuestadas para el estudio.

Erika, ecuatoriana de 19 años, pudo saltarse las barreras de los estereotipos y culturales. No fue fácil pues su comunidad, asegura, es muy patriarcal. Ella dice que lo consiguió porque cree en ella misma. Aunque como mujer, indígena y sin recursos no se suponía que debía llegar a la universidad, hoy estudia Arquitectura. Escogió esta formación porque le gusta, pero tenía además otro incentivo. «Para desafiar los patrones de que esta carrera es para hombres y gente con dinero», explica por teléfono desde Vancouver, donde participa en la conferencia internacional sobre los derechos de las mujeres Women Deliver como miembro de la red de jóvenes de Plan Internacional. «De nosotras se espera que estemos con los animales y los hijos, que son los que nos cuidarán en el futuro», lanza. «Pero aquí estoy, soy el claro ejemplo de que las niñas podemos cambiar el mundo».

Ese ímpetu por transformar sus sociedades es lo que explica, en opinión de Jacqueline Gallinetti, unas de las autoras del estudio, de que las niñas de los países menos desarrollados tengan más ansias de liderazgo que las de países ricos. «El contexto influye mucho, las dificultades que enfrentan, las motiva para querer cambiar sus países desde dentro», explica. Esta es una de las diferencias geográficas que encontraron entre los 19 países analizados: Benín, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Filipinas, Finlandia, Honduras, India, Japón, Países Bajos, Perú, República Dominicana, Senegal, Sierra Leona, Sudán del Sur, Suecia, Vietnam, Uganda y Zimbabue. «Me parece inaceptable que el lugar de las mujeres solo esté en la casa. Deben estudiar y participar en el cambio de su país», respondió una de las senegalesas encuestadas.

Las niñas quieren ser líderes... si las dejan

Otro factor que influye en las ganas de llegar más alto es la formación. «Cuanto más educadas, más ambición tienen para el futuro», apunta Gallinetti. Por eso, subraya la experta, es clave que las chicas tengan acceso a la mejor educación posible si se las quiere ayudar a conseguir sus sueños de poder.

El informe apunta que el apoyo de la familia, las campañas contra el sexismo desde el sector público y el privado, así como tener modelos femeninos a seguir alientan a las chicas a superar las barreras y perseguir el futuro que desean. «Las niñas aprenden a una edad más temprana que no es apropiado que sean ambiciosas. (…) Los niños reciben más estímulos para ser política ambiciosos por parte de sus familiares, amigos y compañeros», citan las autoras. «La visibilidad de mujeres en posiciones de poder también es un factor importante», agregan. Si otras lo han conseguido, ¿por qué no ellas? «El cambio tiene que empezar en los hogares y las comunidades», razona Erika.

«Mi modelo es mi madre. Siento que no soy nada sin su apoyo. Quiero introducir cambios en mi sociedad inspirándome en ella, ya que también una trabajadora social», dijo una joven india a los investigadores. «En la vida, necesitamos personas nos den ejemplo y nos digan: ‘Tú puedes hacerlo’. Alguien que nos anime», pedía una menor de República Dominicana a sus entrevistadores.

Qué es un líder: controlador, asertivo… ¿compasivo?

«Las características que se asocian con ser un líder son los mismos rasgos de carácter que las sociedades asocian con los hombres (controlador, dominante, enérgico, asertivo)», detalla el informe. Las chicas, según los hallazgos del estudio, no solo desean alcanzar posiciones de poder para cambiar sus sociedades, sino que además defienden hacerlo a su manera. «Ellas piensan que las buenas cualidades de un líder son la empatía, que sea alguien comprensivo y compasivo. Estas no son necesariamente las características masculinas del liderazgo», detalla Gallinetti.

Fernández-Martorell asegura que el verdadero líder es quien crea e innova «porque el ser humano tiene que inventar continuamente» para adaptarse. «Aunque nos hagan ver que lo importante es otra cosa» porque para ellos no es fácil asumir que las mujeres son creativas y, por tanto, líderes. De hecho, lo que prueba su argumento es que continuamente, ellos se apropian de las ideas de sus compañeras.

«Quiero ser una lideresa que pueda escuchar y respetar cada opinión y, sin embargo, no ceder ante los demás y dar una buena solución», sentenció una adolescente japonesa.

Gallinetti considera clave que se reconozca que las niñas y mujeres jóvenes «tienen características específicas para el liderazgo, que no son más débiles o peores, que pueden ser tan eficaces como la forma en que los hombres mandan». De hecho, agrega, la diferencia entre unos y otras no es mala, sino que se complementan.

El problema, continúa, es que ellas no tienen las mismas oportunidades, ni el mismo espacio para ser escuchadas y tomar las riendas. «Es muy bueno que tengan estas aspiraciones, pero deben ver que pueden lograrlas. Cuando te topas constantemente con una pared, no te respetan ni escuchan, obviamente, esas aspiraciones van a morir. Depende de las ONG, de los gobiernos y los medios de comunicación permitir que las niñas y mujeres jóvenes tengan un espacio donde sus voces sean escuchadas», zanja Gallinetti.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/06/04/planeta_futuro/1559641010_179826.html

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Innovación y desarrollo, una historia con ¿final feliz?

¿Es la Agenda 2030 de la ONU un reto posible o imposible? Esta pregunta ha centrado el debate sobre cómo alcanzar los objetivos, organizado por el Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid

Por Alejandra Agudo

Para Carlos Mataix, director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid (itdUPM), los Objetivos de Desarrollo Sostenible son «como una librería en la que se pueden encontrar historias con un final feliz». Así, si se logra el número 11 —que las ciudades sean inclusivas y seguras— «viviremos en urbes en armonía con la naturaleza, en entornos más gratos donde la desigualdad será casi inexistente», imaginaba el experto este miércoles en una charla sobre la también conocida como Agenda 2030 de la ONU. Sin embargo, de no conseguirse, el desenlace puede ser terrorífico: «Si no cambiamos las cosas, las ciudades del futuro se pueden parecer más a las que aparecen en la película Mad Max«.

Este tipo de esperanza es la que hizo que Rita, una enfermera nigeriana que trabaja en el sistema de salud público británico, regresase a su país natal. Creyó en que con una buena idea era posible cambiar la realidad de las personas que, como su propia tía, sufren derrame cerebral en Nigeria. Su historia ha sido contada en el encuentro en Madrid por María Zapata, directora internacional de operaciones de Ashoka y responsable del programa global Changemakers.

«Rita está tratando de cambiar la idea de que un derrame cerebral es un castigo divino y concienciar de la importancia de identificarlo y pedir ayuda en las cuatro primeras horas. Ella está activando a las comunidades, a las victimas y a los familiares para que se conviertan en palanca de cambio en Nigeria», ha explicado Zapata. Ashoka la apoya, como a otros tantos miles de emprendedores sociales que no solo implementan una idea para mejorar la vida de unos pocos (o muchos), sino que además, despiertan a quienes les rodean para que también cambien el mundo (los changemakers agentes del cambio, en inglés en términos de la organización). «Este binomio, esta receta es la clave para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)», ha añadido.

Jorge Barrero, director general de la Fundación COTEC para la Innovación, tiene otra fórmula. «Hay una idea que es un error, la de que tú, transformando tu entorno, vas a cambiar el mundo a gran escala y en el largo plazo. Y el enemigo lo sabe, la gente que no quiere cambiar las cosas, lo sabe», ha dicho. «Para que un cambio sistémico ocurra se requieren expertos, gente que sepa lo que hay que hacer. Pero eso no basta. También hacen falta influencers: periodistas, blogueros, líderes empresariales, profesores en las aulas y cualquiera de nosotros en una cena familiar… Y tercero, los facilitadores: los que saben cómo hacerlo, cómo aterrizar una buena idea», ha razonado.

Hay una idea que es un error, la de que tú, transformando tu entorno, vas a cambiar el mundo a gran escala y en el largo plazo
El resto de intervinientes han coincidido con Barrero en que en este proceso de tener una buena idea e implementarla no solo vale con las acciones individuales de la sociedad civil. Para lograr los ODS hace falta innovar en las políticas públicas y también en el sector empresarial. Los Gobiernos, encargados de las primeras, tienen el problema de que «no pueden probar nuevas ideas antes de llevarlas a cabo gran escala», según Barrero. ¿Cómo saber entonces que funcionan y que contribuyen al objetivo para que el que han sido diseñadas? «Hay que trabajar en la evaluación y ver qué funciona y qué no», ha indicado. Porque algunas innovaciones funcionarán, pero otras «son ocurrencias y hay que desecharlas cuanto antes», ha continuado.

En este sentido, Zapata ha sugerido que los proyectos de los emprendedores sociales como los que apoya Ashoka pueden ser ese banco de pruebas de los Gobiernos. Y si algo funciona, que sean los Estados los que los amplifiquen. De tal modo, Nigeria podría tomar la idea de Rita, quien ha abierto clínicas para el tratamiento del derrame cerebral en unas pocas zonas rurales del país y ha creado un modelo de sensibilización respecto a este problema de salud con éxito, e implementarlo con fondos públicos en todo el territorio.

Guadalupe de la Mata, representante residente para el Fondo Europeo de Inversiones de la Unión Europea y cofundadora de InnovationforChange yPlanetforChange, ha recordado que el sector privado también tiene que estar implicado en la consecución de los ODS. Ha expuesto algunos ejemplos de empresas que están llevando a cabo proyectos en este sentido, «como Unilever, que forma a mujeres en India para que se conviertan en distribuidoras de sus productos y las incluyen en su cadena de valor». Para Mataix, estos ejemplos «son islas». «Nos está quedando una versión dulcificada. Y tenemos que desafiar a los sistemas de poder». ¿Lo conseguirán la ciencia y la innovación? ¿Es posible que las buenas ideas eviten que acabemos viviendo como en Mad Max?

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Aprender a no pegarse

Por Alejandra Agudo

Unicef implementará en escuelas palestinas el programa de educación para la paz elaborado por la Asociación Mundial de Educadores Infantiles.

Hay en el mundo 535 millones de niños, casi uno de cada cuatro, que viven en países afectados por conflictos o desastres. “Muchas veces sin acceso a cuidados médicos, educación de calidad o alimentación adecuada”, señala Unicef. Otros muchos, sufren el infierno de la violencia dentro de la escuela, donde son atacados, acosados o maltratados. Pero no es esa, la de la violencia, la lección que deberían aprender los niños en el aula o en la vida. Al menos, no es lo que dice la Convección sobre los Derechos del Niño, que en su artículo 29 señala que los firmantes convienen que la educación debe estar en encaminada a desarrollar la personalidad y preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos, y personas de origen indígena.

Con tal finalidad, la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), con sede en España, creó en 2004 un programa de educación para la paz en los niveles de infantil y primaria. “Sabemos que sin cambios geopolíticos no hay solución a los conflictos del mundo, pero eso no quita que los maestros hagamos algo”, apunta Elvira Sánchez, precursora del proyecto y portavoz de la organización. “Suena utópico, pero creemos que sólo a través de una educación rica en valores tendremos un mundo mejor. Por ejemplo, si se potencia la creatividad desde edad muy temprana, los niños aprenderán a resolver sus conflictos de forma creativa, y no a golpes”, añade.

Elvira Sánchez durante una charla en la ONU.
Elvira Sánchez durante una charla en la ONU. RICK BAJORNAS (ONU)

A diferencia de otros programas educativos para la paz, el elaborado por la AMEI no consiste en dar lecciones, ni siquiera en concienciar o sensibilizar. Trata, sin embargo, de inculcar valores universales “que cualquier padre del mundo querría para sus hijos”, dice Sánchez, a través de actividades prácticas recogidas en una guía para el profesor editada en castellano, inglés, bosnio y que se está traduciendo la árabe. Unicef Palestina quiere que se implemente el proyecto en las escuelas de su territorio, como ya hizo Unicef Bosnia y Herzegovina en 2012. Entonces, la propia Sánchez formó a 300 docentes de aquel país para que conocieran la esencia de su programa y cómo desarrollarlo en el aula. “Aunque es muy sencillo y se puede descargar de nuestra página de Internet (en castellano e inglés), es importante que los maestros conozcan la idea global”, apostilla.

educación para la paz

En Palestina, el 92% de los niños entre uno y 14 años dice haber experimentado agresiones psicológicas o castigo físico en el mes precedente a la encuesta realizada por el organismo de estadística palestino. Pero Unicef se ha propuesto acabar con el clima de violencia, al menos, en las aulas. No solo han llamado a la AMEI para probar su propuesta de educación en valores en las escuelas. Sino que además, han llegado a un acuerdo con Finlandia para que el país apoye económicamente con un millón de euros la implementación del afamado programa KiVa contra el acoso escolar.

Valores para la paz

¿Cómo nació y se conformó el programa de educación para la paz de la AMEI por el que hoy se interesa Palestina? “Lo primero que hicimos fue una encuesta para saber qué era la paz para los niños; y para el 82% de los críos era ‘no pegarse”, explica Sánchez. Aunque entre las respuestas de los 1.622 niños de tres a seis años a los que preguntaron en una veintena de países, había algunas “sorprendentes”, dice Sánchez. Para algunos chiquillos en México, la paz era “que no salga sangre”; en Argentina, “escribir una carta a los policías para que metan presos a los que roban”; y “hablar sin gritar” en Gran Bretaña.

La misma pregunta se hizo a un grupo de adultos, la mayoría profesores. Solo para el 9%, la paz era la ausencia de conflicto bélico. Es decir, el “no pegarse» de los niños, señala Sánchez. La mayoría la defendía a través de valores como el amor, la solidaridad, la justicia…

Aquello fue el germen del enfoque del proyecto. Y tras un año de trabajo, ensayos en las aulas y modificaciones, la asociación española culminó su programa de actividades para la educación rica en valores. Un manual de actividades para que los niños de infantil (de cero a seis años) y de primaria después (de seis a nueve) sientan y experimenten el autocontrol, la sinceridad, la amistad, la tolerancia, la paciencia, la autoestima, la curiosidad o la libertad.

El éxito del proyecto ha tenido que ver, según Sánchez, con el cuándo “porque la educación en valores se tiene que dar cuando estos se forman, en las primeras etapas de la vida”  y el cómo “a través de la experiencia”. ¿Un ejemplo? La gratitud. “No es solo decir ‘gracias’, sino sentirla. Y así con los 42 valores que se trabajan en el programa, cuya selección fue fruto de una profunda discusión entre profesores y expertos universitarios, y que son “universales”, indica la portavoz de AMEI. “Ningún maestro o padre del mundo podría estar en contra”, zanja.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/01/29/planeta_futuro/1485718762_275304.html

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